ESCRUTINIO
Una casita que tengo más abajo del trigal[1]
Juan José Morales
Como seguramente muchos de nuestros lectores saben, en su viaje a China, la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera «”mejor conocida por sus nombres artísticos de Angélica María y La Gaviota»”, incluyó en la comitiva presidencial a su maquillista, de nombre Alfonso Waithsman, quien se encargó de propalar a través de las redes sociales lo feliz que se sentía de hacer semejante viaje a cargo de nuestros impuestos»¦ hasta que le borraron sus mensajes para que no anduviera de hocicón comprometiendo a la pareja presidencial.
Pero lo que seguramente muchos lectores ignoran, es la versión extraoficial, no confirmada, de que por su parte Peña Nieto incluyó en la comitiva presidencial un mariachi que, al llegar a Beijing, entonó aquella tradicional canción mexicana cuya letra dice:
Que de donde amigo vengo
De una casita que tengo
Más abajo del trigal
De una casita chiquita
Para la mujer bonita
Que me quiera acompañar
Desde luego, la casita no es tal, sino una casona, una soberbia mansión muy alejada de cualquier trigal y situada en las Lomas de Chapultepec, una de las zonas más elegantes de la ciudad de México. En total vale 8.3 millones de dólares, o sea unos 115 millones de pesos al tipo de cambio actual.
Tabla comparativa publicada por Regeneración. En efecto, las cifras no cuadran. Es increíble que una actriz mexicana de televisión poco o nada famosa y medianamente pagada pueda tener una mansión mucho más costosa que las de grandes estrellas de Hollywood. Dicho sea de paso, un trabajador muy bien pagado, con sueldo de diez mil pesos mensuales, tardaría más de 900 años en ganar los 112 millones de pesos que costó la ahora célebre Casa Blanca de la Gaviota. ¿Lo duda? Haga cuentas.
Mucho se ha hablado, y revelado, sobre la suntuosa residencia en cuestión en los últimos días gracias al profesionalismo de esa gran periodista que es Carmen Aristegui. Y aunque la presidencia de la República y sus corifeos de Televisa y la gran prensa tratan de silenciar el asunto o minimizarlo, sus propias explicaciones sólo han servido, paradójicamente, para dejar más en claro que en esta cuestión hay muchos puntos muy oscuros y poner en evidencia ante cualquier persona medianamente inteligente, que se trata de un escandaloso caso de corrupción y soborno.
Veamos algunos detalles que comenta el periódico en línea Regeneración.
Según esas explicaciones, el palacete de 115 millones de pesos, formado por la fusión de dos residencias contiguas, no es propiedad de Peña Nieto, sino de su cónyuge Angélica María, quien la adquirió en dos etapas:
El primer inmueble, con valor de 83 millones, se lo «transfirió» Televisa, la propietaria original, en diciembre de 2010. No se explica en la información oficial si la transferencia fue a título gratuito o en pago por sus servicios artísticos. En el primer caso, ciertamente Televisa fue más que generosa con semejante regalito. Y si fue a cambio de sus servicios, también su generosidad fue espléndida. Equivalió a pagarle diez veces la mayor cantidad «”ocho millones de pesos»” pagada a una de sus más cotizadas estrellas, Gloria Trevi, por un contrato de exclusividad a cinco años. Y además se los pagó a doña Angélica por actuaciones imaginarias ya que en ese entonces ni siquiera trabajaba para Televisa.
El segundo inmueble, con valor de 32 millones «”siguen las explicaciones»”, se lo compró la ex actriz «en pagos chiquitos» a una filial del grupo Higa, un consorcio al que durante años Peña Nieto benefició, como gobernador del estado de México, con contratos por miles de millones de dólares y que había «ganado», asociada con otras empresas, la licitación del tren rápido México-Querétaro.
Y aquí vienen las casualidades. La «transferencia» de la primera casita se hizo en una época en que Televisa recibía dinero a manos llenas del gobierno mexiquense de Peña Nieto, ya para entonces casualmente casado con La Gaviota. Oficialmente aquel dinero era por concepto de pagos por publicidad, pero en la práctica para promover su imagen como futuro candidato del PRI.
La segunda casita, la aledaña, la que el grupo Higa le vendió en cómodos abonos a La Gaviota para ampliar la original, la compró esta empresa el 1° de diciembre de 2012, casualmente el mismo día que Peña Nieto tomaba posesión de la presidencia de la República. Y luego, casualmente, se la vendió a la esposa del nuevo presidente, al ex gobernador que tan munificente fue con los contratos.
¿Demasiadas casualidades, no?
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 18 de noviembre de 2014