30 Años conviviendo con extraterrestres en las sierras de Córdoba 1986-2016 (1)

30 Años conviviendo con extraterrestres en las sierras de Córdoba 1986-2016

El singular caso del Uritorco en Capilla del Monte y su historia esotérica

Fernando Jorge Soto Roland*

Cerro Uritorco, Capilla del Monte, provincia de Córdoba (Argentina)

INTRODUCCIÓN

imageSecretos y grupos secretos que se mueven en secreto, fuera del alcance de la vista del mortal común y corriente, sobran dentro del mundo del esoterismo.

Fundaciones, asociaciones, cenáculos de estudio, logias, prioratos, órdenes y hermandades son los principales protagonistas de ese sustrato oculto que, como en todos los países, existen en la Argentina sin que mucha gente lo sepa.

Es lo más parecido a una novela de Dan Brown, aunque en ciertos casos mucho más peligroso ya que constituyen grupos reales, integrados por individuos reales que esgrimen pensamientos y proyectos que atentan contra los ideales racionalistas de la Modernidad, la democracia participativa, la libertad y el igualitarismo.

Tal vez por eso se cuidan de no asomar mucho la cabeza. Prefieren las sombras y, en lo posible, el anonimato. Desde ahí desarrollan, sin consecuencias inmediatas, sus propuestas abiertamente racistas, en ciertas circunstancias antisemitas, tanto como marcadas inclinaciones aristocratizantes y mesiánicas, milenaristas, incluso pro-nazi o fascistas.

Es en este universo cerrado, repleto de secretismos y sabios que arrastran a grandes masas acríticas hacia creencias delirantes y prácticas rituales por demás extrañas y sincréticas, en donde se forjaron las historias que trataremos en este ensayo.

Todo parece indicar que los brujos de turno han hecho bien su trabajo.

Sus ideas se colaron y prosperaron fuera de los núcleos originarios, arrastrando a cientos de personas y empresas dedicadas al turismo; quienes inocentemente y de manera subliminal, difunden concepciones, proyectos e ideologías para nada inocuas.

Se han camuflado bien. Disimularon con cuentos y leyendas inventadas (que a la postre terminaron creyéndoselas) otros dislates más oscuros, que por lo general parten de una literatura esotérica de derecha que enmascara concepciones imperialistas, nacionalismo tradicional extremo y segregación racial.

Representan la veta mística del conservadurismo reaccionario.

Por eso no es de extrañar que muchos de sus miembros provengan de las clases medias altas, cultas, que siempre han sido el semillero predilecto en donde germinan las más desquiciadas teorías y de donde salen los energúmenos que las difunden.

Por lo general, sus gurús son amantes de las sociedades orgánicas. De las jerarquías, del orden y de la seguridad que sólo la obediencia puede ofrecer. Sueñan con ello y creen que constituyen las bases de un Nuevo Orden, cuyo origen no dudan en ubicar en una Edad Media idealizada y a la que, nostalgiosamente, quieren volver (ahora) de la mano de entidades extrañas. Un verdadero paquete ideológico en el que se mezclan extraterrestres, seres de luz, ovnis, entidades elementales, ciudades perdidas y templarios protectores del Grial marchando a paso de ganso.

Es éste un mundo de sabios e iluminados en los que la duda no tiene cabida, ni los cuestionamientos o repreguntas encuentran eco. Lo que el maestro dice no se discute. Él es la autoridad máxima. El guía. El caudillo lúcido que conduce sin ser cuestionado. Su palabra es sagrada. Intocable. Irrefutable. Inmaculada. Sólo cabe seguirla, obedecerla. Absorber sus verdades reveladas. Ellos sí saben lo que hacen. Conocen el camino. Han sido preparados para eso. Y no importa cuán quimérico sea el sendero. Cuanto más ilógico y descabellado se presente, cuantas menos contradicciones se planteen y mayor sea la credulidad de los acólitos, más seguros están de alcanzar la salvación.

Para estos peregrinos del delirio el resto del mundo vive en el error y la ignorancia; alejados de las verdades sagradas, de los mensajes cósmicos, que sólo los iluminados pueden interpretar y de los que son depositarios.

Como cerebros de un organismo vivo (así conciben a la sociedad), se sienten los rectores naturales de una Nueva Era que se avecina irremediablemente. Y a la espera de ese momento, se ven obligados a no mostrarse demasiado, a conformar grupos cerrados en donde retroalimentarse mutuamente con sus fantásticas ideas conspirativas; para, cuando así los dispongan los Hermanos Superiores, tomar el mundo por asalto.

