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El Monstruo del Loch Ness. El Monstruo del Silver Lake

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: EL MONSTRUO DEL SILVER LAKE

EL MONSTRUO DE SILVER LAKE

Para Joe Nickell[1] se trata de una historia inventada, que incluso se la creyeron los líderes máximos de la criptozoología[2], pero es tan divertida que no podemos dejar de mencionarla.

En la noche del 13 de julio de 1855, la pesca no había sido buena. Alonso Scribner había decidido regresar al embarcadero en el Condado de Wyoming, Nueva York, cuando, repentinamente, a cierta distancia de la popa del bote en el que viajaba Scribner acompañado por tres adultos y dos muchachos, apareció un objeto largo. Al principio semejaba un leño de 30 a 40 metros de longitud, y el grupo no le prestó mucha atención; pero de pronto desapa­reció bruscamente y reapareció en otro sitio.

«Â¡Chicos -grito Scribner-, aquello se mueve!»

«Su cabeza se encontraba ahora a tres varas (aproximadamente 15 metros) de la barca -informaba Truman S. Gillett en el Wyoming County Times del 18 de julio de 1855-, y, al acercarse, las aguas se partían a uno y otro lado, como si se acerca­ra, tranquilamente, sin prisas, una embarcación».

Asustado, Scribner trató de cortar la soga del ancla, pero en su exci­tación tiró el cuchillo al agua. Tuvo que izar el ancla perdiendo algunos segundos en la operación. Este tiempo lo aprovechó el monstruo para acercarse más a la embarcación.

«La serpiente, ahora ya no había duda que eso era, se disparó en el agua a unos cuatro metros de la popa del barco, cerca del timón, la cabeza y la parte delantera del monstruo se elevó por encima de la superficie del agua…

«Todos los del bote pudieron ver perfectamente a la criatura -continuaba el reportaje del Wyoming County Times- y coinciden en representarla como un monstruo de aspecto tremendamente horrible y repulsivo. En el extremo opuesto del bote, a cosa de vara y media (casi 8 metros) hacia el nordeste, se veía por entero el otro cabo de la serpiente, azotando las aguas con la cola. Cuando la parte delantera se sumergía debajo del agua originaba unas olas tales que casi volcaban la barca y suspendían el manejo regular de los remos.

«El grupo llegó a la orilla sin novedad, aunque la mayor parte de sus componentes estaban tan llenos de miedo que casi habían perdido la cabeza.

Pronto, se informaron otros avistamientos, y la excitación se difundió.

«La noche siguiente, otro grupo de jóvenes se hallaba en el lago, cuando he aquí que oyeron un ruido como de una soga de remolque al levantarse fuera del agua. Miraron a su alrededor y vieron la forma de un arco sobre el agua, el centro del mismo sobresaliendo un poco de la superficie, pero ambos extremos escondidos a la vista».

Este informe sería de vital importancia cuando los acontecimientos llegaron a su culminación. El objeto fue descrito como de 3 a 4 metros de lon­gitud y treinta centímetros de diámetro.

Este segundo informe eliminó completamente las dudas: ¡efectivamente una serpiente de mar habitaba el hasta entonces tranquilo lago Silver.

El lago Silver se encuentra en la parte noreste del estado de Nueva York, a unos 80 ki1ómetros al sur de Buffalo. Mide 6 kilómetros de longitud por kilómetro y medio de anchura.

Como se informa en un folleto de 1880, The Silver Lake Serpent, «La gente vino a pie, en carro, a caballo, y de hecho, por cualquier medio de locomoción a su alcance, para ver si podía echar un vistazo al monstruo, y los hoteles que habían encontrado «˜un filón de bonanza»™».

La noticia del monstruo del lago Silver se extendió por toda la Unión Americana y comenzaron acudir al lugar numerosos curiosos, periodistas y cazadores. El Wyoming County Times del 25 de julio de 1855 comunicaba que «un indio de cincuenta años llamado John John dijo haber visto un monstruo «tan grande como un barril de harina»».

Pronto se formó una especie de LNPIB, la «Sociedad de Vigilancia» en la cercana ciudad de Perry, a un ki1ómetro poco más o menos del lago. Pero el monstruo parecía tener una inteligencia extraordinaria. «Atacaba» en donde menos se esperaba. El 27 de julio espantó a Charles Hall y su familia. «Todos permanecieron quietos, sentados en el bote, mirando a aquel ser. Al principio les pareció de color oscuro, pero, a medida que se alejaba, aden­trándose en el agua, era de un color más claro, de un color cobre. La cabe­za y la parte delantera sobresalían del agua una yarda, al menos, y en el lomo parecía tener una aleta tan ancha como la mano de mi padre. La cabeza tenía unas 15 o 16 pulgadas de contorno, nada menos, y el lomo era mucho más grande… lo dicho (la cabeza) era tan grande como una cabeza de terne­ra».

El redactor del Wyoming County Times escribió: «La existencia de un pez o una serpiente monstruosos en las tranquilas aguas del l ago Silver ha quedado demostrada más allá de toda duda razonable, si en verdad quedaba lugar para dudas durante la semana pasada».

Otros periódicos del estado de Nueva York aseguraron a sus lectores que el monstruo había sido «visto repentinamente durante estos treinta años últimos en el lago Si1ver».

No cabía duda, el monstruo había puesto a la ciudad de Perry en el ma­pa y «todo mundo» iba allí con la esperanza de ver a la enorme, serpiente. Perry había pasado al primer plano después de haber sido una ciudad de barro. Su nombre original había sido «Mudville» (o ciudad del barro). El mons­truo había salvado a la ciudad del desastre económico. Algunos años antes se había declarado en quiebra la compañía de diligencias entre Perry y Batavia debido al desarrollo de los ferrocarriles.

Ahora, todo volvía a sonreír en Perry. El único hotel del pueblo esta­ba lleno hasta los topes y seguían llegando más turistas. El dueño del ho­tel, Artemus B. Walker (1813-1889) había sido también el dueño de la compañía de diligencias y era uno de los miembros de la Sociedad de Vigilancia encargada de entre­vistar a los testigos. Las declaraciones eran de todo tipo. Edwin Fanning, por ejemplo, declaró el 15 de agosto lo siguiente:

«En el lugar de la boca de la ensenada y a unas 50 varas (250 metros) de donde yo estaba, una serpiente monstruosa emergió del agua, exhibiendo al menos 8 pies (2 metros) de la parte delantera de su cuerpo fuera de la superficie. Al cabo de unos segundos, desapareció; pasados unos tres minutos más volvió de nuevo a la superficie, dejando al descubierto la misma longitud, aproximadamente, que antes. Permaneció en la superficie tres minutos, al menos, revolviéndose de manera similar a como lo hace una serpiente. Tenia el cuerpo tan recio como un barril grande; y la cabeza de un pie de diámetro, aproximadamente, en su parte más ancha. Lanzaba agua por la boca hasta cuatro pies de altura, al menos, y volvía a caerle encima como el jugo de agua de un surtidor. Su longitud, pensaría yo, era al menos de un centenar de pies».

EL INCENDIO

La Sociedad de Vigilancia instaló una torre en la punta norte del lago. Se apostaron centinelas las 24 horas del día. El cazador independiente Jo­shua Jenks logró ver al monstruo pero lo cogió tan de improviso que falló por completo el disparo.

Llegaron otros muchos cazadores dispuestos a todo. La misma Sociedad de Vigilancia organizó a un grupo, The Experiment Company, para darle ca­za al monstruo. Pero éste nuevamente demostró su ingenio. Las apariciones disminuyeron y cesaron en 1856; pero las multitudes seguían acudiendo.

En 1857 un incendio destruyó el hotel de A. B. Walker, el Wolker Hou­se Hotel.

«Los bomberos se apresuraron al lugar de los hechos para apagar el fuego. Cuando llegaron al ático encontraron una extraña vista. En medio de las llamas vieron una gran serpiente verde de tela y alambre en espiral».

Lógicamente Walker no se quedó en Perry el tiempo necesario para cobrar el seguro contra incendio; partió inmediatamente para Canadá. Todo mundo lo buscaba para lincharlo.

