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Vampiros (Final)

¿VAMPIROS?

Hasta el momento no hemos encontrado un verdadero vampiro como el de la leyenda con todo su trasfondo mágico: que se puede transformar en murciélago y que es un «muerto-viviente» que se alimenta de la sangre de los vivos. Sólo nos hemos topado con seres anormales, por fortuna bastante raros, que muestran una sed de sangre patológica

Otros miembros de esta extraña galería de degenerados son:

Fritz Haarmann, El vampiro de Hannover, que fue jugado en Alemania en 1924 por el asesinato de 24 muchachos, la mayoría de los cuales mató de un salvaje mordisco en la garganta.

El pirómano Peter Kürten (El vampiro de Dusseldorf) que fue sentenciado a muerte nueve veces, una por cada uno de sus asesinatos, de acuerdo a la ley alemana. Fue ejecutado el 23 de abril de 1931.

John George Haigh, El vampiro de Londres, que guardaba los cuerpos de sus víctimas en barriles llenos de ácido sulfúrico. Fue ahorcado en la prisión de Wandsworth el 10 de agosto de 1949 por sus nueve asesinatos.

Más recientemente los diarios también nos hablan de degenerado de este tipo.

Los habitantes del poblado de Korogwe, en el África oriental, dieron muerte a un tal Klaus Kaufman, de 41 años. Desde principios de 1969 varios campesinos habían desaparecido misteriosamente, según informó el Daily Mirror[1]. Algunos africanos habían oído las leyendas europeas sobre los vampiros, creyeron que esas desapariciones se debían a uno de estos seres e inmediatamente se organizaron para darle muerte[2].

Los campesinos fueron arrestados y presentados ante el tribunal de Dar-es-Salaam. No se supo cuál fue su fin.

Ocho años después la policía de Dar-es-Salaam arrestó a una mujer que sostuvo que un vampiro le había chupado la sangre, y casi logró un gran tumulto en un parque céntrico, según informó el Daily News.

Según el periódico, Ramadhani Asan aguardaba en una esquina para cruzar la calle, cerca del parque Mnazi Moja, en el centro de la ciudad, «cuando repentinamente fue tomado por el cuello por una mujer que le acusó de chuparle la sangre»[3].

En 1979 el diario El Tiempo de Colombia informó sobre una «banda de vampiros» que aterrorizó la zona cafetalera al occidente del país.

La primera víctima fue un residente de la población de Santa Rosa de Cabal al que le extrajeron el 70% de la sangre, según informó la policía.

La segunda víctima fue el obrero Dimas Hurtado quien fue atacado cerca del cementerio de Armenia, capital del departamento de Quindío. Dos individuos le obligaron a penetrar a una bóveda en demolición y le extrajeron dos litros de sangre. Hurtado, semiinconsciente logró salir de la bóveda para pedir ayuda y fue hospitalizado.

Pocas horas después una mujer informó haber sido atacada por una negra corpulenta, que le mordió el brazo con el ánimo de chuparle la sangre, y de paso le arrancó un pedazo de carne.

La misma pareja que había atacado a Hurtado logró extraerle un litro de sangre a otra mujer no identificada.

Jaime Peralta Figueroa, secretario de gobierno de Armenia, admitió que esos ataques «habían creado una situación verdaderamente alarmante»[4].

En Bulgaria, Ava Jasevic, una atractiva jovencita, fue atacada por un vampiro después de salir de una fiesta. Escuchó unos ruidos extraños provenientes de detrás de los árboles.

«Miré hacia atrás para ver quien era, pero antes de que pudiera reaccionar, un hombre me golpeó, me rompió la blusa y mordió en el cuello; luego comenzó a succionar ávidamente. Era muy fuerte y logró sujetarme de los brazos de manera que no pude moverme. Estaba tan asustada que lo único que hice fue ponerme a llorar. Esta terrible experiencia duró como unos diez minutos, luego el hombre corrió perdiéndose en la noche».

Fue entonces cuando la joven gritó histérica pidiendo ayuda. Cuando llegaron algunos vecinos, Ava se desmayó.

Meses antes, en Inglaterra había ocurrido un hecho similar. Una mujer fue atacada por un extraño, pero en esta ocasión, la dama logró zafarse de su agresor.

El mismo año, 1979, en Francfort, Alemania, fue arrestado un joven acusado de violar y beber la sangre de sus víctimas. Admitió que por medio de engaños atraía a adolescentes entre 12 y 15 años, para drogarlas, violarlas y luego beber la sangre que extraía por medio de jeringas hipodérmicas[5]

En México tres personas murieron desangradas después de haber sido atacadas por un maniático que intentó chuparles la sangre de sus cuerpos.

Los sucesos ocurrieron a finales de 1981 en la ciudad de Puebla. En toda la ciudad corrieron rumores que llegaron a las escuelas, donde los estudiantes fueron presa de pánico. Según el jefe de la policía, mayor Sergio Cruz Bonilla, todos los rumores sobre un «muerto-viviente» carecían de fundamento[6].

En la ciudad de Barcelona, Venezuela, cinco niños fueron atacados por una mujer que se decía monja, y un hombre de aspecto de funcionario policiaco.

Cuatro de los niños fueron encontrados con mordeduras en el cuello y de inmediato se les internó en el centro hospitalario de la ciudad.

Otros cuatro niños fueron atacados en Puerto la Cruz, ciudad portuaria cercana a Barcelona. Según los informes médicos, los infantes habían perdido mucha sangre. Los habitantes de ambas localidades trataron de defenderse clavando estacas en el suelo en forma de cruz[7].

La policía de Pitsanulok, pequeña aldea a 498 kilómetros al Este de Bangkok, arrestó a Thoop Inthrong, de 54 años, a quien se señaló de haber dado muerte a una niña de dos años y luego bebido su sangre, en agosto de 1984[8].

ENFERMOS MENTALES

No cabe duda que en todas las historias de vampiros existe un gran contenido sexual. Muchos sicólogos indican la conexión simbólica entre la sed de sangre y la sexualidad. El mismo Freud discutió esta actitud en su libro Tótem y tabú. Ciertos casos de locura necrofílica o alguna otra perversión que implica el robo de cadáveres, proporcionan al enfermo satisfacción sexual. Otros enfermos tratan de robarle la vida a sus congéneres. Por supuesto, «robarles la vida» es simbolizado por robarles el líquido de la vida: la sangre. Estas creencias fueron alteradas según el folklore de cada pueblo y así nació el mito de los vampiros.

Brad Steiger, en su libro Sex and the supernatural[9], menciona varios casos célebres en los que hombres y mujeres dementes hallaron satisfacción sexual en actos de asesinato salvaje, que incluía el beber la sangre de sus víctimas. Varios pseudovampiros abrieron sepulturas recientes y mutilaron los cadáveres, o hasta se los comieron.

Para John A. Keel[10] «estos personajes infortunados parecían obsesionados por los mismos espantosos apetitos que empujaban a los hombres pantera y les hacían aterrorizar generaciones enteras, en el África Occidental. Apetitos que hubieran causado náuseas al mismo marqués de Sade».

ENTIERROS PREMATUROS

Probablemente el origen más común de la idea del vampiro fueron los entierros prematuros. Sucede hoy todavía, y sucedió con una frecuencia terrorífica unos cientos de años atrás. Las personas que entraban en coma, embriagadas o en estado de catalepsia, eran enterradas vivas. Al despertar dentro del ataúd y dándose cuenta de su condición, gritaban, arañaban y se mordían, pero todo era inútil, terminaban muriendo en una forma espantosa. Cuando sus cuerpos eran exhumados, los creyentes de las leyendas de vampiros veían reforzar sus ideas con detalles tan espantosos: los cadáveres habían cambiado de posición, tenían las uñas rotas y había sangre en el ataúd.

No nos debe extrañar la enorme cantidad de personas enterradas vivas en esos tiempos. Recordemos que hasta hace poco tiempo la medicina recurría a distintos procedimientos, poco concluyentes, para determinar si un difunto efectivamente lo era. Uno de estos métodos era colocar un espejo ante la cara del «difunto», el cual quedaba empañado si la persona estaba viva.

Otra forma de determinar la muerte era escribir en una tira de papel utilizando acetato de plomo como tinta. Por lo común se escribía la frase «Estoy muerto». La tinta era invisible hasta que se hacía reaccionar con alguna emanación sulfurosa. La tira se colocaba frente las fosas nasales del supuesto difunto. Si e verdad estaba muerto, el cuerpo en descomposición emitía derivados sulfurosos que reaccionaban con el acetato de plomo y lo transformaban a sulfuro de plomo, de color oscuro. La frase aparecía en color negro dando el veredicto: «Estoy muerto».

También se utilizaban sanguijuelas para succionar la sangre. Luego de algunos minutos se retiraba al animal y se le hacía regurgitar la sangre. Si era de color carmín, de baja viscosidad y se mezclaba fácilmente con el agua, la persona estaba viva. Pero si era densa, con coágulos, de color púrpura o negruzco, y se coagulaba al contacto con el agua, la persona estaba muerta.

El método más ridículo, por toda su parafernalia, era el utilizado en España durante la Edad de Oro.

Un alguacil se presentaba en la casa del «difunto». Se colocaba a los pies de su cama y con voz engolada le llamaba por su nombre. Repetía por tres ocasiones el ritual. Luego se dirigía al juez e informaba protocolariamente:

«Señoría. Después de llamar consecutivamente por tres veces a don «fulano» y no habiendo obtenido por parte deste contestación a mi requerimiento, puedo asegurar que don «fulano» ha fallecido».

El temor a ser enterrado vivo es un desequilibrio metal muy frecuente en el mundo occidental que convierte al paciente en víctima de su propio temor. De acuerdo con un estudio sociológico realizado recientemente se comprobó que los individuos adictos a cualquier fe religiosa, principalmente cristianos, sentían mayor ansiedad y temor a la muerte, que los no creyentes. Esto fue algo que sorprendió a los sociólogos. De alguna manera las religiones no habían podido preparar a sus fieles para el tránsito final, a pesar de las promesas de una vida mejor en el paraíso.

MUERTOS QUE COMEN EN SU SEPULCRO

A principios del siglo XVIII, Miguel Raufft publicó su De masticatione mortuorum in tumulis, en donde aseguraba y daba por probado que algunos muertos han devorado los forros de paño del interior de sus ataúdes, así como todo lo que estaba al alcance de su boca, y, en algunos casos, incluso su propia carne. Dice que en algunas partes de Alemania, para impedir que los muertos masquen, se les pone bajo el mentón un montoncito de tierra, se les introduce en la boca una moneda de plata y una piedra; y en otros países se les ata fuertemente la mandíbula con un pañuelo.

«Henry «“escribe Raufft-, conde de Salm, a quien todos daban por muerto, fue enterrado vivo. En la iglesia de la abadía de Haute-Seille, en la que fuera enterrado, se oyeron por la noche grandes gritos y, por la mañana, al abrir su tumba, lo encontraron con la cabeza doblada hacia abajo y de bruces, mientras que en el momento de enterrarlo estaba en posición de decúbito supino y con la cabeza bien levantada».

Raufft habla también de una mujer de Bohemia, que en el año de 1345 fue exhumada descubriéndose que se había comido su mortaja. Otro infeliz, un borracho que fue enterrado vivo en el siglo XVIII se había comido la carne de sus brazos. Una señorita de Rousburgo entró en estado de catalepsia y se le creyó muerta. Su cuerpo fue colocado en un sepulcro. Años después murió otro miembro de la familia. Se abrió el sepulcro y se encontró el cuerpo de la señorita junto a la losa que cerraba la entrada. Se había devorado los dedos de desesperación.

CADÁVERES INCORRUPTOS

Otro asunto que le ha dado credibilidad a la leyenda de los vampiros es el de los cadáveres incorruptos.

Karls F. Von Schetz en su Magia Posthuma dice a este respecto lo siguiente:

«Lo mismo podría decirse de otros lugares donde se ha visto a semejantes «˜aparecidos»™. Al exhumarlos, los encontraban como manchados de sangre, con los miembros flexibles y doblegables, sin gusanos ni síntomas visibles de descomposición, aunque, eso sí, desprendían un insoportable hedor. El único remedio contra estas apariciones es cortarles la cabeza y quemarles el cuerpo»[11]

Según el padre benedictino Dom Agustín Calmet, en su Vampires de la Hongrie et des ses alentours, dice que determinadas sustancias químicas del suelo pueden conservar indefinidamente los cadáveres. Bajo influencia del calor, el nitrógeno y el azufre que contiene la tierra pueden licuar de nuevo la sangre coagulada. Los gritos de los supuestos vampiros serían causados por el aire expulsado por el calor de la hoguera en que eran quemados al pasar por su garganta.

Otros cuerpos incorruptos se pueden explicar por la acción del formol segregado por la madera del ataúd, o a que éste haya sido cerrado y sellado de tal forma que se haya formado un gran vacío. Las condiciones químicas de ciertos suelos salitrosos pueden también impedir el proceso de la corrupción. Se ha comprobado médicamente que, según los lugares, ciertos cuerpos se descomponen mucho más lentamente que otros, y que la abstinencia, en alimentos y bebidas (alcohólicas), preserva durante más tiempo los restos mortales del regreso al polvo.

Los testimonios presentados de los movimientos de algunos cadáveres tienen también una explicación natural. El desarrollo de gases como subproducto de la descomposición, la posibilidad de que se desarrollen altos potenciales de membrana que afecten por medio de corrientes galvánicas y otros fenómenos similares son los culpables de esos movimientos.

Aún los relatos que afirman que el pelo y las uñas de los cadáveres continúan creciendo después de mucho tiempo tienen una explicación biológica normal. Las uñas y el pelo continúan creciendo debido a que las células que los alimentan siguen funcionando hasta agotar el oxígeno en los tejidos. Desde Plinio existen descripciones sumamente interesantes de cadáveres a los que les había crecido el cabello.

Evidentemente existen exageraciones como las del doctor Caldwell, de Iowa, quien escribió en el New York Medical Record de 1877, describiendo una exhumación, que decía haber presenciado, en la que el pelo y la barba de un hombre afeitado al enterrársele había reventado el ataúd, y crecía en las grietas, Gould y Pyle, en sus Anormales, hablan de un cadáver al que debía cortársele el cabello regularmente. Casi todos los demás narradores se conforman con crecimientos menos lujuriantes[12].