El conspiracionismo está a la orden del día. La información se escamotea. Las supuestas pruebas siempre están a buen recaudo, inaccesibles, escondidas en recónditas cámaras subterráneas o en manos de cuidadores celosos que darían su vida para que no se revelaran al vulgo.

Por eso se sienten perseguidos, censurados, por lo que llaman la ciencia e historia oficial. A las que consideran engendros intelectuales que no hacen más que criticarlos y relegarlos al absurdo.

Frente a esta supuesta conspiración de los grandes poderes políticos y académicos, ellos resisten desde protegidos fortines ideológicos tomando distintas formas y contenidos; que van desde publicaciones clandestinas en las hacen conocer sus coloridas y más arriesgadas teorías (por lo general revistas trimestrales o sin fechas fijas de distribución), ediciones de autor (libros de tirada muy limitada) que hacen circular en ámbitos aún más pequeños o conferencias muy selectivas (realizadas en casas particulares o sitios especialmente alquilados para ese efecto) en los cuales transmiten sus secretas doctrinas, haciendo uso de un lenguaje críptico, engorroso, que mezcla todo con todo, pero que en el fondo no suele decir nada.

La ciencia (oficial) y la razón (occidental), lejanas a los ideales trascendentes y metafísicos, son sus principales contrincantes. Armas esgrimidas por el enemigo, a los que se acusa de las más terribles calamidades que sufre el mundo. Por eso las niegan y combaten, sumergiéndose en un universo alternativo que, sin contención de ningún tipo, desarrolla el pensamiento mágico llevándolo a niveles inimaginables de delirio; y que nos hacen pensar que, en muchos casos, esconden problemas patológicos o psiquiátricos dignos de tratados en un consultorio.

En el mundo de los míticos, esotéricos y metafísicos, todo, absolutamente todo, es posible. Incluso la existencia de una ciudad perdida y subterránea en las cercanías del cerro Uritorco.

EL EMISARIO QUE VINO DEL TÍBET

imageÁngel Cristo Acoglanis fue el responsable más importante en la construcción de la mitología ERKS

Corrían los últimos años de la década de 1970 y Argentina, bajo un estado de sitio permanente, sufría, desde marzo de 1976, la peor de todas las dictaduras militares de su historia. En medio de aquel contexto de terror, sangre y plomo, un controvertido médico de supuesto origen griego iniciaba, desde su consultorio de la avenida Callao 1541, en pleno Barrio Norte de Buenos Aires, el reclutamiento de quienes iban a convertirse en sus admirados discípulos. Acólitos de un culto que iba tomando forma y que, contrastando con el contexto político del país, buscaba centrarse en valores profundamente espirituales, metafísicos, humanitarios y universales.

Nadie podía suponer por entonces que se estaban plantando las bases del actual fenómeno del Uritorco; y que toda una ciudad de la provincia de Córdoba, Capilla del Monte, iba a recibir el impacto, convirtiéndose en la meca esotérica de América Latina.

¿Quién era Acoglanis? ¿Por qué lo hemos caracterizado como controvertido? ¿En que consistieron sus enseñanzas y quienes fueron sus seguidores? ¿Por qué el presente éxito turístico de Capilla del Monte le debe tanto a este extraño personaje?

Ángel Cristo Acoglanis hizo de toda su vida un gran misterio, y sus discípulos se encargaron de adornarlo, exagerarlo y difundirlo, al punto de convertir al Maestro, tras su muerte, en un verdadero mártir. No sólo no se sabe de dónde Acoglanis sacó sus singulares prácticas rituales (a las arrastró a decenas de persona), sino que tampoco se conoce el origen de sus místicas teorías; que terminaron dando nacimiento a la etérea, perdida e intraterrena ciudad de ERKS.

Pero no está demás aclarar que no fue el único.

imageERKS (Encuentro de Remanentes Kósmicos Siderales). Plano de la mítica ciudad intraterrena ideado por Guillermo Terrera

Gurús de ese tipo han surgido en distintas partes del mundo y con resultados similares. En Brasil, por ejemplo, tenemos a un personaje que, desde fines de la década de 1960, fue el responsable de un culto esotérico que ha tenido un largo aliento.

