LA LLEGADA DEL CHUPACABRAS A MÉXICO
Después que los noticiarios amarillistas de Estados Unidos reportaron la aparición del Chupacabras en la Florida, haciendo más caso a la imaginación que a la realidad, en México, a falta de otras noticias, Jacobo Zabludovski transmite los primeros informes del «animal» (los casos de Florida). Ese sería el detonante de la oleada mexicana de Chupacabras. El periodista de 24 Horas conocía la proclividad de los mexicanos por la fascinación misteriosa de los mitos. Había apostado a ella y había ganado.
Pronto el Chupacabras ocupó mayores espacios en los medios de difusión y en las pláticas de café que los temas críticos, como el de las carteras vencidas.
La presencia de la extraña criatura se inicia en febrero, en Tijuana, donde comenzaron a aparecer borregos y cabras masacrados en el interior de sus corrales, como si sus cuerpos hubiesen sido cortados con un machete y con dos o tres pequeños agujeros en el cuello.
De los 32 estados que conforman la República Mexicana se han dado reportes en 19, atacando a humanos, vacas, borregos, perros, gatos, cerdos, gallinas, guaÂjolotes y palomas. Baja California Norte, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Durango, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz. Hasta este momento, viernes 17 de mayo de 1996, he contabilizado un total de: 692 borregos, 168 gallinas, 104 cabras, 102 palomas, 36 guajolotes, 10 cerdos, 8 vacas, 8 gatos, 8 conejos y 2 perros. Es decir, 1138 animales, siendo las cabras sólo el 9% del total, mientras que los borregos cubren casi el 61%, por lo que el monstruo se debiera llamar Chupaborregos en lugar de Chupacabras
En México está sucediendo lo mismo que ocurrió originalmente en Puerto Rico. Como nadie sabe cómo es un Chupacabras, las descripciones de los testigos son contradictorias entre sí. Esto no ocurriría si se tratara de un ser real y no de lo que es: un mito. Algunas de las características reportadas son:
«‘ Altura: Se describe un ser de 40, 50 (rancho La Chocona) 60, 70, 100 (caso Teodora Ayala), 130, 150, 160 y 180 centímetros. Aunque estos datos pueden deberse a Chupacabras en sus diferentes estadios de desarrollo, dudo mucho que bebés chupacabritos (40, 50 y 60 centímetros de altura) anden por ahí haciendo de las suyas.
«‘ Cabeza: algunos dicen que es triangular, otros la vieron en forma de pera, y los demás redonda.
«‘ Cara: se dijo que tenía cara de canguro, pero otros testigos le vieron un pico largo y afilado (Teodora Ayala), lo que no coincide con el hocico corto pero puntiagudo, o con la trompa de 30 centímetros de largo que también se ha reportado.
«‘ Colmillos: la mayoría reporta dos, pero hay algunos testimonios de tres colmillos. Se les ha descrito como cortos, largos, filosos y tubulares.
«‘ Orejas: Aquí es donde hay más discrepancias. Hay informes de Chupacabras con pequeñas orejas alargadas y dispuestas hacia arriba, y otros en los que se dice que en lugar de orejas tiene dos hoyos.
– Ojos: algunos son redondos. Otros están más de acuerdo a los cánones ufológicos y muestran ojos rasgados con una tonalidad anaranjada y rojiza.
«‘ Patas: Las muestras de escayola que se obtuvieron en el caso Ayala muestran una ‘huella es parecida al talón de un ser humano, pero con tres dedos como garras de águila’ (sic). En otro caso se le vieron patas cortas en forma de rana. Las patas son pequeñas, por lo que camina encorvado, o grandes, lo que le permite dar grandes saltos.
«‘ Brazos: Posee extremidades superiores atrofiadas y pegadas al torso, cuya constitución semeja una membrana que se extiende entre sus costados, lo que le daría la apariencia de un murciélago. Sin embargo otros testigos dicen que esa es su apariencia (la del murciélago), pero sin alas. Hay otros que le han visto unas aletas en la espalda, es decir, los brazos no forman parte de la membrana alar.
«‘ Manos: Lo que pudieran ser las manos han sido calificadas como pequeñas garras.