VAMPIRISMO COMO ENFEREMEDAD

El fenómeno del vampirismo en las regiones eslavas y los estados bálticos de la Europa oriental fue causado por la endogamia entre los nobles eslavos, que condujo a numerosos desórdenes genéticos, entre ellos una rara enfermedad llamada Protoporfiria eritropoyética.

Esta enfermedad es causada porque el organismo no produce porfirina o la desecha abundantemente. La porfirina es una molécula muy compleja que le permite a la sangre llevar oxígeno de los pulmones a los tejidos del cuerpo. La enfermedad se caracteriza por el déficit de la enzima ferroquelatasa (FECH) Las personas que desarrollan este mal sufren de todos los síntomas adjudicados en las leyendas y la literatura al vampirismo. Una breve exposición a la luz solar los hace sufrir de una comezón insoportable, enrojecimiento, edema y grietas sangrantes en la piel. También hay engrosamiento de la piel, lo que les da el aspecto de envejecimiento. Rápidamente adquieren una palidez cadavérica y el deseo incontrolable de beber sangre humana.

Quienes padecen de esta enfermedad tienden naturalmente a evitar los paseos diurnos y se vuelven criaturas de vida nocturna. La enfermedad no fue diagnosticada hasta el siglo XIX.

Uno de los especialistas de esta enfermedad, el doctor Dave Dolphin, químico de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, Canadá, afirma que dichos enfermos pueden empeorar si comen ajos o toman refrescos o agua quina. «Tal vez por eso se ha creado la leyenda de que el ajo aleja a los vampiros».

Se aconseja tratar la protoporfiria con betacarotenos, los cuales se pueden encontrar en las zanahorias, calabazas y espinacas.

Existen varios tipos de porfirinas, todas ellas tienen gran avidez por los átomos metálicos y pueden formar complejos, generalmente con hierro, magnesio y cobre. Las más importantes son: el hemo (grupo prostético de la hemoglobina y la mioglobina), la clorofila y los citicromos.

La protoporfirina (del griego porphyra, morado o púrpura) produce una alergia a los alimentos de alto contenido proteico. De acuerdo con las investigaciones del doctor Thomas McDevitt, de la Universidad de Idaho, «muchas personas alérgicas a ciertos alimentos también pueden desarrollar una adicción hacia ellos. Cuando se les priva de esos alimentos ellas reaccionan de manera agitada. En nuestro estudio sobre Vlad Tepes, llegamos a la conclusión de que padecía de una alergia a las proteínas, incluyendo la sangre. Probablemente bebió sangre, pero al ser alérgico y tratar de evitarla se convirtió en un hombre extremadamente violento»[13].

Resulta paradójico par los vampiros que la vida que a otros les roban a través de la sangre se les escape a ellos mismos al beberla. En el crimen tienen su castigo.

Los vampiros se han sabido adaptar a este mundo moderno. Ahora se agrupan en clubes tipo Alcohólicos Anónimos. Monica Mobley, sicóloga de la Universidad de Louisville, Kentucky, entró en contacto con una de estas asociaciones. Estos individuos se autodenominan «sangroides».

«Uno de mis estudiantes me confesó que a él le gustaba beber sangre, pero que odiaba lastimar a la gente, deseaba mi ayuda, pero yo no supe cómo podía dársela. Ese joven también me confesó que había entre ellos algunos sangroides que necesitaban para sobrevivir de 90 a 180 mililitros de sangre diariamente».

En México había uno de esos grupos y tenían una dirección postal: «Carmilla», Apartado Postal 19-167, 03900, México.


[1] Anónimo, Muere un hombre en una emboscada tendida para capturar a un vampiro, cable de la agencia AP, Londres, 27 de febrero de 1969.

[2] Bergier Jacques, El libro de lo inexplicable, Plaza & Janes S. A., Colección Otros mundos, Barcelona, 1974.

[3] Anónimo, Se la chupó el vampiro, cable de la agencia UPI, Dar-es-Salaam, Tanzania, 1 de julio de 1977.

[4] Anónimo, Banda de vampiros aterroriza a Colombia, cable de la agencia AP, Bogota, 23 de agosto de 1979.

[5] Anónimo, Vampiro sofisticado, Duda, No. 406, México, 11 de abril de 1979, Pág. 1.

[6] Anónimo, El vampiro de Puebla, Duda, No. 498, México, 14 de enero de 1981, Pág.. 1.

[7] Anónimo, Vampiros humanos en Venezuela, Duda, No. 524, México, 15 de julio de 1981, Pág.. 1.

[8] Anónimo, Arrestan a un sujeto acusado de vampirismo, cable de la agencia UPI, Bangkok, Tailandia, 10 de septiembre de 1984.

[9] Steiger Brad, Sex and the supernatural, Award Books, New York, 1968.

[10] Keel A. John, El enigma de las extrañas criaturas, Editorial ATE, Colección Libro Expres, Barcelona, 1981.

[11] Alexander Jacques, Los enigmas de la supervivencia, Editorial Bruguera, Colección Enigmas del Universo, No. 14, Colección Libro Amigo, No. 256, Barcelona, 1973.

[12] Gould T. Rupert, Oddities: A book of unexplained facts, Philip Allan and Co., London, 1928.

[13] Schwartz Joel, Dracula»™s blood, OMNI, Vol. 5, No. 5, New York, febrero de 1983, Pág.. 96.

Vampiros (2)

LA ESTIRPE DE DRACULYA

En 1969 dos catedráticos de la Universidad de Boston, Raymond T McNally y Radu Florescu, visitaron Transilvania en busca de mayor información sobre Draculya. Después de varios siglos Draculya todavía inspira pavor entre los campesinos de aquellas tierras, y ese sentimiento es transmitido de padre a hijo. Por su parte el profesor Florescu descubrió su parentesco personal con el conde.

Fruto de la investigación de estos profesores fue el libro Drácula, una biografía de Vlad el empalador[1].

Parece que aún quedan descendientes de Draculya (no sólo el profesor Florescu). Por lo menos eso es lo que dice Lily Sullos, una graciosa viejecita políglota (siete idiomas) y amante de los gatos. Ella afirma ser descendiente directa de Draculya.

La señora Sullos ejerce la profesión de «experta en estadísticas planetarias», como prefiere ella denominar a la astrología, y vive actualmente en la República de Argentina. Su apellido materno es Bathory, apellido relacionado también con el vampirismo. El escudo de armas de la familia Bathory se distingue por tres dientes de dragón. Uno de los antepasados de la señora Sullos fue el conde Vela Bathory, padre de Istvan, que fue príncipe de Transilvania y rey de Polonia. El conde Vela, que vivió en el siglo XV, era un hombre extraño que trabajaba como alquimista en las catacumbas de su gran castillo[2].

ELIZABETH BATHORY

Pero quizá el antepasado más famoso de la señora Sullos (excluyendo a Vlad Tepes o Draculya) lo fue la condesa Erzsébet o Elizabeth Bathory «“eso si creemos en la genealogía que presenta la señora Sullos.

Esta princesa húngara nació en 1560. Su familia era harto «curiosa». Su abuelo, el conde Vela, era aficionado a coleccionar murciélagos que luego mataba en sus experimentos alquimistas. Uno de sus tíos fue un conocido satanista practicante de magia negra. Su hermano era un sátiro, y su tía predilecta una lesbiana no menos famosa. La misma Elizabeth presentaría poco después inclinaciones lésbicas.

Al cumplir 15 años, en 1575, fue desposada con el conde Ferencz Nadasdy, mejor conocido como el «Héroe Negro» por sus varias victorias en contra de los turcos. Elizabeth tuvo que dejar las comodidades de la corte para irse a recluir al castillo de Csejthe, en las solitarias colinas del Noroeste de Hungría.

Su esposo, que era más afecto a las batallas que a las mujeres, pronto partió a la guerra dejando sola a Elizabeth. Se dice que por ese entonces Elizabeth tuvo una aventura con un joven noble con fama de vampiro. Pero estas relaciones heterosexuales la hastiaron pronto. Comenzó a coquetear con sus sirvientas. Primero fue un juego inocente que luego se transformaría en ceremonias de vampirismo llenas de sadismo.

Su criado Thorko, su nodriza Ilona Joo y el mayordomo Ujvary, la iniciaron en la magia negra. Pero Elizabeth no pudo dar rienda suelta a sus instintos sádicos hasta 1600, fecha en que murió su marido. Fue entonces cuando Elizabeth expulsó del castillo a su suegra y mandó a sus cuatro hijos con unos parientes.

Ayudada de sus sirvientes comenzó a reclutar jovencitas de los campos prometiéndoles contratarlas en el castillo. Pero la realidad era otra; las mantenía prisioneras en las mazmorras del castillo, torturándolas y desangrándolas mediante cortes en las venas. ¡Elizabeth se bañaba en la sangre de esas desdichadas!

Su fama de vampiro trascendió los muros del castillo y los campesinos pidieron ayuda al rey. Se le ordenó al conde Gyorgy Thurzo, primo de Elizabeth, presentarse sorpresivamente para investigar el asunto. El conde llegó al castillo de Csjthe la noche del 30 de diciembre de 1610. Se encontró con una escena que lo horrorizó: una doncella, dentro de una jaula y por encima de la condesa, se desangraba, y con su sangre, cual si fuera una ducha, Elizabeth se bañaba desnuda.

Fueron hallados más de cincuenta cadáveres bajo el castillo, sin contar los que habían sido arrojados fuera de él. Los 16 miembros de la servidumbre fueron capturados y juzgados. Catorce de ellos fueron decapitados e incinerados; dos, Thorko e Ilona Joo, fueron quemados vivos.

La condesa, debido a su condición noble, fue emparedada en su dormitorio, dejando sólo una pequeña ranura para permitir el paso de agua y comida. Allí sobrevivió durante cuatro años[3].

GILLES DE RAIS

Gilles de Rais[4] nació en la Torre negra del castillo de Champtocé, en Anjou, Francia, en el otoño de 1404. Hijo de Guy II de Laval, barón de Rais, y la dama Marie de Craon. Sus dos padres pertenecían a las familias más acaudaladas y poderosas de Francia. Tuvo sólo un hermano, René de Rais y ambos fueron creados por tutores e institutrices. Su educación fue esmerada y pronto aprendieron a leer y escribir en latín y griego.

Los jóvenes quedaron huérfanos a edad muy temprana. Gilles sólo había cumplido los 11 años cuando su padre fue atacado por un jabalí, durante una cacería. Guy murió dos días después en medio de dolores atroces. Gilles presenció toda la agonía. Durante el proceso que se le instauró en 1440 se señaló que el origen de su crueldad se podía rastrear hasta este momento de su vida.

Marie de Craon murió un mes después, pero se desconoce los motivos de su muerte. El abuelo materno, Jean Craon, tuvo que hacerse cargo de los niños. Este Jean Craon era un hombre violento y enérgico, y Gilles le tenía más que respeto, pavor. Años más tarde Gilles de Rais se referiría a su abuelo en estos términos:

«Me enseñó a beber, inculcándome desde muy niño a extraer placer de pequeñas crueldades. Nada más lejos de lo que otros hombres han pensado, sentido, imaginado o incluso hecho… Bajo su custodia aprendí a despegarme de los poderes terrenos y divinos, con lo que creí que era omnipotente».

Jean era también un buen administrador que supo incrementar la fortuna de sus nietos. Una de sus estrategias fue casar a Gilles con una de sus primas lejanas, Catalina de Thouars, para incrementar su fortuna. Esto ocurrió cuando de Rais tenía 16 años. No es muy claro, pero parece que raptaron a Catalina para luego celebrar una boda clandestina. En 1429 la pareja tendría una niña: Marie de Rais.

Gilles recibió la orden de caballero a la edad de 14 años. En la ceremonia se le entregó una bella armadura blanca milanesa. Parecía que se destino era la carrera militar. Era muy hábil con las armas y su complexión, de más de 1.80 metros de altura, le permitía destacarse en el combate.

Al cumplir los 20 años, en 1424, solicitó se le concediera el dominio absoluto de su patrimonio y entró al servicio de Carlos VII, el delfín de Francia. Cinco años después los ingleses y borgoñeses estuvieron a punto de impedir la llegada al trono de Carlos VII. Surgió la figura de Juana de Arco, aquella modesta campesina que aseguraba oír voces que le ordenaban defender y ayudar a coronar al delfín.

Gilles de Rais fue comisionado de escoltar y proteger a la doncella para levantar el sitio de Orleáns, último bastión fiel a Carlos VII. El barón de Laval se enamoró de la doncella de Orleáns:


«Cuando la vi por primera vez parecía una llama blanca. Fue en Chinon, al atardecer, el 23 de febrero de 1429. Desde el principio fui su amigo, su campeón. En el momento en que entró en aquella sala un estigma maligno escapó de mi alma y, ante el escepticismo del delfín y la corte, yo persistí en creer en su misión divina. En presencia de ella y por ese breve lapso de tiempo, yo iba en compañía de Dios y mataba por Dios. Al sentir mi voluntad incorporada a la suya, mi inquietud desapareció».

1429 fue el año de la liberación de Orleáns, del nacimiento de Marie de Rais y de su condecoración como Mariscal de Francia. Gilles se había convertido en el hombre más poderoso de Francia y uno de los más ricos de Europa. Parecía que todo le sonreía a de Rais.

Pero luego Juana de Arco fue capturada y quemada por los británicos, ante la impasibilidad del monarca francés, Gilles aseguró que la «pureza» había muerto. Su mundo se vino abajo: renunció a ser Mariscal de Francia; se separó de su esposa y se marchó a su castillo de Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer. Pronto cayó en un abismo. No comprendía porqué Dios había permitido que Juana fuese torturada y quemada.

Para olvidar sus penas y encontrar un poco de diversión comenzó a dilapidar su fortuna en grandes y lujosísimas fiestas o en obras de teatro en las que se representaba el sitio de Orleáns. Pero no olvidó su religión: mandó construir una iglesia dedicada a los Santos Inocentes, con paredes, techos y retablos recubiertos de oro puro y piedras preciosas. Sus excesos eran conocidos por toda Europa, tanto que el mismo Papa de Aviñón lo llamó al orden. Tal fue el derroche que tuvo que vender algunas de sus posesiones. Comenzó por las periféricas, y a finales de 1438 sólo le quedaban unas pocas propiedades en Bretaña.

