Franklin y Dorothy Thomas: Los editores (2)

Franklin y Dorothy Thomas: Los editores (2)

La mayoría de los libros que publicó Franklin Thomas en la editorial New Age Publishing Company y que tenían como autor a su esposa Dorothy Thomas, fueron plagiados de otros autores. Tal es el caso de The Coming of the Great White Chief!, que fue tomado de la obra de Norman C. Pierce The Great White Chief and Indian Messiah[1].

De hecho el original de Pierce, de 1971, aunque fue publicado posteriormente a la edición de los Thomas, ya había circulado a través de copiado y re copiado, de mano en mano, dentro de la comunidad mormona, mucho antes de 1955.

Este relato muy dudoso, debido a ciertos comentarios sobre su manera de vestir y estilo de vida de los indios del Sureste mexicano. El relato fue escrito por un mormón, más probablemente un mormón fundamentalista tratando de utilizar el ángulo lamanita para soportar sus creencias.

Existen muchos anacronismos, como que las supuestas tablillas fueron transportadas, primero del viejo mundo hacia lo que hoy es Perú y de ahí subieron hacía Centroamérica hasta llegar a Tenochtitlán, huyendo de los españoles. Nuevamente viajaron del país azteca hacia la península de Yucatán durante la conquista. Tenochtitlán cayó el 13 de agosto de 1521, mientras que el imperio inca capitula el 16 de noviembre de 1532. Los españoles estuvieron antes en México que en Perú, por lo que el itinerario de las tablillas propuesto por Pierce no pudo haberse dado.

De igual forma no son reconocibles ninguna de las tribus mencionadas en este relato, así como la orografía. ¡Pierce habla de lugares desérticos dentro de la Península de Yucatán! Tampoco concuerda la toponimia ni los nombres de los indios depositarios de esos libros sagrados. Las ceremonias de estos indios, además, parecen sacadas de una película de Hollywood de principios del siglo veinte.

Lo anterior es justo lo que explica Richard Eyring Turley en su libro Victims: The LDS Church and the Mark Hofmann Case[2]:

En 1945 comenzaron a circular copias de una historia mecanografiada entre los Santos de los Últimos Días sobre un «Gran Jefe Blanco» cuya gente vivía en una remota región montañosa al Sur de México y que eran descritos en términos reminiscentes al Libro de Mormón. La historia afirmaba que el jefe se había convertido en el líder «de todas las tribus indias y naciones del hemisferio Oeste» y estaba preparándolos para construir un gran templo en los Estados Unidos. El autor de la historia, un miembro de la iglesia, atribuía su información a un navajo descrito como historiador tribal[3].

 

Pronto la historia fue denunciada por varios líderes de la iglesia. En 1953, sin embargo, las copias de la historia habían estado circulando tan ampliamente entre los miembros de la iglesia que Spencer W. Kimball (un miembro del Quorum de los Doce quien se convertiría en presidente de la iglesia en 1973) encontró necesario publicar un artículo sobre ella. «A pesar del hecho de que la gente ha sido repetidamente advertida por carta, a través de sus autoridades eclesiásticas locales y desde el púlpito y la prensa, todavía hay algunos que persisten en dispersar esta historia ficticia de «The Coming of the Great White Chief», escribió. Aunque él atribuía la prominencia de la historia a «personas bien intencionadas» que habían «copiado y distribuido a lo largo y a lo ancho esta historia fantasiosa», señaló que los elementos más evocativos de la historia habían sido «investigados profundamente» y «se encontró que eran engañosos, y la mayoría de sus elementos totalmente falsos». Él concluyó su artículo expresando esperanza de que «cesará la duplicación y circulación de esta historia ficticia»[4].

 

Sin embargo la historia continuó circulando, y en 1966, la Iglesia emitió otra declaración, esta vez a los líderes locales de la iglesia. «Aunque esta historia ha sido repudiada en numerosas ocasiones y encontrada ser falsa en prácticamente todos sus mayores alegatos», explicaba la declaración, «Personas no informadas continúan duplicando y distribuyendo copias de esta composición mítica. Por lo tanto, se solicita que los miembros sean instruidos en abstenerse de duplicar y distribuir copias de esta historia ficticia»[5].

Alteraciones del pasado

Eyring continúa relatando varios otros casos de fraudes arqueológicos y antropológicos relacionados con los mormones, en el capítulo Alterations of the Past. Aunque no tienen nada que ver con los Thomas o con el asunto del «Gran Jefe Blanco», por lo menos dos de estos casos son muy interesantes y como no nos desvían mucho de esta historia y caen bien dentro de la temática de este blog, las publicamos a continuación.

A principios de los sesentas, una docena de tablillas metálicas llamaron la atención de los estudiosos mormones. Supuestamente descubiertas en una tumba mexicana entre 1952 y 1956, las Padilla Gold Plates (como fueron llamadas, por uno de sus descubridores) generó excitación entre algunos que reconocieron que las inscripciones en las tablillas eran paralelas a los caracteres en el Libro de Mormón que Martin Harris mostró a Charles Anthon en 1828[6].

 

Los estudiosos en la iglesia mantenida por la Brigham Young University recibieron la noticia del descubrimiento de las tablillas con escepticismo. De sus estudios preliminares, los estudiosos concluyeron tentativamente «estas tablillas de oro de México son falsificaciones, y un verdadero fraude ha sido cometido, ya que las tablillas son reportadas haber sido vendidas por una gran suma de dinero, sobre el testimonio del «descubridor» de que eran de un origen antiguo»[7].

 

Más de una década más tarde, un profesor de arqueología y antropología en la universidad entregó un artículo informando un estudio cuidadoso de las tablillas. «Si son auténticas», postuló, «estas doce tablillas del tamaño de un timbre postal representan la más significante evidencia arqueológica del Libro de Mormón que ha aparecido. Si no son auténticas, son un fraude vergonzoso». Revisando los resultados de varias pruebas científicas que revelaron varios «grandes anacronismos tecnológicos», el profesor concluyó «que las Padilla Plates no son auténticas». Sugirió que «dado que todos los factores considerados, el caso en contra de la autenticidad de las Padilla Plates debe ser cerrado de una vez por todas»[8].

 

En 1977, la teoría de Spalding, condenada como una «falsificación de base» por los primeros mormones y rechazada por un amplio rango de estudiosos, captó brevemente los encabezados una vez más cuando tres investigadores californianos afirmaron tener evidencia de que Solomon Spalding escribió doce páginas del Libro de Mormón original. Los investigadores informaron que habían proporcionado reproducciones amplificadas de las páginas en disputa, junto con muestras de la escritura del manuscrito Spalding redescubierto en 1884, a tres analistas de escritura quienes, informó Los Angeles Times, eran «todos ellos bien conocidos en su campo, trabajaban independientemente y no conocían la conexión con el Libro de Mormón»[9].

 

El primer analista, quien «había analizado cientos de casos», supuestamente informó al Times que era su «opinión definitiva de que todos los escritos en cuestión»¦ (fueron) escritos por la misma persona conocida como Solomon Spaulding». El segundo analista, quien «dijo que había sido un examinador de documentos cuestionables para el departamento de la policía de Milwaukee y el U.S. Treasury así como sirviendo como director para varias organizaciones nacionales de documentación e identificación», se dijo que había concluido, «Este es uno y el mismo escritor», aunque condicionó su respuesta a que si las copias que él tenía eran buenas. El tercer analista, quien también era «frecuentemente llamado para testificar en casos de la corte», ofreció su «opinión y conclusiones consideradas de que todos los escritos fueron ejecutados por Solomon Spaulding». Sin embargo, mientras informaba de estas declaraciones, el Times también llamó la atención sobre la supuesta relación Spaulding y señaló que «el proyecto de investigación no es del todo un estudio desinteresado»[10]. Resultó que, el más vocal de los tres investigadores, era un ex mormón, y un prominente anti-mormón había pagado los costes de los tres expertos en escritura[11].

 

Mientras tanto, los historiadores de la iglesia en Salt Lake City negaron con firmeza que las páginas disputadas del Libro de Mormón fueran escritas por Spalding. «Hemos comparado esta escritura en el manuscrito del Libro de Mormón con los escritos de Spaulding que fueron hechos hace más de 20 años antes y absolutamente no hay concordancia», respondió Leonard J. Arrington del Departamento Histórico de la iglesia[12]. Arrington encontró que la teoría propuesta era «completamente insostenible». «Requeriría que creyéramos que Spaulding había escrito 12 páginas en su cuaderno», continuó Arrington, «que esas 12 páginas de alguna manera derivaron 14 años más tarde en las manos de un joven granjero no relacionado (Joseph Smith) a gran distancia, que este joven mientras dictaba el Libro de Mormón insertara estas 12 páginas en sus manuscritos a través de su narrativa y que esas 12 páginas concordaran exactamente con el tamaño y textura del papel que estaba justo delante y por detrás en el manuscrito». «Tenemos confianza inquebrantable», dijo Arrington, «de que el Libro de Mormón fue escrito por escribanos en 1829 como viene de los labios de Joseph Smith».

 

Pronto, loes expertos en escritura contratados comenzaron a aparecer menos unidos en sus puntos de vista que lo que habían sugerido los primeros informes. Pronto uno desertó del proyecto, manteniendo que la prensa había malinterpretado su opinión y que el anti-mormón que ayudó a financiar la investigación «tenía una vendetta contra la iglesia». Los otros dos tomaron posiciones opuestas. «Así que», una historia de Associated Press bromeó, «el score es uno a uno, con una abstención».

Natoni Nezbah, el navajo

En el apéndice de su libro Norman C. Pierce, que estamos publicando por entregas en este mismo blog, escribe lo siguiente:

LA PROFECÍA DE JOSEPH SMITH

 

NATONI NEZBAH, EL NAVAJO

 

En 1945, este escritor entrevistó a un indio de Navajo con el nombre de Natoni Nezbah, que afirmaba que había visitado la ciudad sagrada de los indios blancos en el extremo sur de México, y que se había reunido y recibió enseñanzas de su Gran Jefe Blanco, Echa Tah Echa Nah, el Poderoso y Sabio, cuyo nombre es Joseph, que era también el nombre de su padre antes que él.

 

Toni, como lo llamamos, también afirmó que la Echa Tah Echa Nah había sido aclamado como el Súper Jefe de todos los otros jefes indios en una gran conferencia de indios principales de Norte, Sur y América Central, que se celebró en el lago de Pátzcuaro en el mexicano estado de Michoacán, en abril de 1940. Toni contó una larga historia, detallada acerca de estos indios, blancos y sus creencias, la cultura y la sociedad utópica que parecía ser ideal. Y dijo que era su plan hacer pronto una migración masiva hacia el Norte, y cómo iban a amalgamarse con los mormones. Pero él estaba presentando una tabla de tiempo que estaba muy por delante del evento real, que debe venir después de 30 años de tribulación sin precedentes.

 

No hace falta decir que estaba fascinado con la historia y pronto la puse en forma de manuscrito, siendo muy fiel al detalle como él me la relató. Sin embargo, una copia de este manuscrito se salió de mis manos, y pronto recibió una gran difusión por copia y re-copiado, multicopiado e impreso. En efecto, una de las autoridades generales de la Iglesia, que lo supo, me informó que si tuviera un centavo por cada copia de la misma, sería un hombre rico.

 

El Jefe Howard L. LaHurreau de los indios Pottawattomie, al ser entrevistado por Milton R. Hunter y otros en o cerca de Ft. Wayne, Indiana, el 15 de junio de 1951, verificó que Natoni Nezbah habían enseñado en esta «Star City» de los indios blancos, pero que había roto sus votos indios poniéndose en contacto con los mormones y ofreciendo llevar a cualquiera de ellos a esta ciudad sagrada.

