30 Años conviviendo con extraterrestres en las sierras de Córdoba 1986-2016 (2)

RITUALES EN LAS SIERRAS

imageLos Terrones, Córdoba. Escenario predilecto de Acoglanis y su grupo para realizar los «contactos» que decían tener con los seres intraterrenos de la ciudad de ERKS.

Todo aquel que conozca la región de Los Terrones, vecina a la ciudad de Capilla del Monte, sabe de lo impactante que son sus paisajes. De sus gigantescas formaciones pétreas y de las miles de pareidolias que somos capaces de imaginar observando las irregularidades que la erosión hídrica y eólica han producido a lo largo de los siglos[1]. Es el escenario perfecto para desarrollar la imaginación y no es casual que los tours turísticos actuales exploten eso al máximo, estimulando al viajero a ver «rostros«, «animales» y «objetos» de todo tipo «tallados» por nuestras mentes en las sierras.

Fue en este sitio donde, hacia finales de la década de 1970, Ángel Acoglanis se reunía con sus seguidores para contactarse con los misteriosos habitantes de la ciudad intraterrena de Erks; urbe que parece haber sido producto de su propia inventiva y de la que no se tiene referencia antes de que el medico griego hiciera referencia a ella.

¿Qué es Erks? ¿En qué consistieron las ceremonias que presidia Acoglanis? ¿Quién era Sarumah? ¿Que se perseguía con toda esa parafernalia esoterico-mística? ¿Dónde está plasmado todo este delirio?

Hay en Capilla del Monte un hotel que, en el hipotético caso que se impusieran a nivel mundial de los credos New Age, bien podría llegar a equipararse con el establo de Belén. Es que en sus instalaciones tomó forma definitiva lo que podríamos considerar un nuevo culto: el de Erks y los supuestos Hermanos Superiores que la habitan.

Muchas localidades de Córdoba parecen haber sido signadas a nacer bajo las sombras de un hotel. Es algo común en enclaves turísticos. Tal es el caso del Eden Hotel (así, sin acento), erigido en 1898, varios años antes que sugiera la ciudad de La Falda; o el Gran Hotel Viena de Miramar de Ansenuza, levantado a principios de la década de 1940, y que, si bien no fue el germen del balneario cordobés de Mar Chiquita (sí lo fue el Hotel Mira-Mar), le dio a la región un impulso turístico considerable.

En Capilla del Monte ese privilegio lo tiene el legendario Hotel Roma, ámbito de reunión de Acoglanis y sus discípulos cuando la ciudad todavía era un pueblo y no se había convertido en la Meca esotérica de América latina que es hoy.

Si bien es cierto que otros hoteles, más tradicionales y antiguos, colocaron a esta zona serrana dentro del mapa turístico argentino (por ejemplo el viejo Hotel Capilla del Monte, frente a la plaza principal), el Hotel Roma tiene un aura muy especial (no podía ser de otro modo) por ser el conventículo que reunió a los primeros grupos esotéricos que se acercaron a esas sierras. Y Ángel Acoglanis fue el pionero. Después desfilaron por sus instalaciones relevantes místicos y oviniólogos, sabios del ambiente, como Pedro Romaniuk, Guillermo Terrera y Fabio Zerpa entre otros. Mucho le debe la ciudad a este singular hotel. Si no hubiera sido por El Roma (como lo llaman casi con cariño) es probable que Capilla del Monte seguiría siendo el típico pueblito serrano, con su «Sendero de las Cabras» para ascender al Uritorco (rebautizado como el «Sendero de los Peregrinos Cosmicos«)[2], y no la sede del Festival Alienígena del mes de febrero o de múltiples congresos sobre ovnis.

Desde el Hotel Roma partían las caravanas de autos y camionetas, no bien empezaba a bajar el sol, con dirección a Los Terrones. El «guía griego» encabezaba el grupo de elegidos y, tras llegar al sitio convenido, cuando las estrellas titilaban sobre sus cabezas, ellos, los expedicionarios, organizados en semicírculo en la cima del cerro, iniciaban su tan particular ceremonia.