Preocupado por la pérdida de su patrimonio, en lugar de parar los gastos intentó obtener dinero por medios sobrenaturales. Conoció a un clérigo de nombre Blanchart, iniciado en artes alquímicas, quien le presentó a un colega, el sacerdote italiano, Prelati. Estos charlatanes le hicieron creer que podían obtener la piedra filosofal y transmutar el plomo en oro. Construyó un laboratorio y trajo magos y alquimistas de toda Europa para trabajar en él. Pero el oro nunca llegó y las arcas estaban cada vez más vacías. Despidió a los alquimistas y sólo se quedó con Blanchart y Prelati. Estos le persuadieron de realizar misas negras para pedir la ayuda del diablo.

Este fue el origen de su primer crimen. La desdichada víctima se llamaba Bernard Lecamus de Douardenez , y tenía 15 años de edad. En la macabra ceremonia Gilles firmó un documento en el que le dejaba su castillo al diablo, pero resguardaba su vida y su alma. Según la leyenda, en las escrituras del castillo de Tiffauges figura como dueño el mimo diablo. Luego comenzó la misa negra. Gilles le cortó las muñecas, sacó los ojos y el corazón de Lecamus. Pero el diablo no apareció, ni tampoco el oro. Lo único que se presentó fue la lujuria. Gilles había descubierto sus bajos instintos: la tortura, la violación y el asesinato de niños.

EL PROCESO

Pronto comenzaron a desaparecer niños y niñas de las localidades cercanas; Bourgneuf, Tiffauges, Machecoul, Nantes, etc. Los desaparecidos tenían entre 8 y 17 años. Todos ellos huérfanos o hijos de campesinos y siervos, o los pequeños mendigos que pedían limosna frente al puente levadizo. Se estima que entre 1431 y 1440 desaparecieron en aquella zona no menos de 1.000 niñas y niños. Los niños eran retenidos contra su voluntad por sus servidores, violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban para propósitos mágicos.

En su proceso, Gilles relató que le gustaba visitar la sala en donde eran colgados los niños en ganchos. Simulaba y fingía sentir horror ante sus lamentos, súplicas y contorsiones. Cortaba las cuerdas y los bajaba de los ganchos. Tiernamente los trasladaba a una enorme cama al fondo de los calabozos. Enjugaba sus lágrimas y curaba sus heridas. Luego, cuando había obtenido la confianza del infante, sacaba de entre sus ropas una daga con la que les cortaba el cuello. Se sentaba sobre ellos mientras se convulsionaban y se masturbaba. Finalmente, con la ayuda de sus criados, les cortaba la cabeza y violaba los cadáveres, al mismo tiempo que los cubría de besos y lamía su sangre.

A los cuerpos se les extraían las entrañas para ser usadas en hechizo alquímicos. Los restos eran quemados, pero las cabezas eran guardadas para una última ceremonia. Pasaba la noche dormido en la cama con las sábanas empapadas en sangre. A la mañana siguiente sus sirvientes habían «embellecido» las cabezas: se les pintaba los labios y las mejillas, y se les peinaba. Durante el desayuno eran exhibidas ante sus amigos e invitados, quienes votaban por la más «bella». Gilles se llevaba la cabeza «ganadora» para propósitos necrofílicos.

Tras las numerosas desapariciones de niños, los aldeanos comenzaron a sospechar del señor del castillo. Acusaron al barón pero sus voces no fueron oídas, antes bien fueron acalladas con amenazas. Parecía que nada se iba a hacer y que todo continuaría igual. Pero sucedió algo que cambiaría el curso de los acontecimientos.

Gilles de Rais continuaba gastando a manos llenas. Llegó el punto que sólo le quedaron un castillo propio, algunas tierras y dos castillos propiedad de su esposa Catalina. Antes de eso su familia solicitó la protección del rey y éste prohibió a los nobles que compraran ninguna propiedad a Gilles, pero el Duque de Bretaña y su Canciller Jean de Malestroit, el Obispo de Nantes, se saltaron esta orden y le compraron varias propiedades. Cuando llegó la prohibición del rey, el Duque de Bretaña quiso aprovechar la ocasión y se negó a pagar por una propiedad en St. Etiénne. Entonces Gilles de Rais la recuperó por las armas y, de paso, torturó al párroco de la iglesia, que casualmente era el hermano menor del Duque. Éste último habló con el rey y se ordenó que Gilles de Rais regresara la propiedad, además del pago de una multa exorbitante, so pena de ser confiscadas todas sus propiedades. Pero Gilles aún contaba con un poderoso ejército y era recordado como el héroe de Orleáns y antiguo Mariscal de Francia. No era conveniente enfrentarlo por las armas.

El Obispo de Nantes, Jean de Malestroit, recordó las recientes acusaciones de los campesinos. Era la excusa perfecta para llevarlo ante el Tribunal del Santo Oficio. Rápidamente el Duque de Bretaña ordenó una investigación.

Durante la primavera y el verano de 1440 el obispo investigó los casos de desapariciones en la comarca, y presentó más de 140 testimonios ante la Inquisición. En una torre del castillo de Tiffauges se encontraron más de 40 esqueletos de pequeños, y un montón de cabezas en el castillo de Champtocé. Se ordenó su detención. Cuando fue detenido el 13 de septiembre en Machecoul, los soldados se encontraron con el espectáculo de 50 cadáveres de niños mutilados en los sótanos de ese castillo. El 29 de septiembre de aquel año compareció ante el tribunal. Allí se le acusó de «hereje, reincidente, brujo, sodomita, conjurador, espíritu malvado, adivino, asesino de inocentes, apóstata, servidor de fetiches desviado de la fe y su enemigo, además de vaticinador y maestro brujo que era y es».

Blanchart y Prelati fueron los principales testigos de los cargos de adoración al diablo y herejía. Ellos declararon que Gilles ofrecía los niños a un demonio llamado Barón. Junto a ellos fueron juzgados dos de los sirvientes, Poitu y Henri y una anciana proxeneta. Los primeros se encargaban de secuestrar a los niños y luego de limpiar el castillo; la segunda proporcionaba las niñas. Extractos de las declaraciones durante el juicio:


«Poitu declaró que tuvieron que pasar la noche en una residencia a las afueras de Nantes. Cuando a su señor Gilles le dio la «apetencia» el que declara junto a Henri salieron a buscar entre los pequeños mendigos que dormían en las calles uno rubio y de rostro angelical que satisficiera a su señor. Una vez encontrada la víctima adecuada, de unos 10 años, lo metieron de tapadillo en la mansión, pues el anfitrión no debía enterarse de lo que aquella noche iba a suceder.


«Taparon la boca del pequeño para que sus gritos no alertaran a los que allí vivían, y atándole las muñecas con una soga lo colgaron de una de las vigas del techo. Gilles de Rais frotó su miembro con el cuerpo del niño colgado y lo sodomizó.


«Una vez terminada la aberrante copula, Poitu y Henri se llevaron al niño a las caballerizas, y allí lo asesinaron cortándole la cabeza. Para deshacerse del cadáver lo arrojaron a la letrina, guardando la cabeza para su señor».

Gilles no fue sometido a tortura, dada su condición de noble, pero aceptó todos los cargos cuando se le amenazó con excomulgarle. Parte de su confesión:

«Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos».

En octubre de 1440, después de un tumultuoso juicio, Gilles fue declarado culpable del asesinato de entre 140 y 200 niños, aunque se dijo que pudieron ser muchos más. Al amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado, cercano a la ciudad de Nantes, junto con Potiu y Henri. Por ser noble y haberse arrepentido de los cargos de herejía, se le concedió ser ahorcado, para posteriormente ser enviado a la hoguera.

Sus esbirros Poitu, Henri y la proxeneta fueron quemados directamente en la hoguera sin más trámite previo. Por su colaboración, Blanchart y Prelati fueron condenados a cadena perpetua.

En el patíbulo pidió perdón a los padres de sus víctimas, instando a todos los presentes a no seguir su ejemplo. Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.

Accediendo a las súplicas de algunos de sus parientes, el cuerpo, parcialmente quemado, fue retirado de la hoguera y enterrado en una iglesia de las carmelitas en Nantes.

Los bienes de Gilles de Rais fueron embargados por el Duque de Bretaña para el pago de la exorbitante multa, las familias de los niños asesinados no vieron ni un céntimo y la esposa e hija del barón de Laval quedaron en la miseria.

Durante años se fueron tejiendo leyendas en torno a este personaje al que pronto se le bautizó como Barba Azul. A finales del siglo XVII, el escritor francés Charles Perrault recogió esas leyendas, y las anexó a su inmortal obra Cuentos de Mama Oca.

LO ABSURDO Y LO RIDÍCULO EN LAS HISTORIAS DE VAMPIROS

Las historias de vampiros no sólo son terroríficas, sádicas y con alto contenido sexual. También las hay ridículas, absurdas y hasta cómicas. Como ejemplo podemos citar las siguientes.

En enero de 1973 fue encontrado el cuerpo de Dmitris Myiciura, refugiado polaco que vivía desde la Segunda Guerra Mundial en el pueblo de Stoke-on-Trent, Inglaterra.

Su muerte no tendrá nada de particular a no ser que Myiciura era conocido en el barrio como un tipo excéntrico que tenía gran temor por los vampiros. Su casa estaba completamente tapizada con dientes y manojos de ajos.

El comisario John Pye, que levantó el acta correspondiente, encontró miles de ajos regados por la cama y los mubles. Myiciura los usaba para espantar y alejar a los vampiros, pero paradójicamente fueron los ajos los que causaron su muerte. Como todas las noches, Myiciura se había introducido un diente de ajo en la boca al ir a dormir. El diente se le atragantó y terminó por asfixiarlo[5].

El antropólogo inglés Esthelbert Forbes Skertchley fue el primero en hablar de los Berbalangos, vampiros que habitan la pequeña isla de Cagayan Sulu, en el archipiélago filipino.

«Son vampiros que de vez en cuando han de comer carne humana, pues si no la comieran morirían. Se les reconoce de inmediato, porque sus pupilas tienen forma de rendijas, como las de los gatos. Cuando deben comer, abren las tumbas e ingieren las entrañas de los cadáveres»[6].

A los berbalangos se les puede mantener alejados con un talismán de «perla de nuez de coco», una piedra parecida al ópalo. Algunos campesinos rocían las tumbas con jugo de lima para impedir que los berbalangos devoren los cadáveres que se encuentran en ellas.

En Europa se usaba otro método para abolir el vampirismo: embotellando vampiros. Montague Summers, cronista de los vampiros, decía que había personas que se dedicaban a esto obteniendo buenos dividendos.

El hechicero, armado con la foto de algún santo y unas gotas de sangre fresca dentro de un frasco, buscaba a un vampiro hasta que lo arrinconaba. Cuando el vampiro se encontraba indefenso, el hechicero, con la ayuda de la fotografía, lo obligaba a entrar en la botella donde había un poco de sangre. Cuando el vampiro entraba se le arrojaba un crucifijo y rápidamente se tapaba con un cordón. Luego se le arrojaba al fuego para hacer desaparecer al vampiro[7].


[1] Florescu Radu & McNally T. Raymond, Drácula, una biografía de Vlad el empalador, Editorial Diana, México, 1976.

[2] Anónimo, Descendiente de Drácula en Argentina, Duda, No. 339, México, 28 de diciembre de 1977, Pág. 1.

[3] Anónimo, Los poderes desconocidos, Selecciones del Reader»™s Digest, México, 1983.

[4] Bataille Georges Michel, Le procès de Gilles de Rais, J. J. Pauvert, Paris, 1965.

Bataille Georges Michel, Gilles de Rais, Mercure de France, Paris, 19 de septiembre de 1972.

[5] Doreste Tomás, Grandes temas de lo oculto y lo insólito, Ediciones Océano, S. A., Tomo III, Barcelona, 1983.

[6] Forbes Skertchley Esthelbert, Cagayan Sulu: habits, legends and superstitions, Journal of Asiatic Society of Bengal, 1896.

[7] Summers Montague, The vampire in Europe, University Books, Inc., London, 1911.

Summers Montague, The vampire: his kith and kin, Rotledge & Paul, London, 1928.

Vampiros (Primera parte)

VAMPIROS

Las leyendas de vampirismo, como las de licantropía, se fundan en temores ancestrales y en pocos hechos concretos. Esos temores comprenden el miedo patológico a ser enterrado vivo o el miedo a que los suicidas, que por este hecho fueron excomulgados y enterrados sin los ritos de rigor, regresen de su tumba.

Las tradiciones sobre los vampiros varían de región en región y, en ocasiones, se confunden con las leyendas de los hombres-lobo. Al igual que éstos, los vampiros tienen el poder de metamorfosearse, siendo capaces de transformarse en animales. Originalmente se transformaban en búhos, gatos, perros y principalmente lobos. En muchos cuentos, los vampiros, no sólo se transforman en lobos sino que dirigen manadas de estos animales, tal como en el caso del conde Drácula que tuvo una manada de lobos a su mando.

Para algunos, los vampiros son muertos a los que se les ha introducido un espíritu maligno. Poseen poderes hipnóticos y son capaces de poner a su víctima en trance, como si durmiera. Para otros, se trata de espectros de excomulgados que se aparecen en la noche. Para sustentarse necesitan alimentarse del más vital de los líquidos: la sangre.

Para librarse de la funesta influencia de los vampiros, el único método eficaz es desenterrar el cuerpo del espectro, hundirle una estaca en el corazón, y quemar los restos ensangrentados del cadáver hasta reducirlos a cenizas, después de haber recitado sobre él algunas oraciones.

Parece ser que la palabra «vampiro» es de origen húngaro (vampir) y que se incorporó a la lengua inglesa en 1743.

En toda Europa central existen tradiciones sobre los vampiros. En Polonia se les llama «Upiros». Los griegos los conocen como «Brucolacos» o «Vroucolaques». León Allatius escribía en el siglo XVI sobre estos monstruos asegurando que si un brucolaco llama a una persona y ésta contesta, muere al cabo de algunos días. Paul Ricaut, que viajó por Levante en el siglo XVII, añade que los turcos temen tanto como los griegos a los brucolacos. Los rumanos hablan de los muertos que abandonan su tumba para chupar sangre y los designan con los nombres de «Strigoiu» y «Moroiu». Los romanos los llamaban «Striges» y los describían como unas aves nocturnas que robaban niños y les chupaban la sangre. Más tarde se dio este nombre a las brujas que, durante la noche, hacían uso de sus maleficios. Estas Striges son las mismas «Empusas» de los griegos.

