Construcciones ovni (878)

Creando una aldea OVNI

28 de agosto de 2024

Misión: Hacer sake local en UFO no Sato

El “Comité de Promoción de la Creación de la Aldea ovni” está promoviendo la “fabricación local de sake” como el primer paso en el Proyecto de Creación de la Aldea ovni de Shin.

Invitamos al público a encontrar un nombre para la nueva bebida alcohólica. Piense en un nombre apropiado para una bebida ligera y turbia hecha con levadura espacial e inspirada en la galaxia, y envíe su solicitud.

ufojizakenenenamaekouboposuta2¿Cuál es el motivo por el cual buscamos nombrar?

Utiliza arroz para sake “Yume no Ka” cultivado en Iino-cho, ciudad de Fukushima.

La levadura de sake de la prefectura de Fukushima, “Utsukushima Yume Yeast”, se utiliza después de un vuelo espacial y se devuelve.

Elaborada por la única cervecería de sake de la ciudad de Fukushima, “Kinsui Shuzo Co., Ltd.”

Sake ligeramente turbio inspirado en la Vía Láctea en la Vía Láctea

Planeamos vender dos tipos de botellas de 4 dosis por tiempo limitado: recién exprimidas y pasteurizadas.

La producción de arroz sake de la aldea de los ovniIs

El “Comité de Promoción de la Creación de Aldeas ovni” ha comenzado a cultivar arroz para los ovnis.

¿Para plantar arroz, dentro o fuera de la tierra? Hubo más de 50 participantes que plantaron cuidadosamente las plántulas. El área plantada es de 35a. En otoño pretendemos cosechar 1,500 kg de arroz de primera calidad.

Foto tomada el 26 de mayo de 2020

taue1_3taue3_3taue4_3taue5_3Foto tomada el 1 de agosto de 2020

Han aparecido espigas de arroz y han florecido flores. Está creciendo de manera constante y exuberante. Estaremos atentos al brote de chinches apestosas en la próxima temporada.

0801taue10801taue3Fotografiado el 26 de agosto de 2020.

Arroz sake «Yume no Kaori» Las espigas de arroz están empezando a caer. Está empezando a dorarse antes que Koshihikari.

La cosecha de arroz está prevista para el sábado 14 de septiembre.

0826taue3kakashihttps://www.city.fukushima.fukushima.jp/chiikishinnkou/ufojizakedukuri.html

El misterio de las centellas (1504)

Los misteriosos rayos globulares que acompañaban a los aviones en la Segunda Guerra Mundial

Son extrañas bolas de luz que flotan en el aire durante las tormentas y que, ocasionalmente, rompen ventanas y entran en los domicilios ante la mirada atónita de sus propietarios

21 de noviembre de 2020

Pedro Gargantilla

Las aventuras de Tintín están plagadas de fenómenos atmosféricos, desde las inundaciones periódicas propias del sureste asiático hasta las tormentas de arena, pasando por lluvias, vendavales, nevadas o arcoíris.

De todos ellos, el más impresionante es, sin duda, el rayo globular –también llamado centella o rayo bola- y que aparece en la portada de “Las siete bolas de cristal”.

Muy probablemente Hergé era conocedor de la ilustración “L`eclair en boule” –una bola de relámpago- que apareció en el libro de ciencia francés “La nature: revue des ciences et de leurs applications aux arts et a l`industrie”.

Ni rayo ni bola

Los rayos son uno de los fenómenos naturales más maravillosos que podemos observar, son descargas de luz en forma de arco, con una duración de apenas unas milésimas de segundo y con un voltaje muy elevado, equivalente a cientos de millones de voltios.

El rayo globular es desconocido por una gran mayoría de la población, en parte por su excepcionalidad. Se estima que se produce uno por cada diez mil rayos ordinarios que se registran durante una tormenta.

Esta baja incidencia provocó que no fuese hasta el 21 de octubre de 1638 cuando se consiguió la primera descripción sólida de la historia. Fue en el condado inglés de Devon, allí un fenómeno conocido como “the great storm” destruyó el techo de la iglesia de San Pancracio ante la estupefacta mirada de los fieles.

Tiempo después, el zar Nicolás II pudo ser testigo de excepción de uno de estos fenómenos durante un servicio religioso en una iglesia.

En Japón también son conocidos y forman parte de la tradición oral, se les designa con el nombre de “hitodama” y se asocian al alma de los muertos.

Hasta la Segunda Guerra Mundial las descripciones fueron anecdóticas, fue durante la contienda cuando los pilotos, tanto aliados como los alemanes, dieron cuenta de la presencia de puntos luminosos que “acompañaban” a sus aviones de combate. Los describían generalmente de una coloración rojiza o azulada.

A pesar de su nombre no son ni rayos ni bolas, a lo que más se asemeja es a un “platillo volante”. Su tamaño suele oscilar entre los diez y cuarenta centímetros, y suelen desplazarse por el suelo a una velocidad de escasos metros por segundo, acompañados de un ruido que recuerda a la crepitación del agua hirviendo o a un silbido.

El secreto está en el elemento número 14

Los rayos globulares siguen un patrón aleatorio, con movimientos no claramente definidos, unas veces se mueve forma rápida y otras veces flota lentamente, hasta que terminan por detenerse con un estruendo, dejando un olor nauseabundo a azufre, óxido nítrico u ozono en el ambiente.

La corta duración y la generación aparentemente espontánea explican por qué durante mucho tiempo no hayamos tenido una teoría científica consistente que los pudiese explicar.

Afortunadamente la situación cambió en el año 2007 cuando un equipo de científicos fue capaz de generar rayos globulares en el interior de un laboratorio, a través de la oxidación de nanopartículas de silicio. En ese momento los científicos se encontraban en condiciones de desarrollar una explicación científica.