LA SERPINETE (DE GOMA) DEL LAGO SILVER

En 1915 el periodista Frank D. Roberts, del Record de Perry, se tomó la molestia de investigar todo el asunto de la serpiente. Los hechos habían ocurrido de la siguiente manera:

«En Perry, los negocios, en el ramo de hostelería, estaban bastante dormidos, por varias razones. Se habían estudiado recursos para mejorar la situación, y al difunto A. B. Walker le corresponde el honor de concebir el proyecto de crear la Serpiente de Mar del Lago Silver. Al confiar la idea a unos cuantos amigos suyos, entre los más íntimos y dignos de confianza, halló que la aprobaban al momento y sin rodeos. De los varios planes examina­dos, el siguiente fue considerado el más práctico y el que con mayor seguridad había de triunfar. Construirían la serpiente con un cuerpo de unos 60 pies de largo, cubierto de una tela impermeable, sostenida interiormente por alambre enrollado. Había que abrir una zanja he instalar una conducción de gas desde los sótanos de una choza situada en el costado oeste del lago hasta la orilla del mismo. Un gran par de fuelles, como los usados en las herrerías, escondidos en el sótano de la choza, estarían conectados con aquel extremo del tubo, y un delgado y ligero tubo conectaría este extremo del tubo grande del lago con la serpiente. El cuerpo lo pintarían de color verde fuerte, añadiendo unos puntos amarillos brillantes para darle aspecto más repulsivo. Los ojos y la boca habían de ser de color rojo. El plan para manipular la serpiente era sencillo. La llevarían al lago y la sumergirían, y luego, cuando todo estuviera dispuesto, harían funcionar los fuelles e insuflarían aire dentro de la serpiente, con lo cual ésta, naturalmente, emergería fuera de la superficie. Además, colocarían pesos en diferentes partes del cuerpo, para asegurarse de que se hundiera en cuanto dejaran escapar aire. En la parte delantera del cuerpo atarían tres cuerdas, una extendién­dose hacia la orilla donde se encuentra actualmente la nevería; otra cruzado el lago, y otra hacia el cenagal del extremo norte; o sea que, con ayuda de estas tres cuerdas se podía mover la serpiente hacia cualquier dirección.

«El grupo de amigos pasó muchas noches construyendo el ingenio. Se di­ce que la serpiente la fabricaron en la vieja tenería Chapin, que, como se recordará, estaba situada en el barranco de salida. Al final quedó termina­da, y la llevaron al lago y la sumergieron a una profundidad de unos veinte pies. Uno de los hombres fue a la choza a mover los fuelles, y los otros se quedaron donde estaban para ver el fruto de sus fatigas. No tuvieron que esperar mucho, porque de súbito la cabeza de la serpiente apareció y se elevó graciosamente hasta una altura de unos 6 pies sobre la superficie. Otras partes del monstruo se hicieron visibles, y la construcción entera parecía tan animada de vida que hizo correr unos escalofríos por los cuerpos de sus autores. Los cuales la remolcaron de un lado para otro durante un rato para cerciorarse de si permanecía erguida y funcionaba bien en todos los aspectos. Luego se dio la señal, los fuelles dejaron de inyectar aire, y el monstruo que había de situar a Perry y el lago Silver «en el mapa» para siempre se hundió rápidamente, y pronto hubo desaparecido de la vida. El ensayo general había sido un éxito completo, mayor aún de, lo que se prometían los constructores.

«Lo que había que hacer ahora era esperar el momento favorable para «soltar al monstruo» sobre la gente. La noche del viernes 13 de julio de 1855, uno de los confabulados informó que una barca llena de gente dedicada a la pesca se encontraba cerca de donde estaba escondida la serpiente. Como se daban otras circunstancias favorables se decidió que había llegado el momento propicio para inaugurar la función. Una comedia que estaba destina­da a durar más y a poner los nervios más en tensión de lo qué ninguno de ellos hubiera soñado nunca.

«Al cabo de varias semanas de auténtica y entusiasmada excitación, de regocijo y de un tremendo aumento de las ganancias en el hotel, empezó a alborear en la mente de los implicados la idea de que las cosas se les pon­drían harto difíciles por aquella parte del país si se descubría el engaño.

En dos o tres ocasiones parecía que sólo un milagro había impedido que se descubriera, y finalmente, después de un par de veces de haber escapado por los pelos, se decidió que la serpiente de mar había cumplido sobradamente con su deber, había llenado el objetivo para el cual fue construida y ahora tenía que desaparecer definitivamente. En consecuencia, la sacaron del lago y la guardaron en el sótano del hotel.

Pasado el tiempo ya calmados los ánimos, Walker regresó a Perry y fue recibido como un héroe; después de todo, había logrado aumentar los ingre­sos de los lugareños.

John A. Keel que rescató este relato de las páginas de los periódicos del siglo pasado dice que actualmente, cada año, la Cámara de Comercio de Perry orga­niza un Festival de la Serpiente de Mar[3].

ContinuarỦ


[1] Nickell Joe, The Silver Lake Serpent. Inflated Monster or Inflated Tale?,

[2] Mackal P. Roy, Searching for Hidden Animals. An Inquiry into Zoological Mysteries, Doubleday, New York, 1980, Pags. 209.

[3] Keel A. John, El enigma de las extrañas criaturas, Editorial ATE, Colección Libro Expres, Barcelona, 1981, (Strange Criaturas from Time and Space, 1970).

El Monstruo del Loch Ness. La tecnología a la caza de un mito (3)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: LA TECNOLOGIA A LA CAZA DE UN MITO 3

EXPERIENCIAS CON EL SONAR

La primera expedición para estudiar el Loch Ness fue la de Sir John Murray en 1901. Murray utilizó termistores para medir la temperatura del lago desde un barco anclado en la Abadía de Fort Augustus.

Durante esta expedición uno de los monjes de la abadía usó un traje de buceo para observar el crannog sumergido en Inchnacardoch Bay, en la Isla Cherry.

Diez años después regresó Sir Murray para medir la profundidad del lago utilizando un cable de sondeo. Encontró el valor de 230 metros.

Pasaron las dos Guerras mundiales hasta que en 1960 el doctor Tucker, del Museo Británico, organizó una expedición en 1960, pero esta aventura por poco se cancela cuando Tucker fue despedido del Museo por su poco común interés en el «monstruo del Loch Ness».

Tucker haló con su amigo, el ingeniero graduado de Cambridge, Peter Baker, y éste corrió con los gastos.

La expedición utilizó una serie de cámaras y ecosondas, pero sus resultados fueron explicados como errores en el barrido del sonar.

En 1961 la Universidad de Birmingham verificó la salinidad, acidez, contenido de oxígeno y penetración de la luz en el lago. También se detectó la termoclina y se hizo un registro más exhaustivo de la fauna.

En el 62 le tocó a la Universidad de Cambridge. Durante tres semanas llevaron trabajos de dragado y medición de la biomasa. Sus resultados demostraban una biomasa insuficiente para alimentar una colonia e grandes depredadores.

Después de las expediciones de las universidades de Birmingham y Cambridge, el LNPIB decidió realizar una vigilancia de manera metódica con cámaras de cine de 35 mm con telefotos montadas en el campamento base en Achnahannet, así como en los vehículos que se ocuparon de otros lugares durante los largos días de los meses de verano. Además realizaron pruebas con sonar, atractores de peces, submarinos, experimentos acústicos subacuáticos y fotografía submarina.

A pesar de la organización y disciplina de los miembros del LNPIB, sus resultados fueron decepcionantes[1] luego de todos esos años de vigilancia. Sin embargo lograron organizar la mayor parte de la documentación referente al lago y su monstruo. Registraron las fotografías, películas y experiencias con el sonar; recogieron casi un millar de relatos y eliminaron muchas de las causas de error. Llegaron a la conclusión que ni las fotografías, películas y registros de sonar mostraban, más allá de toda duda razonable, que hubiera un animal desconocido en el Loch Ness.