Petronio (siglo I) en El Satiricón pone las siguientes palabras en boca de Trimalción:

«En el tiempo en que todavía tenía pelo largo, pues desde niño llevé vida de sibarita, se murió el favorito de mi amo, por Hércules, una alhaja de chiquillo, perfecto en todo. Estaba su pobre madre llorándolo, y todos nosotros con ella acompañándola en su duelo, cuando de pronto, las estriges se pusieron a aullar de manera inimaginable; hubiérase dicho que se trataba de un perro persiguiendo a una libre. A la sazón vivía con nosotros un tipo de Capadocia, grandote, de muchas agallas que no tenía miedo a nada ni a nadie y que tenía fuerza para levantar en vilo a un buey enfurecido. Nuestro hombre desenvainó la espada al oír los aullidos y, después de liarse el manto al brazo izquierdo, salió como un rayo y atravesó a la primera bruja que halló al paso, como por aquí (salva me sea esta parte). Oímos un gemido angustioso; pero, si he de decir verdad, a las estriges no las vimos. Nuestro mozo volvió a la habitación y se dejó caer sobre un lecho. Tenía todo su cuerpo amoratado, como si le hubiesen apaleado, y era que le había tocado la mano maléfica. Nosotros cerramos bien la puerta y volvimos nuevamente a nuestra triste misión; pero, cuando la madre, en un transporte de dolor, fue a abrazar el cuerpo de su hijo, sólo halló un muñeco relleno de paja. No tenía corazón, ni entrañas, ni nada. Las brujas habían robado a la pobre criatura y habían puesto en su lugar aquel monigote de paja. Por favor, debéis creerme, hay mujeres sabihondas, hay hechiceras nocturnas, que ponen boca abajo lo que está boca arriba. En cuanto a nuestro capadocio, después de este suceso nunca más recobró su color normal; es más, poco después moría como un loco furioso»[1].

Fuera de Europa existen tradiciones vampirescas, como la de las brujas mexicanas que se «chupan a los niños». Del otro lado del mundo, los habitantes de la pequeña isla de Cagayan Sulu, en el archipiélago de las Filipinas, hablan de los berbalangos[2]. También en la literatura árabe encontramos vampiros llamados Golos, Gul, Algol o Lamias. En Las mil y una noches[3] (episodio correspondiente a la noche 538) se cuenta cómo un algol con apariencia de carnero blanco, trata de devorar a la hermosa Dalal. La desdichada invoca a una santa musulmana, quien envía en su ayuda a una genio, que acepta salvarla a cambio de un beso. Esta extraña historia de vampirismo y lesbianismo termina cuando la genio mata al algol de un puntapié en los testículos.

EL MURCIÉLAGO VAMPIRO

Como decíamos más arriba, los vampiros tenían el poder de metamorfosearse en animales. Lo curioso es que no fue sino hasta principios del siglo XX en que se habló de transformaciones a murciélago. La razón era que no fue sino hasta ese entonces cuando algunos centroeuropeos oyeron historias de un mamífero que habitaba las selvas de América. Era un murciélago pequeño y feo, que por las noches se posaba sobre el ganado que dormía, en los borregos o en los hombres, y les chupaba la sangre, y luego se retiraba a las cuevas y lugares oscuros del bosque para descansar y digerir lo comido. La coincidencia con las leyendas era muy buena para dejarla pasar. A ese murciélago se le bautizó como vampiro y las leyendas se ajustaron para que de desde ese entonces en adelante los vampiros se transformaran en murciélago-vampiro.

Los murciélagos-vampiro son mamíferos del orden quiróptero, familias desmodóntidos y filostomáticos. Los verdaderos vampiros pertenecen a la primera familia. Son murciélagos de pequeña talla, sin cola, que viven exclusivamente en América. Están provistos de un par de incisivos que utilizan para practicar pequeños cortes sin producir dolor. Lamen la sangre de la herida (no la succionan por los colmillos como dice la leyenda) y pueden transmitir gérmenes patógenos. Comprenden algunas especies de los géneros Desmodus y Diphylla. El más común es el Desmodus rotundus, de 7 centímetros de longitud, que vive desde México hasta Argentina.

Impropiamente, también se denomina vampiros a otras especies de la familia de los filostomátidos, como el «vampiro espectro» (Vampyrus spectrum) y el «vampiro de hierro (Phyllostomus hastatus), de gran tamaño, aspecto repulsivo y alimentación frugívora, distribuidos por América del Sur.

La costumbre de alimentarse con sangre no es exclusiva de los vampiros. El doctor Hans Banziger, entomólogo suizo que trabajó en Malasia, descubrió una mariposa nocturna que pica la piel y chupa la sangre. Es la Calyptra eustriga que se alimenta con la sangre de búfalos, ciervos, tapires y antílopes que habitan Malasia[4]. Finalmente están las pulgas, piojos, mosquitos, jejenes y otros animales que se alimentan de sangre.

LOS VAMPIROS EN LA LITERATURA

Además de las referencias del Satiricón y Las mil y una noches, existen varias alusiones a los vampiros en diversas obras. Varios autores les han dedicado algunas páginas.

William de Newburgh en su «Historia Rerum Anglicarum» nos cuenta que en 1196, durante el reinado de Ricardo I, apareció un vampiro en el condado de Buckingham:

«Un cierto hombre que murió de muerte natural, estuvo bajo el cuidado de su esposa y recibió las atenciones de su entierro en la víspera del día de la Ascensión»[5].

El vampiro estuvo atormentando a su esposa tratándole de morder el cuello.

«Habiendo sido rechazado por su esposa, procedió de la misma manea para molestar a sus hermanos que vivían en el mismo pueblo».

Tampoco esta ocasión tuvo suerte. Sus hermanos lo corrieron a palos. San Hugo, obispo de Lincoln, al enterarse de los sucesos escribió una cédula de absolución, misma que le envió al archidiácono Stephen, ordenándole colocarla sobre el pecho del difunto. Hecho esto, el vampiro no volvió a aparecer.

Dos años después, en 1198, ocurrió un hecho similar en el pueblo de Berwick a orillas del río Tweed, en el extremo Norte de Inglaterra. Un hombre que en vida había sido tan malvado como rico se había convertido en vampiro. Atacó a varias mujeres antes de que su cuerpo fuera exhumado, cortado en pedazos y quemado.

La epidemia de peste que azotó al pueblo fue atribuida a la destrucción del vampiro quien así se vengaba de sus enemigos.

Los brotes de peste, crímenes en masa no resueltos y otros sucesos similares, eran a menudo atribuidos a una invasión de vampiros.

Dom Agustín Calmet, benedictino del siglo de las luces que murió en 1757, que era un conocido comentarista de las Sagradas Escrituras, publicó en 1734, en Leipzig, un «Tratado sobre la mordedura y absorción de sangre de los muertos de las tumbas», al que le siguió su «Traité sur les apparitions des spirits et sur les vampires» y «Vampires de la Hongrie et de ses alentours» y la «Dissertation sur les apparitions des esprits et sur les vampires et revenants», publicado en dos volúmenes en 1746.[6].

Unos cuarenta años antes, en 1706 Karl F. von Schertz publicó «Magia Póstuma», en Olmütz. «De masticatione mortuorum in tumulis» (Sobre los muertos que comen en sus tumbas) se debe a la pluma de Miguel Raufft (siglo XVIII).

«Los vampiros «“escribía en 1733 John Heinrich Zopftsalen de sus tumbas de noche, atacan a las personas que duermen tranquilamente en sus lechos, les chupan la sangre y los destruyen».

Otras obras famosas sobre vampiros son la novela de Sheridan Le Fanu, «Carmilla» y las novelas por entregas de Thomas Preskett Prest, «El valle de los vampiros» y principalmente el bestseller «Varney el vampiro o festín de sangre» (868 páginas llenas de truculencias), publicada en 1847.

BRAM STOKER

Ese año de 1847 es muy importante dentro de la historia de los vampiros, pues no solo se publicó la novela de Prest, sino que fue el año del nacimiento del escritor irlandés Bram Stoker, a quien se debe la mayor divulgación de la leyenda de los vampiros a través de su novela «Drácula».

El origen de la novela fue la amistad entre Stoker y el profesor húngaro Arminius Vambery, de la Universidad de Budapest. Vambery contó a Stoker todo cuanto sabía sobre las leyendas de los vampiros que abundan en los Balcanes. Le contó también sobre el príncipe Vlad Tepes apodado «Draculya» que había vivido en el siglo XV en Transilvania. Este Tepes fue tan famoso por su crueldad que casi todas las historias de vampiros surgieron a partir de él.

Los relatos que le contara Vambery hicieron que Stoker se interesara cada vez más en la historia, folklore, geografía y supersticiones de Transilvania. Se convirtió en un asiduo visitante del Museo Británico en busca de mayor información.

Stoker estaba tan empapado de las leyendas y tradiciones válacas que una noche, después de haber comido mucho, tuvo una terrible pesadilla producto de una mala digestión. En esa pesadilla se reproducían los aspectos generales de lo que más tarde sería la novela. Al despertar sólo tuvo que ordenar sus pensamientos para escribir el clásico y escalofriante libro de Drácula.

El más famoso de los relatos de vampiros fue publicado en 1897. Su autor murió en 1922. De acuerdo con la leyenda, la última palabra que Stoker pronunció fue «Strigoiu», vampiro en rumano.

EL DRÁCULA HISTÓRICO

Perdido en el corazón de los cárpatos rumanos, el castillo del conde Drácula, en Transilvania, sobre el valle del río Argo, a 160 kilómetros de Bucares, despierta temores y aviva las supersticiones. Allí, en la ciudad de Sighisoara (Scassburg) nació en 1431, Vlad Tepes, segundo hijo de Vlad II «Dracul» (dragón), rey de Valaquia desde 1436, luego de liderar una violenta revuelta[7].

La madre de Vlad Tepes fue la hija del rey de Moldova. Vlad II debía pagar tributo tanto a cristianos como a musulmanes. Por un lado estaba el rey de Hungría, Ladislas Posthumus, y el voivoda de Transilvania (Juan Hunyadi), y por el otro el sultán Murad II. En 1442 los trucos invadieron Transilvania y Vlad II permaneció neutral. Al termino de la guerra los húngaros lo acusaron de traición y lo expulsaron de Valaquia. Vlad II pidió apoyo a los turcos para recuperar su territorio. Luego de ser reinstalado tuvo que pagar un alto precio: debía enviar diversos contingentes de jóvenes para que pasaran a formar parte de las tropas de jenízaros de Murad II, y entregar como rehenes a sus dos hijos: Vlad y Radu Tepes. Fue así como su padre lo entregó a los turcos como tributo, y fueron ellos quienes enseñaron al niño todas las técnicas de la tortura[8].

En 1444 Ladislas decide reunir todas sus fuerzas para expulsar a los turcos de Europa. Le ordena a Vlad II que prepare sus ejércitos. Como sus hijos aún se encontraban en Adrianópolis, en poder de los musulmanes, Vlad II envía a su primogénito Mircea Tepes, mientras él permanece en su castillo. La empresa resulta en fracaso y Hunyadi acusa a Vlad y Mircea de los resultados. Los boyardos (nobles rumanos) derrocan a Vlad y lo ejecutan junto a su hijo Mircea. Sube al trono el voivoda Vadislao II, apoyado por Hunyadi. Los musulmanes quisieron imponer a Vlad Tepes «Draculea» o «Draculya» (hijo de Drácula o hijo del Dragón), apoyándolo para que recuperara el trono; pero Draculya huyó y se dirigió a Hungría para pedirle ayuda al rey Ladislas. Mientras tanto, Vadislao II, comienza a tener una política de acercamiento a los turcos, por lo que Ladislas apoya a Draculya para que recupere el trono de su padre. A la muerte de Hunyadi, durante la batalla de Belgrado, en 1456, Draculya, que entonces tiene 25 años, llega finalmente al trono de Valaquia.

Su primer acto público consistió en ofrecer un banquete a los boyardos. Se dice que estando en los postres los mandó empalar para colgarlos después alrededor del castillo de Trigoviste. Con eso evitaba cualquier futura disputa al trono. Desde entonces se le apodó como «El Empalador».

El empalamiento consistía en atravesar los cuerpos de las víctimas en diferentes partes, principalmente el corazón. Lo que también era común era forzar a que las víctimas abrieran las piernas, con la ayuda de caballos, para poder empalarlos. Vlad sentía una morbosa atracción por los moribundos. Atravesaba con una estaca a sus enemigos para torturarlos hasta morir.

Guy de Bechtel y Jean-Claude Carrière escriben sobre este asunto[9]:

«Hizo cortar en trozos a los prisioneros, hervir juntos a madres e hijos… Practicó todas las torturas clásicas de su tiempo: hacer que los caballos tiraran de los miembros de las víctimas, cremarlas, privarlas de agua, poner sal en sus heridas, arrancarles las uñas…»

Hubo varios levantamientos en contra del tirano. Uno de ellos fue dirigido por Dan III (Dan-Ciul), pero el mismo Draculya lo decapitó y la aldea de Almas, que había sido el refugio de Dan, fue borrada del mapa y todos sus habitantes empalados.

En una ocasión, cuando varios embajadores turcos lo visitaron y se negaron a quitarse el turbante como señal de respeto; Draculya ordenó a sus soldados que clavaran los sombreros en las cabezas de los turcos para que jamás se los pudieran quitar.

Trató de reunir a todos los gitanos que vivían en sus dominios. Logró capturar a trescientos. Seleccionó a tres y los asó vivos. A los demás les dio a escoger entre comérselos o enrolarse en su ejército.

En otra ocasión invitó a todos los enfermos y pobres de su feudo a un banquete únicamente para prenderle fuego al comedor con ellos en el interior. De esa manera se aseguraba la erradicación total de la pobreza en su reino.