Udo Óscar Luckner (así se llamaba) arribó al Brasil en 1968 buscando datos acerca de la misteriosa desaparición del famoso explorador inglés Percy Harrison Fawcett[1]. Estaba obsesionado con el explorador y sus locas teorías sobre la Atlántida. Por ese motivo se instaló en la región de las Sierras del Roncador, al norte de Barra do Garças (zona en la Fawcett había desaparecido en 1925). Al poco tiempo develó «al mundo» una experiencia personal sorprendente, que dejó a muchos con la boca abierta (por lo incongruente) y a otros, convertidos en ciegos acólitos, que consideraron a este risueño personaje sueco, como una especie de nuevo Mesías.

imageimageUdo Oscar Luckner y las Serras do Roncador

Según el propio Udo Óscar Luckner, mientras recorría las mencionadas sierras brasileñas se topó con una entrada secreta a través de la cual tuvo acceso a «las profundidades de la tierra» y a una ciudad subterránea en que la encontró seres superiores, portadores de un gran avance espiritual y tecnológico. Esta raza de misteriosos dirigentes sería la encargada de tutelar el destino de los hombres e impartir sus sabias enseñanzas a través de iluminados que, como él mismo, les servían de mensajeros[2]. Con tal objetivo, fundó un singular culto. Una secta cuyo centro de operaciones era el Monasterio Teúrgico de Roncador, al pie de dichos cerros, y cuya misión no sería otra que la de difundir la esotérica sapiencia de los intraterrestres, con los que (supuestamente) Fawcett habría entrado en contacto en 1925[3]. Al igual que Acoglanis, Luckner se transformó en un Maestro, respetado e idolatrado hasta el día de hoy.

Pero Acoglanis no sólo guardó silencio sobre el origen sus singulares enseñanzas públicas. Toda su vida está coloreada de sospechas y mentiras, incluso su propia nacionalidad.

Según él mismo afirmaba (y sus seguidores repitieron al hartazgo) era médico y nacido en Grecia, en donde había pasado su infancia y hecho parte de sus estudios secundarios; pero, debido a cuestiones políticas, se había visto obligado a exiliarse durante un tiempo en Albania (según unos y en India según otros), antes de partir hacia el Tíbet[4].

Dos de sus seguidores, Ricardo González y Roberto Villamil, transcribieron los dichos de

Acoglanis de este modo:

«Su familia decide enviarlo a Cachemira («¦) donde tenía un tío de buena posición económica. Grecia había estado ocupada por el ejército alemán, que, al retirarse, permitió la feroz lucha de los grupos de partisanos, en su mayoría de formación comunista, que luchaban por hacerse del poder en la desintegrada nación. La familia Acoglanis no comulgaba con esas ideas, razón por la cual deciden enviarlo al exterior para preservarlo. («¦) En 1950 llega a la India y luego de instalarse en Cachemira con su tío decide seguir medicina. Para ello se inscribió en la Universidad y, como el tío tenía relaciones con monjes budistas, Ángel accedió (un tiempo más tarde) marchar con ellos al Tíbet«[5].

Pero, tal como señala el escritor Guillermo J. Dangel: «Fue en esa mudanza en que había perdido el diploma y los documentos«[6]. Todo muy conveniente, claro, si lo que se pretende era ocultar su identidad.

Una vez instalado en el Tíbet, habría ingresado a un monasterio en Lhasa, iniciándose junto con los monjes del lugar en la mistérica medicina religiosa tibetana; y guiado por los sabios de la montaña, habría conocido los secretos médicos que, tiempo más tarde, lo hicieran popular en Buenos Aires.

Hacia los años «™60 ya había llegado a nuestro país, instalándose en la ciudad de Ramallo (provincia de Bueno Aires), en donde tuvo dos hijos. Pero no duró mucho tiempo en el lugar. Se mudó a la localidad de La Falda (Córdoba), donde se volvió a casar y tener un nuevo hijo, que falleció siendo bebé. Divorciado por segunda vez, se trasladó al norte cordobés y en Serrezuela compró un campo dedicándose a la actividad ganadera. Finalmente, y tras entablar relación sentimental con una nueva pareja, se vuelve a mudar a Villa Allende (Córdoba), que fuera el pueblo en donde estableció sus aposentos definitivos y tuviera cinco hijos más. Allí practicó acupuntura, osteopatía y quiropraxia con gran éxito Tiempo después, tras abrir su consultorio en Capital Federal, visitaría Villa Allende sólo los fines de semana para estar con sus seres queridos y realizar sus excursiones por Los terrones y Capilla del Monte[7].

