Cómo afectan la “Cara en Marte” y otros falsos positivos a la búsqueda de vida extraterrestre
20 de febrero de 2023
Es posible que ya hayamos descubierto vida extraterrestre, pero que hayamos rechazado las pruebas demasiado rápido porque parecían falsas a primera vista.
CONCLUSIONES CLAVE
– Quizá la “prueba” más famosa de la existencia de vida en Marte sea una fotografía que supuestamente mostraba un rostro en el Planeta Rojo. Posteriormente se demostró que no era más que una montaña.
– Se pensó que los experimentos Viking de detección de vida y el meteorito marciano ALH84001 demostraban la existencia de vida en Marte, pero también fueron falsos positivos.
– Una vez que una afirmación se considera un falso positivo, es difícil que la gente cambie de opinión, aunque aparezcan nuevas pruebas.
Dirk Schulze-Makuch
El santo grial de la astrobiología es descubrir vida extraterrestre. No es de extrañar, por tanto, que algunos científicos, incluso muy buenos y cuidadosos, hayan anunciado más de una vez ese sorprendente descubrimiento, para luego demostrar que estaban equivocados.
A estos descubrimientos los llamamos falsos positivos, y ocurre con demasiada frecuencia. Algunas de las afirmaciones más fáciles de descartar se basan únicamente en las apariencias. Los “artefactos alienígenas”, desde corales hasta puertas, han sido denunciados por autoproclamados detectives de Internet, que luego han encontrado una fácil explicación. Y eso sólo en Marte. El más famoso de ellos es la “Cara en Marte” detectada en las imágenes Viking tomadas en la década de 1970. En aquellas primeras imágenes de baja resolución, una formación rocosa en Cydonia mostraba un gran parecido con un rostro humano. Se presionó a la NASA para que la observara más de cerca, pero tras una inspección más minuciosa (y de mayor resolución), resultó ser una montaña normal y corriente.
Crédito: NASA / JPL / Dominio público vía Wikipedia
Las apariencias engañan, porque nuestro cerebro siempre intenta extrapolar una estructura o patrón familiar de cualquier cosa que observamos. Todos los años recibo bastantes correos electrónicos de personas que afirman haber encontrado un lagarto, un hueso fósil o alguna otra prueba a gran escala de biología en otro planeta. Es un error común sacar conclusiones precipitadas cuando un objeto nuevo se parece a algo conocido. Pero eso casi nunca bastará para demostrar la existencia de vida extraterrestre. Necesitaremos evidencia adicional -por ejemplo, análisis geoquímicos- para verificar lo que nos dicen nuestros ojos.
Meteorito marciano ALH84001
Algunos lectores recordarán el famoso artículo publicado en 1996 en la revista Science por David McKay, del Centro Espacial Johnson de la NASA, que motivó al presidente Bill Clinton a anunciar en una memorable conferencia el posible descubrimiento de vida fosilizada en Marte. Las imágenes contenidas en el trabajo de McKay fueron ampliamente difundidas por la prensa, pretendiendo mostrar los fosiles marcianos.
Hoy nadie, o al menos nadie que yo conozca, cree realmente que estas estructuras parecidas a gusanos sean microbios. Se interpretan más bien como productos de la mineralización, no de la biología. Y como resultado de la controversia sobre los “fósiles” mal interpretados, la mayoría de los científicos perdieron interés en ALH84001.
Sin embargo, existen buenos argumentos científicos para afirmar que el meteorito contiene, de hecho, pruebas de vida en el pasado. La estrecha asociación espacial de regiones reductoras y oxidantes dentro de la roca -típica de las interacciones microbianas- y la presencia de cadenas de magnetita de gran pureza, indicativas de cierto tipo de bacterias llamadas magnetotácticas, son intrigantes. Algunas de las líneas argumentales del equipo de McKay se han debilitado, mientras que otras se han fortalecido, pero sigo considerando plausible, como dice McKay, que la explicación más parsimoniosa de sus hallazgos sea la biología.