Tal era el terror que su pueblo tenía por Vlad III que una taza de oro que mandó colocar en la plaza central de Tagorviste, nunca fue ni siquiera tacada durante el periodo de su reinado.

Otra anécdota muy parecida cuenta que un vendedor trashumante, conociendo la fama de honestos de los habitantes de Tagorviste, dejó sin descargar su carreta. Al día siguiente descubrió que le faltaban 150 ducados. Rápidamente fue a poner su queja con Draculya. El Empalador le ofreció su castillo para que pasara la noche, mientras se hacían las investigaciones. Mandó anunciar que, en caso de que no aparecieran los 150 ducados arrasaría con todo el pueblo y empalaría a todos sus habitantes.

Por otro lado ordenó a uno de sus sirvientes que colocara 150 ducados en el carro de mercancías. Al día siguiente el vendedor encontró dos bultos con 150 ducados cada uno. Lo informó a Vlad III, quien ya había capturado al ladrón y se disponía a empalarlo. Cuando ya estaba en la estaca, se lo señaló al vendedor y le dijo que de no haber informado sobre la cantidad extra, en ese mismo momento estaría haciéndole compañía al ladrón.

Después de la victoria de Brasov, mandó empalar a docenas de nobles de la ciudad. Luego ordenó un banquete en medio del bosque de empalados. Uno de los boyardos invitados a la comida se tapaba la nariz para no inhalar el repulsivo olor. Vlad III pensó que esa era una delicadeza inadmisible en un militar, por lo que ordenó se le empalara en una estaca más alta, donde no llegaran los olores.

Se cuenta que a lo largo de seis leguas había constantemente dos hileras de estacas con húngaros, moldavos y válacos. Era el llamado «bosque de los empalados». Draculya acostumbraba comer en medio del «bosque»[10]. Esta escena fue inmortalizada en un grabado alemán del siglo XVI.

EL REINADO DE DRACULYA

Cierta vez que vio en sus campos a uno de sus súbditos que vestía un caftán que le quedaba muy corto, ordenó traer al campesino y a su mujer. A ella le recriminó el no atender bien a su marido; aunque él le dijo que estaba contento con el trabajo de su esposa, Vlad III la mandó empalar mientras le proporcionaba otra mujer, no sin antes aclararle que debía ser más diligente o de lo contrario sufriría la misma suerte que su antecesora.

Vlad Tepes, además de todos sus otros «atributos», era misógino. Empalaba a las mujeres adúlteras, no sin antes amputarles los senos y los genitales. Si las mujeres tenían hijos, éstos acompañaban a sus madres: no quería tener problemas de venganzas en el futuro. Desconozco si tenía algún castigo para los hombres adúlteros. Tal vez porqué él mismo era un adúltero. Tenía una amante en las afueras de Targoviste. No se sabe qué motivo a esta mujer a decirle que esperaba un hijo suyo. Draculya envió a las comadronas para que la revisaran. No encontraron ningún síntoma de embarazo. Entonces el propio Draculya tomó un cuchillo y se lo introdujo desde la vagina hasta la parte superior del pecho para cerciorarse del embarazo. Al no encontrar nada, dejó a la pobre mujer gritando de agonía.

En 1462 un poderoso ejército turco fue testigo de una de las más feroces carnicerías de Draculya. Más de veinte mil súbditos fueron empalados ante sus atónitos ojos. Era su mayor prueba de crueldad y sadismo. En una crónica contemporánea podemos leer:

«El ejército del sultán se encontró con un inmenso campo de estacas, muy largo y muy ancho, en el que podían verse unos veinte mil cuerpos empalados de hombres, mujeres y niños».

Se calcula que Draculya mató a unas cien mil personas durante su reinado de terror[11]. Cuando Matías Corvino, hijo de Hunyadi, subió al trono de Hungría, Vlad solicitó su ayuda para combatir a los turcos. Envió una carta y un paquete. En la carta dirigida a Matías, Vlad III escribe:

«He matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y Novoselo, donde el Danubio entra en el mar, hasta Samovit y Ghigen. Hemos matado a 23,884 turcos y búlgaros, sin contar aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados…; 1,350 en Novoselo, 6,840 en Silistria, 343 en Orsova, 840 en Vectrem, 630 en Tutrakan, 210 en Marotim, 6,414 en Giurgiu, 343 en Turnu, 410 en Sistov, 1,138 en Nicópilis, 1,460 en Rahovo…»

En el paquete se encontraban varias cabezas, narices y orejas, de turcos asesinados por sus tropas. Era la prueba de lo que afirmaba.

A la muerte de su esposa, Draculya se casó con la hermana de Corvino. En 1476 su hermano Radu se alió a los turcos para tratar de arrebatarle el trono, pero fue asesinado por los húngaros. Vlad se enfrento al sultán Mehmet II. Dice una crónica de Eslavonia que durante una batalla a las afueras de Bucarest:

«Su ejército había hecho una carnicería con las tropas turcas. Draculya se dirigió al campo de batalla para ver cómo se retorcían de dolor sus enemigos. Alejado de sus hombres y amigos, uno de sus propios soldados lo tomó por un turco y lo hirió con una lanza. Él logró defenderse pero fue rematado por varios de sus soldados».

Al término de la batalla, los turcos recuperaron el cadáver. El sultán ordenó que lo decapitaran. Su cabeza fue llevada a Constantinopla por uno de los turcos victoriosos. El cuerpo ensangrentado de Draculya, destrozado y sin cabeza, fue descubierto por unos monjes del monasterio de Snagov, una isla cercana a Bucarest, y secretamente enterrado en la cripta frente al altar de la iglesia principal. Estos cuidados se debían a que, paradójicamente, este monstruo sádico y engendro de crueldad era profundamente religioso y había mandado construir muchas iglesias y monasterios, entre otros el de Tismania y el de Snagov.

Los campesinos que lo odiaban, y que lo consideraban como el dios-vampiro de las viejas leyendas magiares, acudieron a su tumba para vengarse en los restos de todas las crueldades recibidas. Exhumaron el cuerpo de Draculya y al igual que él siguieron su costumbre y lo empalaron: le clavaron una estaca en el corazón (curiosa manera de decir «ojo por ojo…»). Sus restos fueron quemados y su cenizas arrojadas al pantano. De aquí es de donde parten los ritos para destruir a los vampiros.


[1] Petronio, Satiricón, Editorial Origen, S. A. y Editorial OMGSA, S. A., Colección Historia Universal de la Literatura, No. 47, México, 1984.[2] Arteaga Federico, Los vampiros reales de Filipinas, Duda, No. 565, México, 28 de abril de 1982, Págs. 2-4.

[3] Anónimo, Las mil y una noches, Editorial Porrúa, S. A., Colección Sepan Cuantos, No. 136, México, 1971.

[4] Banziger Hans, Nocturnal vampire-butterfly, Journal of Edmonton, Canada, 13 de diciembre de 1968.

[5] 29 de mayo.

[6] Citado por Keller Werner, Ayer era milagro, Editorial Bruguera, S. A., Barcelona, 1974.

[7] Vignati Alejandro, Drácula: el otro conde, Mundo desconocido, No. 3, Barcelona, agosto de 1976.

[8] Cevallos Edgar, Historia universal de la tortura, Editorial Posada, Colección DUDA, no. 10, México, 1972.

[9] De Bechtel Guy & Carrière Jean-Claude, Le livre des Bizarres, Robert Laffont, paris, 1991.

[10] Chávez Peón Luis, ¿Existió realmente Drácula el hombre vampiro?, Duda, No. 288, México, 5 de enero de 1977, Págs. 1-22.

[11] Cevallos Edgar, Vampiros vivos y vampiros muertos, Editorial Posada, Colección Duda, No. 13, México, 1972.

Las piedras de Ica

LA EXTINCIÓN DE LOS DINOSAURIOS DE ICA

«Comencé la colección de mis piedras en 1966 «“declaró el doctor Javier Cabrera Darquea al escritor francés Robert Charroux en 1974-. Las primeras fueron encontradas por huaqueros o buscadores de cerámica.

«Mis piedras provienen de las civilizaciones de los primeros hombres cultos de nuestra tierra. Por razón desconocida, quizá un cataclismo natural, esa civilización desapareció, pero los hombres de la antigua Ica quisieron dejarnos un testimonio indestructible, o al menos susceptible de superar los peligros del tiempo. Esos archivos pertenecen a un pueblo culturalmente próximo a nosotros, pero heredero por línea directa de los conocimientos de nuestros grandes antepasados.

«Se puede pensar lógicamente que esos antepasados son atlántidos, huidos al hundimiento de su continente, y que llegaron a la región de Ica, donde dejaron sus «˜piedras parlantes»™.

«Erróneamente se fecha la aparición del «˜Homo sapiens»™ dos o tres millones de años antes de nuestra era. El hombre es mucho más antiguo de lo que se cree, y sin duda ha conocido a los grandes monstruos que implantaron su dictadura en el reino viviente de la era Secundaria.

«Puedo atestiguar que esos monstruos (plesiosaurios, diplodocos, iguanodontes, etcétera) vivieron a finales de la era Secundaria, sobrevivieron la terciaria, hasta una época en que los hombres lo conocieron y entablaron con ellos la lucha por la supremacía del mundo».

La anterior es una declaración de principios que no tiene desperdicio. En ella vemos las mismas ideas «atlantófilas» de Waldemar Julsrud[1]; y se formula la «hipótesis» de que los dinosaurios convivieron con el ser humano. Esas ideas tal vez no serían extrañas en un jinete dedicado a la ferretería, pero en el director de la sección de Investigaciones de la Universidad de Perú, médico del Hospital Obrero de la ciudad de Ica, miembro del jurado del Concejo Regional y miembro correspondiente del Colegio Internacional de Cirugía, eran poco ortodoxas, por decir lo menos.

En 1966 el doctor Cabrera Darquea, que vivía en la pequeña ciudad de Ica, en la costa Sur del Perú, a unos 350 kilómetros de Lima, recibió como regalo de cumpleaños una pequeña piedra, un canto rodado, con el dibujo grabado de un ser extinto hacía millones de años: un pterosaurio. Fue su amigo Félix Llosa Romero quien le entregó la pieza inicial de su colección.

En 1955 los hermanos Carlos y Pablo Soldi, campesinos de Ocucaje, encontraron unas piedras extrañas un día que paseaban por la ribera del río Ica, que se había desbordado e incluso cambiado un poco de curso. Advirtieron de pronto, en el nuevo lecho del río, varias piedras negras, sobre las cuales aparecían dibujos de animales. Esas piedras fueron vendidas posteriormente a Cabrera poco antes de su muerte: Carlos murió en 1967 y Pablo en 1968 y a partir de ahí toda su colección pasó al Museo de Piedras Grabadas, situado en la planta baja de la casa de Cabrera, en la Plaza de Armas de Ica.

El relato de la forma en que fueron descubiertas las piedras de Ica es una copia fiel de la historia de Waldemar Julsrud y las figurillas de Acámbaro. Desde mi muy particular punto de vista nos estamos enfrentando no sólo a un fraude arqueológico, sino también a un plagio.

Aunque propiamente no es un plagio si es una gran mentira lo que afirma nuestro viejo conocido J. J.. Juan José Benítez dice que él fue quien mostró al mundo este fabuloso «enigma». La verdad es que el primero en darlo a conocer fue Robert Charroux quien, en 1974, en compañía de su editor Robert Laffont y Francis Maziere visitó el lugar y luego publicó L»™Enigme des Andes en ese mismo año[2]. Benítez publicaría su libro al año siguiente[3] y aprovechó que la traducción al español del libro de Charroux se hizo hasta 1976. Ese afán de protagonismo es normal en J. J. y en sus retoños, los ufólogos de tercera (generación) españoles.

Luego, de nuevo siguiendo a Cabrera, en 1962 se encontraron más piedras con dibujos e inscripciones en la Hacienda de Ocucaje, Cayando, Cerro Blanco, Chiquerillo, La Banda y Paraya. Según Cabrera las piedras se encontraban en las tumbas correspondientes a las culturas Ica, Inca, Nazca, Paracas y Tiahuanaco.

Antes de esa fecha no se habían encontrado piedras similares y los arqueólogos desconfiaron. Era muy raro ya que esas zonas habían sido ampliamente investigadas y excavadas. Además, los motivos no correspondían, en su mayoría, a estas culturas, sino que era una mezcolanza de diseños de culturas diferentes. Era evidente que habían sido fabricadas recientemente por personas con escasos conocimientos de las culturas prehispánicas.

Los campesinos vendían las piedras por muy pocos soles. Incluso el Museo Regional de Ica tenía algunas arrumbadas en las bodegas. Los arqueólogos las consideraban artesanías modernas.

En 1963 el comandante Elías, Director del Museo Naval de Callao, puesto que ocupó hasta 1973, compró algunas piedras para el museo. Elías enseñó su colección a Alejandro Pezzia Assereto, Director del Museo Regional de Ica, quien las daría a conocer a los periodistas. Dos años después el arqueólogo peruano Herman Buse de la Guerra les dedicaría algunos párrafos de su libro Introduccion Al Peru[4].

Probablemente uno de los primeros artículos publicados sobre el tema fue el de la revista Dominical del periódico El Comercio, en cuyo número del 11 de diciembre de 1966[5] se dice que el arquitecto Santiago Agurto Calvo, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería Civil, de Lima, y el profesor Pezzia, arqueólogo del Patronato Nacional de Arqueología de Perú, habían conseguido tres piedras supuestamente extraídas de tumbas precolombinas en Max Uhle y Toma Luz. En las piedras se podían ver flores y pájaros estilizados.

Santiago Agurto llevó las piedras con los ingenieros Fernando de las Casas y César Sotillo, de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Ingeniería Civil, en donde fueron analizadas. El reporte de estos ingenieros dice:

«Todas las piedras son andesitas fuertemente carbonatizadas, a pesar de que por su coloración y textura externas parecen ser entre sí de distinta naturaleza.

«Las piedras proceden de capas de flujos volcánicos correspondientes a series del mesozoico, características de la zona.

«La acción del intemperismo ha atacado la superficie de las piedras, cambiando los feldespatos en arcilla, debilitando por tanto su grado de dureza externa y formando una especie de cáscara que rodea la parte interior.

«La dureza exterior corresponde en promedio al grado 3 de la escala de Mohs, llegando a ser hasta 4.5 grados en la parte interna no atacada por el intemperismo.