EXPEDICIÓN TUCKER

Clem Skelton, director cinematográfico independiente y asesor del Loch Ness Phenomena Investigation Bureau (LNPIB)[2] sugirió utilizar un aparato de sonar, localizado en un extremo del lago por la forma casi longitudinal de este último, el aparato podría recorrer toda su superficie con cada barrido de su haz.

La idea fue recogida por el profesor Gordon D. Tucker, jefe del Depar­tamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de Birmingham, Inglaterra.

A finales de 1967 y principios del 68, Tucker utilizó un «sonar digital», un prototipo, en donde las entradas acústicas son llevadas a un computador digital, donde se les procesa y selecciona antes de ser transmitidas a un osciloscopio para su observación. El alcance del transductor era de 800 metros. El dispositivo se fijó bajo el agua en Temple Pier en la bahía de Urquhart y se dirigió hacia la orilla opuesta, de tal forma que cualquier objeto que pasara frente a él sería registrado.

A este equipo se acopló una cámara cinematográfica de 16 mm que había sido sincronizada con la pulsación energética captada, de manera que el re­torno acústico en forma de eco de cada una de las emisiones era fotografiado tal como quedaba registrado en la pantalla del osciloscopio.

Se utilizaron 14 rollos de película, el equivalente a unas 150 horas de vigilancia. Se suponía que el aparato podía distinguir objetos con una separación de un metro. El equipo sólo proporcionaba información en profun­didad, con un error máximo de 2º, no se tenía acceso a la información iz­quierda-derecha (azimut). En otras palabras, el equipo captaba los objetos que se encontraran en una zona limitada por un cono de 12º, tal como se presentarían a vista de pájaro.

Tucker escribió un artículo en donde describía los resultados de sus experimentos. Empero, esta nota no llenaba todos los requisitos que impone Nature (la revista científica más prestigiosa) a todo el material que se publica en sus páginas.

Tucker, ayudado por el doctor Hugh Braithwaite, reorganizó sus notas y envió una comunicación a la también excelente revista inglesa New Scientist[3] en donde informaba que había detectado ecos en el lago de lo que ellos «suponían debía ser el fabuloso monstruo del Loch Ness, ahora observado por vez primera en sus actividades submarinas».

Según Tucker se captaron varios registros animados de seis metros (20 pies) de longitud ascendiendo y en la parte inferior del loch.

El artículo del New Scientist despertó la polémica en el mundillo científico. Los directores de la revista Nature escribieron el siguiente editorial en su edición del 28 de diciembre[4]:

«El monstruo fue captado con un nuevo tipo dé equipo desarrollado en la Universidad de Birmingham y montado en el Loch durante las dos últimas semanas de agosto. Dos objetos, uno de cerca de 50 metros de longitud y otro mucho más pequeño que ascendían a una velocidad de 7.5 metros por segundo, fue lo que captó el sonar. Estos ingenieros excluyen la posibilidad de que se trate de peces.

«El equipo de sonar usado por los ingenieros de Birmingham fue probado por el Fisheries Laboratory de Lowestoft en donde se descubrió que era pro­penso a una intolerable tendencia a la ambigüedad. Por ejemplo, dos blancos del mismo rango pero diferente origen tienden a aparecer en la pantalla como un solo objeto mientras, bajo ciertas circunstancias, un banco de peces o un solo pez nadando horizontalmente a través del haz del sonar puede dar la impresión de un objeto con una alta velocidad de inmersión».

El doctor Peter F. Baker, del Emmanuel College, Cambridge, trató de defender la posición de Tucker en una carta al editor publicada por Nature el 11 de enero de 1969, pero sin lograrlo.

EXPEDICIÓN CARROLL

El investigador del Acuario de Nueva York, Andrew Carroll, propuso una operación de barrido móvil con un sonar en el Lago Ness. El proyecto fue financiado por la fundación Griffis (por Nixon Griffis, el entonces director del acuario).

El barrido por arrastre, se llevó a cabo en octubre usando el Ragintea. Uno de los barridos hizo contacto con un fuerte, eco animado durante casi tres minutos al norte de Foyers.

Se determinó que el objeto debería medir unos 20 metros ya que la intensidad del eco de retorno fue dos veces mayor a la esperada en una ballena piloto de 10 pies.

En ese mismo año se utilizó un submarino, el Viperfish, para sondear las profundidades del lago. El proyecto estuvo a cargo de Dan Taylor, bajo el patrocinio de la World Book Encyclopedia. El submarino se sumergió el 1 de junio, pero como tuvo muchos problemas técnicos y no produjo nuevos datos, se canceló la operación.

Se trató de pasar la estafeta a un submarino, sin nombre, construido por Westinhouse, que era transportado por The Deep Star III, construido por General Dynamics, pero también se canceló la operación.

El Piscie, propiedad de Vickers, Ltd., tuvo mejor suerte. Este submarino se utilizó para filmar la película La vida privada de Sherlock Holmes, con un maniquí del monstruo del Loch Ness. Cuando el monstruo ficción se soltó del Piscis durante la filmación y se hundió en el fondo del loch, los ejecutivos de Vickers aprovecharon la pérdida y la «˜fiebre del monstruo»™ para permitir que el submarino hiciera un poco de exploración.

Se supone que captaron un gran objeto con el sonar del submarino y cuando el piloto trató de acercarse, el eco desapareció rápidamente del sonar. Algunos dicen que en realidad fue sólo una declaración para promocionar la película.

LOVE

Durante el verano de 1969, llegó a Inverness la primera expedición norteamericana en busca de Nessie. Esta expedición fue organizada por la Field Enterprises of America y contaba con equipos de radar muy modernos y con un mini submarino. Al frente del equipo se encontraba el experto en sonar y electrónica Robert Love.

Según Love: «Los pases de búsqueda móvil con una embarcación de sonar produjeron en 1969 nuevas pruebas de que existe un animal, por lo menos, de grandes dimensiones en las profundidades del lago Ness en Escocia».

Esta claro que existe una gran variedad de dispositivos y máquinas ca­paces de ampliar los límites de los sentidos humanos. Sin embargo, y en úl­tima instancia, los resultados que nos dan estos aparatos son analizados y captados por los sentidos del hombre via una imagen producida por la panta­lla de un osciloscopio, via un registro en una banda de papel, o a través de la observación directa del propio fenómeno. Los resultados obtenidos en el lago Ness por las diversas expediciones están sujetos, por tanto, a estas mismas condiciones.

En otras palabras, el error humano siempre estará presente en todas las investigaciones de este tipo y nunca podremos eliminarlo.

Esto fue lo que ocurrió con los experimentos de Love. En 1983 los ingenieros americanos Rikki Razdan y Alan Kielar descubrieron errores matemáti­cos y de interpretación en los resultados de las expediciones anteriores. Los objetos que habían sido reportados con movimiento propio eran estacionarios y los equipos de sonar eran los que se movían ya sea llevados por la corriente o porque sim­plemente estaban acoplados a una embarcación en movimiento[5].

Los mismos Razdan y Kielar colocaron un arreglo de 144 aparatos de so­nar cubriendo un área de 900 metros cuadrados. Prácticamente nada viviente en el Loch podría escapar de ser detectado por este impresionante equipo. Después de seis semanas de rastreo continuo los ingenieros se dieron por vencidos: no habían podido detectar al famoso monstruo.

EXPEDICIÓN MACKAL

En 1970 el biólogo y profesor de la Universidad de Chicago, Roy Mackal, organizó la que llegaría a ser conocida como la «Big Expedition». Mackal llevó hidrófonos que desplegó a todo lo largo del Loch. Se registraron «chirridos parecidos a los de los pájaros».

En octubre se registraron «golpes» y «clics» con otro hidrófono en la bahía de Urquhart. Estos sonidos eran seguidos por una «turbulencia» que fu interpretada como la cola de un gran animal en movimiento.

Se pensó que eran animales utilizando la ecolocalización para atrapar a sus presas. La intensidad de las llamadas era mayor a profundidades de menos de 100 pies. Los miembros del LNPIB decidieron intentar la comunicación con los animales que producían los sonidos al reproducir las llamadas grabadas anteriormente en el agua y escuchar a través de hidrófonos. Los resultados fueron muy diversos. A veces los patrones o la intensidad del llamando cambiaba, pero a veces no había cambio en absoluto.