«‘ Piel: La piel esta poblada de pelo corto, según unos, pero el velador del rancho La Chocona, Víctor Manuel Samoaya, dijo haber visto una «persona» como de medio metro de estatura totalmente albina y desnuda. Finalmente otros testigos dicen que su cuerpo está cubierto por mucho pelo largo.
«‘ Color: Albino, Gris o Negro. Para no errar se ha dicho que, como los camaleones, su piel cambia de color en tonalidades que van del negro y azul al rojo y violeta.
«‘ Vuelo: Emite un fuerte zumbido al volar y su vuelo es grácil y veloz. Lo que se contrapone con la declaración de un testigo «Su forma de volar es muy torpe».
Como vemos no existe una descripción común, es decir, los supuestos testigos están describiendo lo que su imaginación les dicta. Predecimos que, ahora que ya se han publicado varios dibujos del Chupacabras, las descripciones se van a asemejar más.
EL CASO DE TEODORA AYALA REYES
Teodora Ayala Reyes es un ama de casa de 21 años, madre de dos niños, que habita en la población de Alfonso G. Calderón, municipio de Sinaloa de Leyva, en el Estado del mismo nombre. El martes 30 de abril, según ella, tendría la experiencia más aterradora de toda su vida. La historia es bastante confusa y hay varias versiones de la misma. Trataremos de construir los hechos de acuerdo con el testimonio de Teodora y a los reportajes aparecidos en la prensa y en la televisión. Escuchemos a Teodora:
«Yo salí al patio de la casa cuando mi esposo llegó escuchando música. Al estar realizando una necesidad fisiológica, escuché primerament un aleteo y luego vi algo monstruoso que se me echaba encima. No quiero recordar, me da miedo».
Algunos periodistas dijeron que Teodora Ayala sintió una extraña presencia y al voltear vio algo negro que aleteaba, solamente le hizo algunos rasguños en el cuello sin que lograra observarlo en su totalidad, ya que estaba muy oscura la noche y en su afán por defenderse corrió a su casa sin que después pudiera encontrarse rastro alguno, huellas o pistas que indicaran por donde había huido.
Esta versión no concuerda en varios puntos con lo descrito por la misma testigo y que ha sido publicado en otros medios de comunicación. Por ejemplo, aquí se dice que Teodora no pudo apreciar las características de su atacante, y que éste no dejó rastro alguno, pero en otras declaraciones Teodora afirmó que el ser era «como de un metro de altura y tenía un pico largo y afilado, y en el suelo dejó «˜pintadas»™ (sic) sus patas. La forma de la huella es parecida al talón de un ser humano, pero con tres dedos como garras de águila» (sic).
En unas declaraciones Teodora sólo menciona el sonido del aleteo del animal, en otras afirma que el espantoso ser lanzaba terribles gruñidos.
Ella dice que escapó corriendo para refugiarse en su casa en donde se encontraban su marido e hijos (un niño de menos de un año y una niña de tres). Pero el periodista Sócrates A. Campos Lemus, escribe:
«… el Chupacabras se le acercó, haciendo un sonido violento, amenazador de bbuuuu. Como si la quisiera violar y ella, como buena soldadera mexicana, de aquellos tiempos heróicos, le gritó a su marido para que no saliera porque en ese momento el famoso chupacabras le atacaba y era preferible que la violara a ella que a su viejo».
Para prevenir un posible contagio de rabia los médicos le aplicaron durante tres meses unas vacunas.
Cundió el pánico en la población y ancianos, mujeres, y principalmente niños, se resguardaban desde temprana hora para evitar salir cuando las sombras de la noche comienzan a surgir y aparece el chupacabras. Esto provocó que se convocara a una reunión urgente en la casa del comisariado ejidal del poblado antes mencionado, el titular de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Sinaloa de Leyva, capitán Juan Raciel Bravo, con el fin de formar equipos de voluntarios para salir en busca del chupacabras en un cerro llamado Tetemache, situado a dos kilómetros del lugar, donde presumiblemente se esconde el maligno ser.
Los hombres, armados con machetes, escopetas y pistolas, se unieron a la policía para resguardar sus comunidades, haciendo recorridos o guardias en las cercanías de los corrales, que fueron iluminados con focos para no perder de vista su único patrimonio: el ganado.
