IMPACTO AMBIENTAL
El mundo en el umbral de una crisis agrícola[1]
Juan José Morales
La agricultura industrializada, altamente mecanizada y tecnificada, con abundante riego, gran consumo de fertilizantes, insecticidas y herbicidas, a base de semillas producidas por grandes empresas transnacionales, nos ha sido presentada reiteradamente como la mejor manera de elevar la producción de alimentos. Se nos dice también que para resolver el problema del hambre en el mundo y garantizar comida suficiente para todos y cada uno de los seres humanos, no hace falta más que adoptar el modelo agrícola norteamericano y la producción irá aumentando sin cesar a condición sólo de introducir las innovaciones desarrolladas por las grandes empresas productoras de semillas y pesticidas.
Este es el modelo de agricultura altamente tecnificada, con abundante uso de agua, maquinaria, combustible, fertilizantes industriales, herbicidas, insecticidas y otros insumos, que prometía garantizar una siempre creciente producción de alimentos. Pero parece haber llegado a su tope máximo y hay barruntos de una crisis alimentaria mundial.
Aquel punto de vista parecía correcto a la vista de los altos rendimientos, cada vez mayores, obtenidos ahí donde se implantaba la agricultura industrial. Pero en los últimos tiempos han comenzado a sonar señales de alarma. El aumento en los rendimientos se ha vuelto muy lento, detenido, estabilizado e incluso retrocedido, y no se ven perspectivas de que pueda dársele un nuevo impulso. Todo ello pese a que, precisamente por la idea de que ese era el camino correcto, en muchos países se han hecho grandes inversiones para desarrollar la agricultura de tipo industrial.
Un ejemplo de ello es el caso de China. Aunque en el periodo 1981-2000 se triplicaron las inversiones para tecnificar la agricultura, las tasas de incremento en los rendimientos de los cultivos de trigo se mantuvieron constantes, en las siembras de arroz fueron insignificantes y en las de maíz hubo incluso un decremento del 64%.
En un estudio realizado por investigadores de la Universidad norteamericana de Nebraska se encontró que en aquellas regiones del mundo en que se produce casi la tercera parte del maíz, el trigo y el arroz «”los tres alimentos básicos de la humanidad»” se ha llegado ya a un tope en el aumento de los rendimientos, o a una abrupta disminución de los mismos. Esto ha ocurrido tanto con las cosechas de arroz en el este de Asia, como con las de trigo en el noroeste de Europa.
Al parecer, esto es una señal de que ya se ha llegado a un máximo biofísico. Es decir, las plantas ya no pueden dar mayores rendimientos, por mucho que se les atiborre de fertilizantes y agua de riego, y que ya no es posible desarrollar nuevas variedades más productivas.
Esto no deja de ser preocupante, pues los expertos estiman que para satisfacer la demanda de alimentos habrá que aumentar en 60% la producción de aquí a 2050.
Prácticamente descartada la posibilidad de hacer rendir más la tierra, los especialistas recomiendan tres caminos: reducir el desperdicio, aprovechar mejor el agua y reducir la enorme dependencia de fertilizantes, herbicidas, insecticidas y combustibles.
Respecto a disminuir el desperdicio, hay que recordar que en la actualidad mil millones de toneladas de los alimentos que se producen o importan en el mundo «”sobre todo en los países más ricos»” no llegan al estómago de los consumidores sino que terminan como desperdicio.
En cuanto al agua, el 70% de la que se utiliza en el mundo se destina a la agricultura, y cada vez es más escasa. Por ello se recomienda desarrollar métodos más eficientes para aprovecharla, como la microirrigación. De lo contrario, en no más de 20 ó 30 años habrá un déficit de 40% entre las disponibilidades y la demanda de agua.
Finalmente, un uso más racional de los insumos agrícolas «”cuya venta es un gran negocio para las transnacionales»” no solamente reduciría los costos de producción, sino también evitaría problemas ambientales como la contaminación del agua y el suelo. Algo que mucha gente ignora, por ejemplo, es que más de la mitad de los nutrientes contenidos en los fertilizantes industriales no son aprovechados por las plantas sino que permanecen en el suelo, con los consiguientes daños al medio ambiente.
En fin, el mundo parece estar en el umbral de una crisis agrícola, salvo que se corrija lo que para muchos es un rumbo equivocado.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 6 de enero de 2013