«Las piedras pueden ser trabajadas prácticamente con cualquier material duro, como huesos, conchas, obsidianas, etc., y, naturalmente, con cualquier instrumento metálico prehispánico».

Estas conclusiones, entre otras cosas, implican que las piedras fueron grabadas recientemente y no hace más de 65 millones de años, antes de la extinción de los dinosaurios. El mismo Cabrera declaró[6]:

«Hay que señalar que las piedras son de andesita, con una edad de 80 millones de años, y son resultado de la desintegración del macizo andino en el Mesozoico, y presentan fuerte pátina de oxidación que, como hemos dicho, recubre las incisiones, asegurando así su autenticidad.

«Yo he podido reunir once mil piedras, pero existen muchas más y deseo enriquecer al máximo la colección. Si se revela el lugar donde se encuentran las demás, curiosos, aficionados y turistas irán y harán de aquello un desastre, arruinando así la posibilidad de completar la biblioteca. Por tanto, antes que nada hay que reunir a los especialistas: luego, el gobierno peruano debería garantizar la conservación de los lugares, implantando una guardia permanente».

Pero esas eran sólo palabras ya que Cabrera nunca permitió que verdaderos especialistas se involucraran en el asunto y nuca dio a conocer los sitios en donde supuestamente se encontraban las piedras.

«En mi colección «“continúa Cabrera-, podemos ver reproducciones de estegosauros y otros animales antediluvianos como el triceratops, tiranosaurio y pterodontes cabalgados por seres humanos».

Lo curioso es que estos saurios «voladores», por lo que se sabe, solamente planeaban lanzándose desde acantilados ayudados por las corrientes de aire, ya que eran incapaces de volar y, por lo tanto, sería prácticamente imposible que pudieran volar con un hombre colgado a sus espaldas.

Otro detalle curioso es que en las piedras sólo aparecen animales conocidos en esa época (1960-1970) y no los dinosaurios encontrados recientemente, como el Albertosaurio, Anatosaurio, Anchiosaurio, Brachiosaurio, Carnotaurus, Chubutisaurio, Dacentrurus, Eoraptor, Fabrosaurio, Gallimimus, Heterodontosaurio, Kentrosaurio, Lambeosaurio, Megalosaurio, Hadrosaurio, Nodosaurus, Oviraptor, Patagosaurus, Saltasaurus, Ultrasaurio, Velociraptor, Xinosaurio, Zaphyrosaurio y otros.

Además, no aparecen representaciones de Anatosaurio, Brontosaurio, Hadrosaurio y Vulcanodon, cuyos restos fosilizados se han encontrado en el Perú; mientras que sí hay piedras con «dibujos» del estegosaurio que es originario de lo que posteriormente formaría Europa; del Triceratops, de Asia y Estados Unidos. Animales que de hecho nunca habitaron lo que hoy es Perú, o al menos no se han encontrado fósiles de los mismos.

SE DESCUBRE EL FRAUDE

Probablemente el primero en manifestar que todo se trataba de un fraude fue el arqueólogo americano John Rowe, quien no dudó en afirmarlo, después de analizar algunas de las piedras.

Roger Ravínez, miembro del Instituto Nacional de Cultura de Perú llegó a la misma conclusión. El 25 de enero de 1975 publicó un artículo sobre el asunto en El Correo de Lima. En él informaba que las piedras no poseían ningún sentido estilístico. Había mezcla de motivos nazca, mochica, tiahuanaco, etc. Tampoco había ninguna asociación con algún estrato, con lo cual era imposible tratar de fecharlas.

«Cabrera nunca ha querido mostrar el depósito o yacimiento de donde proceden estas piedras. Si lo hiciera, quizá pudiéramos averiguar la verdad y, por los posibles restos que hubiera en la zona, fechar la antigüedad de los grabados.

«Sólo conozco una piedra grabada que puede ser auténtica. El resto, todos esos miles y miles, son falsas», afirmó.

«La única vez que estuve en Ocucaje hablé con la mujer que las graba, una tal Irma, quien me confesó que no tardaba ni una hora en trabajarlas».

Ese mismo año la publicación suiza 24 Hebdo publicó otro artículo mencionando el posible fraude.

Así estaban las cosas cuando la revista peruana Mundial, publicada en Lima, decidió hacer una investigación sobre el asunto. Los reporteros descubrieron que habían varios lugareños que se dedicaban a fabricar las piedras, entre ellos, Basilio Uchuya e Irma Gutierrez de Aparcana. Mundial publicó un largo artículo (13 de las 62 páginas de la revista)[7] demostrando que las piedras eran una falsificación.

Basilio declaró la revista:

«Yo he hecho las 11,000 piedras del doctor Javier Cabrera. Mi técnica se basa en grabar las piedras después de haberlas calentado con estiércol de burro o caballo».

Basilio declaró que durante diez años había grabado todas las piedras que componen el museo del doctor Cabrera. Mundial publicó nueve fotos que mostraban al artesano labrando las piedras. Uchuya decía que la inspiración la obtenía de los dibujos de revistas y libros de estampas de niños. La mayoría de estos mostraban dibujos de dinosaurios y dibujos médicos de operaciones. Las piedras quedaban negras porque después de horneadas con bosta de animales se les embarraba ¡betún de zapatos! Basilio era todo un artista. Hacía estas piedras para los turistas y nadie estaba tan enojado como él, porque su trabajo había sido deliberadamente distorsionado. Basilio confirmó que él y su familia proveyeron al museo local de casi todas las piedras que posee. Es más, tenía una carta firmada por el dueño del museo agradeciéndole su labor.

Los autores del reportaje informaron que la esposa de Uchuya les dijo:

«Hace varios días mi esposo y la señora Aparcana fueron llevados por el PIP[8] para que declararan si las piedras eran auténticas o falsas. Si las habían grabado o las habían encontrado. Mi esposo les dijo que todas las piedras que le había vendido al doctor Cabrera las había grabado él mismo. Que él no las había desenterrado. La señora Aparcana dijo lo mismo».

Basilio negó que las hubiera encontrado y afirmó que eran falsificaciones que él y su esposa habían creado. No fue castigado, y siguió vendiendo las piedras a los turistas como baratijas. Basilio e Irma mostraron a los reporteros el lugar en donde sacaban las piedras, «un promontorio situado a unos dos kilómetros de sus casas».

«Al llegar al sitio vimos dos perforaciones. Cada una de unos dos metros de diámetro y un metro de profundidad, más o menos. Después de media hora de escarbar, Irma Gutiérrez de Aparcana logró hacer un hoyo de un metro de diámetro y unos 50 centímetros de profundidad, y en ese punto dijo «˜Aquí hay una»™. Era una piedra de unos 500 gramos, del tamaño de una mandarina. «˜¿Eso es todo? Preguntamos. «˜Ya les dije que son difíciles de encontrar, dijo, limpiándose el sudor de su frente».

Irma informó que producía una 20 a 25 piezas por semana. Basilio dijo que había comenzado a fabricar piedras diez años atrás (en 1965), aunque los dos últimos años no había hecho ni una.

Javier Cabrera dijo que nadie era capaz de hacer 11,000 piedras por si sólo. Pero es cuestión de hacer números. Consideremos el número más bajo: Si Irma puede hacer 20 piedras por semana, trabajando 52 semanas al año, por 10 años, habría fabricado 10,800 piedras (prácticamente la cantidad en la colección de Cabrera). Si Basilio hizo otro tanto, y lo mismo Pedro Huamán y Aparicio Aparcana, entre otros, en tan sólo diez años tendremos más de 40,000 piedras de Ica rodando por todo el mundo en colecciones privadas. Cabrera siempre afirmó poseer 11,000 cantos rodados y decía que podía haber unas 50,000, aunque nadie vio tal cantidad: sólo la colección de Cabrera y unas cuantas más que vendían los artesanos citados a los turistas. En 1975 Marino T. Carcelan dijo a La Prensa haber exportado unas 600 piedras desde 1973[9]. Aún siendo cierto el número de 50,000, trabajando al ritmo de 25 piedras por semana esos cuatro artesanos pudieron haber fabricado más de esa cantidad. ¡Y no eran los únicos!

LA BBC CONFIRMA EL FRAUDE

En 1977 la BBC de Londres envió un equipo de producción de televisión para hacer el documental The Case of the Ancient Astronauts. Entre lo miembros del equipo se encontraban varios científicos: arqueólogos y antropólogos. La recepción que les dio Javier Cabrera fue todo menos calurosa. Parecía tener miedo de ser descubierto. Negó su permiso para que fotografiaran su colección y aún evitó discutir sobre su «extraordinaria evidencia científica». Después de mucho insistir los ingleses consiguieron que Cabrera les proporcionara una piedra, misma que fue enviada al Institute of Geological Sciences en Londres, encontrando que se trataba de un fraude. El instituto reportó, luego de un atento examen al microscopio:

«Los bordes de los grabados son rectos y relativamente limpios, lo que es prácticamente imposible que se presente en piedras que han estado enterradas o expuestas al medio ambiente durante miles de años, como se nos quiere hacer creer».

Nosotros añadimos que no solo son miles sino millones de años los que barajan los astroarqueólogos.

En cuanto a la capa superficial externa de las piedras, que se ha oxidado adoptando un color café oscuro intenso, el reporte de laboratorio dice:

«Se analizó la capa superficial de las piedras encontrando que fueron trabajadas después de que esta capa se formó por intemperismo, es decir, los grabados son modernos».

El programa fue presentado en la televisión inglesa el 25 de noviembre de 1977.

Cabrera se defendió diciendo que, por pura coincidencia, se analizó una piedra trucada, pero que él tiene piedras auténticas. Sin embargo no ha permitido que se analicen estas piedras. Su argumento es que aunque en ninguno de los cantos rodados se ha podido constatar la oxidación de surcos, existen otros, que no han sido analizados, que sí presentan dicha oxidación. Lo único que hubiera podido avalar sus palabras hubiera sido que presentara tales piedras; pero eso nunca lo hizo.

Los productores de la BBC Tony Morrison y Ray Sutcliffe luego publicarían el libro Pathways to the Gods. Mencionan que, por un lado encontraron que Cabrera, otrora una de las figuras prominentes en la sociedad de Ica, en el momento de su visita se encontraba segregado de la sociedad, incluso su esposa lo había abandonado. Por el otro informaron que Basilio poseía «gran sentido del humor y logró hacer una «piedra de Ica» en pocos minutos horneando un canto rodado con estiércol de vaca que luego fue grabado con un taladro de dentista y terminado con betún de zapatos para darle la patina de antigüedad». Basilio grabó las palabras BBC TV.

Más recientemente, en 1996, Neil Steede un arqueólogo que investigó las piedras de Ica para Los Misteriosos Orígenes de Hombre, un programa de corte creacionista, no encontró ninguna capa de corrosión química sobre los grabados, aunque las rocas sí que la tuvieran, sugiriendo que los grabados eran realmente más recientes que las rocas.

Basilio Uchuya, le fabricó una «auténtica» piedra de Ica con el taladro de un dentista y añadió la capa exterior cociendo la piedra en un horno con estiércol de vaca, todo ello en un tiempo récord.

EL TIRO DE GRACIA

Por si fuera poco ver a seres humanos conviviendo con dinosaurios, el extremo de lo ridículo comenzó a gestarse a principios de los noventa. Comenzaron a aparecer piedras con el tema de las relaciones homosexuales y el posible contagio de enfermedades de naturaleza sexual: una clara referencia al SIDA.

También se encontró una serie en donde se mostraba que los dinosaurios provenían de huevos, de los cuales salían larvas, que finalmente se metamorfoseaban para convertirse en tiranosaurios y otros dinosaurios.

Lo que se ha mantenido en el mayor secreto es una serie que muestra la última cena y la crucifixión de Cristo, de un Cristo con enorme cabeza típica de las figuras de Ica. Se dice que esta serie era guardada por Cabrera en una cuarta habitación a la que muy pocos han tenido acceso.

En 1991 Basilio mostró al periodista argentino Alejandro Chionetti algunos dibujos que el doctor Cabrera le había proporcionado como modelos para las piedras

Al comienzo de 1994 el español Vicente Paris comenzó a investigar las piedras de Ica y sus resultados constituyen el tiro de gracia para las piedras de Ica. Escribe Paris[10]:

«En efecto, no faltan en Ica quienes afirman haber visto al doctor entregar en mano a algunos campesinos del lugar los dibujos que éstos le devolverían grabados en los cantos».

Vicente Paris dice que Irma Gutierrez de Aparcana le declaró lo siguiente:

«Al principio fue el propio Cabrera quien nos daba los dibujos para que se los grabásemos en piedras. Pero después, cuando vio que yo decía la verdad a la gente, dejó de darme trabajo y empezó a decir que yo estaba loca. A partir de entonces sólo encargó trabajos a Basilio».

Paris consiguió llevar algunas piedras a España para que fueran analizadas. No obstante que dichos análisis fueron hechos por un grupo de aficionados a los fenómenos paranormales, los resultados son interesantes y, a la vez, contrarios a las afirmaciones del doctor Cabrera.

«Entre las diversas personas que examinaron las muestras fue José Antonio Lamich, fundador del Grupo Hipergea, el que nos dio la pista más importante. En su informe, este arqueólogo nos hizo notar la presencia de varios gránulos de papel de lija en las grietas de una de las piedras».

No sólo se encontraron rastros de papel de lija, sino huellas del uso de sierras y fresas mecánicas, así como de ácidos. Además se alcanzaban a ver rastros de tinta que delineaban los dibujos. Paris se lamentaba que las rocas que habían sido analizadas hubiesen sido proporcionadas por el propio Basilio y no pertenecieran a la colección de Cabrera. El doctor podría decir simplemente que eran falsas, pero continuaría negándose a proporcionar una piedra de su colección. Por un momento Vicente Paris pensó en sustraer una de las piezas de la colección de Cabrera, pero se abstuvo de hacerlo.

«Pero otras personas si lo han hecho antes. Entre ellas dos geólogos de la universidad de Tucumán (Argentina) quienes, enfrentados a la misma situación, decidieron finalmente «tomar prestada» una de las piedras de Cabrera para analizarla en su facultad. El resultado fue concluyente: los grabados habían sido realizados con instrumentos modernos».