No obstante todos esos cuidados, un día después, el 1 de mayo, otras dos mujeres fueron atacadas por el extraño animal. Se trataba de la señora Juana Tizoc Montenegro, de 38 años de edad, y Elvira Meza, de 35.
Como todos los pobladores de Alfonso G. Calderón, Juana Tizoc traía para su defensa un garrote, pero sus nervios la traicionaron y se desmayó del susto cuando se sintió atacada por el chupacabras.
Elvira, por su parte, corrió hasta refugiarse en su casa, dejando atrás a su vecina, mientras gritaba y pedía ayuda a los vecinos.
Este caso tendría otras secuelas en diferentes partes de la República. En Culiacán, Sinaloa, por ejemplo, un campesino de nombre Efraín Arce Higuera sostuvo que «un animal grande que se lanzó a mi garganta me produjo estos rasguños en el cuello, la cara y los brazos». El reporte parecía copiado del caso de Teodora.
¿Qué estaba pasando? ¿Era verdad todo este asunto? Para responder a estas preguntas debemos recordar que ese poblado fue uno de los primeros en proporcionar reportes del chupacabras. Poco antes del 30 de abril se habían encontrado 40 borregos desangrados. Para el presidente de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa, y secretario de finanzas del PRI estatal, Benjamín López, son perros los que desde hace años atacan y matan borregos «sólo por hacer la maldad». Y sobre el supuesto ataque sufrido por la señora Teodora Ayala, dijo:
«Se trata tan sólo de un chupetón que le dejó el Sancho[1]«.
En esta teoría Benjamín López concuerda con Sócrates Campos y con otro periodista que escribió:
«En lugar de agarrarla como al Tigre de Santa Julia[2], a Teodora Ayala estuvieron a punto de agarrarla con las «˜manos en la masa»™, y no precisamente el chupacabras sino su esposo, que aunque los dos son animales astados, uno es cabra y el otro buey».
Según esta versión, al regresar a su casa el marido de Teodora estuvo a punto de encontrarla con un supuesto amante. Ella se dio cuenta de su llegada ya que él venía escuchando música. De inmediato le dice que no se acerque porque la está atacando el chupacabras. Tiempo que aprovecha para arañarse la cara y el cuello para disimular un poco el chupetón[3] que le había dejado su amigo.
No sabemos si esto es cierto, ni lo avalamos, pero resulta mucho más creíble y convincente que el ataque de un supuesto ser o mascota extraterrestre, producto de experimentos genéticos o de un salto en la evolución.
Sin embargo un detalle adicional le da un giro a esta historia. Según Desiderio Aguilar, secretario de Protección Ciudadana del gobierno del Estado de Sinaloa, el testimonio de Teodora no es creíble porque está afectada de sus facultades mentales. Así lo comprueban los periodistas, como Arturo Cano, que han podido entrevistarla.
A partir del 30 de abril, cuando según ella fue atacada por el chupacabras, todas las tardes antes de que oscurezca, ella y una vecina, la señora Luz Arredondo, rezan La Magnífica y reúnen a los «plebes[4]» dentro de la casa, mientras que el esposo de Teodora revisa los alrededores en busca de algo más que el chupacabras.
OTROS ATAQUES A HUMANOS
El sábado 4 de mayo el jornalero José Ãngel Pulido, de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, regresaba a su domicilio poco antes de la media noche. Pulido cuenta que de entre las sombras le salió al paso un enorme animal, de unos 80 centímetros de altura y de entre 30 a 35 kilogramos de peso, que se le paró en los hombros. El animal tenía plumaje cenizo y volaba a gran velocidad. El animal le dejó dos piquetes en el antebrazo y varios hematomas en diversas partes del cuerpo.
Pulido fue atendido por el doctor Mario Rivas Sauza, de la fiscalía adscrita a la Cruz Verde.
Concepción Flores nació en Chihuahua pero se mudó a Estación Vega, municipio de El Fuerte, en el Estado de Sinaloa. Madre de diez hijos que le han dado veinte nietos, doña Concepción cuenta a los periodistas:
«De niña conocí al nagual y también a los murciélagos vampiro, y lo que me atacó no era ninguno de los dos».