En ese momento Acoglanis, vistiendo una túnica blanca y presidiendo la reunión, empezaba a entonar un extraño cántico (mantra), en un idioma que él decía era desconocido en la Tierra, y que llamaba Irdín, «la lengua que hablan las inteligencias superiores«[3]. Claro que esas estrofas (que no tienen sentido alguno, como es lógico) no eran cánticos al azar[4]. Para los creyentes, el mantra en realidad constituía una invocación a las estrellas y los seres de luz que habitaban en Erks. Pero quien la pronunciaba no era en realidad Acoglanis. Para entonces, el «médico» había canalizado a una entidad de la ciudad subterránea que era quien hablaba a través de él: Sarumah.

Y así, poseído por ese «ser cósmico» y «tras pedir permiso a los hermanos superiores para que se manifestaran«, empezaba el espectáculo.

«(«¦) Una majestuosa coreografía de luces comenzaban a aparecer y desaparecer. No había dudas de que se estaba entablando un dialogo o comunicación. Nos dan la bienvenida, decía satisfecho Acoglanis. Las esferas descendían del cielo, rodeaban la montaña, los árboles y la vegetación del lugar en una manifestación fantástica que, en la mayoría de los casos, motivaban que muchos de los presentes rompieran en llantos de emoción y otros cayeran desmayados al piso de la montaña»[5].

«Las luces se acercaban a nosotros casi rozándonos»¦ Y corrían por el cielo de aquí para allá. Iluminaban los árboles, la plataforma donde estábamos parados y la silueta de la montaña que estaba frente a nosotros («¦) Conciente de nuestra alteración, Acoglanis (Sarumah) nos explicó el significado de las luces y el significado de la ciudad intraterrena de Erks, enclave que esta invisible a las miradas indiscretas y solo se materializa en determinadas circunstancias. En el lugar, nos dijo, conviven aproximadamente 18.000 seres, entre ellos los ancianos sabios de las estrellas, cuya existencia no puede calcularse en el tiempo conocido por los humanos. Erks (Encuentro de Remanentes Kosmicos Siderales) es uno de los lugares donde se concentra toda la información vital del planeta y su relación con el universo circundante»[6].

«En contadísimas ocasiones, en medio del despliegue de luces que rodeaban el lugar donde se encontraban los invitados, de la profundidad del valle comenzaban a emanar rayos de luz de distintos colores y en forma mágica: se materializaba la ciudad de Erks»¦»[7].

Terminada esta especie de sesión espiritista tan particular, se subían a los autos y regresaban a Capilla del Monte, donde continuaban las clases teóricas del Maestro Sarumah en el Hotel Roma.

Entre 1981 y 1989 los cursos, charlas y visitas nocturnas a Los Terrones se sucedieron periódicamente y Acoglanis, poniendo todas sus energías en el tema, no sólo se convirtió en un contactado famoso dentro del ambiente esotérico sino también en un reverenciado teórico cuyo legado quedó pasmado en una serie de panfletos de reducida circulación, conocidos como Los Diarios de Erks (hoy de fácil acceso por Internet, pero de muy difícil consulta en los años en que fueron escritos)[8].

Los Diarios en realidad no son más que una larga serie de incoherencias, argumentos irracionales y fantasías que parecen salidos de una mente decididamente esquizofrénica, producto de una mezcolanza bien propia de la New Age que terminó fascinando a decenas de personas, muchas de las cuales, con el tiempo, agregaron conceptos e ideas de sus propias cosechas. Tal es el caso de Trigueirinho, un automentado metafísico brasileño que se encargó de difundir mundialmente la existencia de la ciudad subterránea del Uritorco en uno de sus libros, Erks. Mundo Interno (1989); que escribiera por pedido y consejo del propio Acoglanis/Sarumah antes de morir (dicen que él mismo le entregó todo el material necesario para la redacción del trabajo).