SATELITES ARTIFICIALES Y CEBOS SEXUALES

En 1980 Roger Parker, director de una empresa de investigación marina, contrató los servicios de un satélite artificial francés para dar con el paradero del monstruo del Loch Ness.

Parker colocó a todo lo largo del lago Ness tres boyas dotadas de un sistema electrónico para registrar cualquier movimiento, sonido o cambio de temperatura en las profundidades del lago. Toda la información era transmi­tida por los sensores flotantes al satélite francés Argos, y éste la envia­ba a Tolouse, en Francia, donde Parker la recibía por teléfono.

«El uso del satélite es mucho más barato que si colocáramos un recep­tor en tierra y sólo cuesta unas 5 libras (10 dó1ares) por hora» -dijo Par­ker[6].

Parker tenía una experiencia de tres años en la utilización de este tipo de boyas, pero de nada le sirvió pues nunca logró detectar al «monstruo».

Un año antes, Robert Rines (el mismo de las fotografías) pretendió usar dos delfines amaestrados para filmar a Nessie.

Había pedido asesoría del Instituto Oceanográfico de California y del Departamento de Marina de los Estados Unidos para entrenar dos delfines que recorrerían el fondo del lago, provistos con cámaras de televisión inalámbricas[7].

No se sabe cuales fueron sus resultados, pero al parecer fueron negativos lo mismo que los «engaños o cebos sexuales» que había utilizado con an­terioridad[8].

OPERACIÓN DEEPSCAN

Del 9 al 11 de octubre de 1987, se llevó a cabo la Operación Deepscan – la mayor exploración con sonar del Loch Ness. Veinte pequeñas embarcaciones equipadas con aparatos de sonar fueron desplegadas, barriendo de arriba abajo el Loch Ness en línea, formando una «cortina de sonar». El organizador era Adrian J. Shine, quien dijo que los objetivos científicos del proyecto eran estudiar la distribución de los recursos pesqueros, la temperatura del agua, y el contenido del loch.

Se detectaron muchos objetos estacionarios. Sólo hubo tres contactos de sonar en movimiento. Después de analizar las imágenes de sonar se pensó que podrían ser peces de gran tamaño o tal vez desechos. No se encontró ninguna colonia de monstruos a pesar de haber peinado por completo el lago.

DISCOVERY Y OTRAS TELEVISORAS

Discovery Communications lanzó su propia expedición en 1993. Se siguieron varias vías. Una de ellas fue una nueva investigación de la fauna del lago: se descubrió una nueva especie de nematodo. También se realizaron mejoras y análisis a la película de Tim Dinsdale, la foto del cirujano y las fotos e la aleta de Rines.

También encontraron, usando un equipo de sonar, que el lago presenta una rara especie de perturbación submarina debida a la energía almacenada generada por los vientos. Esto provoca un desequilibrio entre las capas más cálidas y más frías del loch. Todos los resultados fueron mostrados en un programa llamado Loch Ness Discovered.

Loch Ness Monster: Search for the Truth, fue el programa que mostraba los resultados de la expedición del Global Underwater Search Team (GUST) de 2001.

La BBC no pudo encontrar ningún rastro de un «monstruo marino» en el Loch. Durante su expedición de julio del 2003, en la que utilizaron 600 haces de sonar separados. El equipo de la BBC llegó a la conclusión de que Nessie simplemente no existe.

ContinuarỦ


[1] De hecho esta fue la razón de que cancelaran todas sus actividades hasta 1972.

[2] El LNPIB fue fundado en 1961 por Richard Fitter, Sir Peter Scott, James David MP y la autora de More Than A Legend, Constance Whyte. Su sede se encontraba en 23 Ashley Place, London SW1, Inglaterra

[3] Braithwaite Hugh, & D. Gordon Tucker, Sonar picks up stirrings in Loch Ness, New Scientist, 40, 664-666, 19 de diciembre de 1968.

[4] Editorial, Monsters by sonar, Nature, 220, (5174), 1272, 28 de di­ciembre de 1968.

[5] Anonimo, The (retouched) Loch Ness monster, Discover, 2, (9), 6, septiembre de 1968.

[6] Cable de la agencia EFE, Caza al monstruo del lago Ness, Londres, 5 de enero de 1980.

[7] Noticiero de lo insó1ito, Delfines en busca de Nessie, DUDA, (407), 1, 18 de abril de 1979.

Harris Chris, El hombre que más ha visto al monstruo de Loch Ness, DUDA, (413), 3-4, 30 de mayo de 1979.

[8] Cable de la agencia AFP, Trampa sexual para Nessi, Londres, 10 de febrero de 1976.

El Monsruo del Loch Ness. (Evidencia fílmica 1)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: LA TECNOLOGIA A LA CAZA DE UN MITO 1

Si hay un monstruo que en lo personal nos gustaría que existiera es precisamente éste: el «monstruo» del Loch Ness.

Su existencia proporcionaría una enorme y valiosa información a la ciencia. De vivir un animal prehistórico en el lago Ness, al capturarlo y estudiarlo, podríamos conocer las características de sus antepasados: piel, peso, dentadura, comportamiento, etc. y probablemente, si se corre con suerte, podríamos solucionar definitivamente el enigma de la súbita desaparición de los dinosaurios.

Pero hasta el momento estas son sólo ilusiones. Nadie ha aportado una prueba convincente para demostrar la existencia de Nessie. Al menos las fo­tografías no lo han hecho.

En esta ocasión nos ocuparemos de las películas y de otras técnicas, como el sonar o los satélites artificiales, que han sido usadas en la bús­queda del elusivo monstruo. ¿Toda esta tecnología proporciona la prueba irrefutable sobre la existencia de Nessie? Veamos…

LA PRIMERA PELICULA IRVINE

Desde 1936 se han registrado 27 películas más tomadas de Nessie y cientos de otros avistamientos registrados oficialmente. Probablemente la primera película de que se tiene noticia sea la to­mada el 12 de diciembre de 1933 por Malcolm Irvine, Stanley Clinton y Scott Hay.

Irvine pasó tres semanas en el loch antes de obtener las escenas que quería. Utilizó una cámara de 16 mm equipada con una lente de 75 mm. ¿Una embarcación? ¿Nessie? ¿Una nutria? Nunca lo sabremos porque la película se encuentra perdida.

PELÍCULA FRASER

Lo mismo podemos decir de la película de James Fraser, miembro de la expedición de Sir Edward Mountain, tomada el 15 de septiembre de 1934. De esta película conocemos menos pues nunca se publicó ningún cuadro, mientras que de la película de Clinton, Irvine y Hay se llegaron a publicar dos cua­dros: uno en The Times de Londres del primero de abril de 1934 y otro en el libro de Burton[1].

Fraser era un cartero, miembro de un grupo de cazadores de monstruos que intentaban filmar al monstruo. Para ello contaban con una cámara de 16 mm que utilizaba una lente de 150 mm. Ese 15 de septiembre vieron un cuerpo entre dos y dos metros y medio de largo que se movía a poco más de un kilómetro de distancia.

Entre varias escenas de turbulencias en medio del lago, los miembros de la Linnaean Society, lograron identificar al «monstruo» como una vaca marina.

PELÍCULA MCRAE

También en 1934 un médico retirado de nombre McRae alquiló una casa de verano cerca del Loch Ness y se dedicó a montar guardia con la esperanza de filmar al «monstruo». Escribió que había tenido un éxito superior a todas sus expectativas. Justo después del alba, en una fría madrugada estival, dijo ha­ber visto al monstruo flotando, aparentemente dormido, en la superficie del lago. Tomó casi cinco minutos de película.