En Buenos Aires, sus técnicas se volvieron famosas en poco tiempo y la lista de pacientes creció, tanto en número como en calidad. Cuentan que Acoglanis atendía al mismísimo presidente de Paraguay, el dictador perpetuo Alfredo Stroessner, «(«¦) que se enorgullecía en tenerlo como médico de cabecera«[8].

Pero no todos tenían la misma opinión, especialmente en el gremio de los médicos. La mayoría siempre lo juzgó con desconfianza. Lo miraron de soslayo y dudaron que efectivamente hubiera conseguido su matrícula en la facultad. Pero las técnicas de Acoglanis parecían surtir efecto entre los enfermos. Todo indicaba que era una excelente quiropráctico y sabía cómo realizar ajustes en los músculos y huesos de la espalda, quitando el malestar y el dolor. No fueron pocos los «colegas» que siguieron llamándolo doctor, aun manteniendo sospechas fundadas respeto de su educación formal universitaria. Otros, en cambio, no dudaron en ver en Acoglanis un excelente médico. Tal es el caso del reconocido pediatra Florencio Escardó, con el que llegó a tener una amistad muy personal, duradera y sincera.

Pero hay que considerar un punto. Escardó tuvo, hacia el final de su vida, una marcada veta de inclinación esotérica, llegando a publicar en el diario La Nación un artículo titulado El Nino y los Ovnis; francamente interesante por el nivel de delirio conspirativo, errores y prejuicios históricos que maneja en sus párrafos.

«Los que sucede con los ovnis es un ejemplo paradigmático. Todo autoriza a aceptar que intereses complejos y oscuros traban la posibilidad de una actitud abierta y sana frente al fenómeno ovni y que no es por rigor científico que se pone en sistemática duda su naturaleza y origen, por el contrario, una copiosísima información científica (digo científica y no técnica) obliga a reconocer su presencia como un fenómeno constante desde las edades más remotas y todas las culturas han dejado documentos de la conciencia que el hombre ha tenido de astronautas y astronaves; aplicar un juicio actual al fenómeno equivale a suponer que los egipcios fueron más atrasados que nosotros porque no conocieron la licuadora. («¦) Pienso que los docentes están obligados a exponer a sus alumnos una ordenada documentación de los testimonios que reposan en escritos y documentos y que, hasta el momento, no tienen el menor lugar en los planes docentes, el camino más corto es llevar regularmente a los estudiantes al cine a ver y analizar películas documentales como Recuerdos del Futuro y otras no documentales pero que abordan con alto espíritu problemas de relación del hombre con el cosmos y de su destino en la tierra si se sigue cultivando el actual estilo de destrucción ecológica; seria también adecuado hacerles comentar párrafos del libros como los de Daniken, Berliz, Hansen o Bergier, para no citar sino unos pocos y accesibles. Pero ello será vana labor si al mismo tiempo no se infunde al niño y al joven un abierto espíritu de hermandad cósmica y se ofrece la idea de que quienes viene o pueden venir en las naves no son ni invasores ni enemigos, sino hermanos más evolucionados en cumplimiento de altas y necesaria misiones («¦)«[9].

Nadie puede poner en duda la extraordinaria capacidad que como médico tuvo Escardó. Pero como dice el dicho: «Al Cesar lo que del Cesar«. Ningún historiador profesional consideraría sus consejos, a no ser para rescatar y señalar los errores que se barajan cada vez que se ponen en el tablero de la historia humana a los mentados extraterrestres.

Sea por motivo que fuere (empatía, amistad, influencia mutuas), Escardó ayudó mucho a Acoglanis (incluso, tras la muerte del quiropráctico, siguió manteniendo con la viuda una sostenida relación amistosa). Nunca refirió o dejó entrever que era un chanta. Todo lo contrario. Confiaba en las habilidades del «griego» al punto de elevar un pedido a la Facultad de Medicina de la UBA para que se formara un tribunal médico y evaluara a Acoglanis, para que así pudiera revalidar su título académico (extraviado en la mudanza antes citada).

Esta solicitud hecha por Escardó está consignada explícitamente en el libro escrito por dos «contactados«, y seguidores de Acoglanis[10].

«Escardo era muy amigo y a su vez paciente de Ángel. En afán de ayudar a Acoglanis «“su amigo- y hacer justicia con su situación curricular, le formo una mesa examinadora con notables de la medicina, para reconocerle su título de médico que no había podido revalidar en el país»[11].