La melange es por momentos lisa y llanamente incomprensible. Un atajo de dislates inimaginables del que daremos cuenta brevemente, a fin de ilustrar los excéntricos conceptos que se transmitían y que, según los creyentes, «solo los iniciados pueden entender cabalmente«.

Erks (Encuentro de Remanentes Kosmicos Siderales) es una ciudad no-humana ubicada en el corazón lítico del Uritorco. Un sitio de congregación de seres de otros mundos cuya misión no es otra que la de difundir enseñanzas espirituales a los terrícolas. Una especie de centro de entrenamiento del que saldrán los iniciados que sobrevivirán a la hecatombe final por venir.

Acoglanis la llamaba La Ciudad de la Flama Azul y aseguraba que las luces que aparecían en Los Terrones y en el cerro Uritorco eran naves voladoras intraterrestres y, en otras ocasiones, entidades cósmicas evolucionadas que habían alcanzado un nivel de inmaterialidad que los señalaba como seres mucho más avanzados que nosotros, a los que llamaba Hermanos Superiores (a uno de ellos, Sarumah, era a quien Acoglanis canalizaba).

El médico griego afirmaba haber visitado Erks y no le tembló la mano al sentenciar que la ciudad tenía una antigüedad de 21.000 años, ni al describir los templos, calles y edificios que levantaban en ella; o las conexiones subterráneas que la ligaban y a otras muchas ciudades intraterrenas desperdigadas por el mundo.

La tecnología ¿erksiana? es un capítulo aparte y también fue descripta por Sarumah/Acoglanis.

«La ciudad que visite, conocida por muchos como Erks,(«¦) existe un modelo de armonía solar, construida por seres superiores de otros sistemas, desconocidas por nuestras leyes. Ellos se desplazan sin ningún apoyo dentro del templo de la esfera dorada, asistidos por el sacerdote Nagualkhuma[9].

Y agrega:

«He visitado una especie de usina-laboratorio, donde se procesa la energía que se obtiene del éter; esta energía se condensa hasta producir con ellas varillas que son las que se utilizan como combustible, para la iluminación del reino»[10].

Finaliza indicando:

«También conocí las máquina del tiempo, donde se procesan los datos de las personas; en este caso el mío, por el sistema de espejo que fue dando mis huellas a través del tiempo«[11].

Dicen que «para muestra basta un botón»[12]. Creemos que las referencias citadas son prueba

cabal de este dicho popular.

¿Qué más agregar?[13]

En ese corpus teórico, transmitido como si se tratara de una revelación divina, los fenómenos paranormales se mezclaron con elementos de religiones extrañas, con misteriosas razas antediluvianas, civilizaciones perdidas en escondidos centros de poder, culturas intraterrestres, hinduismo, budismo, chamanismo y, como no podían faltar, continentes desaparecidos (Atlántida, Lemuria, Mu). Como producto de esta mezcolanza, elaboraron (sustentados en la Teosofía) una doctrina secreta y universal que sólo los iniciados en el tema podían conocer[14]. Convertidos en preclaros guías espirituales, ellos serían los nuevos elegidos para guiar a la humanidad hacia una nueva era de conocimiento y humanitarismo, lejos de cualquier sendero racional proveniente de occidente.

El deseo de encontrar un espacio virgen, aislado, puro, esencia inmaculada de la alteridad absoluta, más allá de las geografías exploradas de nuestro planeta, condujo a muchos (desde los días en que los conquistadores buscaban el Paraíso Terrenal) a encontrar imaginariamente reservorios de pureza, sapiencia y humanismo prístino, incluso debajo de la tierra. Y cuando la geografía física, reconocida y explorada, resultó no ser tan maravillosa, entró en vigencia la quimera de las dimensiones paralelas o portales interdimencionales, detrás de los cuales no sólo se perpetúan «bibliotecas secretas» sino también Hermanos Superiores que, más allá del bien y del mal, dirigen a escondidas los destinos conspirativos de toda la humanidad.