Lo anterior sería suficiente para que cualquier persona medianamente inteligente se diera cuenta de que todo se trata de un fraude. Sin embargo existen personas con una sorprendente incultura científica (saludos J. J. Benítez) que aún incluyen las piedras de Ica como «sus enigmas favoritos». Estas personas se quedan con unas cuantas piedras falsificadas y dejan de lado el impresionante peso de años de investigación en ciencias.

Recientemente se publicó en un sitio de internet[11] una fotografía de una pieza que se supone pertenece a la colección de Cabrera, pero no es una piedra y más bien se trata de una figura al estilo Acámbaro. Nuevamente encontramos esta correlación que apunta a que la posible fuente de inspiración de las piedras de Ica lo fueran las figurillas de Acámbaro.

Javier Cabrera Darquea murió en diciembre de 2001. Su hermana María Isabel Cabrera Darquea, y su hija, Eugenia Cabrera de Claux, continúan a cargo del museo de las piedras.

REFERENCIAS

Agurto Calvo Santiago, Las piedras magicas de Ocucaje, El Comercio, Lima, 11 de diciembre de 1966.

Anónimo, El mensaje de otra gran humanidad, Expreso de Lima, ediciones de diciembre 21 a 26, 1974.

Anónimo, Exportador de gliptolitos dice que son artesanía, La Prensa, Lima, 7 de enero de 1975.

Anónimo, Las hizo Basilio Uchuya, Mundial, No. 6, 17 de enero de 1975.

Anonimo, The Amazing Ica Stones, The Peruvian Times, August, 25, 1972.

Benítez Juan José, Existió otra humanidad, Editorial Plaza & Janés (Col. Otros Mundos), Barcelona, 1975.

Benítez Juan José, Mis enigmas favoritos, Editorial Plaza & Janés (Col. Los Jet, Nº 238-8), Barcelona, 1994.

Buse de la Guerra Herman, ¿Misterio arqueológico o superchería?, El Comercio, Lima, 6 de enero de 1972.

Buse de la Guerra Herman, Introduccion Al Peru, Lima, 1965.

Cabrera Darquea Javier. El Mensaje de las Piedras Grabadas de Ica, Inti Sol editores, Lima, 1976.

Carroll Robert Todd, The Ica Stones, en: The Skeptic’s Dictionary (skepdic.com/icastones.html), 2002.


Charroux Robert, L’énigme des Andes, Editions Robert Laffont, Paris, 1974. Hay traducción al español: El enigma de los Andes, Plaza & Janés S. A., (Col. Otros mundos), Barcelona, 1976.

Däniken Erich von, La respuesta de los dioses, Ediciones Martínez Roca (Col. Fontana Fantástica), Barcelona, 1978.

Drum Ryan, The Cabrera Rocks, Info Journal, No. 17, May, 1976, pág. 10.

Gamez Luis Alfonso, El legado de los picapiedra, Magonia, 7 de octubre del 2003.

Jiménez del Oso Fernando, El hombre del Mesozoico, Más Allá, Nº 9, Madrid, Noviembre de 1989, Págs.18-28.

Jiménez del Oso Fernando, Ica, Producciones Culturales (Col. El Imperio del Sol, Nº 1), Video, 1989.

Paris Vicente, Las piedras de Ica son un fraude, Año Cero, 1998.

Pezzia Asserto Alejandro, Ica y el Peru Precolombino, Volumen I, Ica, 1968, pág. 25.

Piedras blandas de Ocucaje, La Voz de Ica, 19 de noviembre de 1973.


Ruiz Noguez Luis, La verdad sobre el mito von Däniken, Eso me interesa, Vol. I, No. 1, México, 1984, págs. 58-64.

Santiago Agurto Calvo, Las piedras mágicas de Ocucaje, El Comercio (suplemento), 11 de diciembre de 1966.

Sierra Javier, Las piedras grabadas de Ica: un enigma a debate, Más Allá, Madrid, Monográfico Nº 10, Septiembre de 1994, Págs. 102-104.

Story Ronald D., Guardians of the Universe?, St. Martin»™s Press, New York, 1980.


[1] http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-primera.htmlhttp://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-2.html

http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-3.html

http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-final.html

[2] Charroux Robert, L’énigme des Andes, Editions Robert Laffont, Paris, 1974. Hay traducción al español: El enigma de los Andes, Plaza & Janés S. A., (Col. Otros mundos), Barcelona, 1976.

[3] Benítez Juan José, Existió otra humanidad, Editorial Plaza & Janés (Col. Otros Mundos), Barcelona, 1975.

[4] Buse de la Guerra Herman, Introduccion Al Peru, Lima, 1965.

[5] Agurto Calvo Santiago, Las piedras magicas de Ocucaje, El Comercio, Lima, 11 de diciembre de 1966.

[6] Cabrera Darquea Javier. El Mensaje de las Piedras Grabadas de Ica, Inti Sol editores, Lima, 1976.

[7] Anónimo, Las hizo Basilio Uchuya, Mundial, No. 6, 17 de enero de 1975.

[8] PIP: Policía de Investigaciones del Perú.

[9] Anónimo, Exportador de gliptolitos dice que son artesanía, La Prensa, Lima, 7 de enero de 1975.

[10] Paris Vicente, Las piedras de Ica son un fraude, Año Cero, 1998.

[11] http://www.labyrinthina.com/ica-update.htm

Los dinosaurios de Acámbaro (Final)

ACÁMBARO Y SUS «DINOSAURIOS»

La ciudad de Acámbaro se encuentra situada en el sureste del estado de Guanajuato, a mil 945 metros sobre el nivel del mar y a tan sólo 291 kilómetros de la ciudad de México. A sus pies se extiende un valle que estuvo inundado por un lago hasta hace unos 600 años. En esa época el río Lerma logró abrirse camino, drenó el lago y se formó un valle muy fértil.

En lengua tarasca Acámbaro significa «Lugar de magueyes» o «Lugar en donde crecen los magueyes». La ciudad fue fundada el 19 de septiembre de 1526 por Don Nicolás de San Luis Montañés (un indio purépecha evangelizado), con el nombre de San Francisco de Acámbaro.

La población ha alcanzado notoriedad a nivel nacional a causa del exquisito pan que producen sus habitantes. Este pan es tan sabroso que se le conoce sencillamente como el «pan de Acámbaro», y tiene muchas variedades como son las famosas acambarinas, el pan de huevo y el pan de leche. Parece ser que la tradición del pan surge después que quedaron obsoletos los hornos de las ladrilleras como los de San Miguel. Los artesanos tuvieron que cambiar la aplicación de sus hornos y en lugar de fabricar ladrillos y cerámica comenzaron a hacer pan. Luego, aquello de que en Acámbaro no existen hornos es un mito. Hay una buena cantidad de hornos de todo tipo. El nativo de la región tiene una antigua tradición cultural en la fabricación de figuras de barro cocido, que van de ollas a figuras antropomorfas o de animales. Odilón Tinajero seguramente tenía los conocimientos y las herramientas para hacer las figuras.

¿Que no existe una sola figura repetida y que Tinajero no tenía la capacidad de hacer esos diseños?, tal vez. Pero si vemos los actuales alebrijes[1], de los que se han fabricado no miles sino millones de piezas diferentes, podremos captar la creatividad artística de los artesanos mexicanos. Si bien es cierto que las ideas originales seguramente provinieron de Julsrud, lo demás salió de la mente de estos artistas. Eso explica, también, por qué sólo algunas figuras de dinosaurio representan figuras reales de animales que existieron hace millones de años.

Según Patton[2] y Swift, se han identificado muchos dinosaurios: Braquiosaurio, Dimetrodonte, Diplodocus, Estegosaurio, Gorgosaurio, Ictiornis, Iguanodonte, Leviatán, Maiasaurio, Monoclonius, Ornitolestes, Paleococincus, Plesiosaurio, Podokosaurio, Pteradononte, Rhamphorynchus, Rinocephalia, Strathiomimus, Tiranosaurio Rex, Tiranosaurio, Trachodon, Triceratops, y otros tantos aún sin identificar.

Pero para los escépticos sólo hay un verdadero dinosaurio, el apatosaurus (brontosauros), y todos los demás que quedan sin identificar son criaturas de fantasía, que seguramente nunca existieron. Las culturas antiguas hicieron toda clase de monstruos como el Leviatán de siete cabezas. Los egipcios colocaron toda clase de cabezas de animales sobre cuerpos humanos. Diferentes partes de animales se mezclaron para formar nuevos como la Esfinge.

Los escépticos no están tan equivocados porque la gran mayoría de los «dinosaurios» sólo tienen patas traseras: no existen las extremidades superiores. ¿Acaso son especies aún sin descubrir? Otras figuras muestran animales cuyas bocas son mucho más grandes que todo el cuerpo completo. Darius Plumford[3] ha encontrado una figurita que se parece a Dino, la mascota de Los Picapiedra. ¿Otra especie por descubrir? También tenemos seres demoníacos con cuernos: el diablo, cuyos restos fósiles seguramente se encontraran en los siglos por venir. También está el Bigfoot y otras criaturas acuáticas monstruosas, raras mezclas de animales con humanos, y muchas otras creaciones increíbles.

Una de las obsesiones de Julsrud, de la que nos habló Luis G. Durán en 1989, y de la que por pudor no quisimos mencionar en nuestros artículos, ya ha sido notada por otros autores. Algunas piezas muestran a los dinosaurios comiéndose a los humanos, pero otras muestran relaciones zoofílicas entre estas especies. A las figuritas le llamaban «la colección del loco». Dicen que la familia lo resintió y prefirió no hablar más del asunto y dejar guardadas las figurillas.

Las mismas ideas de Julsrud sobre los continentes desaparecidos como la Atlántida, son fuente de otras figurillas. En la colección hay representaciones de negros, orientales y caucásicos barbados, lo mismo que motivos egipcios, sumerios y otras antiguas civilizaciones, que nunca tuvieron relaciones entre sí.

Decíamos que Julsrud pagaba un peso por las piezas pequeñas y hasta diez pesos por las más grandes. Según Patton, un peso por cada figurilla «resulta un precio irrisorio»[4]. Supongamos un precio promedio de dos pesos por pieza, lo que no es exagerado. Un campesino tendría que hacer unas cinco al mes piezas para ganar el salario mínimo de la época del presidente Ávila Camacho[5]. Hay que considerar que ese salario era para la ciudad, en el campo difícilmente se alcanzaba, aún en la época de cosecha.

Un buen artesano puede hacer unas 20 piezas diarias[6]. Considerando que la familia de Odilón Tinajero estaba constituida por él, su esposa y tres hijos. Esta sola familia podía fabricar casi 31,300 piezas por año. Pero no eran los únicos. Harry Möller, el editor de la revista México Desconocido, comentaba en 1977 que:

«»¦ la gran mayoría le fueron entregadas por los vecinos del lugar, quienes decían encontrarlas en los cerros. Se dice que Julsrud estaba ya obsesionado por aumentar su colección y empezó a pagar uno o dos pesos por cada figura que le consiguieran; es indudable que algunos encontraron allí un modus vivendi».

Es decir, Tinajero no era el único que comerciaba con las figurillas, por lo que podríamos suponer que las 37,000 piezas bien pudieron haber sido fabricadas en el plazo de no más de dos años, aún considerando una cuota de 10 piezas diarias por artesano.

Pero ni siquiera es necesario hacer 10 piezas de cerámica diaria por artesano. Muchas de las piezas de la colección tienen el estilo de la cerámica de Chupícuaro (800 a.C. a 200 d.C.). Varias de ellas, indudablemente pertenecen a esta cultura anterior a los tarascos (1000 d.C.). Otras piezas de la colección son puntas de flecha fabricadas de obsidiana, cuentas, conchas, huesos[7], dientes de caballo de la edad del hielo, fragmentos de cerámica y piedras. Incluso el mismo Patton, sin darse cuenta que eso iba en contra de sus conclusiones, señaló:

«Otra consideración que frecuentemente es ignorada en el debate de la autenticidad de estas piezas es que muchos de ellos están hechos de roca dura y no de cerámica. Estos objetos de piedra muestran todos los efectos de la erosión y los objetos de piedra son del mismo estilo que la cerámica y el factor de la erosión es imposible de falsificar».

Aproximadamente una tercera parte de la colección está formada por este tipo de piezas. Dicho de otra forma, sólo unas 24,500 piezas son verdaderas figuras de barro (no pertenecientes a la cultura Chupícuaro), y de ellas sólo un diez por ciento muestra dinosaurios.

PRUEBAS EN CONTRA DE LAS FIGURILLAS

Los principales argumentos que se pueden exponer en contra de la veracidad de las figurillas de Acámbaro son:

a) La ausencia de pátina y la acumulación de sales de la tierra es inexplicable.

b) No existe un precedente para la casi perfecta preservación de piezas tan delicadas después de haber sido enterradas.

c) Los objetos no parecen pertenecer a ninguna cultura conocida.

d) Nunca antes en la historia de la arqueología se habían encontrado tantas piezas en un área tan pequeña.

e) La presencia de dinosaurios conviviendo con humanos.

El argumento (a) es justo lo contrario a la prueba (1) de los que sostienen la veracidad de las figurillas. Veremos este argumento. Continuaremos analizando las pruebas 1 a 5 de los creacionistas y regresaremos a los argumentos (b) a (c).

En general las piezas parecen nuevas, recién salidas del horno. No hay suciedad incrustada, sólo partículas de la misma arcilla con la que fueron fabricadas. El color del material va de café medio hasta un café oscuro. La manipulación de las mismas las ensucia muy fácilmente oscureciendo la arcilla.

Este punto preocupaba mucho a Patton y Swift, por lo que agradecieron el comentario de Herrerón, quien les dijo que entre él y Julsrud limpiaron los objetos que habían desenterrado en una de sus expediciones. Pero la cosa no es tan simple. Sabemos que Waldemar tenía conocimientos arqueológicos elementales. Es más que posible que supiera que las piezas antiguas necesitan cierto tratamiento y éste no incluye el lavado para eliminar la pátina. Julsrud sabría que eso le restaría puntos a su colección. Para los comerciantes de antigüedades es pecado mortal el eliminar la pátina.