 

Una vez más, 1955, esta misma historia recibió amplia circulación de nuevo en un folleto publicado por la New Age Publishing Company, operada por Dorothy Thomas, de Glendale, California. Curiosamente la señora Thomas pronto recibió una invitación del Jefe Dan Kat Chongva[13] de los indios Hopi de ir a visitarlo sobre este asunto.

 

EL TESTIMONIO HOPI

 

El venerable anciano jefe, que se dice que ahora tiene 110 años, verificó la historia, a pesar de que declaró que Natoni Nezbah no era un verdadero mensajero autorizado de Echa Tah Echa Nah. No obstante, afirmó que la historia era básicamente cierta, y que los indios Hopi buscan con interés la llegada del Gran Jefe Blanco, junto con el Verdadero Hermano Blanco. El Verdadero Hermano Blanco les había llevado a su actual país de origen, y les había dado unas tablillas sagradas para que las mantuvieran hasta que volviera con otras tablillas que coincidirán con ellas, y las inscripciones sagradas al respecto puede ser revelada.

 

Estos poderosos líderes, dijo, serán capaces de unir a todos los indios de América del Norte en conjunto como una sola nación, y reunirlos en Tierra Hopi para escapar del DÍA DE PURIFICACIÓN, o el Día del Juicio Final, que está a punto de venir sobre el mundo. Este es el tiempo de acuerdo a las profecías indias, en que los que hacen el mal serán barridos de la faz de la tierra, y en su mayoría los indios serán dejados para heredar la tierra de América. Una profecía india conocida afirma que el dinero del hombre blanco pronto se hará inútil; entonces van a destruirse a sí mismos casi luchando entre ellos y los negros. A continuación, después de nuevas sentencias 112 serán visitados sobre la tierra, el indio heredará su propia tierra una vez más.

 

LA PROFECÍA HOPI

 

La versión Hopi de la profecía sobre el Día de la Purificación, ha sido publicada recientemente en la portada de «The Prescott Courier«, del 9 de agosto de 1970 cuando el viejo Jefe Dan Katchongva visitó Prescott para ser testigo de una serie de avistamientos de ovnis predichos. Estaba buscando una señal tan esperada de ellos. Estos avistamientos de ovnis fueron presenciados por cientos de personas, y también fueron fotografiados y las fotos publicadas en la primera página del Courier, junto con la historia Hopi. En efecto, las historias de ovnis fueron presentadas durante tres días. (Véase también la revista FATE de abril de 1971.)

 

La profecía Hopi de la primera página de «The Prescott Courier» dice:

 

«Los Hopi creen que la raza humana va a pasar a través de tres etapas de la vida desde su origen. Tres es un número sagrado. Al final de cada etapa, la vida humana tiene que ser purificada o castigada por ciertos actos del Gran Espíritu, principalmente debido a la corrupción, la codicia y el alejamiento de las enseñanzas del Gran Espíritu. La última gran destrucción fue por inundación, que destruyó a casi todos los fieles».

 

«Los Hopi ahora esperan el siguiente Día de la Purificación, momento en el cual serán castigados o destruidos todos los autores malos o equivocados, después de lo cual la verdadera paz, la hermandad y la vida eterna se producirá».

 

«Ellos creen que un gran incendio y explosión señalará la venida del Verdadero Hermano Blanco. Esto, en su opinión, será una señal para una migración indígena de México, América Central y del Sur para comenzar».

 

«Los Hopi creen que su Verdadero Hermano Blanco, cuando venga, será todo poderoso y él llevará una gorra roja o una capa roja. Será (con) una gran población, y no pertenecerá a ninguna religión sino a la suya propia. Él traerá consigo las tablillas sagradas de piedra. Grande será su venida. Ninguno será capaz de enfrentarse a él. Todo el poder en este mundo será colocado en sus manos, y él vendrá con rapidez y en un día conseguirá el control de todo este continente. Los Hopi han sido advertidos de nunca tomar las armas».

 

LOS HOPI OBTIENEN LA SEÑAL PROFÉTICA DE LOS OVNIS

 

Este evento se informó de nuevo en «The Albuquerque Journal» para el 10 de octubre de 1970, en un artículo de lleva estos titulares: HOPI GET PROPHECY SIGN FROM UFO»™s, y una historia de cinco columnas de la siguiente manera.

 

«Hemos visto los platillos voladores y hemos oído su mensaje para nosotros», dijo el jefe de Dan Katchongva, declarando que el Día de la Purificación estaba cerca. El Jefe Dan Katchongva era el líder de una delegación Hopi que fue a las Naciones Unidas en 1959, para advertir a los líderes mundiales reunidos del inminente Día de la Purificación, y para advertirlos también de la gran necesidad de que se arrepintieran y establecer y mantener la paz en el mundo, o sufrir las consecuencias del Día de la purificación».

 

El artículo concluye con las palabras del viejo jefe: «Sabemos que los fieles han de ser reunidos para escapar del Día de la Purificación. Por lo tanto, cuando el gran incendio y explosión tenga lugar, se verá en todo el Norte, Sur y la América Central, y la tierra se sacudirá. Por lo tanto, cuando el Verdadero Hermano Blanco venga, escúchenlo y reúnanse cuando la energía provenga del Sur».

 

«Le damos nuestro testimonio, y todo lo que les decimos es verdad», dijo el Jefe, «Así que ya no tienen excusa de que no se les dijo».

 

¿Podemos negarlo? En verdad el día de los indios está a punto de amanecer, mientras que el día del hombre blanco ya está en el crepúsculo, y se acerca rápidamente a la oscuridad.

 

Algunos pensamientos de despedida

 

Su atención se llama a Isaías 30:26, donde se habla de que la Luna llegará a ser «como la luz del Sol, y la luz del Sol siete veces mayor, como la luz de siete días». Esta podría ser la señal luminosa, visible sobre las Américas, es decir para marcar el inicio de la gran migración india desde el Sur.

 

El Verdadero Hermano Blanco parece ser Cristo, cuya presencia propia será en esta gran migración, de acuerdo con la Doctrina y Convenios, 103:19-20: «Por tanto, no se ablande vuestro corazón, porque yo os digo, como les dije a sus padres: mi ángel irá delante de vosotros, pero no es mi presencia, pero os digo: mis ángeles subirán delante de ustedes, y también de mi presencia, y con el tiempo habéis de poseer la buena tierra».

 

La capa roja y la tapa del Verdadero Hermano Blanco se aclara en Doctrina y Convenios 133:50-51: «Y serán oídos su voz: He pisado yo solo el lagar, y he traído juicio sobre todo pueblo; y ninguno de mis compañeros. Y los he hollado con mi ira, y yo pise con mi ira, y la sangre que tienen salpicó mis vestidos, y ensucié todas mis ropas; para esto fue el día de la venganza que estaba en mi corazón».

 

En cuanto a la gran reunión de los indios para escapar del Día de la Purificación, llamamos la atención sobre la promesa de Cristo en el Libro de Mormón, en 3 Nefi 20:13-16, donde promete «recoger los restos (o indios) desde el Norte, Sur, Este y Oeste, para traerlos al conocimiento del Señor su Dios, que los ha redimido. Y el baño de Padre me mandó que os diera (los nefitas y lamanitas, etc.) ESTA TIERRA PARA SU HERENCIA».

 

El Presidente John Taylor indicó que sólo 10% a 25% de los LDS[14] sobrevivirían las pruebas que hay que enfrentar durante la creación en orden y el período de juicio.

 

Isaías también indicó que una décima parte se salvó cuando le preguntó al Señor acerca de esto: «Entonces dije: Señor, ¿hasta cuándo? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin habitantes, las casas sin hombre y la tierra esté hecha un desierto, y el Señor haya echado lejos los hombres, y haya lugares abandonados en medio de la tierra».

 

«Pero aun quedará en ella una décima parte, y ellos (el décimo) se convertirán, – la semilla santa será la sustancia de los mismos». (La semilla santa para la población milenaria.) – ver Isaías, 6:11-13.

 

No debemos suponer que porque los indios blancos de necesidad, tuvieron que limitar su crecimiento de población dentro de su pequeño valle, escondido, que esta situación prevalecerá una vez que migren a la Nueva Jerusalén. En efecto, Isaías habla de esta misma situación en relación con los que sobreviven a las resoluciones judiciales en los días de la rama profeta: (Is. 4:1-3)

 

«En ese día siete mujeres echarán mano de un hombre, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado por tu nombre para quitar nuestro oprobio (de esterilidad.)

 

«En ese tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel. Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que están escritos entre los que viven en Jerusalén».

 

Sí, en pie sobre sus propios pies, como una tina en su propio fondo, ¡y trabajar en vuestra salvación!

 

Fin


[1] Pierce C. Norman, The Great White Chief and Indian Messiah, edición del autor, Salt Lake City, 1971.

[2] Eyring Turley Richard, Victims: The LDS Church and the Mark Hofmann Case, University of Illinois Press, Illinois, 1992. 528 pages.

[3] «The Coming of the Great White Chief», Ms 3337, HDC; Norman C. Pierce, The Great White Chief and the Indian Messiah (Salt Lake City; Norman C. Pierce, 1971), v.

[4] Spencer W. Kimball, «The Coming of the Great White Chief«, Church News, May 16, 1953.

[5] «Avoid Publication of Mythical Story», Priesthood Bulletin 2, No. 1 (Jan.-Feb. 1966): 1.

[6] Ray T. Matheny, «An Analysis of the Padilla Gold Plates», Brigham Young University Studies 19 (Fall 1978): 21-22, 33.

[7] «Gold Plates from Mexico», University Archaeological Society Newsletter, No. 78, Jan. 17, 1962, 4.

[8] Matheny, «Analysis of the Padilla Gold Plates», 21, 40. Other comparable examples could be cited of forged inscriptions that seem aimed at a Mormon audience. See, e.g., William James Adams, Jr., and Ray T. Matheny, «Archaeological and Cryptological Analyses of the Manti Inscriptions», Utah Historical Quarterly 44 (Spring 1976): 133-40, in which some bogus inscriptions were found to be made up in substantial part from the brands of Utah cattle ranchers.

[9] Russell Chandler, «Book of Mormon Challenged Anew», Los Angeles Times, June 25, 1977; Edward E. Plowman, «Who Really Wrote the Book of Mormon?» Christianity Today, July 8, 1977, 32-34; «Mormon Mystery», Time, July 11, 1977, 69.

[10] Chandler, «Book of Mormon Challenged Anew».

[11] Ibid.; «LDS Aides Deny Theory», Salt Lake Tribune, June 26, 1977; «Expert Avoids Opinion», Deseret News, June 29, 1977; Russell Chandler, «Added Support Seen for Challenge to Mormon Text», Los Angeles Times, June 30, 1977.

[12] «LDS Aides Deny Theory».

[13] Este Dan Katchongva no es un personaje de ficción. Fue un jefe indio que murió el 22 de febrero de 1972. Fue el depositario de las «Fire clan tablets» y escribió un folleto, «Hopi: A Message for All People», Akwesasasne Notes, 1975, en el que revela algunas enseñanzas tradicionales Hopi e incluye algunas profecías para el futuro.

[14] Later Day Saints, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Mormones).

El Gran Jefe Blanco y el Mesías Indio 3

El Gran Jefe Blanco y el Mesías Indio 3

Por NORMAN C. PIERCE

CAPÍTULO VI

Somos testigos

Después de recibir nuestra promesa, Itzla Chelan acordó llevarnos a un lugar donde podíamos tener el gran honor y el privilegio de ver uno de los libros de la Biblioteca de Oro. Estábamos muy contentos por su promesa. Dejando de lado a los dos miembros del consejo, Itzla Chelan nos dijo a Paul y a mí que comenzaríamos nuestro viaje la tarde siguiente. Nos dio las buenas noches con sus bendiciones y nos pidió que preparáramos para salir hacia el ocaso.