El filme de McRae quedó en poder de ciertas personas encargadas de preservarlo. Los depositarios de la pe1ícu1a fueron: Alastair Dallas, de Tolbooth House, Kirkcudbright, coronel Sir Donald Cameron, de Lochiel; y un tercer individuo innominado. Estas personas son las únicas que han visto la película y hace varios años declararon que mostraba a un monstruo con un cuello largo, tres jorobas, una cabeza puntiaguda y ojos rasgados. En la película se puede ver un pájaro que aterriza sobre una roca en la lejanía. Considerando esto y comparado con una em­barcación anclada cerca, la criatura en la película sobrepasaba los 64 metros de largo (!?)

A1 parecer, McRae recurrió a esta medida de hacer un legado secreto debido al ridículo en que caía todo aquel que tomaba el asunto del monstruo seriamente.

Según F. W. Holiday[2], Alastair Dallas le confió que la película ha­bía sido tomada a la distancia de unos noventa metros. Muestra una cabeza de forma cónica unida a un cuello enorme con una hirsuta melena f1exible y fibrosa más que capilar. La cabeza tiene dos protuberancias. El animal dio varios tumbos en el agua, mostrando una aleta delantera gruesa y carnosa.

Holiday informa que fue tomada una segunda película en el Loch Duich. En ella aparece un animal en la orilla que balancea su cuello sobre un mon­tón de algas.

Lo curioso es que el relato de Holiday es refutado por el propio Da­llas, según Alan Nilkins. Este entrevistó a Dallas y encontró varias discrepancias: se trata de una sola película, no de dos; no muestra ningún cuello; no existe depósito alguno; e ignora donde se encuentra la película.

El propio Dallas tuvo un avistamiento e hizo varios dibujos del animal que observó en el lago.

Otro detalle es que, mientras McRae afirmó que el animal estaba «apa­rentemente dormido», los informes posteriores nos dicen que estaba dando «varios tumbos en el agua».

La última información recopilada por los investigadores indica que los supuestos depositarios de la película están hoy todos muertos[3].

LA SEGUNDA PELÍCULA IRVINE

Malcolm Irvine tomó una nueva película el 22 de septiembre de 1936. Muestra un objeto oscuro de forma irregular dejando una gran turbulencia en la parte trasera. El objeto se dirigía a Foyers y parece tener unos diez metros de largo.

Nessie apareció en el lado este del loch a unos 100 metros de Inverfarigaig, frente al Castillo de Urquhart. Irving dijo:

«Estábamos tan emocionados y encantados cuando apareció el monstruo, porque nos llegaba la oportunidad que tanto habíamos esperado. En medio de la excitación no tuvimos tiempo de ajustar adecuadamente las cámaras Lo que se ve en la pantalla dura menos de un minuto, pero al parecieron horas cuando la estábamos haciendo. Definitivamente se trata de un enorme cuerpo animado con dos jorobas como camello «“ eso es muy claro».

Iain McMillan, otro testigo ocular que aparece en la película dice: «En primer lugar, vimos la cabeza y el cuello, luego dos jorobas una detrás de la otra y, a continuación, algo que se movía de un lado a otro, como una cola».

Los cineastas calcularon que el objeto se movía a unos 4 metros por segundo. En la película recorre una distancia de aproximadamente unos 100 metros, dejando olas y espuma a su paso.

Cuando la película de la criatura fue mostrada en la Linnaean Society, un organismo que clasifica los animales, nadie pudo dar una explicación de lo que podría ser.

Luego, la compañía de Irvine, Scottish Film Productions Company, de Glasgow, hizo un cortometraje que fue exhibido en los cines de todo el país en lo que fue un precursor de Pathe News, con el título: «The Loch Ness Monster – Proof At Last», que despertó la leyenda de Nessie.

Las granuladas imágenes en blanco y negro de una masa oscura moviéndose con lentitud a través de las grises aguas fueron mostradas en los cines de Gran Bretaña, como la prueba final del monstruo del Lago Ness y provocó la manía inglesa sobre Nessie que ha continuado hasta el día de hoy.

Pero luego ese cortometraje permaneció perdido por 65 años, hasta que fue encontrado en el 2001 por Janet McBain, curadora del Scottish Screen Archive. La película había ido a parar al antiguo Scottish Film Council quien la tenía arrumbada entre cientos de otras películas en latas de estaño oxidadas.

McBain dijo: «La existencia de la película fue bien documentada en su momento pero desapareció sin dejar rastro y la mayoría de la gente pensaba que se había destruido y perdido para siempre.

«Pero cuando la compañía salió del negocio en la década de 1930, donó todo sus películas al Scottish Film Council. El Consejo, a su vez, parece que la tiró en un viejo almacén junto con cerca de otras 20,000 latas de películas antiguas y olvidadas por ellos.

«Las latas fueron transmitidas al Scottish Screen Archive y poco a poco hemos venido trabajando en la colección, para visualizar, catalogar y descubrir exactamente lo que hay en cada lata».

Ella añadió: «El hallazgo es aún más notable, porque hace 15 años hablé con una anciana, que trabajaba para Irvine y estaba con él el día en que la película fue tomada. Ella me contó una historia notable. Irvine, de hecho, había visto por primera vez al monstruo tres años antes, pero su cámara se atascó y sólo tenía unos pocos segundos de película».

La película de Malcolm Irvine se exhibió en un programa especial de la noche de San Andrés, de Scotland on Film, a las 10 p.m. en la BBC Two.

PELÍCULA CURRIE

James Currie, gerente de banco retirado, tomó una película en sus vacaciones de 1938. Su película fue depositada en la bóveda de un banco londi­nense bajo estrictas instrucciones de que debería permanecer allí «hasta que llegue el momento el que estas materias sean abordadas con seriedad».

Según los informes de la época, Currie insta1ó su cámara profesional de 150 mm, equipada con un lente telescópico de 6 pulgadas, en la orilla sur del lago Ness, justo frente a la bahía de Urquhart y mantuvo su vigilancia casi constante por diez días «“»tengo todo el tiempo del mundo»- dijo. El día décimo primero, avistó una criatura alargada como serpiente que se movía a gran velocidad a unos 270 metros de la orilla. «De repente, tres jorobas emergieron de las aguas –escribió Currie-. Luego un largo cuello y una pequeña cabeza triangular. El monstruo era de color café grisáceo y provocaba grandes olas al desplazarse».

Aseguró haber rodado unos tres minutos de película que posteriormente fue procesada por los laboratorios Kodak en Londres. Desafortunadamente parece que todavía no ha llegado «el momento en que estas materias sean abor­dadas con seriedad», y lo peor de todo es que nadie sabe cuando llegará ese momento. ¡Todo es tan ambiguo!

PELÍCULA TAYLOR

El 29 de mayo de 1938 un turista sudafricano, G. E. Taylor, obtuvo otra película. Es la primera película en color del monstruo del Loch Ness. Taylor utilizó una cámara de 16 mm. En ese momento, al ser entrevistado por los periódicos, Taylor declaró:

«Se trataba de un cuerpo muy largo y redondeado que terminaba en un largo cuello que era casi lo único que sobresalía, pues el resto del cuerpo estaba a cerca de medio metro bajo la superficie. Su color era un gris muy oscuro casi negro, estaba desplazándose cerca de la orilla opuesta a Foyers y pude verlo a una distancia de unos 200 metros. Esto fue aproximadamente a las 12 del mediodía».

Luego fue a buscar a uno de sus amigos y regresó para ver que el monstruo todavía estaba en el lago, aún más cerca que antes, a 150 metros de distancia. Taylor volvió a tomar su cámara y lo filmó nuevamente.

El rollo completo fue enviado al escritor Maurice Burton, que a su vez lo remitió al United Kyndom National Institute of Oceanography (el actual Southampton Oceanographic Centre) que encontró que se trataba de «un objeto inanimado entre tantos que flotan en el lago».

Una de las pocas personas que ha visto la película, y que además la tiene en custodia, es Maurice Burton. Desafortunadamente Burton no ha dejado que nadie la analice lo cual le resta credibilidad.

Burton publicó una foto en su libro «The Elusive Monster»; antes de que se jubilara. El doctor Roy P Mackal, declaró que la foto era una «prueba positiva», según Janet y Colin Bord[4].