El 5 de mayo sufrió el ataque y desde entonces yace en un catre en su cuarto, durmiendo largas horas y, cuando despierta, grita y llora con desesperación.
Doña Concepción ya le puede contar a sus nietos que ha visto a dos de los seres míticos e imaginarios más famosos: el nagual y el chupacabras.
En la capital del estado, Los Mochis, el policía Filiberto N. (no se proporcionó el apellido), está encamado en el hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social.
El mismo 5 de mayo, mientras hacía guardia en una caseta, otros policías se acercaron sigilosamente y, de pronto, sin que él se diera cuenta, le arrojaron un guajolote[5] que aleteó encima de él. Filiberto pensó que era atacado por el chupacabras, se desmayó y terminó en el hospital con un ataque de nervios.
«Â¡Sentía como tajadas en la cara y no podía quitármelo de encima!» dijo Benjamín Zamarripa Vázquez, la primera persona en Tamaulipas y la sexta en el país, si no contamos al policía Filiberto, que afirma haber sido atacado por el chupacabras.
El jueves 9 de mayo amanecieron muertas dos borregas en el ejido El Olmo del municipio de Victoria, Tamaulipas. «Ese día salí con otros cuatro amigos a buscar al animal en el monte pero no lo encontramos».
Poco antes de la media noche del viernes, Benjamín iba a su casa en bicicleta. De pronto casi fue atropellado por un jinete a caballo.
«Me enojé y decidí seguirlo, pero no pude darle alcance. Cuando iba a cerrar un falsete, sentí el chingadazo en la espalda y caí al suelo dando vueltas. Fue todo muy rápido, al momento en que rodaba, se me fue encima, me atacó en la cara. Pensé que me iba a chingar…»
«No era el jinete al que seguía. Era un animal que me golpeaba en la cara muy rápido como con alas. Yo sentía como tenazas que me abrían el rostro, yo sentía la sangre en el rostro. Mi perro, El Tigre, corrió todo amiedado(sic) y me dejó sólo.
«Todo fue muy rápido y lo que yo quería era zafarme porque sentí que me chingaba el cuello. No lo podía ver porque me aleteaba en la cara, me abría las heridas y me escurría la sangre.
«Cuando yo lo golpeaba sobre el cuerpo sentí que tenía la piel suave, de pelusa. Grité: «˜Â¡Auxilio, ayúdenme!, cuando lo tenía sobre mí.
Finalmente se logró zafar y animal se elevó para alejarse volando. Benjamín sacó su pistola calibre 22 e hizo cinco disparos, pero no pudo atinarle.
«No pude distinguirlo porque era de noche, pero estoy seguro que volaba y el color era oscuro pero sin ser totalmente negro. Sus alas eran grandes».
Según el jornalero de 32 años de edad, el animal era más grande que un guajolote. Al llegar a su casa lo primero que le dijo a su esposa, Guillermina Cervantes, fue:
«No me lo vas a creer pero me atacó el animal ese, el chupacabras. Se me doblan las corvas…»
Guillermina lavó las heridas, pero no sabemos si en su cabeza estaba el reciente relato de Teodora Ayala. Benjamín se da cuenta y cierra la discusión de esta forma:
«A nadie se lo deseo. Yo quería guardarme esto sólo para mí porque sabía que nadie me iba a creer. Muchos me han visitado en la casa, algunos me tiran de loco y otros creen en mí».
EL AMARILLISMO
La historia del chupacabras en México está salpicada de tintes amarillistas. Hay varios casos que huelen a fraude desde lejos. No obstante varios medios de información los han dado como buenos y muchos de los investigadores de los fenómenos «insólitos» los creen a pie juntillas.
Esta, por ejemplo, el caso protagonizado por Jesús Armando Pacheco Encinas, de Nacozari, Sonora, quien afirma que le disparó a un animal que se le atravesó en el camino. Le dio mucho miedo y se retiró a su casa. Al día siguiente regresó y encontró sólo parte del esqueleto del animal ya que los carroñeros se lo habían comido. No se encontró la cabeza ni las extremidades. Esa parte de la historia es de lo más evidente que se trata de una mentira. Difícilmente un necrófago da cuenta de su presa en tan poco tiempo. Tampoco se comprende por qué no aparecieron las extremidades y el cráneo, si son huesos que siempre quedan como mudo testigo de una vida que se agotó. Cuantas veces en lugares apartados hemos encontrado cornamentas de diversos animales.