Dejando Itzla Chelan, Paul y yo fuimos directamente con los otros miembros de nuestro grupo que estaban muy decepcionados cuando supieron que sólo nosotros dos tendríamos el privilegio de ver este libro de la Biblioteca de Oro. Paul y yo dormimos, los demás hablaron entre sí sobre el posible viaje. Al mediodía nos despertamos e hicimos los preparativos necesarios para acompañar a Itzla Chelan y a su partida, mientras nos inquietábamos bastante a medida que avanzaba la tarde hacia la noche.

Cuando el sol se estaba poniendo, dejamos nuestro campamento viajando en caminos muy desconocidos a través de la selva, pero los otros miembros de la partida parecían conocer este sendero muy bien. Viajamos por la mayor parte de la noche, haciendo campamento justo al amanecer, donde descansamos hasta medianoche.

Los otros miembros de la partida de Itzla Chelan estaban listos para comer de nuevo cuando nos llamó de un sueño muy profundo. Todo el mundo comió calurosamente de nuestro segundo desayuno frío preparado apresuradamente. Después de viajar de esa manera durante cinco días y noches, en la sexta mañana, Itzla Chelan nos notificó que estábamos llegando muy cerca del final de nuestro viaje. Por este tiempo teníamos que salir de las tierras de los pantanos y el crecimiento de la selva a terreno más alto, que era más como la tierra del desierto en muchos lugares. Alrededor de esta tierra desierta había una pequeña área de lo que parecía ser roca de lava, o algún tipo de sustancia volcánica.

Uno de los miembros del consejo nos dio la noticia a Paul y a mí de la forma en que debíamos ser vendados por el resto del trayecto, lamentando que esto haría que esa parte del viaje muy difícil para nosotros. Antes de que tropezáramos ciegamente a lo largo de la última etapa de nuestro viaje, le preguntamos de los paraderos de Itzla Chelan, y nos informó uno de los miembros del consejo que había ido adelante, dejando a los dos concejales y dos del safari para ayudarnos a Paul y a mí a lo largo del camino.

Después de explicar la necesidad de la venda, el miembro del consejo nos ordenó cerrar los ojos. Luego colocó grandes hojas de papaya dobladas sobre nuestros ojos, y colocó encima de las hojas una banda fuertemente tejida, asegurándola de una manera que era imposible que ninguna luz penetrara.

Pronto estuvimos en marcha, uno de los concejales y uno de los expedicionarios asistiéndome y uno de los concejales y uno de los expedicionarios asistiendo a Paul. Nuestros asistentes eran muy cuidadosos, cuando había un paso inusualmente alto, uno de ellos nos decía que estábamos listos para el siguiente paso, y así alivió considerablemente las sacudidas. Al bajar por las pronunciadas pendientes, uno de ellos se acercaba a nosotros, ponía las manos sobre los hombros, y el otro pasaba detrás de nosotros, con las manos sobre los hombros, guiándonos mientras avanzábamos.

Después de detenernos para descansar muchas veces, llegamos al final de lo que parecía ser una cadena interminable de altas montañas, valles bajos, terrenos pantanosos y tierras desérticas. Durante cinco horas habíamos caminado por el inquietante terreno antes de ser informados de que nuestro viaje había llegado a su fin. Esta fue una buena noticia.

Nos ayudaron a sentarnos donde nos quitaron los vendajes y se nos hizo mucho más cómodo. Tan pronto como nuestros ojos se acostumbraron a la luz, Itzla Chelan nos recibió calurosamente y nos indicó que lo siguiéramos, y nos condujo a una corta distancia a través de un espeso crecimiento de selva hasta un pequeño claro. Al otro lado del claro, dos mantas blancas estaban suspendidas de las ramas bajas de los árboles. Inmediatamente frente a estas mantas había un pedestal en forma de altar cubierto con otra manta blanca sobre la que reposaba, sin abrir, ¡uno de los libros de la Biblioteca de Oro!

Frente a Pablo y yo, y al otro lado del pedestal, vimos a Itzla Chelan con sus dos concejales. Los dos miembros de la expedición que nos habían asistido a Paul y a mí a lo largo del sendero, no se veían en ninguna parte. Itzla Chelan nos invitó a Paul y a mí a examinar el libro, lo cual hicimos con gran reverencia.

Las tapas superior e inferior del libro eran de una piedra de mármol blanca de aproximadamente un cuarto de pulgada de grosor. Estas piedras medían unas diez pulgadas de largo. Entre estas dos delgadas planchas de piedra estaban las hojas, de unos nueve pulgadas y media de ancho y trece pulgadas de largo. Las hojas de este libro estaban compuestas de metal, que Paul y yo tomamos como latón o cobre de un tono muy claro.

Al levantar el libro supimos inmediatamente por su peso que sus hojas no estaban hechas de oro. Estas hojas tenían aproximadamente el grosor de tres o cuatro hojas de papel para escribir, con uniones ordinarias. El libro estaba unido por tres pequeños anillos de metal espaciados a partes iguales en la parte de atrás del libro. En la parte superior central, y en el centro de la parte inferior, así como el frente central, se colocaron anillos adicionales como los de la parte posterior del libro, manteniéndolo cerrado.

Se nos permitió abrir el libro y examinar su contenido. Desbloqueando y extrayendo los anillos.

En la parte frontal, superior e inferior del centro, la exquisita cubierta de piedra pulida se volvió hacia atrás, exponiendo las planchas de metal muy finamente martilladas. Delicadamente cincelados en las hojas de metal estaban personajes que Paul y yo, durante cualquier parte de nuestra carrera, nunca habíamos visto algo exactamente igual.

Volviendo página tras página, vimos a estos curiosos personajes y cuestionamos a Itzla sobre ellos. Casualmente se encogió de hombros, sonrió y dijo: «Esa es la Voz escrita que habló en algún momento cerca del principio.

Cuando se le preguntó si había otros libros que se parecieran a éste, él respondió muy fácilmente que hay muchos otros de donde éste vino; Muchos de ellos más grandes, pero ninguno más pequeño que éste. Hay muchas lenguas diferentes que se utilizan en los restantes. Deseando no presionarlo más, nos abstuvimos de preguntarle por los otros, porque estábamos muy entusiasmados por el privilegio de ver este único libro.

Cerca del ocaso Paul y yo estábamos todavía profundamente absortos en el libro, pero Itzla Chelan nos dijo que debíamos prepararnos para la noche ya que nos quedaríamos en este lugar hasta la mañana. Seguimos obedientemente la tarea de hacernos sentir cómodos por la noche, y luego nos volvimos a mirar a este libro otra vez. Pronto la oscuridad nos alcanzó y nos acomodamos a dormir. Antes de retirarnos, ambos recordamos claramente el libro en la manta y las otras dos mantas colgadas de los árboles de los que hablamos antes de dormir.

Al despertar la mañana siguiente, nos recibió Itzla Chelan y los otros miembros de nuestro grupo. Mirando una vez al lugar donde había descansado el libro de la Biblioteca Dorada la noche anterior, no vimos ningún rastro de que hubiera estado allí. Viendo nuestra mirada melancólica, Itzla Chelan nos contó que durante la noche lo había vuelto a su lugar entre los otros libros de la Biblioteca de Oro que permanecían ocultos en algún lugar de ese país.

Después de un desayuno bastante tranquilo, nos preparamos para regresar al pueblo de Itzla Chelan y a los demás miembros de la expedición. Las vendas se volvieron a colocar sobre nuestros ojos antes de partir para nuestro viaje de regreso, y nos informó uno de los concejales que volveríamos por la misma ruta que habíamos tomado para llevarnos a nuestro paradero actual.

Haber atravesado este sendero no hizo más fácil viajar en las mismas condiciones de regreso. Después de numerosos descansos y viajes durante todo el día, Itzla Chelan retiró nuestros vendajes a última hora de la tarde. Haciendo campamento aquí la primera noche, viajamos sin abrir los ojos por los próximos días y noches, descansando por un corto tiempo a largos intervalos, y después de un viaje sin incidentes nos encontramos de vuelta en el país de Itzla Chelan con nuestros amigos.

El éxito de nuestro viaje entusiasmó mucho a nuestra partida de expedición. Nos habíamos ido quince días y se estaban preocupando por nuestra seguridad. Poniendo sus miedos en reposo, describimos nuestra aventura a través de la mayor parte de la noche. Les dijimos todo lo que se ha dicho aquí, y después de que parecían bien satisfechos al escuchar nuestras experiencias, todos nos retiramos para un sueño muy necesario.

A la mañana siguiente seguimos nuestra rutina diaria como lo habíamos hecho antes con la gente de Itzla Chelan. Tres días más tarde nos informaron que debíamos prepararnos para mudarnos de nuevo al día siguiente. Al surgir al día siguiente, fuimos llamados antes de Itzla Chelan. Después de nuestros usuales saludos de apertura que duraron unos treinta minutos, nos informó a Paul y a mí que nos enviaría una escolta para llevarnos de vuelta al punto desde el que comenzamos antes de llegar al país de Itzla Chelan.

Nos preparamos de inmediato para partir. Él nos dio a todos una muy fina despedida, y nos invitó a Paul y a mí a visitarlo de nuevo en una fecha posterior. Después de doce días de viaje sin incidentes, nuestra escolta nos dijo que su parte del viaje había terminado y que iban a regresar a Itzla Chelan. Después de una breve despedida, volvían a su gente y volvíamos al «mundo civilizado». Nuestra misión había sido completada con éxito.

CAPÍTULO VII

Volver a Echa Tah Echa Nah

(«Por tanto, yo quiero que todos los hombres se arrepientan porque todos están bajo pecado, excepto aquellos que yo me he reservado, hombres santos de los cuales no sabéis» (Véase Doctrina y Convenios, 498). Estos son ellos «“ NCP

Después de completar cinco expediciones con las varias organizaciones mencionadas hasta ahora, Paul y yo decidimos hacer expediciones por nuestra cuenta. Obtuvimos un permiso de dos años para realizar trabajos de investigación y arqueología en el Viejo México. Después de hacer expediciones por nuestra cuenta en Mitla, Monte Alban, Ticul, Pugil, Tecas, Uxmal y Palenque, decidimos abandonar nuestro viaje y regresar a la tierra de los Chigaraguans.

Quince días después nos encontramos con este encantador grupo celebrando tranquilamente nuestro regreso. A los pocos días nos habíamos acostumbrado y nos habíamos acomodado a la tranquila y pacífica vida de este pueblo. Diariamente ayudaríamos a varios artesanos como tejedores, fabricantes de cerámica, trabajadores del cuero y pastores, y visitaríamos a los agricultores y otras personas en las comunidades cercanas.

Nuestro trabajo con los tejedores consistía en que Paul y yo cardáramos o hiláramos lana, colocando telares o blanqueando y lavando la lana. Muchas veces tejíamos los costados, brazos o espaldas de los trajes usados por toda la tribu.

El trabajo de cerámica consistió en nuestra mezcla de arcilla. A menudo modelamos e hicimos en nuestra forma muy burda, cuencos, vasos, y otros artículos útiles. Los propios trabajadores de la cerámica son artesanos altamente calificados en su arte; Por lo tanto, Paul y yo no ofrecimos ninguna competencia seria. Su mezcla de arcilla y de lustre no tiene paralelo. Todos sus productos están hechos a la perfección casi de la hornada moderna del fuego, aunque utilizan los métodos primitivos que han seguido desde el principio.