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[1] Burton Maurice, The elusive monster, Rupert Hart David, Ltd., London, 1961.

[2] Holiday F. W., The great Orm of Loch Ness, Faber & Faber, Ltd., Lon­don, 1963.

[3] Wallace Paul, ¡El monstruo de Loch Ness en vivo y en directo!, 2a de Ovaciones, 12 de julio de 1977.

[4] Janet Bord y Colin Bord, Alien Animals, Granada, Londres, 1986, Pag. 18.

El Monstruo del Loch Ness (Evidencia fotográfica 3)

EL MONSTRUO DE LOCH NESS: LA EVIDENCIA FOTOGRÁFICA 3

FOTO SHIELS

Anthony «Doc» Shiels afirmó que tomó dos fotos de Nessie el 21 de mayo de 1977, mientras acampaba al lado del Castillo de Urquhart.

Una de las cosas que llama la atención es que no hay ningún movimiento del agua alrededor del «cuello».

Los escépticos llaman a esta foto el «Muppet del Loch Ness», y dicen que la fotografía fue producida por el interés público generado por la criatura en descomposición encontrada por el barco pesquero japonés Zuyu Maru, el 25 de abril de 1977, frente a la costa de Nueva Zelanda.

Una de estas fotografías fue reproducida tanto en el Cornish Life como en el London Daily Mirror el 9 de junio de 1977. Las dos fueron impresas en Fortean Times (N º 22, verano de 1977).

Shiels era un cazador de monstruos profesional, showman, «mago» y psíquico que tenía muy poca credibilidad. Está asociado con varios fraudes, incluyendo fotografías de Morgawr (un monstruo marino de Cornualles), que terminó por convertirse en un modelo de plastilina.

Darren Nash dice: «Es poco conocido que Shiels utiliza estas fotos para promover una, digamos, interesante teoría sobre el monstruo del Lago Ness… A saber, que es un inmenso cefalópodo de agua dulce: la «cabeza y el cuello» que vemos en esta fotografía es, en realidad, una especie de probóscide que salen de la cabeza del calamar. Lo blanco es en realidad uno de los ojos del calamar».

Shiels redactó un artículo para Fortean Times sobre los calamares del Lago Ness – los llamó elefantes calamares.

Él mismo comentó que aunque tomó las fotos del monstruo del lago, no cree en ellos.

FOTOS HARMSWORTH

«He vivido observando el lago durante más de veinte años y sólo tuve un avistamiento… Mi esposa no ha tenido avistamientos y, sin embargo, tenemos un gran ventanal que nos permite ver muchas millas cuadradas de la superficie. No obstante, me acercó un sin fin de veces a personas que sólo han pasado unos días aquí y están convencidos de que han visto algo inusual, cuando, por supuesto, todo lo que han visto son patos, estelas de barcos o ramas. Estas personas no tienen idea de lo tonto que suenan».

Quien así se expresa es Anthony Geoffrey Harmsworth, uno de los principales investigadores de los fenómenos del Loch Ness. Harmsworth logró tomar una foto que publicó en su boletín The Loch Ness Inquirir, en el número de Febrero del 2006, veinte años después de su observación.

Una mañana de 1986, durante la Operación Deepscan Harmsworth captó esta imagen con su cámara Canon Sureshot de lente fija.

«El objeto cruzó el lago en diagonal por algunos minutos antes de desaparecer de la vista de repente. Después revisé el lago con prismáticos durante algún tiempo, y nada volvió a la superficie… No eran patos, no eran estelas, ni troncos, ni nutrias, ni monstruos. Siempre he pensado que el objeto era de aproximadamente seis pies (2 metros) de largo, pero, incluso desde el punto de vista familiar de mi propia casa, es difícil juzgar el tamaño y la distancia».

FOTO BACKMAN-JOHNSON

En el año de 1992 le dan la vuelta al mundo nuevas fotos tomadas en el lago a un cuerpo que se desplazaba rápidamente por la superficie en su zona central. Las imágenes fueron tomadas por los protagonistas de este avistamiento: La señora Carina Johnson y el eñor Benny Beckman.

Fotos tomadas por Benny Backman y Carina Johnson en 1992

FOTO JONES

Extracto del Irish Independent del sábado 23 de octubre de 1999:

«Las cámaras del Loch Ness Live han rastreado constantemente en el misterioso loch con la esperanza de echar un vistazo de su elusivo monstruo. El 5 de junio de 1999, Mike y Nora Jones de Galveston, Texas, afirmaron ser los primeros en ver a Nessie en la Red. Mientras navegaban en un sitio que tiene una webcam, en tiempo real, que vigila el lago, vieron una figura que aseguran es Nessie. Contactaron con los propietarios de los sitios que han publicado una fotografía que permite que los visitantes de la red juzguen por si mismos».

FOTO ALLEN

Desde 1984, cada año Kevin Allen viaja al lago Ness acompañado por su esposa e hijas. Un día no determinado de septiembre del 2002, obtuvo estas imágenes, entre las 7:20 y 7:35.

FOTO TAKALA

Mikko Takala es un comentarista e investigador local del monstruo de Loch Ness. El 30 de julio del 2005, a las 17:14 horas, tomó una foto de la criatura.

Takala calcula que medía unos tres y medio metros de largo y estaba a unos cincuenta metros de la costa. La foto se puede ver en este sitio.

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EL Monstruo del Loch Ness. (Fotografías Rines)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: LAS FOTOGRAFÍAS RINES

FOTOGRAFIAS RINES (1972)

El 29 de octubre de 1972 la Oficina de Investigación de los Fenómenos del Lago Ness (Loch Ness Phenomena Investigation Bureau o LNPIB) envió a cada uno de sus miembros una comunicación confidencial que decía así:

«La noche del 7 al 8 de agosto el equipo de investigación de la Acade­mia de Ciencia Aplicada y el LNPIB, dirigido por el Dr. Robert Rines, esta­ba operando en la Bahía de Urquhart con una cámara submarina y un sonar. El sonar (modelo Raytheon Explorer 111) estaba emplazado en el barco de inves­tigaci6n del LNPIB, el Narwhal, anclado aproximadamente a 50 metros de la costa cerca de Temple Pier, en tanto que la cámara estroboscópica submarina estaba suspendida debajo del crucero Nan, contratado para participar en es­ta serie de experiencias con la ayuda del comandante Bodie, de Knokie Lodge. Nan estaba anclado a unos 100 metros de la costa, y a unos 40, mar adentro, del Narwhal. El transductor (transmisor de sonar) estaba alineado de modo que todo objeto u objetos que pudiesen entrar en el campo de la cámara fue­sen detectados por el sonar. Durante la noche fueron registrados varios ob­jetos de gran tamaño, cuyas señales quedaron impresas en el gráfico del so­nar y felizmente, como se supo luego, fueron también fotografiados.

«Antes de que pudieran verse las fotografías; la Compañía Raytheon pu­blicó la siguiente declaración: «Se ha determinado por los registros obtenidos a las 0105, las 0117 y 0157 la presencia de un animal o animales cuya longitud es de 6 a 10 metros, de acuerdo con la respuesta obtenida de los ecos. El registro muestra también una prolongada respuesta de ecos que co­mienza a las 0143 horas, cuando el objeto se alejaba del transductor. Los ecos muestran una protuberancia de unos 3 metros, que aparece bruscamente y dura menos de un minuto, y que en apariencia esta relacionada con la res­puesta prolongada que hemos citado, se mueve a la misma velocidad y parece­ría ser un apéndice del objeto anterior que sólo produjo ecos por un breve período de tiempo».

«En el mismo momento mencionado arriba se obtuvieron fotos de un gran apéndice. A bordo del Narwhal se encontraban entonces los miembros del LNPIB: Peter Davies, Hilary Ross y David Wiseman. Poco después de que aparecieran las pequeñas señales prolongadas; se encendió sobre la superficie del agua un poderoso reflector de cuarzo-iodo, dirigido en la misma orientación que el haz de sonar. Cuando la luz se encendía, el objeto se acercaba al trans­ductor; cuando se apagaba, se alejaba, y esto ocurrió varias veces».