Actualmente se acepta que cuando se forman este tipo de relámpagos algunos minerales del suelo son evaporados, generalmente aquellos que contienen silicio, y al contacto con el oxígeno del aire sus filamentos se inflaman, generando el fenómeno óptico. Así de sencillo…

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

https://www.abc.es/ciencia/abci-misteriosos-rayos-globulares-acompanaban-aviones-segunda-guerra-mundial-202011210305_noticia.html

Un fenómeno que inexplicablemente se autorreplica

Un fenómeno que inexplicablemente se autorreplica

3 de enero de 2025

imageImagen de autor Gene1970 en PIXABAY

– La Historia Jamás Contada –

Hará unos tres meses que pude leer por fin un libro al que había echado el ojo hacía… ¡45 años!, pero que nunca encontré en librerías salvo una ocasión, hace mucho también, en una especializada en libros un tanto raros, como los ocultistas y parecidos, pero que pronto desapareció de la estantería sin que el encargado pudiera indicarme cuándo, dónde o cómo podría yo hacerme con un ejemplar. Me refiero a OVNIS: OPERACIÓN CABALLO DE TROYA, del periodista, autor y guionista norteamericano John A. Keel. (Nada que ver con la saga del mismo nombre del también periodista e investigador J. J. Benítez.)

Supe de él por una reseña en la entonces muy popular revista mexicana CONTACTOS EXTRATERRESTRES, que en su mejor época, antes de caer en la excesiva comercialización de sus espacios, mucho aportó a la cultura de los amantes de lo extraño a través de artículos, extractos y recomendaciones de material impreso y fílmico de calidad que ampliaron nuestro campo de interés más allá del sensacionalismo o el mero entretenimiento, como es el standard entre los medios de masas.

Pues bien, al devorar -no sin degustarlo- el ansiado texto en cuatro días, comencé a percibir esa sutil sensación de miedo que ya había experimentado cuando mi primera inmersión maratónica en el tema a mis 13 años de edad en otra notable publicación, ésta española: CÍCLOPE, LA INCÓGNITA DEL ESPACIO, pues la obra de Keel tiene la virtud de llevarnos al estado de la cuestión OVNI en la segunda mitad de los años 60, justo en el auge -¿o debo decir escándalo?- de una intensa concentración o flap de misteriosas luces y objetos en el cielo, contemporánea exacta del Programa Apolo a la Luna, cuando la ciencia y la tecnología humanas parecían haber dicho la última palabra en cuanto a lo que era y no era en el Universo, pero lo Desconocido volvía a irrumpir en el Todo supuestamente conocido y controlado, lo que no podía menos que evocar en nosotros un cierto temor ancestral por mucho que nos sintiésemos científicamente preparados.

El autor comienza describiendo minuciosamente su metodología de recolección de datos, crucial para cualquier inferencia estadística o de otra especie a partir del fenómeno, “detalle” que suele escapárseles a tratadistas más light o aventurados, aún siendo lo que a fin de cuentas sostendrá todo el edificio teórico que se construya para describirlo y todavía más para explicarlo. (O cuando menos intentarlo, pues sigue siendo un misterio a pesar de Philip Klass, a quien cito aquí sarcásticamente por haber leído su decepcionante UFOS: EXPLAINED hace mucho también.)

Lo que me impactó apenas entrando en la materia del libro, fue constatar cuánto puede aportar una “simple” investigación periodística cuando está hecha profesionalmente, antes incluso de cualquier tratamiento teórico. En este caso, la descripción de un flap real: nada de fugaces avistamientos efectuados por viajeros solitarios o desencaminados transitando por zonas despobladas, el paisaje acostumbrado en la literatura y cine platillista tanto testimonial como de ficción, sino su manifestación espectacular ante tal vez cientos de testigos en zonas ciertamente concurridas, tanto rurales como urbanas, haciendo alarde de proezas imposibles y hasta absurdas para el observador, como los “aviones fantasma” con la cabina del piloto intensamente iluminada, lo que disminuiría radical y fatalmente su capacidad de visión durante sus vuelos nocturnos rasantes. “Esto tiene que ser un engaño”, es lo primero que se pensaría y tal vez lo era de hecho, pero ¿por qué o para qué? He aquí un misterio detrás del misterio. ¿Y qué hay de las regularidades cartográficas? ¿Y las curiosas constantes horarias y de los días de la semana? Otros tantos puzles para armar, aunque siempre con la incómoda sospecha de que no tienen sentido. No al menos para nuestra mente racional. Serían literalmente mind-wrecking devices, dispositivos para hacer naufragar la mente.

Ya en este punto y para no hacer, así sea involuntariamente, el papel de spoiler, mejor lean ustedes mismos el libro, bien vale el esfuerzo. Pero háganlo con “serenidad y paciencia”, como aconsejaba el gurú Kalimán a su chela -no me refiero a cerveza- Solín, los protagonistas de una conocida historieta de la época. El Capítulo 5, sobre la misteriosa nave que sobrevoló Estados Unidos en 1897, les resultará de lo más intrigante y a la vez esclarecedor.

P.D. ¡Quién iba a decir que sólo unas semanas después de mi hallazgo y consecuente lectura de que les he dado cuenta, se presentaría un flap como el que llevó a Keel a escribir este libro clásico!

Pero ustedes, amables lectores, tendrán su propia opinión sobre lo que podría haber detrás del inquietante asunto. Mientras tanto, pásensela lo mejor que puedan este nuevo año en este nuestro Planeta Encantado –haunted-, como lo describía el mismo John Keel.

imageFernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

https://sabersinfin.com/SB2023/un-fenomeno/