Un punto en el que incluso los críticos están de acuerdo es que el interior del meteorito nunca se calentó por encima de los 40° C durante su viaje desde Marte a la Antártida. En otras palabras, los fósiles, o incluso la vida latente, podrían haber hecho el viaje de un planeta a otro intactos. Sin embargo, dada la aparente mala interpretación de las imágenes de los “fósiles”, no se encuentran muchos científicos que den a ALH84001 una segunda mirada.
Experimentos Viking de detección de vida
Un caso similar es la controversia en torno a los experimentos Viking Life Detection de la década de 1970. Los landers gemelos de la NASA en Marte llevaban tres de estos experimentos y otro instrumento llamado cromatógrafo de gases-espectrómetro de masas (GC-MS) para buscar moléculas orgánicas. Los científicos de la misión acordaron antes de los aterrizajes que si al menos uno de estos experimentos daba positivo, significaría que se había detectado vida en Marte.
El “experimento de liberación etiquetada” dirigido por Gil Levin, diseñado para detectar actividad metabólica, dio resultados positivos, aunque datos posteriores del mismo experimento arrojaron algunas dudas al respecto. El primer resultado procedente del “experimento de liberación pirolítica”, diseñado para medir las reacciones de síntesis orgánica asociadas a la vida, también fue positivo, pero los posteriores fueron negativos. El “experimento de intercambio de gases”, diseñado para medir el intercambio de gases resultante de la actividad biológica, proporcionó resultados confusos y no mostró indicios de biología.
¿Qué hacer con estos resultados contradictorios? Los científicos de la misión estaban bajo presión: el público quería saber. El científico del proyecto Jerry Soffen esperó los resultados de la GC-MS. El instrumento detectó trazas de compuestos orgánicos, pero el investigador principal del experimento, Klaus Biemann, interpretó que se trataba de contaminación procedente de la Tierra. Una de las razones de su interpretación es que el tipo de compuestos orgánicos detectados – hidrocarburos clorados – no se esperaba que existieran en Marte en ese momento.
Basándose en todas estas pruebas contradictorias, Soffen concluyó, en sus famosas palabras: “Sin cuerpos, no hay vida”. Sin moléculas orgánicas, no podía haber vida en Marte. Ergo, el Planeta Rojo estaba oficialmente muerto. (Esa línea de lógica siempre me ha parecido un tanto extraña, porque deberíamos esperar encontrar compuestos orgánicos en Marte, si no de vida autóctona, al menos de cometas en su interior).
Más de 20 años después, el módulo de aterrizaje Phoenix de la NASA encontró exactamente el mismo tipo de hidrocarburos clorados en Marte, al igual que los posteriores exploradores Curiosity y Perseverance. En la actualidad se acepta de forma generalizada que la sonda Viking halló material orgánico autóctono en Marte. Cabe preguntarse qué diría Jerry Soffen si viviera hoy.
Y lo que es más importante, ¿cómo ha cambiado esto la interpretación científica de los resultados del Viking? Sorprendentemente, no mucho. Tal vez unos pocos científicos cambiarían el veredicto de la misión sobre la vida marciana de negativo a no concluyente, pero la mayoría se aferra a la respuesta “no”. El propio Levin insistió, hasta su muerte hace dos años, en que Viking había descubierto vida, pero sus protestas fueron en vano.
El peligro de gritar lobo
La lección aquí es que una vez que una afirmación se considera un falso positivo, es difícil hacer cambiar de opinión a la gente, aunque aparezcan nuevas pruebas que pongan en tela de juicio la interpretación anterior.
¿Qué hay que hacer? Debemos mantener una mentalidad abierta y estar dispuestos a reevaluar los casos cuando aparezcan nuevas pruebas. Quién sabe, tal vez ya hayamos descubierto vida extraterrestre, pero rechazamos las pruebas demasiado rápido porque parecían falsas a primera vista.
https://bigthink.com/hard-science/alien-life-false-positives/