Pero lo que no dicen es que Acoglanis, en las dos oportunidades en las que el tribunal se conformó para evaluarlo, no se presentó. Se excusó aduciendo que estaba ocupado atendiendo urgencias[12]. Por ende, el paso definitorio que lo hubiera calificado como médico nunca se concretó, y las dudas se mantienen hasta hoy[13].

Por otro lado, respecto de su verdadera nacionalidad también hay profundos y confusos baches de información. Al carecer de documentación fehaciente que certifique su origen griego, todo hace suponer que ese dato también era falso. Incluso hay referencias de que Acoglanis había sido expulsado de la sociedad helénica de Córdoba al comprobarse que no era efectivamente griego, sino oriundo del pueblo de Ramallo[14]. Si datos como esos fueron tergiversados, es muy posible que el viaje al Tíbet también haya sido producto de su imaginación. Por supuesto, no hay, más allá de las declaraciones que él mismo hiciera en vida, pruebas que sustenten esos dichos.

Como es de notar, las imposturas y las mentiras parecerían acumularse cuanto más nos adentramos en su historia. Claro que, para aquellos que lo creyeron y consideraron un iluminado maestro, todos los cuestionamientos y dudas que surgen entorno a Acoglanis no son más que calumnias o el producto de una operación de desprestigio orquestada por oscuras organizaciones secretas que pretenden mantener en la ignorancia a la raza humana, impidiendo que se conozca no sólo la existencia de extra e intraterrestres, sino los fluidos contactos que ciertos hombres superiores mantienen con ellos desde hace años. Toda persona que esté medianamente familiarizada sobre la delirante mitología contemporánea de los ovnis habrá escuchado hablar de los famosos Hombres de Negro (Men in Black), quienes, «como todo el mundo sabe«, han amenazado, incluso asesinado, a testigos presenciales de ovnis, en especial después del supuesto plato volador que cayó en Roswell, Nuevo México (EE.UU.) en 1947.

Todo un mundo de tinieblas y organismos secretos atentan contra la verdad, imponiendo otra que los creyentes llaman, despectivamente, «oficial«. La conspiración mundial está en marcha y no hay nada que se pueda hacer contra ella. Absolutamente nada. Quien cree en conspiraciones, dijo Jorge Halperín, no necesita pruebas de ningún tipo. Estamos en el universo de la pura creencia.

Ángel Cristo Acoglanis murió asesinado por uno de sus discípulos y amigo personal, a los 63 años de edad, el 19 de abril de 1989, en su consultorio de la avenida Callao de Buenos Aires. Su victimario no era otro que Rubén Antonio, esposo de la socia de Acoglanis en la consultoría alternativa que regenteaban y hermano del conocido financista multimillonario (amigo íntimo de Juan Perón), Jorge Antonio.

El asesino, quien le pegó siete balazos en presencia de una secretaria y varios pacientes que estaban en la sala de espera, expresó al entregarse de inmediato a la policía, que se sentía aliviado por haber matado a un brujo. Y eso fue todo. Claro que la hagiografía panegírica en torno al griego convirtió este luctuoso episodio policial en parte de una operación oculta, que involucraría a altos funcionarios del Estado. Es así como la jueza que llevó el expediente de la causa fue sospechada, dando paso a decenas de especulaciones dignas de un episodio de los X-Files[15].

Lo cierto es que Rubén Antonio fue declarado inimputable y, tras apenas un año de estar recluido en una clínica psiquiátrica del barrio de Saavedra, fue dado de alta y trasladado a un lujoso departamento de la Recoleta en donde vivió libremente hasta el 28 de julio de 1993, fecha en la que se suicidó tirándose desde la terraza del edificio.

Estas dos muertes trágicas inflamaron la imaginación de los acólitos.

¿Que escondía el medico griego? ¿Que perseguía Rubén Antonio? .Cual fue el móvil del crimen? ¿Acaso lo asesino porque Acoglanis mantenía una relación extramatrimonial con la esposa de Antonio? ¿O fue una mera cuestión de deudas?

Estas hipótesis se esgrimieron en los diarios de la época. Pero eran cuestiones demasiado sórdidas y terrenales. A los seguidores del médico no les bastaron. Algo superior tenía estar tejiéndose detrás del crimen. ¿Una conspiración para ocultar los secretos de Erks? Muchos ni lo dudaron. Incluso hasta el día de hoy siguen diciendo que algo se esconde detrás de ese común y corriente asesinato. Muy típico dentro del mundo de los afectos al misterio y los enigmas[16].

