Investigué los UAP en el Pentágono: los estadounidenses pueden aceptar la verdad

Investigué los UAP en el Pentágono: los estadounidenses pueden aceptar la verdad

20 de agosto de 2024

Por Luis Elizondo

Soy Luis Elizondo, ex funcionario de inteligencia de alto rango del gobierno de los Estados Unidos. Actualmente, sigo brindando asesoramiento y asistencia al gobierno de los Estados Unidos y, al mismo tiempo, abogo públicamente por una mayor transparencia y divulgación en relación con el tema de los FANI (fenómenos aéreos no identificados).

Nunca me interesaron especialmente los ovnis ni la ciencia ficción. Mi formación es científica: me gradué en la Universidad de Miami con especialización en microbiología e inmunología y estudios en parasitología.

El método científico siempre ha sido uno de mis principios básicos. Después de mi tiempo en el ejército, trabajé como agente especial de contrainteligencia, investigando terrorismo, espionaje y otros delitos graves. Siempre he sido una persona basada en hechos y reglas.

Al principio de mi carrera trabajé mucho con tecnología aeroespacial avanzada, asegurándome de que no cayera en manos de nuestros adversarios. Trabajé con motores de cohetes de combustible sólido de primera etapa, sistemas aviónicos avanzados y otros sistemas de armas, y trabajé con importantes empresas que formaron la base de mi carrera.

En 2008 asumí un nuevo cargo en el Pentágono, tras haber dejado mi anterior puesto como Director de Inteligencia Nacional (DNI). Acepté el puesto porque me permitía pasar más tiempo con mi familia.

Mi nuevo rol implicaba integrar información de inteligencia nacional y hacerla accesible a las fuerzas de seguridad locales, lo cual era un desafío porque la mayoría de las agencias de seguridad locales no tienen autorizaciones de seguridad. Después del 11 de septiembre, quedó claro que tenía que haber una manera de compartir información crítica con las agencias locales sin comprometer la seguridad.

imageLuis Elizondo (en la foto) es el exdirector del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP), la unidad del Pentágono que investigó los ovnis. Luis Elizondo

Mientras estaba en el Pentágono, dos personas que formaban parte de un programa del que no había oído hablar antes se pusieron en contacto conmigo. Conocían mis antecedentes y me preguntaron si consideraría unirme a su organización. Al principio, no sabía a qué grupo se referían, ya que hay muchos programas sensibles dentro del gobierno. Sin embargo, después de reunirme con el director y otras personas, acepté asumir un papel en su programa, que se llamaba Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas (AATIP), un programa especializado bajo el paraguas de AWSAPP.

Trabajé en esta función durante algún tiempo y, con el tiempo, me convertí en uno de sus miembros clave. Aunque tenía mi propio personal, es importante señalar que no dirigí el programa completamente solo. Trabajé con una red más amplia de expertos y colegas, incluidas personas como el Dr. James Lacatski, quien originalmente dirigió AWSAPP, y Jay Stratton, quien asumió el cargo después de que renuncié a AATIP en 2017. Aunque tenía subordinados directos, también trabajé junto a mis colegas como Jay, que eran mis iguales.

Un día típico en mi vida durante esa época era todo menos rutinario, ya que estaba a cargo de varias carteras. Los informes de encuentros con FANI llegaban desde el campo, principalmente de la Marina, y a menudo eran muy preocupantes. Algunos FANI se acercaban peligrosamente a nuestras aeronaves, a veces dividiendo las formaciones por la mitad, lo que es extremadamente problemático dada la proximidad a la que vuelan las aeronaves de combate entre sí.

Estos FANI no solo podían volar sin impedimentos en nuestro espacio aéreo controlado y en los teatros de combate, sino que también tenían un rendimiento que excedía con creces nuestras capacidades tecnológicas. Si un adversario como Rusia o China tuviera esta tecnología, representaría un salto cuántico respecto de todo lo que tenemos nosotros, lo cual es profundamente preocupante desde una perspectiva de seguridad nacional.

Los primeros videos de ovnis de la Marina de los EE. UU. publicados en 2017, incluido el famoso video “Tic Tac” de 2004 y los videos “Go Fast” y “Gimbal” de 2014-2015, fueron fundamentales para aumentar la conciencia pública sobre los FANI. La decisión de publicar estos videos no se tomó a la ligera. Inicié el proceso de revisión de seguridad, que finalmente autorizó la publicación de los videos. Si bien facilité la revisión, la publicación real estuvo a cargo de otros, incluido mi colega Chris Mellon.

Estos videos mostraban aeronaves realizando maniobras que desafiaban nuestra comprensión de la física y la aerodinámica. En términos de velocidad, las aeronaves estadounidenses convencionales como el SR-71 Blackbird pueden alcanzar velocidades de aproximadamente Mach 5, aproximadamente 3,200 millas por hora. Sin embargo, los FANI observados en muchos de los videos en posesión del Pentágono supuestamente realizaban maniobras a velocidades que se estima que eran muchas veces más rápidas que esa, y soportaban hasta varios miles de fuerzas G, mucho más allá de las capacidades de cualquier aeronave conocida fabricada por el hombre.

Estos objetos realizaban giros rápidos y aceleraban de maneras que desafían nuestra comprensión de la física y la ciencia de los materiales, lo que sería imposible para cualquier piloto o tecnología actual soportar sin una falla catastrófica.

La renuencia del gobierno a reconocer la existencia de FANI se debe al simple hecho de que se espera que los gobiernos tengan soluciones a las amenazas potenciales. Cuando hay una amenaza para la que no hay solución, los gobiernos prefieren no hablar de ella públicamente porque socava la confianza en su capacidad para proteger a sus ciudadanos. Esto no es exclusivo del gobierno de Estados Unidos; es un enfoque común en todo el mundo.

En cuanto a si los FANI son peligrosos, la respuesta está en el equilibrio entre las capacidades y la intención. Hemos visto algunas de las capacidades, pero aún no conocemos la intención. Por lo tanto, es prudente que nuestra nación tome medidas para comprender mejor y abordar la presencia de FANI en nuestro espacio aéreo.

En conclusión, creo que el pueblo estadounidense tiene derecho a saber sobre la presencia de FANI en nuestros cielos. Así como informamos al público sobre la existencia de armas nucleares en posesión de naciones rebeldes, debemos ser transparentes sobre el hecho de que hay cosas en nuestro espacio aéreo que no entendemos del todo. La ignorancia, el estigma y los prejuicios son nuestros mayores enemigos, no los FANI.

https://www.newsweek.com/i-worked-pentagon-americans-have-right-know-about-uaps-1941089

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