ESCRUTINIO
Arañas, sicarios y jóvenes sin futuro[1]
Juan José Morales
Entre la correspondencia vía electrónica que he recibido últimamente, hay un mensaje que dio pie a este artículo: Fermín Arana, veracruzano, que me lee en la versión Internet de nuestro diario, comenta a propósito de mi artículo sobre la novela De Médico a Sicario del Dr. Edgardo Arredondo, que según leyó hace tiempo, hay un tipo de arañas a las cuales se llama sicarios, y pregunta de dónde proviene el nombre.
En efecto, tales arañas existen y a veces se les llama con el nombre común de sicarios. Los entomólogos las clasificaron en la familia de las sicáriidae o sicáridos, y hay un género denominado Sicarius, que significa precisamente sicario. No vamos a entrar en detalles biológicos. Lo que ahora nos interesa es el origen del término.
En su reportaje «Sicario, un oficio sin futuro», publicado en la revista MAN, Javier Arcenillas asegura que diariamente mueren en América Latina cerca de 200 personas a manos de los sicarios. Su investigación se centró principalmente en Guatemala, pero explica que tanto en ese país como en El Salvador, Honduras y México las bandas de narcotraficantes y otros criminales están reclutando a incontables jóvenes, incluidos menores de edad, atraídos por el dinero fácil.
La palabra sicario proviene del griego sikários, que a su vez deriva del latín sicarii y significa «portador de puñal», pues en la antigüedad romana se denominaba sica a una daga corta.
Los sicarios originales eran miembros de una secta nacionalista judía que allá por los años 66 a 70 de nuestra era luchó contra el dominio del imperio romano en Palestina. Portaban una sica, que por su reducido tamaño era fácil de esconder. Lo llevaban entre las ropas, se acercaban a la persona que deseaban asesinar y la apuñalaban. Usualmente lo hacían mezclados entre una multitud, para que su acción pasara inadvertida.
Pronto los sicarios se convirtieron en terroristas que mataban no sólo funcionarios y soldados romanos, sino también a judíos que aceptaban de buen grado la dominación romana o no se plegaban a sus ideas. Se les considera responsables de una serie de atrocidades contra la población judía, para obligarla a participar en la revuelta contra los romanos. Finalmente, muchos de ellos terminaron dedicándose a matar gente por encargo, ya no por motivaciones políticas.
Actualmente el término sicario se aplica a aquellos asesinos que no actúan por razones emocionales o para cometer un robo, sino a cambio de un pago. Es decir, asesinos a sueldo. Los criminólogos Manuel Miranda Quiroz y Nallely Huerta González, de la Universidad Autónoma de Puebla, señalan que los sicarios pueden ser contratados por personas particulares, pero principalmente por organizaciones delictivas e incluso por instancias gubernamentales. Algunos son ex militares, ex policías y ex guerrilleros, pero en los últimos tiempos son sobre todo miembros de pandillas que se integran a organizaciones delictivas o cárteles de narcotraficantes.
Según datos de la Secretaría de Gobernación dados a conocer por Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de esa dependencia gubernamental, en las cárceles mexicanas se encontraban recluidos el año pasado unos cinco mil jóvenes a los que se considera sicarios, acusados o sentenciados por delitos tales como homicidio, robo y secuestro.
Este es un problema cada vez mayor. Para cientos de miles de jóvenes sin futuro, carentes de posibilidades de estudio o de trabajo, o que sólo encuentran empleos temporales y mal pagados, resulta especialmente tentador convertirse en sicarios a cambio de cantidades de dinero que, aun siendo reducidas, representan mucho más de lo que pueden aspirar a ganar en el mercado laboral»¦ si es que encuentran empleo.
En tanto no cambie el panorama social y económico, en México seguirán multiplicándose los sicarios, como sucedió hace tiempo en Colombia, donde niños menores de 15 años cometían homicidios a sangre fría por unos pocos miles de pesos. De hecho, ya estamos experimentando esa situación, como lo ilustra el célebre caso del El Ponchis, aquel niño de Cuernavaca que incluso participó en decapitaciones o el de 13 años que, según se informó en la edición de ayer de nuestro diario, fue detenido por la policía de Nuevo León en posesión de armas de grueso calibre y se sospecha que ha participado en varios asesinatos.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 17 de marzo de 2015