Obviamente no podía ser en ningún otro lugar mas que en La Habana, Cuba.
El suceso, verídico, ocurrió en 1954 y era poco conocido en los medios ufológicos. Uno de los testigos escribió:
«La vista que podía presenciar el que llegaba al lugar era sobrecogedora: efectivamente, sobre el terreno se hallaba posado un platillo volador, de grandes dimensiones, quizás unos 10 metros de diámetro. Era brillante, de apariencia metálica y en medio tenia como una especie de cúpula».
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