Por otra parte, sin echar mano de los poderes de Superman, el lavar 37,000 piezas le debió consumir todos los días, durante dos años. Julsrud debió desatender todas sus actividades (su ferretería, la convivencia con su familia, el trato con sus vecinos»¦) con el único fin de hacer que unas piezas antiguas se vieran «como nuevas».

Prueba 2 de los creacionistas.

Considero que, aunque no imposible, si sería muy difícil que Tinajero, solo, fabricara todas las piezas. Pero ya he apuntado que su familia (5 individuos) pudo haber fabricado buena parte de la colección. Recordemos que Tinajero era albañil. En particular, era fabricante de ladrillos y tenía un horno. Además, parece que no fue el único. Hay datos que apuntan a la existencia de varias familias dedicadas a la fabricación de este tipo de figurillas.

Los creacionistas señalan la finura artística de las figuras. No niego la creatividad, muy similar a la de los fabricantes de alebrijes, pero si comparo las figuras tipo Julsrud, con la alfarería de la cultura Chupícuaro, la diferencia es más que notable. La factura de las primeras denota un trabajo rápido y, en cierto sentido, burdo. La calidad de las segundas, el colorido, los detalles, la finura del terminado, incluso los materiales de construcción implican manos artesanas mejor calificadas y un trabajo más dedicado.

Con todo y que en teoría (de los creacionistas) las figuras de Julsrud son muchísimo más antiguas que las de la cultura Chupícuaro, éstas últimas se ven con más antigüedad.

Prueba 3 de los creacionistas.

Hemos mencionado que el área era, desde tiempos inmemorables, una zona dedicada a la fabricación de alfarería. Los hornos son abundantes. Actualmente se les utiliza para la fabricación de pan. Incluso gente que dio su testimonio indica que Tinajero fabricaba sus propios ladrillos, por lo que no sería raro deducir que contaba con un horno.

La prueba 4: falta de combustibles

No es necesaria tan enorme cantidad de combustible («toneladas y toneladas»). Las ladrilleras, por ejemplo, generan una producción considerable de piezas sin consumir grandes cantidades de madera.

Las panaderías de Acámbaro, aún antes de consumir gas, abastecían el mercado local e incluso el nacional con sus productos. Lógicamente no necesitaron talar árboles. Existen muchos otros combustibles alternos que fueron utilizados en su momento: carbón, maguey, bostas, cañas»¦ Además, Acámbaro no es un pueblo aislado. El comercio con otras regiones del país le puede suministrar los combustibles.

Testigos de las excavaciones. Prueba 5.

A los doce testigos que mencionan Patton y Swift se les puede sumar otros más: DiPeso, Hapgood, Gardner, Tinajero y Luis Durán. Muchos de ellos estaban relacionados con Waldemar, otros no. Pero el presenciar el desentierro de piezas tipo Julsrud no las valida. Los testigos que sabían, pudieron callar y ocultar el fraude. Los demás pudieron ser víctimas de un engaño.

Por otra parte, exceptuando a DiPeso, ningún arqueólogo profesional vio desenterrar, o lo hizo él mismo, alguna figura del tipo Julsrud. DiPeso estuvo presente en un desentierro, pero declaró que era un fraude. La comisión investigadora de 1954, organizada por el INAH, estaba integrada por arqueólogos experimentados en culturas prehispánicas (Noguera, Orellana, Salazar, Pompa, Perea, Simpson y Barber). No encontraron una sola figura de dinosaurios.

Previo al «descubrimiento» de Julsrud, debido a los trabajos de la Presa Solís, los más famosos arqueólogos mexicanos (Rubín, Piña, Arriaga, Estrada, Porter y Obregón) estuvieron trabajando en la zona. No encontraron piezas tipo Julsrud, a pesar de que las excavaciones no se limitaron a simples pozos: la maquinaria pesada removió grandes cantidades de terreno.

Patton y Swift demostraron su ingenuidad al creer la historia de Ernesto Navarrete, el policía federal. Difícilmente en México los policías son enviados a Scotland Yard a estudiar, mucho menos un policía perteneciente a un pueblo del interior. Navarrete pertenecía al destacamento del Municipio de Celaya, nada tenía que hacer en otro municipio, el de Acámbaro. La historia del contrabando de armas en Laredo, Texas, suena a película de acción. No hay una «Prisión Federal de la Ciudad de México», al menos con ese nombre. Luis Mota difícilmente aceptaría unas piezas del tipo Julsrud, en custodia, por diversas razones: estaba convencido de la falsedad de las mismas y las rechazaba por completo; no era Alcalde de Acámbaro, sino director del Museo Arqueológico; las piezas de Julsrud no se guardaban en el museo, sino en el DIF.

Patton y Swift no saben que en México, desafortunadamente, la palabra de un policía judicial o federal no es muy de fiar.

Argumento (b): No existe un precedente para la casi perfecta preservación de piezas tan delicadas después de haber sido enterradas.

Las piezas de cerámica son muy delicadas. En México hay un refrán que dice: «Pareces jarrito de Tlaquepaque». Y se refiere a que con cualquier movimiento se rompen. La gran mayoría de las piezas de la colección Julsrud son pequeñas de unos 10 a 20 centímetros de altura; pero las hay tan grandes como 2 metros. Considero increíble que piezas de barro pudieran permanecer intactas, enterradas, durante tanto tiempo. Yo tengo una pieza de las más pequeñas (11 centímetros) y a pesar del cuidado con que la trato, la cola ya se rompió.

c) Los objetos no parecen pertenecer a ninguna cultura conocida.

Las piezas de tipo Julsrud (dinosaurios y algunas figuras antropomorfas) no tienen parangón con culturas conocidas. Otras piezas de la colección pertenecen a las culturas Chupícuaro y Tarasco o Purépecha. Pero las cerámicas de dinosaurios son únicas de Acámbaro[8]. Las figuras antropomorfas muestran personajes de diversos tipos de razas y culturas. El artesano hizo un burdo trabajo de imitación de figuras egipcias, asirias y de otras partes del mundo.

d) Nunca antes en la historia de la arqueología se habían encontrado tantas piezas en un área tan pequeña.

En las excavaciones arqueológicas se pueden encontrar diversas herramientas y utensilios enterrados en los complejos arquitectónicos. Los objetos se encuentran diseminados y en ocasiones se pueden hallar varios en un solo punto. En los lugares que se utilizaron como cocinas, por ejemplo, se pueden encontrar platos, jarros, vasos y otros de uso común.

Pero en el caso de las figuras de Acámbaro, los desentierros mostraban cientos de piezas, sin relación alguna (pipas, dinosaurios, conchas, alfarería, cuentas, jarras»¦) en un solo hueco o pozo. Como si se hubiera enterrado a propósito. En este sentido, Julsrud o el que hizo el fraude, no tomó la precaución de diseminar las piezas. ¿Acaso fue flojera de hacer un mayor trabajo de enterrar una pieza aquí y otra allá?

e) La presencia de dinosaurios conviviendo con humanos.

Éste es el principal argumento en contra de las figuritas de Acámbaro. La extinción de los dinosaurios fue hace 65 millones de años y el ser humano apareció hace tan solo 3 millones de años. En el caso particular de Acámbaro, el sitio no existía hasta hace unos 25 millones de años. ¿Cómo pudieron vivir dinosaurios en un lugar que apareció 40 millones de años después de su extinción?

Los fabricantes de las figurillas no se dieron cuenta de otro enorme error de 89 millones de años. Las piezas muestran dinosaurios de la era Mesozoica, que se divide en los periodos Triásico (225 millones de años), Jurásico (190 millones de años) y Cretácico (136 millones de años). En ese tiempo aparecieron y desaparecieron diversas especies. Los dinosaurios no convivieron con los seres humanos, incluso no convivieron con otras especies de dinosaurios. Es una tontería el que en la colección aparezcan dinosaurios del cretácico conviviendo con otros del jurásico o del triásico.

Ya no en Acámbaro, en México en general, no existieron la mayoría de las especies mostradas en las figuritas.

El caso extremo de lo ridículo es creer que los dinosaurios no sólo convivieron con los seres humanos, sino que mantuvieron unas relaciones más íntimas (sexuales) con ellos. Ya me imagino a Patton, en el caso de que hubiera vivido en aquella época, tratando de hacerle arrumacos a una hembra de Gigantosauros, un enorme carnívoro de más de 15 metros de alto. El que los creacionistas crean este tipo de historias explica el porqué creen que el mundo fue creado hace poco más de 4,000 años, en tan sólo seis días.

La única pieza que pudiera ser auténtica es la que muestra a Dino: el único dinosaurio que convivió con los seres humanos (de caricatura).

Esta pieza de la colección de Julsrud muestra dos dinosaurios grabados en una piedra. La técnica es similar a la utilizada en algunas piedras de Ica. La fotografía de abajo, adjudicada erróneamente al museo de Ica, muestra otro animal hecho con la misma técnica. ¿Pruebas del plagio de un fraude?

Uno de nuestros artículos[9] ponía en el tapete de discusión la posibilidad de que las figuras de Ica hubiesen tenido un origen en los dinosaurios de Acámbaro. Luis Durán, uno de los principales colaboradores de Julsrud, nos comentó de la presencia de un doctor peruano, un tal Javier Cabrales, que bien podría ser el mismo Javier Cabrera Darquea. Al paso de los años vemos que Cabrera Darquea las menciona en su libro, lo que podría confirmar nuestra hipótesis ya que estas piezas, las de Acámbaro, no son tan conocidas. Sin embargo, en principio la «tecnología» para fabricar los cantos rodados de Ica parece ser diferente a la forma en que se hicieron las piezas de cerámica de Acámbaro. No obstante, con la nueva exhibición de las figuras de Acámbaro aparecieron unas piedras labradas en el más puro estilo Cabrera. Por otra parte, una fotografía adjudicada al museo de Ica, y que muestra un «dinosaurio» de gran pico y cuatro patas, pertenece en realidad a la colección de Julsrud. ¿Cabrera copió el fraude de Acámbaro? Parece que esta opción es la más cercana a la realidad. Pero eso es otra historia, y el inicio de una nueva investigación en ese sentido.

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OTROS SITIOS EN INTERNET

http://www.acambaro.gob.mx/

http://www.bible.ca/tracks/tracks-acambaro.htm

El creador de los alebrijes http://www.angelfire.com/md/alebrijes/spanish.html

Museo Waldemar Julsrud http://www.waldemar.julsrud.us.tt/

En 1989 un ufólogo argentino y quien esto escribe estuvimos en las bodegas del Palacio Municipal de Acámbaro. Nos pusieron un vigilante: un policía que no tenía AK-47 (no siquiera pistola). ¿Patton y Swift tenían cara de delincuentes, o simplemente exageraron en su relato?

Durante años las figurillas estuvieron guardadas en cajas. Este es el aspecto de las bodegas del DIF de Acámbaro en 1989. (Fotos Noguez).

El ufólogo argentino Alejandro Chionetti. (Fotos Noguez).

Alejandro Chionetti y el autor de estas líneas. (Foto Noguez).

El autor admirando al antepasado del pájaro loco. (Foto Noguez).

Todas estas fotografías fueron tomadas en 1989. Nunca pensamos que no nos dejarían sacar las piezas. No se utilizó flash y el contraluz contribuyó a que salieran muy oscuras. Con las actuales técnicas se ha logrado aclarar, pero a cambio pierden en nitidez.

Muchas de las figuras presentan una forma extraña. Para Chionetti esta parecía al extraterrestre de Hopkinsville ¿?. (Foto Noguez).

Piezas de pretendido arte egipcio y de otras culturas de Europa y África. (Fotos Noguez).

La «Venus de Acámbaro. (Foto Noguez).

En sus páginas de Internet se puede ver a Patton posando con esta pieza. En 1992 informábamos que era la más grande que habíamos visto en la bodega del DIF. Indudablemente es una de las mejores de la colección. (Foto Noguez).

Todo un mundo de nuevas especies de dinosaurios por «descubrir». (Foto Noguez).

Y también «nuevas» razas de indígenas. (Foto Noguez).

Dinosaurio con «espinas dérmicas» y pico de «¦¿?… Nueva especie por descubrir. (Foto Noguez).

¿El antepasado de la jirafa? ¿Saben los zoólogos si quedan restos de esas «espinas dérmicas» en las jirafas actuales? (Foto Noguez).

Un dinosaurio lucha por su vida con un humano. ¿Lograrán los dinosaurios de Acámbaro sobrevivir? (Foto Noguez).

Algunos ejemplos de alebrijes. Una muestra de la creatividad de los artesanos mexicanos.

Foto Mystery in Acambaro.

Estas escenas zoofílicas deberían ser motivo de excomunión para Patton y Swift ¡Cómo se atreven a mostrar estas figuras! Harían más dinero en el mercado pornográfico y no en una sociedad bíblica. (Fotografías de Patton).


[1] Monstruos policromos fabricados de cerámica y de papel mache.[2] Patton hace su comparación utilizando el libro de Robert Bakker, Dinosaur Heresies (1986).

[3] En su página muestra varias figuritas manteniendo relaciones zoofílicas.

[4] Patton dice que se pagaba unos doce centavos de dólar por pieza; pero también en la paridad esta equivocado. En el sexenio de Ávila Camacho la paridad era de 4.85 pesos por dólar. Es decir, el precio real por figurita era de veintiún centavos de dólar.

[5] 10.31 pesos al mes.

[6] De manera organizada la producción de ollas, por ejemplo, es de casi 100 unidades por día.

[7] Harry Möller mostró a los arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) un cráneo deformado, con una amatista incrustada. La pieza fue considerada un fraude porque ninguna cultura prehispánica utilizaba la amatista de esa manera.

[8] Las piedras de Ica, que yo considero tuvieron un origen intelectual en la colección de Julsrud, no son de cerámica. Javier Cabrera Darquea, en su libro El mensaje de las piedras, Capítulo El Misterio de Ocucaje, se refiere a las figuras de Acámbaro. Es decir, hay pruebas de que las conocía. En la colección de Julsrud existen unos cantos rodados que fueron labrados para mostrar figuras de dinosaurios. La misma técnica que se utilizó años después en Ica.

[9] Ruiz Noguez Luis, La extinción de los dinosaurios de Acámbaro. Segunda parte, Duda. Lo increíble es la verdad, Año XXI, No. 1105, México, septiembre 30 de 1992, Págs. 25.