Los platos son un poco más grandes que nuestros platos de la cena ordinaria. En lugar de usar platillos con las tazas que tienen cuencos pequeños las tazas se sientan. El contenido de las tazas se vierte en el tazón pequeño y se sorbe. Diseños hermosos e intrincados, tanto geométricos, y se utilizan las plantas, los pájaros y la vida animal en la decoración de estos artefactos de valor incalculable. Se utilizan tres colores predominantes: azul, rosa cáscara y amarillo dorado; estos se mezclan en tonos pastel suave sobre un fondo blanco.

Antes de hornear la cerámica, y mientras la arcilla todavía está húmeda, los diseños se cortan en la arcilla con un instrumento afilado, el color deseado es presionado en las ranuras con las yemas de los dedos, y terminado con un instrumento de madera fino para evitar la extensión mientras se hace. El producto acabado es un exquisito ejemplo de intrincado trabajo de incrustación.

Durante los períodos en que no hay necesidad inmediata de la cerámica por el pueblo, los diseñadores planean y hacen varias piezas de cerámica para ser utilizadas para fines ornamentales. Las placas de pared son de un diseño más elaborado que el utilizado en la vajilla. Como ejemplo de algunos de los diseños hermosos realizados en estas placas, el patrón del pájaro es el promedio.

Después de que los colores se han horneado en la arcilla, representado las plumas del pájaro en el diseño, se pegan en la placa que hace que el patrón parezca como vivo. Sin embargo, antes de que las plumas se unan a la placa, se blanquean y se tiñen en uno de los tres colores. No se utilizan otros colores. El marrón oscuro o el negro son estrictamente tabú. Los colores ásperos nunca se ven. Otros diseños se realizan de la misma manera. Por la exactitud y precisión de sus patrones geométricos, uno pensaría que tienen todas las instalaciones modernas con mediciones exigentes. Sin embargo, todo se hace de manera cruda y sencilla.

El trabajo del cuero es de métodos bastante simples. El curtido de la piel se hace bajo el mismo método que han seguido los indios de la antigüedad. Todo el cuero que es blanqueado se utiliza para hacer sus botas de paquete. Todo el resto del cuero que se utiliza para hacer arneses y otros artículos se deja en su color natural. Ningún trabajo de cuero tiene ningún tipo de diseño en él.

Los agricultores y los pastores son realmente uno y los mismos, ya que el pastoreo es hecho en rotación por cada agricultor para su vecino cuando viene su turno. Todas las cabras son atendidas por una persona, los caballos por otra, los pavos por otra, las ovejas y todas las demás. Cada pastor abandona su trabajo de la granja el día en que debe cuidar a la manada. Durante su ausencia de la granja, su vecino de al lado tiende al lugar del ganadero, haciendo sus tareas para él un día. Paul y yo tomamos nuestro turno junto con los demás en todas estas cosas.

1) Estas personas tienen una Orden Unida perfecta y no usan dinero ya que no tienen necesidad de ello. Natoni Nexbah relató que cuando ofreció a Echa Tah Echa Nah algunos pesos mexicanos por unos mocasines que admiraba, fueron rechazados con este suave reproche. «Hijo mío, nuestras colinas están llenas de ese metal. Lo encontramos útil sólo para herramientas y adornos. -NCP. 36 37

Durante los nueve meses y dieciséis días que vivimos con el pueblo Chigaraguan, a Paul y a mí nos dieron una pequeña casa por Echa Tah Echa Nah. Era burda y sencilla y muy cómoda, pero le faltaba las comodidades modernas y las instalaciones que habíamos conocido en nuestro mundo. Radios y electricidad, son desconocidos, así como muchas de las comodidades que da los lujos que se han de tener en el así llamado mundo civilizado. La cocina estaba hecha en una estufa de arcilla muy cruda en el patio, y todas las demás casas estaban así arregladas. Los alimentos se cocinan en el exterior para eliminar el calor y los olores de los alimentos que quedan en las casas.

Al final del día, después de que se han completado todas las tareas y el trabajo, desde el principio ha sido la costumbre de la gente Chigaraguan para cada comunidad reunirse alrededor de una enorme hoguera. Después de que los fuegos se han encendido, las discusiones de los acontecimientos del día son seguidas por los tonos amortiguados de los tambores, acompañados por la gente que recita y que canta sus canciones nativas. Los adultos que se sienten muy alegres y los niños bailan y cantan a la música de los sopladores de caña y los tambores.

A medida que los fuegos se extinguen, el canto profundo de las canciones de cuna deriva sobre las suaves brisas nocturnas perfumadas de flor. Cuando los niños se dejan dormir y son llevados a sus hogares, la quietud se asienta sobre el pueblo bañado por la luna. El cuidador del fuego es el último en salir. Conversa suavemente con los que permanecen cerca de las últimas brasas resplandecientes de la hoguera. Cuando él ha terminado su tarea de extinguir las últimas brasas brillantes, cada uno ofrece a los otros sueños agradables y gira a casa con un corazón que canta.

Los sopladores de caña, así como los tambores no tienen música escrita, sin embargo, el patrón de armonía y el tiempo es muy apasionante. Su música es dulce y lamentosa y verdaderamente hermosa. Para el escritor, las notas altas de las cañas parecían sólo un susurro, pero eran bastante claras, y son más conmovedoras y encantadoras. Los recuerdos de cada noche que Paul y yo compartimos con estas personas alrededor de los enormes fuegos son muy queridos y reverenciados en nuestros corazones.

Aquellos serenos y confiados nos dieron la bienvenida a Paul y a mí, no sólo en su vida social, sino que también entramos en sus actividades religiosas con tanta dignidad y gracia. En varias partes de su patria encontramos sus templos de adoración, y se nos permitió entrar en ellos en cualquier momento que deseamos.

Al entrar en el templo, la distribución de asientos de la congregación difiere mucho de la nuestra. Todos los hombres están sentados en un lado del edificio, y las damas en el lado opuesto, mientras que los niños están sentados en la sección central. Estas reuniones se celebran en profunda reverencia, y los servicios duran de una hora y media a dos horas. Nadie, ni siquiera los niños muestra la menor inquietud.

Las reuniones suelen ser presididas por uno de los miembros del consejo, que abre con la oración, seguido de una oración corta y sencilla por cada niño, que da un toque suave en su silla como la señal al siguiente niño que es su turno de orar. Al terminar la oración por los niños, las damas rezan, tocando sus señales como lo hicieron los niños. Cuando las oraciones de las mujeres se completan los hombres oran de la misma manera.

Cuando los servicios de oración están terminados, entre la gente con su líder se discuten muchas cosas, tanto religiosas como sociales. Todos sus problemas se resuelven en este gran lugar de reunión. Para rituales religiosos más profundos y más sagrados, toda la gente se reúne en el Templo Sagrado, el cual es usado sólo para propósitos religiosos.

En este templo se administran los ritos más sagrados, como los matrimonios, los bautismos, las bendiciones y los últimos ritos por los muertos. Cada decimotercero y vigésimo sexto día se reserva para la reunión del pueblo en este Templo Sagrado. Siempre presente en las reuniones es Echa Tah Echa Nah, su líder, Yin Nah Sha, su primer consejero; Aban liar, su segundo consejero; sus doce miembros del consejo, y el historiador tribal.

Se hace un registro completo de todas las actividades que tienen lugar durante estas reuniones. Estos registros están escritos en la piel de antílope y cuidadosamente conservados por el historiador tribal para futuras referencias en todos los tiempos por venir. Más tarde entraré en detalles complejos de otras actividades religiosas en las cuales Paul y yo tuvimos el honor y el placer de participar.

CAPÍTULO VIII

Echa Tah Echa Nah, El Hombre

EL PODEROSO Y SABIO

«»¦y será magnificado sobre todo el mundo».

(El Testamento de Leví).

LA BIBLIOTECA SAGRADA

Una pequeña habitación contigua al Templo más Sagrado ha sido reservada para la biblioteca donde se guardan todos los registros de la naturaleza sagrada e histórica. Estos son registros pertenecientes al pueblo Chigaraguan desde el comienzo de su historia hasta el presente. Ellos datan antes de 480 B. C., y han sido escritos en pergamino y pieles, algunos sobre placas de metal. Existen registros en muchas de las lenguas del viejo mundo de la antigüedad, como el sumerio, el cuthic, el ario, el caldeo, el sánscrito, el hitita, el primero y el segundo hebreo, el asirio; primero, segundo y tercer egipcio, así como moabita. Muchos están escritos en jeroglíficos, pictografías y petroglifos, así como los escritos en fechas posteriores, o en versiones modificadas de estos idiomas. Muchas veces Paul y yo fuimos allí con Echa Tah Echa Nah que nos leyó y nos describió muchos acontecimientos del pasado largo y muerto.

Ya que Echa Tah Echa Nah no ha sido descrito previamente, esta oportunidad será tomada para presentarlo a nuestros lectores para que ustedes entiendan y sepan por qué todos los indios lo tienen en tan gran reverencia con ellos. No es un hombre gigante, sin embargo, tiene una altura de unos seis pies y tres pulgadas. Su peso es de aproximadamente doscientas treinta libras. Tiene un porte muy hermoso, muy recto y erguido, moviéndose con tanta gracia que parece deslizarse en vez de caminar. Sería difícil creer que haya alcanzado la avanzada edad de noventa años, que tenía cuando lo visitábamos. (1936).

Una cabeza de león descansa sobre los hombros masivos, su pelo es abundante y blanco como la nieve, llevado similar al Navajo con una borla grande atada con hilado de lana en la parte posterior de su cabeza. Las características de su rostro muestran calma y serenidad, y amabilidad muy grande, pero uno puede saber fácilmente que tiene la capacidad de ser muy severo, firme y duro. Sus ojos son la característica más dominante, cambiando de color de azul oscuro a negro, marrón o avellano, dependiendo de la profundidad de la emoción provocada por el tema en discusión.

Es inmediatamente evidente que él es un hombre de inspiración y sabiduría divina. Paul y yo nos sorprendimos al enterarnos de su vasto conocimiento de las diversas lenguas antiguas, de su capacidad para traducir con fluidez y al azar cualquiera de las lenguas largas y muertas que se encuentran en la gigantesca biblioteca. Independientemente del antiguo manuscrito del que estaba leyendo, podía traducirse al idioma azteca. También habla numerosas lenguas modernas, conversando conmigo en todas aquellas que conozco y otras que yo no conocía.

Él discutió con nosotros muchas cosas que pertenecen a la gente Chigaraguan, su modo de vida, sus leyes, religión y creencias en el pasado así como el presente. Habló extensamente sobre grandes acontecimientos que habían ocurrido desde el principio hasta el presente, y en el lejano futuro. Cuanto más tiempo nos quedábamos y nos familiarizáramos con sus creencias y costumbres, tanto más profundizaba en el pasado, incluso en el Antiguo de los Antiguos.

CAPÍTULO IX

La visita de Cristo a América

Nuestras visitas a la tranquila y suave biblioteca se hicieron más frecuentes. En esos momentos describía los hechos más sagrados que habían ocurrido a la gente. Su descripción de la visita de Cristo fue la más emocionante de todas las que él nos relató. La noche antes de que empezara a describirnos esta visita, nos reunimos en la biblioteca, y él dijo al levantarse del sol que nos encontraríamos e iríamos al Templo más Sagrado para la oración. Justo al amanecer la mañana siguiente nos reunimos en el lugar designado, habiendo surgido antes y comido un abundante desayuno. Entramos en el Templo y oramos. Después de orar permanecimos en el Templo para meditar, luego regresamos a la biblioteca.