Robert H. Rines, abogado norteamericano de patentes, graduado del MIT, que en 1962 fundó la Academy of Applied Science, que no tiene ninguna relación con ninguna universidad o instituto de investigación, y que patrocina investigaciones de fenómenos «curiosos» (por llamarlos de alguna manera), como el bigfoot, el monstruo del Loch Ness, etc.

Los restantes miembros de la «Academia» (con base en Concord, New Hampshire) son: el doctor Harold E. Edgerton, profesor de ingeniería eléctrica del Instituto Tecnológico de Massachusetts e inventor de la fotografía estroboscópica; Marty Klein, coinventor de la fotografía estroboscópica; John Lothrop, ingeniero que diseñó las cá­maras de 16 mm que utilizó la «Academia»; Duane Marshall, que diseñó el equipo electrónico; Ike Blonder, que proporcionó los aparatos hidrofónicos y Charlie Wyckoff, que inventó un nuevo procedimiento para forzar la velocidad de una película de 16 mm desde 400 ASA a 25,000, con lo que se puede filmar en la oscuridad obteniendo resultados positivos.

Desde su fundación la «Academia» patrocinó algunas expediciones en busca del mítico Nessie. Sus expediciones de 1970 y 1971 no dieron resultado alguno.

Rines, en colaboración con el LNPIB, había instalado una cámara subma­rina conjuntamente con un dispositivo de sonar, de manera que un objeto en movimiento accionara cámara y fuente de iluminación estroboscópica para fo­tografiarlo cada 15 segundos, mientras éste estuviera en su campo de acción.

La profundidad del lago en la zona en la que se encontraban los barcos es como de 195 metros y el sonar iba sumergido a unos 33 metros[1].

A la 1:05 el operador del sonar, Hilary Ross, observó algo en su pantalla. El mismo eco, y otro similar apareció a las 1:17 y luego a la 1:43.

Se estimó su velocidad en unos 6 nudos. A la 1:48, la cámara entró en acción, pero sólo fotografió agua. Treinta segundos más tarde captó un objeto borroso en el extremo izquierdo. Quince segundos después se captó algo semejante a un apéndice en forma de rombo, cuya medida, obtenida por medios ópticos, es de 3 a 4 metros de longitud por 0.60 a 1.20 metros de anchura. Quince segundos después apareció una estructura semejante a una cola de 2.50 metros de longitud. La última fotografía, tomada quince segundos más tarde, mues­tra nuevamente el agua tranquila. La carga de la película de 16 mm fue ex­traída poco después, enviada a Estados Unidos y revelada en los laborato­rios de la compañía Eastman Kodak.

Los cuadros resultaron demasiado borrosos, confusos y difíciles de in­terpretar por la suciedad de las aguas del Loch. El objeto fotografiado se encontraba a no más de 4.5 metros de distancia (alcance máximo de la cámara). Para mejorar las fotografías se las envió al Jet Propulsion Laboratory, de Pasadena, California, para someterlas al mismo proceso de mejora digital que las fotos enviadas de Marte por los Vikingos I y II.

Después de haber sido procesadas por computadora se logró apreciar claramente la aleta en forma de rombo. «No parece propia de un mamífero -declaró H. Lyman del New England Aquarium-. La forma general y la de la aleta en particular no concuerdan con nada actualmente conocido».

Por su parte, Sir Peter Scott, director del Fondo Mundial de Preserva­ción de la Vida Silvestre y fundador del LNPIB dijo:

«La mayoría de la gente pensaba hasta ahora que los que creíamos que allí había algo éramos unos lunáticos. Estoy convencido de que las fotogra­fías muestran a los animales que dieron origen a la leyenda del lago Ness.

«Lo más importante que se ve, es la aleta del animal que encuentro muy con­vincente. No hay ballena o delfín conocidos que tengan aletas de esa forma. Pero hay aletas de la misma forma general en los registros fósiles de reptiles prehistóricos».

Sobre la base de esa fotografía, Scott propuso el nombre de «Nessiteras rhombopteryx», cuyo significado es: «El monstruo (o el ser maravilloso) del lago Ness con aleta en forma de rombo». Esto permitiría a Nessie agregarse a un registro de las especies británicas oficialmente protegidas. Sin embargo, los periódicos de Londres señalaron pronto que el nombre era un juego de palabras, un anagrama, que escondía la frase «Monster hoax by Sir Peter S.» (monstruo falsificado por Sir Peter S.) El doctor Rines, por su parte, dijo que si se juega un poco más con las letras se tiene, «Yes, both pix are monsters R.» (Sí, ambas fotos son monstruos. R(ines)).

La imagen adyacente muestra la interpretación de Scott.

Otro aspecto interesante de las aseveraciones de Scott es el relacionado con una posible población de monstruos en el Loch Ness: «Deben quedar muy pocos -dijo-, entre 20 y 50, aferrándose con todo a la amenaza de la ex tinción».

EL REPORTE RAZDAN KIELAR

Al mismo tiempo que daba a conocer las fotografías, Sir Peter Scott anuncio una reunión de investigadores en Edimburgo para discutir el proble­ma. Pero antes de que se produjera esta reunión, empezaron a surgir los pronunciamientos en contra de las supuestas evidencias presentadas por el gru­po de Robert Rines. Las críticas más importantes provinieron de cinco cien­tíficos del Museo Británico de Historia Natural. Ellos eran los zoólogos J. C. Sheals, G. B. Corbet y H. Greenwood; el paleontólogo H. W. Ball; y el encargado de fósiles y reptiles A. J. Charig. Después de examinar detalladamente las fotografías, estos destacados hombres de ciencia declararon: «Ninguna de estas fotos presenta suficiente información para establecer la existencia, mucho menos la identidad, de un animal viviente de gran tamaño en el Loch Ness».

Los miembros del LNPIB no consideraron estas declaraciones y siguieron con su congreso en Edimburgo. En esa reunión, Charlie Wyckoff y Alan Gilles­pie sugirieron que la «aleta» medía 1.8-2.4 metros en contra de los 3-4 me­tros calculados originalmente.

Luego, con el mismo equipo de cámara e iluminación estroboscópica se obtuvo la foto de una anguila a una distancia de 6 metros. El tamaño más corriente de las anguilas del lago Ness es de 46 centímetros de longitud. Con estos datos, y basándose en el grado y carácter de la iluminación, Wyckoff estimó la distancia de la fotografía de la aleta como 7.5 metros. Comparan­do esto con las otras fotografías permitió a Wyckoff obtener las siguientes dimensiones: 2.25 metros para el cuello y de 7 a 10 metros de longitud para el animal completo.

Todo esto sonaba muy interesante, pero algo no encajaba. Rines y Wyckoff dijeron haber tomado la foto de una anguila a una distancia de 6 metros. Con esto calcularon una distancia de 7.5 metros hasta la aleta. Pero el mismo Rines había dicho que el alcance máximo de su cámara era de 4.5 metros. ¿Cómo era esto posible? En algún momento Rines había mentido.

Once años después dos ingenieros eléctricos americanos aportarían nuevos datos a este caso. En 1983 Rikki Razdan y Alan Kielar colocaron un arreglo de 144 aparatos de sonar cubriendo un área de 900 metros cuadrados, y nueve arpo­nes modificados para tomar biopsias. Fue el llamado Proyecto Iscan. Razdan y Kielar eran dos fanáticos convencidos de la existencia del «monstruo del Loch Ness». Razdan había decla­rado: «De los reportes que he visto someramente y de las fotografías, cree­mos que verdaderamente existe algo en el lago Ness. Y francamente creemos que es un monstruo».

Tratando de demostrar la existencia de ese monstruo, los dos ingenie­ros habían partido a Inglaterra llevando todo ese equipo sofisticado. Cual­quier objeto de más de tres metros de longitud haría sonar una alarma y el objeto seria rastreado hasta poder dispararle con los arpones.