Lo cierto es que Acoglanis terminó sus días trágicamente y sus restos trasladados al cementerio de Capilla del Monte, donde fueron inhumanos. Allí descansan bajo una lápida en una tumba sencilla, anodina, cubierta casi por completo por un rosal. En ese pequeño predio de tierra reposan los huesos de Sarumah.

Será este nombre el que nos lleve a conocer las curiosas ceremonias que Acoglanis organizó a los pies del Uritorco.

imageimageTumba de Ángel Cristo Acoglanis. Cementerio de Capilla del Monte. Epitafio: «En la luz y en el amor siempre»

ContinuarỦ


* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[1] Véase todo lo referido a Fawcett y sus expediciones delirantes en http://lasvocesdebabel.blogspot.com.ar/2013/04/percy-harrison-fawcett.html

[2] Véase al respecto: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/percy_harrison_fawcett_y_su_delirio.htm

[3] Véase al respeto: http://www.akasico.wanadoo.es/akasico/html/carticulos/67618_3.html

[4] Como puede verse tampoco su periplo en el «exilio» es claro. En tanto que Guillermo Dangel nombra Albania, González y Villamil ni siquiera indican esa escala previa al Tíbet.

[5] González, Ricardo y Villamil, Roberto, Las Luces de ERKs y las Ciudades Subterráneas, Publicaciones Ecis, Buenos Aires, 2012, pp.35-36.

[6] Dangel, Guillermo J., Todo sobre el cerro Uritorco y la ciudad de Erks, Libros de La Tortuga, Buenos Aires, 2012, Pág. 15.

[7] Todos estos datos fueron recogidos por Roberto Villamil, amigo personal y fotógrafo de Acoglanis, pero de los cuales el mismo Villamil dice no tener confirmación alguna. Todo indica que las mudanzas y el ir y venir de un lugar a otro fueron un componente permanente en la neblinosa vida de Acoglanis. Véase: Villamil, Roberto y Cairo, Gustavo, Ángel Cristo Acoglanis, el portero de Erks, 3R Ediciones, Buenos Aires, 2015.

[8] Dangel, G. op.cit. Pág.16.

[9] Véase: Escardó, Florencio, El Nino y los Ovnis. Disponible en Web: http://www.angelfire.com/scifi/etdelsol/archivos/Merkabah/florencioescardo.htm

[10] Nota: En el universo de la ovnilogía, un «contactado» es aquella persona que dice haber tenido (y tener) contacto con entidades extraterrestres, seres de luz o intraterrestres, según los casos. La mitología sostiene que esas comunicaciones pueden ser tanto físicas como telepáticas (¡).

[11] Gonzáles. R. y Villamil, R., op.cit, Pág. 168.

[12] Véase: Dangel, op.cit., Pág. 33.

[13] Nota: Más allá de toda suspicacia, aquellas personas que fueron atendidas por Acoglanis todavía recuerdan el modo en que sanaron sus dolencias tras pasar, literalmente, por sus manos o seguir sus consejos terapéuticos. En enero de 2015, en el pueblo cordobés de San Marcos Sierras (a muy pocos kilómetros de Capilla del Monte), tuvimos oportunidad de conversar con una remisera local de nombre Mabel que aseguró haber conocido a Acoglanis («Mi maestro«, dijo) y haber sanado de una dolencia «terminal» de riñón («que se me habían caído de hacer tanto esfuerzo«) después de varias consultas con el controvertido «médico». Así todo, dijo desconocer la veta mística de Acoglanis y los extraños rituales que practicaba en la zona de Los Terrones. Sólo después de su muerte y del revuelo que se desató en Capilla del Monte, se enteró de lo que parece haber sido un aspecto no demasiado publicitado de sus actividades (a no ser si se era una persona de confianza).

[14] Dangel, G., op.cit., Pág. 84.

[15] La muerte de Acoglanis es parte de una trama de ficción muy entretenida en la novela El Séptimo Bastón de Dios. Véase: Nico, Jorge y San Honorio, Ramiro, El Séptimo Bastón de Dios, Editorial Planeta, Buenos Aires, 2012.

[16] Nota: Sobre el asesinato de Acoglanis véase en capítulo 5 del libro de Guillermo Dangel, op cit. pp.43-49.

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