Mientras Paul y yo nos sentábamos, él trajo de un pequeño receptáculo una gran piel blanca, que desenrolló y extendió sobre la mesa delante de él. El historiador de la tribu se unió a nosotros casi de inmediato, y mientras se sentaba, Echa Tah Echa Nah, tocando ligeramente las esquinas superiores de la piel de venado, miró fijamente por la ventana con la expresión más melancólica, como si estuviera esperando la respuesta a una oración silenciosa. Por un ligero cambio de expresión, pudimos decir que la respuesta había llegado. Empezó a leer de la piel. No intentaré transmitir palabra por palabra el contenido del manuscrito que nos ha leído, pero en lo mejor de mi capacidad, explicaré todo lo que recuerdo como Echa Tah Echa Nah nos lo dijo.

TRES DÍAS DE DESTRUCCIÓN

Hubo tres días y noches de total oscuridad, surgieron grandes tormentas de viento y lluvia. Los terremotos hicieron estragos hasta la mañana del cuarto día. Durante esta horrible catástrofe, los chigaraguas de aquel tiempo se reunieron en el templo, permaneciendo allí hasta la mañana del cuarto día, cuando el sol salió como de costumbre, los terremotos y las tormentas se habían calmado. La gente salió de los templos y se fue reparando los daños causados por este desastre.

Justo antes del mediodía, la gente se angustió mucho debido a una luz en el cielo. Era de mucho mayor brillo que el sol, y dirigía su progreso lentamente hacia la tierra, llegando directamente a la ciudad de Chigaraguan. Nuevamente la gente se precipitó a los templos, muchos de ellos postrándose en el suelo, creyendo que después de tres días y noches de oscuridad y destrucción, seguidos por esta luz inusual, esto era verdaderamente el fin de su existencia.

Unas pocas personas, más valientes que las otras que estaban postradas sobre la tierra, observaron el acercamiento de esta luz al acercarse a ellos. A medida que se acercaba, podían discernir el contorno del cuerpo de un personaje celestial. Alrededor de este personaje, (muchos de los Chigaraguans creen hasta hoy), había una túnica hecha de plumas de quetzal. (El autor cree, sin embargo, que en el desorden confundieron el halo de luz alrededor de Cristo por lo que creían que era un manto emplumado a su alrededor).

Cuando este personaje tocó la tierra y caminó entre la gente postrada sobre el suelo, el Echa Tah Echa Nah de ese tiempo, salió del templo para recibirlo, invitándolo al templo. Los sabios estaban reunidos y la mayor cantidad de gente que podía entrar en el templo permanecía allí para escuchar a este gran ser espiritual. Les mostró sus manos y pies traspasados, y la herida en su costado, y les habló de su crucifixión y resurrección, y cómo debe visitar a otras personas de otros lugares.

Durante su visita de cinco días con el pueblo Chigaraguan, Él les enseñó todas las leyes y mandamientos de Su Padre en el Cielo, a quienes ellos debían adorar. Prometiéndoles que si ellos vivían y respetaban sus leyes y mandamientos, algún día Él volvería y viviría con ellos nuevamente. También instruyó a los sabios que tuvieran las leyes y los mandamientos que Él les había dado, escritos sobre lo que nunca se desgastaría, y que se les diera a las personas cercanas a los Chigaraguans, para que también siguieran las mismas enseñanzas y mandamientos.

A la mañana del sexto día, se reunieron en el templo, donde les recordó de nuevo sus leyes y mandamientos, que Él les había dado. Él oró a su Padre Celestial, y en el nombre del Padre, bendijo a todos los Chigaraguanes, y les dijo que ya no podía quedarse con ellos, sino que tenía que visitar a otras personas de la tierra. Entonces, en un resplandor cegador de luz, subió al cielo de donde había venido.

Inmediatamente después de la partida de Cristo, el Echa Tah Echa Nah de aquel tiempo ordenó que las leyes y los mandamientos fueran escritos sobre placas de metal y que fueran dados a los otros vecinos, para que también pudieran continuar y seguir como lo había ordenado. Desde ese día hasta la actualidad, los chigaraguanes han respetado estas leyes, aislándose del resto del mundo, no deseando ningún contacto con el exterior para disuadirlos de su propósito y sus creencias, manteniéndose siempre lo más perfecto posible, ya que esperan que vuelva a visitarlos en cualquier momento, y desean estar siempre dispuestos a encontrarlo.

Las otras tribus a las que se dieron las placas, vivieron y permanecieron fielmente por un espacio de unos trescientos años. En el apogeo de su civilización, haciéndose muy ricos y poderosos. Las fuerzas malignas pronto comenzaron a crecer entre la gente haciéndolos borrachos con éxito y cayendo lejos de los mandamientos que se les habían dado.

Pronto se hicieron dos facciones, los buenos y los malos. Las fuerzas del mal hicieron la guerra contra el bien. Los Chigaraguanes llaman a esto la Gran Guerra, cuyo comienzo no se conoce, pero probablemente fue entre 300 dC y 350 dC. Antes de la altura de las batallas en la Gran Guerra, muchas personas huyeron al Noreste y el Sur. Los que lograron escapar, sobre todo los que se dirigían al Sur, se casaron con otras tribus cuya lengua difiere de la lengua anterior de los refugiados.

No hay registro de cuánto duró la Gran Guerra, que sin duda continuó durante un período de muchos años. En cualquier caso, duró lo suficiente para que el pueblo olvidara su lengua materna y cuando regresaron a sus ciudades abandonadas después del fin de la guerra, nadie podía hablar su lengua anterior. Durante un período de tiempo los sobrevivientes crearon un nuevo lenguaje que se hizo universalmente utilizado entre la gente. Una nueva llave de jeroglíficos, pictogramas y petroglifos fue introducida al mismo tiempo, que ahora todavía sobrevive entre este pueblo. La vieja clave de lenguas y escritos utilizados antes de la Gran Guerra estaba completamente perdida, y hasta el día de hoy menos del veinte por ciento de estos escritos han sido interpretados con éxito.

Muchas tribus indias que rodean a los chigaraguanos han guardado celosamente y conservado su lengua y escritos originales, usando el mismo ahora como lo hicieron en el principio sus habitantes de México, que fue aproximadamente en 480 aC. La Gran Guerra rara vez es mencionada por otros pueblos indios, ya que es sólo legendaria entre ellos, sin embargo, los Chigaraguans son los únicos que tienen un registro escrito del evento trascendental. Así terminaron las palabras de Echa Tah Echa Nah en este momento.

SU CREENCIA EN LA ORACIÓN

Muchas de las leyes y costumbres, así como los rituales de los Chigaraguans difieren de los de otros indios. Son profundamente sinceros en sus rituales religiosos y ceremonias, especialmente los que pertenecen al matrimonio. Siguen estas leyes y costumbres más rígidamente, con más sinceridad y reverencia que cualquier otro grupo conocido de indios.

Es su práctica rezar de seis a ocho veces al día. Al levantarse, se enfrentan al Este y hacen una breve oración de gracias por el descanso de la noche, el privilegio de estar vivos y en buena salud. A la hora del desayuno se ofrece otra oración de acción de gracias. A mediados de la mañana, mientras las personas hacen sus deberes, se expresa una oración agradecida por la condición de sus cosechas, ganado y otras cosas que poseen. Una oración de acción de gracias se dice al mediodía para la abundancia de comida que se coloca delante de ellos. Cuando se sirve la cena, algún miembro de la familia nuevamente da las gracias. El niño más pequeño puede ser el que expresa la oración por la familia.

Mientras los grupos se reúnen alrededor de los enormes fuegos nocturnos, alguien ofrece oración por el bienestar y la felicidad de todos en el grupo. Al retirarse cada individuo ora. La costumbre de ofrecer oración es que el individuo arquea su cabeza, dobla sus manos, y humildemente entona la apertura de la oración de la siguiente manera:

«Creador omnipotente de toda la gente de la tierra y de todas las cosas vivientes, hablamos contigo». Él entonces levanta sus manos, con las palmas hacia arriba hacia el cielo, mientras continúa con su oración. Hombres, mujeres y niños ofrecen oración de la misma manera.

MATRIMONIO

En las primeras horas de la mañana, la gente va a su trabajo, pero durante la parte más caliente del día es costumbre que se retiren en el interior hasta que el calor se ha calmado. Es como la siesta mexicana. Luego completan sus tareas para el día alrededor del atardecer. A medida que las sombras se alargan en la oscuridad, y las familias comienzan a agruparse alrededor de los fuegos de la tarde, los jóvenes van a llamar a las niñas de su elección para acompañarlos a las reuniones, junto con su familia. No hay dudas o timidez relacionadas con la asociación de los jóvenes. Todo el mundo considera su interés una cosa natural y da la bienvenida a la oportunidad de fomentar y cultivar esta atracción mutua en el cortejo y el matrimonio.

El matrimonio a una edad joven o tierna es estrictamente tabú, y es inaudito. Un joven o una joven dama tienen alrededor de veintiuno o veintidós años antes de comenzar el cortejo serio. El cortejo suele durar de cuatro a siete meses al menos. Cuando la pareja joven establece los datos para su boda, todas las personas de la comunidad lo saben. Los buenos deseos y las felicitaciones son enviados por el corredor de una comunidad a la otra para la pareja.

En el día señalado, todos se reúnen en el Templo para presenciar esta ceremonia muy sagrada. No se traen regalos en esta ocasión, pero todo se ha preparado para que la pareja se encargue de la limpieza de la casa tan pronto como se complete la ceremonia.

Tan pronto como la comunidad en la que los jóvenes deben vivir, se enteran de la fecha de su matrimonio, todos en la comunidad se reúnen para preparar el hogar de los recién casados. Los hombres y los niños construyen la casa, colocan las cercas y dan herramientas de trabajo, ganado, piensos y todas las cosas que el marido necesitará. Las mujeres se reúnen para hacer la lana de mantas, colchas y todo tipo de cosas para que la joven esposa pueda mantener la casa guardando los armarios con todo tipo de comida en la comunidad. Los diversos artesanos aportan lo que se desee para completar el confort y las necesidades del futuro. Ni la novia ni el novio tienen una mano en estos preparativos.

La ceremonia de la boda real es solemnizada por uno de los miembros del alto consejo. Estas ceremonias son un acontecimiento muy sagrado, y todas las cosas que se hacen y se dicen no se deben hablar fuera de las personas que saben de la sacralidad de la misma. Por lo tanto, el escritor se abstiene de entrar en detalles minuciosos. Sin embargo, la parte más hermosa y significativa de la ceremonia es el voto final que toma la pareja. En presencia de todos los que están reunidos como testigos y de los miembros del consejo, la pareja es escoltada por sus padres a la fuente bautismal, donde son sumergidos con los brazos y las manos encerrados por los tres miembros más altos del consejo[1]. Esto completa la Ceremonia del Templo.

El divorcio entre estas personas es desconocido. Nunca han oído hablar de tal cosa. Ellos saben que el matrimonio no es sólo para esta vida, sino que continúa por toda la eternidad.

Cuando la pareja joven se instala en la rutina de hacer el hogar, hacen todo lo posible para mantener sus mentes y cuerpos aptos para traer un niño al mundo. El niño está planeado y los planes se discuten con los sabios de la tribu, para el mejor bien de todos los interesados. Después de que nazca el primer hijo, es la ley del pueblo que sólo una vez cada siete años una madre debe tener un hijo, y esta ley se adhieren rígidamente[2].

SIN VICIOS

En relación con la primera visita del escritor al pueblo Chigaraguan, se mencionó que no hay vicios conocidos, como el licor en cualquier forma de tabaco, o cualquier hábito que forman brebajes que serían perjudiciales para la mente y el cuerpo. Sobre-indulgencia en cualquier cosa no se conoce allí. Sus deseos y necesidades son pocos y simples.