La muerte de Acoglanis en 1989 no puso fin a esta corriente, ni fue el único profeta de Erks. Hubo otro, tan excéntrico en sus juicios como el médico griego. Se llama Alfredo Di Prinzio y es el responsable de haber traducido a un lenguaje más corriente y llano los textos (incongruentes por momentos) que dejara su maestro y amigo[15].

También él adoptó un «nombre cosmico«: Kuthuma; y de igual forma que muchos otros afirma haber recibido un «llamado interior» que lo convocaba a Los Terrones y al Uritorco. Una vez allí, tras conocer en persona a Acoglanis, la vida de Di Prinzio dio un vuelco fenomenal, según dijo en un reportaje realizado en Italia (país en el que actualmente vive). Por otra parte, en esa misma entrevista dio una nueva versión sobre la vida del griego. Datos biográficos que confunden aún más su ya turbia historia y nos asienta en la hipótesis de la mentira y el encubrimiento. En su versión, Di Prinzio equipara (¿o confunde?) los sucesos de la vida de Acoglanis con los de otro personaje emblemático, del que hablaremos más adelante, llamado Orfelio Ulises Herrera (quien, según comentan, también anduvo aprendiendo secretos por el Tíbet). Asimismo, el ítalo-argentino deja asentado claramente un aspecto poco explicado hasta ahora: el de las ideas milenaristas que se desgajan de las historias de Erks.

En su libro, G. Dangel, las explicita claramente citando parte del reportaje que le hicieran a Di Prinzio en Italia.

«Ellos (los habitantes de Erks) vienen a nosotros a través de la energía de luz, ya que todo es energía y esa es la mejor manera de interactuar con nosotros. A su vez están en contacto con entidades extraterrestres en el mismo nivel de desarrollo y espíritu. Todas las inteligencias están enfocando hacia un único objetivo: ayudar a la Tierra durante el cierre de un ciclo de evolución y la apertura de uno nuevo, para ayudar a la humanidad»[16].

Para Di Prinzio/Kuthuma, cuando ese momento nos alcance, muchos seres humanos serán rescatados por los habitantes subterráneos de Erks y llevados a las profundidades de la Tierra para ponerlos a salvo, en tanto que sus colegas extraterrestres se dedicaran de lleno a limpiar y poner en orden la superficie del planeta.

¿Sorprendido?

Pues el asunto no termina allí. Kuthuma desarrolla también una historia alternativa de la humanidad.

Obviando todos los estudios históricos y antropológicos (tanto físicos como culturales) de los últimos 100 años, afirma (sin que le tiemble la pera) que nuestra especie, la Homo Sapiens-Sapiens, es el producto de una intervención realizada por alienígenas; y que una primera humanidad se ha extinguido hace milenios por causa de una mala administración de los recursos del planeta.

Como puede notarse, las influencias del célebre hotelero suizo, Erich von Däniken, devenido en sabelotodo durante la década de los «™70, gracias a su delirante best Sellers (Recuerdos del Futuro), ha hecho mella en muchas cabezas. Y ni qué hablar de las malas interpretaciones de la cosmovisión maya o de las modernas leyendas que circulan respecto de los ovnis.

Con relación a esto último, Di Prinzio, concentrándose en nuestra época, no sólo entrevera a intra y extraterrestres en una competencia que parece salida de una película de Star Wars, sino que vuelca su sapiencia en estudiar el pacto secreto que (como todos sabemos) existe entre el gobierno estadounidense y «los ET grises«.

Punto.

Basta por ahora.

Con todo lo expuesto, cualquier persona medianamente formada puede darse cuenta de los supuestos de los cuales parten todos estos «sabios» y hacia qué público están orientados.