Después de seis semanas de rastreo continuo (día y noche) no pudieron obtener trazo alguno de ningún monstruo. Para aprovechar el viaje, revisa­ron los datos disponibles de otras expediciones, principalmente la de Rines, y encontraron que había mu­chos errores. En algunos casos se trataba simplemente de burbujas o de ra­mas de árbol flotando, peces, nutrias, etc. También descubrieron reportes con errores matemáticos con los trazos obtenidos con el sonar. Los objetos que habían sido reportados con movi­miento propio eran estacionarios; un cuidadoso estudio mostró que los equi­pos de sonar eran los que se movían llevados por las corrientes.

También analizaron las fotografías de Rines. Descubrieron que las imá­genes en el sonar de Rines se parecían mucho a aquellas obtenidas por las ondas producidas por un bote. Esto les hizo sospechar de las fotografías. Solicitaron información y copias de las fotos procesadas a Alan Gillespie del Jet Propulsion Laboratory. Gillespie fue el técnico que había hecho el realce por computadora de las fotos de Rines. Para su asombro las imágenes eran muy distintas a las mostradas por Rines. Las mejoras producidas por JPL son imágenes con mucho grano. Parece que las fotos fueron retocadas después de ser devueltas a Rines. Una foto sin retocar fue reproducida en la revista Discover (septiembre de 1984) junto a las imágenes de la «aleta» retocada de Rines.

Gillespie dijo: «Las fotos publicadas por Rines se ven bastante sospe­chosas alrededor de los márgenes». Charlie Wyckoff, jefe fotográfico de Rines fue más especifico: «Después que el JLP terminó con las fotografías, éstas fueron retocadas. Rines es el único que conoce quien las retocó y en que medida fueron retocadas».

El documento original básicamente se ve como una foto de un montón de burbujas o de sedimentos en el agua. Luego, esta primera imagen fue realzada por la computadora del Jet Propulsion Laboratories de la NASA en Pasadena, y finalmente el realce fue mejorado artísticamente, al parece, por el equipo de la Academia de Ciencias Aplicadas (es decir, fue retocado), con lo que al final se obtuvo la foto de la aleta. Sólo hay que mirarla de cerca para ver las marcas del pincel a lo largo de los filos.

Cuando los redactores de la revista Discover intentaron ponerse en contacto con Rines para que aclarara esto, el director de la Academia de Ciencia Aplicada huyó a Escocia, «aparentemente persiguiendo su fantasía»[2].

Cuando Anthony Geoffrey Harmsworth estaba montando la Loch Ness Monster Exhibition en 1980, le pidió algunas fotos al doctor Rines. Estas son las fotos enviadas por el doctor. Es claramente evidente que tienen diferentes colores.

En una tensa reunión en el Official Loch Ness Exhibition Centre entre el Dr Rines, Adrian Shine y Anthony Geoffrey Harmsworth, Adrian le preguntó acerca de la secuencia de acontecimientos en relación con las imágenes de la aleta. El Dr Rines admitió que la imagen pudo haber sido retocada por algún editor de la revista y la versión retocada regresó a la Academia.

La manipulación de las fotos fue sugerida por Binns en 1984, y confirmada por Adrian Shine y Dick Raynor.

Debido a que la aleta parece tener una costilla rígida que se extiende a lo largo de la línea media, es diferente de las de la mayoría de los otros vertebrados acuáticos. A menudo se pasa por alto el extraordinario tamaño de las «aletas»: cada uno se estimó en alrededor de 2 m de largo.

Finalmente, una de las fotografías de Rines se parece mucho a la cabe­za de un monstruo artificial que fue construido para filmar la película «La vida privada de Sherlock Holmes» y que se hundió en el lago durante su fil­mación. Ambas tienen dos cuernos (como los de los caracoles de jardín), los cuales nunca han sido reportados en anteriores avistamientos.

FOTOGRAFIAS RINES (1975)

Después de los sucesos de 1972 (y antes que se conociera el reporte de Razdan-Kielar) la Academia de Ciencias de Nueva York donó 75 mil dó1ares para financiar la nueva expedición de Rines. El equipo era semejante al em­pleado en 1972, aunque ahora podían tomar unas 8,000 fotos a colores con quince segundos de intervalo. Se modificó la fuente de iluminación y su al­cance útil aumentó a 6-7.5 metros. Se contó, asimismo, con otro conjunto cámara-fuente luminosa.

Esta imagen muestra a Rines bajando equipo de la embarcación de apoyo Hunter.

La cámara secundaria tomó varias fotografías, pero carecía de registro simultáneo de sonar. La mayoría de las tomas incluyen objetos animados, tal como la parte inferior de la embarcación de Rines que se supuso era parte del cuerpo, que incluía el cuello o la cola de Nessie. La foto fue tomada el 20 de junio de ese año.

La foto apareció en la primera página del New York Times (8 de abril de 1976). Un informe de Martin Klein y Harold E. Edgerton apareció en Technology Review (marzo – abril de 1976).

En realidad las fotografías son equivalentes a un test de Rorschard, y según como las vea cada uno esa será la identificación: una pareidolia. Ninguna de las películas expuestas por ellos mostró algo más que nubes de limo que Rines suponía habían sido removidos por los grandes animales no identificados que habían causado el sonar se accionara.

Al mismo tiempo que se tomaron esas fotografías se obtuvieron registros con una ecosonda Raytheon, durante una expedición conjunta entre el LNI y la Academia de Ciencias Aplicadas. Los resultados son analizados a detalle por A. G. Harmsworth quien encuentra que todos son resultados erróneos debidos a la manipulación de los datos; un mal diseño de experimentos; fallas en los equipos; mala instalación de los equipos (un transductor fabricado para ser operado verticalmente se colocó horizontalmente); los equipos no estaban fijos e inclusive se tomaron fotografías del fondo del barco.

Lo importante aquí es mencionar que al mismo tiempo que la expedición de Rines, se habían orga­nizado otras cuatro expediciones más. Lo curioso es que sólo la expedición de Rines obtuvo resultados concordantes con la hipótesis de la existencia de un extraño animal en el Loch Ness.

Las expediciones eran las siguientes: la National Geographic Society de Washington, al mando del doctor Robert Ballard; la del New York Times; la de la Compañia Nacional de Radiodifusión (National Broadcasting Company) y un grupo técnico japonés.

El doctor Robert Ballard, que dirigía la expedición de la Sociedad Geográfica Nacional, era un prestigiado oceanógrafo. Le acompañaban en la expedición William S. Ellis, Emory Kristof y David Doubilet. Llevaban equipo similar, aunque no tan completo, al de Rines. A su favor contaban con un me­jor yate, el Corsair, y con mejores y más ingeniosos recursos para atraer a la bestia. Simularon los sonidos producidos por los peces al huir de algún perseguidor (método infalible para atraer predadores marinos como tiburones y barracudas); se utilizaron cientos de peces como cebos; se rociaron dis­tintas zonas con sangre y extracto de peces; etc. No obstante, después de dos meses de espera, no se obtuvo nada.

Dos de las imágenes obtenidas fueron descritas como el cuerpo y el cuello y la cabeza de una gárgola de un gran animal desconocido.

En 1987, durante la Operación Deepscan, con la ayuda de Dick Raynor, el Loch Ness Project se propuso encontrar la cabeza de gárgola. Se bajó una cámara de vídeo a un tocón de árbol y esta es una de las fotografías. Eventualmente el tocón se recuperó y se llegó a la conclusión que era el mismo objeto tomado como la cabeza de gárgola.

Aquí mostramos una de las imágenes del video por lo que el parecido no es exacto, pero es lo suficientemente cercano para demostrar el punto más allá de la duda razonable.

Los miembros de todas las expediciones regresaron a sus respectivos países convencidos de que todo era una leyenda.

Pero la leyenda había sido filmada y a una cámara de cine no se le po­día engañar tan fácilmente como a una cámara fotográfica. ¿O si? Eso lo ve­remos en otro capítulo.

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[1] Torres Lorenza, Detectaron a «Nessie» por medio de sonar, DUDA, (494), 2-3, 17 de diciembre de 1981.

[2] Anonimo, The (retouched) Loch Ness monster, Discover, 2, (9), 6, septiembre de 1984.