ME CONVERTÍ EN UN HIJO ADOPTADO

A medida que fortalecimos los lazos entre este pueblo y Paul y yo, el escritor fue adoptado por el líder Echa Tah Echa Nah, como su hijo a través del ritual de sangre. Fue después de esta adopción que tuvimos el privilegio de visitar la biblioteca donde Echa Tah Echa Nah nos leyó de las muchas catástrofes que habían ocurrido, no sólo en el hemisferio occidental, sino en otras partes del mundo en todas las edades.

Él también nos leyó muchas cosas que iban a transpirar en el futuro. Una de las predicciones más asombrosas que se nos leyó en este momento fue con respecto a la Segunda Guerra Mundial, con las tragedias dejadas en su estela, hasta el momento actual. Otras cosas de las que habló con respecto al futuro serán mencionadas más adelante en este libro.

La invasión de los españoles fue discutida en gran medida. Él nos habló de la destrucción que se produjo en la poderosa nación azteca en el apogeo de su civilización; que confirma la verdad de la historia conocida por el mundo de cómo Cortez conquistó México. Para oír la historia que venía de los labios de alguien que tenía los expedientes originales antes de él, era impresionante, inspirador y tremendamente interesante. La tontería de los libros de historia de los días escolares flotó momentáneamente en mi mente como insignificante.

ContinuarỦ


[1] Solía ser obligatorio para las parejas LDS ser re-bautizadas en el momento de su matrimonio en el templo. De hecho, los padres de este escritor, así como los padres de su esposa fueron re-bautizados en el momento de su matrimonio. El re-bautismo por muchas razones especiales era muy común entre los primeros LDS, y también se refleja en el Libro de Mormón en varios lugares como Alma y sus 450 almas que huyeron del Rey Noé fueron todos re-bautizados en las Aguas de Mormón. En la venida del Mesías, todos los sobrevivientes fueron re-bautizados, y en Moroni, 6:1, leemos acerca de los ancianos, sacerdotes y maestros que fueron re-bautizados. En efecto, Cristo les dijo que si alguien comparte indignamente el sacramento, no deben ser expulsados, sino que deben arrepentirse y ser bautizados. Vea el folleto documentado de Ogden Kraut sobre Re-bautismo.

[2] Obviamente esta ley era necesaria para lograr el control de la población por el espacio limitado en su valle escondido, donde tenían que mantener un aislamiento total del mundo. Pueden llevar a cabo el control de la natalidad mediante el uso de hierbas anticonceptivas bien conocidas por otras tribus indias. Su verdadera misión era ser los custodios de los registros sagrados que serán un testigo especial en los últimos días; y también deben vivir como «hombres santos sin pecado de los que no sabéis», mencionados en D&C 49:8. También debían recibir y sostener las Llaves del Reino que nos perdieron al haber rechazado la plenitud del Evangelio en 1890, cuando cesamos oficialmente la práctica del Orden Unido y del Matrimonio Plural, y dejamos de lado otras doctrinas vitales.

El Gran Jefe Blanco y el Mesías Indio 2

El Gran Jefe Blanco y el Mesías Indio 2

Por NORMAN C. PIERCE

CAPÍTULO IV

Chi Chi Suma

Después de visitar varios lugares de interés en el país Quiché, Paul y yo éramos huéspedes de Chi Chi Suma, que era el líder de todos los indios quichés en toda Guatemala. Los Quichés tienen una ley muy peculiar. Una persona del mundo exterior no es bienvenida entre ellos hasta que Chi Chi Suma los acepte y haga saber a la gente que el forastero es bienvenido entre ellos. Cualquiera que rompa esta ley y acepte a un extraño sin la aprobación del jefe, se le ha puesto una maldición mental. Se han conocido muchos casos de esta maldición. Afectado, Chi Chi Suma puso una maldición sobre su propia hija por romper esta ley secreta, y ella se fue lejos y murió no mucho después.

El modo de vida de los quichés es algo similar a los chigaraguanes, pero no en la misma medida, debido a que los chigaraguanes están en un lugar tan aislado, sin contacto con el mundo exterior. Mientras que los quichés viven cerca de muchas de las prósperas ciudades de Guatemala, y están en contacto diario con el exterior.

Viviendo entre los Quiches, durante un breve período, Pablo y yo fuimos aceptados y más tarde adoptados por Chi Chi Suma, y aceptados por todo el pueblo. Se nos enseñó muchas cosas relativas a sus leyes, rituales y tradiciones, y pronto se les permitió participar activamente en todas sus actividades diarias.

No mucho después de esta adopción, nos llevaron a una de las aldeas más remotas donde Chi Chi Sutra nos informó que la gente se estaba preparando para la Danza del Fuego, que iba a tener lugar en un futuro cercano. Después de ponernos cómodos para permanecer allí, empezamos a tomar parte en sus preparativos también, sobre una invitación que nos fue extendida por Chi Chi Suma.

Estábamos ocupados nosotros mismos durante varios días bajo los ojos vigilantes y las instrucciones de uno de los sabios mayores que habían enseñado a muchos de los Quiches su papel en esta magnífica y ceremonial Danza del Fuego. Cada uno que participa en este ritual sagrado, debe hacer su traje entero según lo descrito por el viejo sabio, y no éramos ninguna excepción.

Trabajando muy diligentemente tejiendo las faldas cortas y arnés de pecho (hecho similar al sostén de una señora), también una capa larga del color elegido por el instructor, para ser llevado sobre el traje entero, nuestra regalía fue terminada cuando llegó el momento de usar eso. Los tocados de plumas están hechos de exquisito plumaje de ave de un color. Las almohadillas blancas se hacen similares a las usadas por la gente Chigaraguan.

Paul y yo formamos fielmente para participar en este magnífico espectáculo. Ambos habíamos participado en muchos bailes y ceremonias, pero ninguno tan elaborado o más sagrado que el Baile del Fuego. Era necesario permanecer con este grupo de bailarines hasta que se perfeccionara la parte en el ceremonial. Practicamos de cuatro a seis horas cada día a la música de tambores, cañas y un instrumento similar al xilófono. Simplemente batíamos palos al ritmo de la música, a veces haciendo un choque de tipo platillo.

Cuando la danza fue dominada a satisfacción de nuestro tutor, llegó la información de que se esperaba de nosotros, no sólo participáramos en la danza ceremonial, sino también aceptáramos el honor y la distinción de marchar en la gran procesión, caminando lado a lado con Chi Chi Suma y su gran círculo del consejo, cada uno llevando su palo de fuego.

Tres días antes de la celebración de esta gala, todos los bailarines que participaron fueron convocados ante Chi Chi Suma, quien dio una larga charla sobre el significado de la Danza del Fuego, y alabó a todos los que habían practicado tan fielmente. El segundo día antes de la danza se dedicó a dar gracias y alabanza a Itla, el Dios del Fuego. El último día antes del baile, se hicieron inspecciones de última hora para asegurarse de que todas las cosas estuvieran listas para el amanecer del día siguiente.

Durante toda la noche, personas de pueblos cercanos y muchos de pueblos distantes hicieron peregrinaciones al lugar para presenciar el ceremonial, que no había sido realizada durante cincuenta y dos años.

A la mañana siguiente, al amanecer, llegó la hora de la oración. Entonces todos los bailarines, vestidos con los trajes ceremoniales, se encontraron en la Playa de los Quichés. Chi Chi Suma y todos sus concejales estaban vestidos con todo su esplendor ceremonial para encabezar la gran procesión.

El que enciende la hoguera es el que nació el día de la última Danza del Fuego, hace cincuenta y dos años. En esta ocasión hubo tres que nacieron ese día, dos damas y un hombre. Chi Chi Suma ordenó que los tres colocaran sus antorchas en el gran fuego y encendieran sus antorchas. Luego, al golpear los tambores y la música de las flautas, este gran desfile ceremonial comenzó su caminata hacia el gran recinto anfiteatro escondido en las montañas cercanas. La procesión fue dirigida por los tres portadores de la antorcha, seguida por Chi Chi Suma, Paul y yo. Inmediatamente en la parte trasera estaba su gran consejo, seguido por todos los bailarines, haciendo una de las procesiones más coloridas jamás vistas.

Mientras la procesión se dirigía lentamente hacia el gran anfiteatro, todas las personas que revisaban este desfile cantaron al ritmo de los sopladores de caña y los tambores. A la llegada de esta procesión al anfiteatro, Chi Chi Suma, con su consejo, y Paul y yo nos sentamos en lugares respectivos de dignidad.

Los tres porteros de la antorcha entraron en la arena seguidos por todos los bailarines que iban a participar. La mitad de los sopladores de caña y los tambores estaban sentados a cada lado de la arena, mientras que la mitad restante de los músicos tomó su lugar entre los espectadores para reemplazar a los demás en un momento designado durante el baile.

Pronto el gran anfiteatro estaba lleno de espectadores. A una señal de Chi Chi Suma, los sonadores de palo dieron un choque con sus palos y un silencio cayó sobre esta enorme multitud. Chi Chi Suma se levantó y se dirigió a la gente y dio una breve oración. Luego, con un gesto de él, comenzó la Danza del Fuego.

Los tres portadores de la antorcha tocaron sus antorchas en un gran cuenco de fuego lleno de una sustancia parecida a una resina y una gran llama disparada hacia arriba. Alrededor de este cuenco había trece señoritas, cada una con dos palos en la mano. Empujaron éstos en las llamas y retiraron los palillos ardiendo. Luego, volviéndose del tazón, se enfrentaron a un gran círculo de bailarines. La longitud de estos palos era de unas dieciocho pulgadas.

Con un movimiento rápido y bajo, cada chica a su vez, lanzó el palo de fuego iluminado al bailarín masculino enfrente de ella, que lo atrapó cuando hizo el segundo giro completo en el aire. Entonces la acción fue a la bailarina al lado de la primera. Después de haber encendido todos los palos de fuego, y cada bailarín sostenía su palo en la mano derecha con la música de las cañas y los tambores y los palos, marchaban dos veces alrededor de la arena, cada bailarín tomando su posición respectiva.

Inmediatamente los tambores y los palos dejaron de hacer sonido, cuando comenzó la música de los juncos, inició uno de los actos de malabarismo más bellos y precisos que uno podría esperar ver. Estas muchas antorchas fueron intercambiadas entre los bailarines, cada una lanzada alto en el aire con sincronización y precisión perfectas, en muchos patrones diferentes. Mientras tanto, los sopladores de caña estaban tocando música aguda y lamentosa. Durante este tiempo, todas las danzarinas se retiraron gradualmente, dejando sólo a los bailarines masculinos en la arena. Esto, consideramos que una de las muestras más grandes de malabares nunca lograda. A un cierto tono de los sopladores de caña, los tambores tocaron paulatinamente. El acto de hacer malabarismos disminuyó y pronto cada portador de la antorcha sostenía en su mano derecha su palo de fuego iluminado.

La música se detuvo abruptamente y los cantos de alabanza de los espectadores estaban en marcha. A la señal de los bateristas, todos los bailarines salieron lentamente de la arena, dejando sólo el gran fogón de fuego en el centro. La primera parte del baile había terminado.

Muchos de los espectadores permanecieron en sus asientos mientras otros caminaban para estirar las piernas y discutir los acontecimientos actuales. Paul y yo nos excusamos de Chi Chi Suma y fuimos entre la gente, charlando aquí y allá, y terminando en el centro de comida enorme para ayudarnos con las muchas delicadezas que se extendían ante nosotros. Aquí la gente hablaba de la danza que acababan de presenciar o, por otra parte, si ésta era la primera danza que habían presenciado, la emoción era alta en su elocuencia de su disfrute. Todos los espectadores estaban vestidos con los mejores vestidos.