Todo es un sinsentido de cabo a rabo.

Claro que lo interesante (y preocupante) del tema son las causas que llevan a que estos discursos tengan cabida, oyentes y, lo que es peor, creyentes.

Nada, absolutamente nada, de todo esto es cierto. No existe una sola prueba, ni un solo indicio, que nos lleve a tener siquiera una duda razonable[17].

La única manera de entender estos delirios pseudo-históricos es considerar el discurso de los gurús del Uritorco como parte de un nuevo culto en el que la fe lleva las de ganar y el amor, la compasión y ayuda divina ya no vienen de un Dios (solar, lunar, o del cuerpo celeste que fuera) sino de seres superiores (Hermanos Superiores) provenientes del espacio exterior, interior o extradimensional, según los casos.

Ahora sí podemos ya conectar la temática tratada con otro hecho, acaecido tres años antes del asesinato de Acoglanis, y que sería el acelerador que llevó a Capilla del Monte a ser lo que es hoy: la Capital Nacional del fenómeno ovni.

ContinuarỦ


[1] Pareidolia (derivada etimológicamente del griego eidolon (εἴδωλον): «˜figura»™ o «˜imagen»™ y el prefijo para (παρά): «˜junto a»™ o «˜adjunta»™) es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible.

[2] Véase: Makic, Mario, «En busca de la ciudad perdida del Uritorco«, capítulo 9, en Cuadernos del camino. De Tierra del Fuego al cometa Halley, Editorial Marea, Buenos Aires, 2005.

[3] González, Ricardo, op.cit., pág. 42.

[4] La invocación, que fuera grabada oportunamente decía lo siguiente: Guama Imanuak/Guana Igikuna/Guana Cuatil/Manuana Iku/Naguana y Mu/Eneguna Iuk/Guana Iguaikuana/Guana Guanta. ¿Qué significa esto? Sólo Acoglanis lo sabía. Sólo él entendía el idioma Irdín. Un desatino de principio a fin.

[5] Gonzáles R. y Villamil R., op.cit, pág. 43

[6] Ibídem, pág. 165.

[7] Ibídem, pág. 43.

[8] Véase: Los Diarios de Erks, autor Sarumah. Disponible en Web: http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[9] Ibídem. Disponible en Web http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[10] Ibídem. Disponible en Webhttp://www.erks.org/diarioerks1.htm

[11] Ibídem. Disponible en Web: http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[12] Aquellos que decidan conocer en detalle la delirante cosmovisión imaginada por Acoglanis no tiene más que consultar los «Diarios» arriba citados.

[13] Nota personal: En enero de 2015, mientras recopilaba información para la presente investigación en Capilla del Monte, tuve la oportunidad de contratar, en una conocida oficina de servicios turísticos del centro de la ciudad (y a precio bastante elevado por tratarse de una incursión espiritual), un tour nocturno a lo que llamaban «Las Puertas del Cielo«, un cerro de casi 1500 m.s.n.m. cercano a Los Terrones. El objetivo de la excursión era participar en una ceremonia de «sanacion almica«, en el corazón mismo del lugar en donde Acoglanis había dado origen a toda esta historia. El especialista que comandaba al grupo (de unas trece personas aproximadamente) se presentó como un «contactado» y discípulo de Trigueirinho. No bien hicimos cumbre (jamás olvidaré ese cielo maravilloso tachonado de estrellas titilantes) tendió una gran lona en la que todos nos sentamos en círculo. Acto seguido solicitó que apagáramos todas las linternas y la oscuridad (noche sin luna) nos tragó. Tardamos unos minutos en adaptarnos las tinieblas. Pero nada debíamos temer: el maestro sanador nos guiaba. Entonces, tras tocar lo que supuse era un xilofón (era un cuenco de bronce), y bajo la reververancia del sonido que salió del instrumento, dijo: «Pedimos a los maestros de Erks, nuestros ángeles custodios, que se hagan presentes aquí y ahora. Que descienda una campana de luz de bendición y ampliación de la conciencia para este grupo. Tomamos aire y vamos llenando de luz el corazón«. Acto seguido hizo que nos presentáramos. Me sorprendió que muchos dijeran que habían recibido un mensaje para concurrir a ese lugar. Evidentemente «querían creer». No pude más que recordar el viejo film Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Entonces el gurú continuó: «Todos saben lo que es Erks. Encuentro de Remanentes Kosmicos Siderales. Ellos son como nosotros, pero sin cuerpos físicos, en otro estado de vibración evolutiva. Estamos ahora en el valle de Erks. Yo podría ahora convocarlos para que aparecieran, pero no lo voy a hacer. No solo por el susto que se llevarían, sino porque vibratoriamente hay que tener un trabajo previo. Hay que estar preparado. Hay que tener una adecuación vibratoria para que uno se pueda entregar a ese tipo de experiencia.» En la siguiente hora y media habló sobre las experiencias de encarnación de las almas provenientes de ¡Orión! y de cómo cada uno antes nacer elige la familia en la que va a vivir. Obviamente no dejó de referirse a la reencarnación y las vidas anteriores como origen de los traumas. Toda una parafernalia pseudo-psicológica en la todo se mezcla con todo.