Paul y yo regresamos a Chi Chi Suma y sus concejales, y le describimos lo mucho que disfrutamos el evento hasta ahora. Chi Chi Suma señaló a los bateristas, y ellos a su vez iniciaron un ritmo lento y amortiguado en los tambores, llamando a la gente a reunirse de nuevo para la última parte de la danza.

Cuando la gente se reunía en sus respectivos lugares, Chi Chi Suma llamó a una de las damas que sostenía el fieltro sagrado, y le ordenó que se lo trajeran. Él y su consejero principal se levantaron, volviéndose hacia Paul y hacia mí, él puso la ardilla de fuego en mi mano e informó que yo iba a tomar su lugar como líder del pueblo, y Paul sería mi consejero principal durante esta parte de la danza, mientras Chi Chi Suma y su consejero jefe fueron para un descanso muy necesario.

Pronto los tambores dejaron de latir, Chi Chi Suma mandó que Paul y yo nos pusiéramos de pie, y mientras yo todavía sostenía el palo de fuego iluminado, Chi Chi Suma se quitó mi capa, mientras que su consejero jefe quitó la capa de Paul. Entonces Chi Chi Suma colocó su capa alrededor de mis hombros, y su consejero hizo lo mismo para Paul. Chi Chi Suma luego quitó mi tocado de plumas y colocó su propio tocado especial sobre mi cabeza. Su consejero hizo lo mismo con Pablo.

Chi Chi Suma llamó a su pueblo y dijo: «Mi hijo lo hará. Sea su líder, y su hermano será su consejero hasta que esta parte de la Danza del Fuego haya terminado. Le pido su aprobación». Inmediatamente un grito de aprobación surgió del pueblo, que se levantó obre sus pies, gritando, «Â¡Chek Ta! ¡Chek Ta!»»(Aprobación).

Chi Chi Suma muy rápidamente me describió lo que debo hacer, y él y su consejero se retiraron en silencio de la caja del tribunal. Inmediatamente después de la partida de Chi Chi Suma, me puse de pie, lo cual fue la señal para que los sopladores de caña, tambores y palos de clavos comenzaran la música. Hice un gesto a una de las tres damas que llevaban los palos de fuego para que vinieran a verme. Cuando se acercaba, me agaché de la caja del tribunal y acaricié mi palo de fuego iluminado que sostenía, encendiéndolo. Luego se volvió y se alejó. Otra de las tres llegó a la caja del tribunal y de la misma manera encendió su palo de fuego se encendió. La tercera señora que se acercó a mí, no tenía palo de fuego en su mano, así que me incliné abajo de la caja del tribunal y puse mi palo de fuego encendido en su banda.

A cada lado del gran fuego, había dos hileras de danzantes, veinticinco en un lado y veinticuatro en el otro lado, con palos de fuego sin luz en sus manos derechas. Aquella a quien había dado mi palo de fuego, encabezaba la línea de veinticuatro, haciendo de ella el vigésimo quinto bailarín. Las otras dos damas que llevaban los palos de fuego encendidos, caminaron por las líneas en los lados opuestos de la taza del fuego y encendieron los fuegos de cada bailarín.

Los trajes de las mujeres estaban hechos de una blusa sin tamiz, de forma ajustada, de un color rojo chino. La falda, del mismo material y color, alcanzaba justo debajo de las rodillas y estaba muy llena. Alrededor de la cintura llevaban un cinturón azul de tres pulgadas. Una venda en la cabeza para emparejar fue usada sobre su pelo de longitud al hombro. Todos llevaban botas blancas, llegando a unas tres pulgadas por debajo de la rótula.

Tan pronto como se encendieron todos los palos de fuego, la música a la vez cambió los cincuenta y dos bailarines comenzaron a cantar. Los bateristas y los palos de clavos cesaron y sólo los sopladores de caña produjeron música para esta parte de la danza. Tan pronto como los tambores y los palos dejaron de tocar, las señoras marcharon hacia el enorme fogón a la música de los juncos, primero todos juntos, luego cada uno tocando su mano izquierda a la mano derecha del portador de la hoguera detrás de ella. Rompiendo de este patrón, formaron pares y marcharon alrededor del tazón de fuego. A partir de esto, volvieron a abrirse en una sola fila, entrelazándose mientras caminaban alrededor del fuego.

Esta parte de la danza es bastante lenta, pero el patrón de la danza cambia rápidamente y duró por aparentemente treinta minutos. Justo antes de que terminara el baile, los tambores y palos tomaron el ritmo, indicando que esta parte del baile había terminado; sobre el cual las señoras marcharon en fila única a las salidas de la arena en medio del aplauso salvaje de los espectadores.

Un receso de varias horas estuvo en progreso hasta la tarde, cuando la tercera y última parte de la danza iba a comenzar. Todo el mundo de nuevo participó de la comida y charlaron unos con otros y jugaron con los niños. Chi Chi Suma y su consejero se mezclaron con el pueblo, y Paul y yo disfrutamos de este contacto cercano con la gente en un día reservado para una ocasión tan sagrada.

Chi Chi Suma señaló una sombra en las rocas y recordó a la gente que era hora de que todos se reunieran en la arena para la última parte de la danza. Poco a poco la gran arena empezó a llenarse. Los sopladores de caña comenzaron a hacer música. Cuando la sombra alcanzó una cierta marca en el marcador de piedra, Chi Chi Suma señaló para que comenzara la parte final de la danza.

Volviéndose hacia Paul y hacia mí, dijo: «Hijo mío, tú y tu hermano irán a la arena y tomarán parte en la ceremonia que se les ha enseñado». Ajustamos nuestros propios tocados y bajamos por la pista y entramos en la arena del mismo modo que todos los demás bailarines habían entrado. Buscamos a nuestro instructor, y pronto lo encontramos conversando con algunos de los otros bailarines. Nos vio y nos hizo señas para que fuéramos a él. Después de unas pocas palabras finales de instrucción, nos dio a Paul ya mí un palo de fuego sin luz cada uno y nos dijo que tomáramos nuestros lugares respectivos entre los bailarines.

Los palos de clavos, con una señal de Chi Chi Suma, comenzaron el lento sonido rítmico, y un silencio cayó sobre toda la arena. Cuando todo estuvo en silencio, Chi Chi Suma y sus miembros del consejo surgieron y Chi Chi Suma inmediatamente comenzó a orar. Al concluir la oración, señaló a los sopladores de caña y los tambores junto con los palos de clavos para comenzar y la parte final de la Danza del Fuego estaba en marcha.

Paul tomó una parte muy breve e inmediatamente dejó la arena. Al terminar mi parte salí de la arena también, y juntos Paul y yo nos unimos a Chi Chi Suma y los miembros del consejo, para presenciar la parte final del gran espectáculo.

Todos los cincuenta y dos hombres y cincuenta y dos mujeres aparecieron en esta parte final. Cada bailarín marchó junto a la fogata y encendió la hoguera al comienzo de la danza. Esta es la parte más sagrada de la danza, y fue llevada a cabo con mucha tranquilidad y precisión. Aquí no había correteo o giro de palos de fuego salvaje. Los bailarines marcharon y se entrelazaron en dos y cuatro a la perfección.

Cerca del cierre de la danza, dos miembros entraron en la arena mientras la danza seguía en curso, y en el lado izquierdo de la copa de fuego de los miembros del consejo, pusieron un tambor enorme sobre un pedestal bajo. Al mismo tiempo, dos miembros entraron llevando un gran recipiente de cerámica de agua que pusieron en el lado derecho del fuego. Los cloqueadores y los percusionistas dejaron de latir rítmicamente, dejando solo la música lamentosa de las cañas para ser escuchada.

Se produjo una pausa muy breve y los dos que habían traído el tambor grande comenzaron a golpearlo con sonidos profundos, entonando señalaron los sopladores de caña para parar su m+usica. Los bateristas golpearon el enorme tambor durante unos tres minutos e inmediatamente se detuvieron. Chi Chi Suma se levantó en esta breve pausa y anunció al pueblo que la danza ceremonial sagrada había sido bailada en honor de Itla el Dios del Fuego, a quien él sabía estaba bien complacido y otorgaría sus bendiciones sobre la gente de la tierra. Con una voz muy humilde y reverente dijo que pasarían cincuenta y dos años antes de que se celebrara otra danza, y sabía que no estaría allí para ver la tercera. Él dio su bendición al pueblo y una bendición especial para Paul y para mí; y con la música de los sopladores de caña y de los tambores, todo el pueblo volvió a sus hogares.

Esa noche Paul y yo nos sentamos y hablamos con Chi Chi Suma y él relató muchos incidentes que habían sucedido en el pasado largo, muerto, así como muchas cosas que habían sucedido durante su vida. Nos quedamos entre los Quiches y nos preparamos para subir a México o Yucatán.

En nuestro día de salida, tuvimos una larga visita con Chi Chi Suma y sus consejeros. Cuando dejamos a los quichés, Chi Chi Suma se acercó a nosotros con una breve distancia, y nos dio una bella bendición a Paul y a mí. Luego se volvió lentamente para regresar a la tierra de los quichés, y Paul y yo seguimos nuestro camino, recordando siempre Chi Chi Suma como un gran hombre, tanto en inteligencia como en espiritualidad.

CAPÍTULO V

La Biblioteca de Oro

Antes de salir del país Quiché, Chi Chi Sum mencionó la Biblioteca de Oro que se encontraba en algún lugar del país de Yucatán y nos dijo que un grupo de indios estaba en posesión del conocimiento de la Biblioteca de oro. También nos informó que si buscábamos el conocimiento de la Biblioteca de Oro, nos relacionaríamos con su líder, cuyo nombre era Itzla Chelan, y le contábamos que habíamos sido aceptados y adoptados por la gente Chigaraguan y sobre nuestro ser aceptado y adoptado por Chi Chi Suma y la parte que tuvimos en la Danza del Fuego y también para llevar un mensaje de buena voluntad a Itzla Chelan y a su gente de Chi Chi Suma y los Quichés.

Después de dejar las ruinas de Tical, entramos en Guatemala y trabajamos en la ciudad de Cobán. Puesto que el área alrededor de Cobán había sido pasada encima con un peine de dientes finos por otros exploradores, encontramos muy pocos artefactos. Todos los demás datos encontrados por nosotros habían sido informados previamente por aquellos que nos habían precedido al lugar.

Viajando hacia el norte por el este, pasamos por el país Mestiquea donde encontramos muy pocas ruinas, y las pocas que encontramos estaban tan deterioradas que no se encontraron artefactos allí. Tocamos cerca de la frontera de Honduras Británica, y de la gente india allí oyeron muchas historias con respecto a un grupo que habitó el país de Campeche, de Quintana Roo.

Estando muy interesados en las historias que escuchamos acerca de la Biblioteca de Oro que estaba en posesión de estos indios conocidos como los Tzichallas, y cuyo líder es conocido como Itzla Chelan, nos entretuvimos en visitarlos. Estas personas viven dentro de un límite no especificado o reserva, pero están en movimiento, verdaderamente una raza nómada. Se mueven en su placer y permanecen dos o tres o incluso cinco o más días en un lugar antes de seguir adelante. Durante la estación lluviosa, pueden permanecer en un punto por lo menos dos meses, y a veces más largos, quizás tres meses. Juego, frutas y verduras son abundantes, así como pescado y aves. Por lo tanto, no están vinculados a la agricultura ni a ninguna forma específica de sustento que los mantenga en un solo lugar.

Cuantos más cuentos hemos escuchado con respecto a este grupo de personas, más nos interesamos. Finalmente, se decidió penetrar en su país y obtener el mayor número posible de datos sobre esta tribu, pero nuestro principal interés fue la Biblioteca de Oro.

No mucho después de nuestra partida de la frontera de Honduras, acampamos cerca de la ciudad de San Felipe. Aquí reunimos toda la información posible sobre el paradero de los Tzichalla. No llegamos a conocer su paradero y nos adentramos más en el campo de la selva, llegando hasta el lago Aguada Corina, no lejos de donde nos pusimos en contacto con un pequeño grupo de indios Otopecs que nos contaron la ubicación de Itzla Chelan y su gente. Las dos horas pasamos con los Otopecs era agradable e informativo como el grupo era muy amable.

La ruta hacia el país de Tzichalla nos llevó a la parte más deshabitada de la selva que habíamos pasado. La vida animal era abundante haciendo de este un perfecto paraíso de los cazadores. El lugar donde Itzla Chelan y su grupo estaban entonces acampados estaba rodeado de pantanos profundos y de matorrales tan espesos que la dificultad con la que se alcanzaba la hacía parecer más aislada que cualquier otra parte del país. Toda la franja de las tierras altas estaba rodeada por vides entrelazadas casi impenetrables y árboles parecidos a parra.

Como todo el viaje tenía que hacerse a pie, uno no podía esperar cubrir mucho terreno en una caminata de un día, así que la pequeña partida de caza que encontramos algunos días después fue bienvenida. En muy poco tiempo se hicieron muy amables, invitándonos a unirnos a su grupo, compartiendo con nosotros su juego, e intercambiando charla con nosotros. Su invitación a acompañarlos a su líder, Itzla Chelan, fue aceptada sin ninguna vacilación.

Aunque muchos de los cazadores estaban cargados con los frutos de su caza, se ofrecieron a ayudarnos con nuestro equipo de viaje. Recorriendo las pocas millas del campamento de los cazadores, nos topamos con un gran claro en el que se encontraban varias cabañas construidas crudamente de crecimiento de la selva, viñas, hojas y hierbas tejidas en material parecido a una estera.

Inmediatamente después de nuestra llegada, las mujeres se hicieron cargo de la caza traída por los cazadores, y se pusieron a trabajar para prepararla para una fiesta. El orgullo del individuo se manifestó enseguida en la limpieza y modestia del vestido, y en la ordenada limpieza de su entorno. No había pilas de escombros visibles, y el suelo alrededor de las chozas estaba limpio dejando una dureza de ladrillo de la tierra.

Todo el mundo parecía amable, ninguno parecía ser sospechoso de que nuestro grupo estuviera allí. Tan pronto como los cazadores fueron relevados de sus cargas, el líder de la partida nos invitó a venir con él a la choza más grande. Cuando llegamos a la puerta, el cazador nos pidió que permaneciéramos afuera mientras entraba. Estuvo en la cabaña sólo unos minutos antes de reaparecer, seguido de Itzla Chelan, quien, después de saludarnos cordialmente, nos invitó a entrar en su cabaña. Paul y yo entramos en la cabaña, dejando a los demás miembros de la expedición en el exterior con la partida de caza.

Durante poco tiempo conversamos con el jefe en el lenguaje de signos porque ni Paul ni yo habíamos dominado su idioma lo suficiente como para hablarlo con fluidez. El jefe era un hombre grande de apariencia muy llamativa, con inteligencia y sabiduría muy superior a la de otros líderes con quienes habíamos entrado en contacto.

Permaneciendo en el pueblo durante un corto período, acostumbrándonos a sus hábitos y formas de vivir, Paul y yo finalmente abordamos el tema de la Biblioteca de Oro. Dos de sus asesores estuvieron presentes cuando hablamos con Itzla Chelan de este tema, e inmediatamente notamos el cambio de actitud de los tres. La conversación mantenida entre los tres se cambió de su propia lengua natal a una que era estrictamente ajena a Paul y a mí. Durante el curso de la conversación, el líder nos preguntaba en el lenguaje de señas. Nosotros responderíamos y nuestra respuesta a su vez, se hablaría a los dos asesores en lengua extranjera.

Al cabo de un rato, los dos asesores salieron, dejándonos a Paul ya mí solos con el líder. Paul y yo hablamos más por un rato, luego nos informaron que tendríamos que permanecer allí por algún tiempo antes de que hablara de la Biblioteca de Oro. Ni alentó ni desalentó nuestra esperanza de oír hablar de la biblioteca. Aceptamos su invitación a permanecer. Nos despedimos de él, nos apresuramos a informar a los demás de su decisión y de nuestros planes.

Durante los siguientes diez días que fuimos sus huéspedes mientras estábamos acampando en este lugar, el líder y T nunca mencionaron la Biblioteca de Oro. El undécimo día nos informó que estaban a punto de mudarse, y que nos preparáramos para la mudanza si queríamos quedarnos con ellos. Informamos al resto de nuestro grupo de la invitación, y la mañana siguiente los acompañamos al siguiente campamento, llegando después de cuatro días en movimiento.

Los ocho días que pasamos en este sitio fueron dedicados a escribir, descansando, jugando, igual que en el último campamento. Pero ni una vez durante los ocho días Itzla Chelan no hizo ninguna mención de la Biblioteca de Oro. Nos invitaron nuevamente a acompañarlos al siguiente campamento, que aceptamos fácilmente, porque sabíamos que estábamos pasando por el peor país de la selva que antes.

Estuvimos en movimiento cinco días antes de llegar al lugar siguiente, donde permanecimos durante veintisiete días. Después de un par de días de descanso muy necesario, reanudamos nuestra rutina diaria con ellos como lo hicimos en los otros dos campamentos.

El noveno día, Itzla Chelan nos invitó a entrar en su choza. Cuando llegamos allí comenzó inmediatamente la conversación y pronto fue sobre el tema que habíamos esperado tanto tiempo para discutir la Biblioteca de Oro. La tendencia de la conversación fue hacia Paul y hacia mí con respecto a la Biblioteca de Oro, pero ni una sola vez se refirió a otros miembros de nuestra partida. Nos hizo muchas preguntas sobre nosotros mismos, así como sobre la gente de nuestro país indio.

Le dimos un breve bosquejo de nuestras vidas, de las que disfrutó inmensamente, especialmente de nuestro trabajo de exploración e investigación. Estaba profundamente interesado en las formas de vida de otros indios, que le describimos minuciosamente. Hacia el final de la noche se llamó un alto a nuestra conversación y nos informó que nos enviaría más tarde esa noche. Paul y yo habíamos explicado a los demás miembros de nuestra expedición lo que había ocurrido, lo que parecía traer un rayo de ánimo a todos ellos.

Habíamos perdido la esperanza de que él nos enviara esa noche, cuando vino una llamada desde el exterior de nuestra cabaña, informándonos que Itzla Chelan deseaba hablar con nosotros. Fuimos recibidos cordialmente por él y sus dos asesores. La conversación se reanudó con la misma tendencia que había sido esa misma noche.

Paul y yo mencionamos a Echa Tah Echa Nah en relación con nuestra exploración, y se percibió un interés mayor. Él nos preguntó en detalle minucioso sobre la gente de Chigaraguan. En el curso de nuestra descripción de los indios blancos y cómo habíamos sido aceptados por ellos, le informamos de nuestra adopción en la tribu y de nuestra invitación a regresar al pueblo Chigaraguan en cualquier momento que así lo deseara.

A continuación, se acordó explicar sobre la Biblioteca de Oro en detalle. Dándonos su promesa de regresar la noche siguiente y contarnos su historia, todos nos retiramos. Paul y yo estábamos tan exaltados que tuvimos que despertar a los otros miembros de la expedición. Relatamos alegremente el grado de éxito que habíamos alcanzado esa noche. Dormimos profundamente, pero despertamos la mañana siguiente antes de lo habitual con una canción en nuestros corazones y felicidad en nuestras mentes. A las pocas horas de aquí sabríamos sí o no lo que habíamos estado buscando sólo era, un mito legendario, o la verdad y un hecho.

A última hora de la tarde nos volvimos impacientes, deseando que la noche cayera, ya que estábamos ansiosos por escuchar la historia de Itzla Chelan. Después de lo que parecía una eternidad, la noche se asentó sobre la selva y el mensajero de Itzla Chelan se recortó en silueta contra la alta luna tropical, entregando su petición de que nos uniéramos a él en su choza. Paul y yo estábamos sentados frente a Itzla Chelan y sus dos miembros del consejo, y la historia comenzó. A medida que se desarrollaba el significado de la historia, Paul y yo llegamos a estar tan profundamente absortos que las delgadas rayas del amanecer estaban coloreando el cielo antes de darnos cuenta del paso del tiempo.

No se intentará la misma descripción de la Biblioteca de Oro que él nos dio, pero será transmitido con la mejor habilidad del escritor, todo lo que posiblemente se pueda decir sin romper una verdad sagrada.

Itzla Chelan empezó por extraer de nosotros un voto que nunca divulgaríamos a nadie toda la información que habíamos recibido de él. Él nos describió que esta vasta biblioteca contenía toda la historia del mundo desde el principio de los tiempos hasta el día de hoy, y también en el futuro.

Sabiendo que Paul y yo éramos de sangre india, habló más libremente de muchas de las grabaciones que habían sucedido realmente durante su vida como líder del pueblo. Llegar incluso más lejos en el pasado al primer libro que fue escrito al principio de los tiempos. Se mencionaron todos los grandes y notables acontecimientos que habían ocurrido.

Paul y yo estábamos muy interesados cuando nos dijo que la vasta biblioteca había sido traída al mundo occidental desde el viejo mundo. Estos registros contenían toda la historia del viejo mundo desde el principio hasta el momento en que los registros fueron llevados al nuevo mundo. A partir de ese momento, se ha añadido un registro de todos los acontecimientos importantes tal y como ocurrieron hasta el momento actual. Estos libros contienen todos los datos y la historia de Perú, Ecuador, Colombia y algunas partes de Brasil. Por lo que él nos describió, teníamos la impresión de que también había una historia relacionada con Centroamérica, su avance y progreso hasta el momento de la invasión española.

La información que recibimos de ltzla Chelan indicó que estos registros estaban en posesión del pueblo inca en un momento durante la época de la invasión española, fueron sacados de contrabando del Perú antes de la caída de la civilización inca. Durante algún tiempo los registros estuvieron en Perú, también en Colombia, pero fueron guardados con el mayor secreto y continuaron un movimiento continuo, siempre por delante de los conquistadores españoles. Fueron traídos a América Central, y en algún momento estaban bajo el cuidado de los mayas, y más tarde estaban bajo el cuidado de los toltecas, y finalmente se pusieron en posesión de los aztecas.

Durante el tiempo de la invasión de Cortez, fueron sacados de contrabando de lo que es ahora la Ciudad de México, tomada por el día y por la noche por un grupo que se comprometió a ver siempre que estos registros fueran mantenidos con seguridad. Y para guardarlos con sus vidas. Alrededor del tiempo de la caída de la nación azteca, fueron llevados a un lugar secreto, conocido sólo por unos pocos escogidos. Donde han sido escondidos y custodiados, y donde se encuentran ahora. El escondite exacto de esta inestimable biblioteca es conocido por sólo un puñado de los líderes más altos y más elegidos de los pueblos indios del hemisferio occidental.

Muchas cosas que Itzla Chelan mencionó durante esta conversación con nosotros, tendrán que ser omitidas ya que Itzla Chelan nos había pedido jurar el secreto absoluto al principio de su historia, de nuevo al final de su charla tomó nuestro voto, y esto selló nuestros labios para siempre sobre ciertas porciones de su charla con nosotros.

ContinuarỦ