Como puede observarse, parte de las experiencias iniciadas por Acoglanis hace ya varias décadas (en lo que nuestro gurú llamó «El Portal de la Transformación») siguen en pie. Vivas y redituables. (Archivo del autor).

[14] La teosofía o «Sabiduría e los Dioses» fue una sociedad mística fundada (entre otros) por la carismática y desquiciada Helena Petrovna Blavatsky. Madame Blavatsky, como era popularmente conocida, representa uno de los escalones más elevados del delirio esotérico del siglo XIX. Sus múltiples escritos, herméticos y misteriosos, dieron con el tiempo insospechados frutos en el árbol del irracionalismo occidental. Frutos que aún hoy siguen madurando en decenas de sectas, cofradías y grupos, extendidos a lo largo de todo el mundo, cuyas teorías explotan y difunden los iluminados obispos de la New Age. Rusa de origen, esta mujer obesa y de profunda mirada, transitó por cuanta actividad mistérica pueda uno imaginarse. Desde el espiritismo con base en la doctrina de Allan Kardec, hasta la supuesta canalización de información procedente de hermanos superiores que vivían en lo alto del Tíbet, en lo profundo de las selvas e, incluso, en subterráneas ciudades secretas, donde se conservaría el legado sapiencial de los antiguos atlantes (raza, según la iluminada rusa, de hombres superiores que habrían dado origen a todas las altas culturas de la antigüedad, a un lado y otro del océano Atlántico). Con base en estas ideas fundó en 1875 la Sociedad Teosófica, en la que se nuclearon importantes personalidades en torno a teorías de difusionismo cultural y de profunda raigambre racista. Todos ellos contribuyeron a reescribir (sin pruebas y con un estilo libre sorprendente) la historia completa de la humanidad (como lo hicieron, varías décadas más tarde, algunos miembros del partido nazi de Alemania).

[15] Respecto de la continuación de las enseñanzas esotéricas de Acoglanis, muchos cree que sus seguidores, tras el asesinato del gurú, dejaron las cosas en stand by por temor a las mismas supuestas represalias que debió sufrir el médico griego. Aducen que se instauró un «pacto de silencio» muy difícil de romper y que ninguno de sus acólitos (incluso su viuda) da información de ningún tipo y menos que menos entrevistas (Di Prinzio sería la excepción). En nuestra opinión todo esto es parte del espíritu conspirativo que guía a los creyentes del tema.

[16] Dangel, op.cit. pág.92

[17] Nota: Ahora, si usted quiere tener millones de dudas irrazonables, la podrá encontrar por todos lados y de todos los colores.

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