El esqueleto terminó siendo exhibido en la comandancia de policía en donde lo tuvieron durante dos años. Fue ahí en donde el señor Santiago Hernández tomó las fotografías que se muestran como única prueba de la existencia de ese animal. No podemos dar un veredicto tajante pero parece que esos huesos están manipulados. Si alguien quiso hacer un fraude con estos huesos es fácil ver que no se arriesgó a ser descubierto al modificar el cráneo o las extremidades del animal. Por ello sólo presentó parte de la osamenta. Nadie podrá afirmar que eso es un chupacabras ni que es un amasijo de huesos alterados porque el especimen ya no existe y sólo quedan las fotos como «prueba».
Pero ojo, hay que observar que este esqueleto fue exhibido dos años antes de que se hablara el chupacabras. Aunque los periodistas de la televisión nos han tratado de hacer creer que es de un animal recién capturado, la verdad es otra.
El 8 de mayo un pescador vecino de la presa Abelardo L. Rodríguez, situada a 2 kilómetros de la ciudad de Hermosillo, Sonora, encontró otra osamenta, en estado de putrefacción, de un animal de unos 50 centímetros de altura por un metro de largo, con alas largas, hocico entre ratón y sapo y enormes colmillos. Pesaba aproximadamente 25 kilos. Se envió el animal para que fuera examinado por especialista de la UNAM, UAM, ITESM y SAGAR. Se trataba del esqueleto putrefacto de un carnívoro grande, un felino silvestre.
Se afirma que otros zootecnistas estudian los restos de un espécimen que fue encontrado en el Estado de Tamaulipas. Se trata de un presunto bebé chupacabras, de pocos días de nacido, con un ojo, dos orejas muy largas, al igual que la cola y la lengua. No sé si sea el mismo caso pero vi en la televisión otro supuesto chupacabras de largas orejas y cola, que se exhibía en la casa de su descubridor, mismo que cobraba la entrada. En realidad era una de esas mantarrayas modificadas y momificadas que se venden en diversos puertos de la República.
EL HIJO DEL CHUPACABRAS
Sergio Hermilio González es más que hábil un mañoso carnicero de El Carmen, municipio de Güemez, Tamaulipas. Cuenta Sergio que al estar destazando una vaca cebú se encontró con un feto con el cuerpo deformado. Tenía un solo ojo, sus orejas eran grandes y puntiagudas, la lengua era grande y delgada, no tenía orificios nasales, algunos pelos en la barbilla y en la parte de las cejas. La cola era larga, delgada y puntiaguda y el resto del cuerpo el de un bovino.
El carnicero aseguró que el feto tenía unos tres meses de gestación, tiempo que coincidía con el supuesto ataque del chupacabras a unas borregas de El Barretal, a un kilómetro de El Carmen. Por una curiosidad del destino Sergio había sido el encargado de abrir los cuerpos de las borregas. ¿Caprichos del destino? Tal vez no.
Como las fechas coincidían con el ataque el chupacabras se especuló que el feto fuera un producto de ese mítico ser y por ello se le dio el nombre de «El hijo del chupacabras».
El feto fue llevado por el doctor Alfonso Martínez Blanco a los laboratorios de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Tamaulipas para ser investigado.
El doctor Carlos Castro Medina, secretario de Salud de Tamaulipas fue el encargado de divulgar los resultados. Dijo que las deformaciones eran el resultado de la desnutrición de la madre.
«Es un producto bovino de ocho meses de gestación que no tiene ninguna relación con el supuesto ser conocido como el chupacabras».
El doctor Gerardo Flores Sánchez, jefe del departamento de Epidemiología de la Secretaría de Salud en Tamaulipas, explicó que hace tres semanas un campesino entregó el feto del bovino con malformaciones al carnicero Sergio Hermilio González y éste último trató de hacerlo pasar como el hijo del chupacabras inventando toda la historia.
LAS EXPLICACIONES
Efectivamente se han dado las explicaciones más descabelladas, entremezcladas con hipótesis racionales. Veamos algunas de ellas.
Se ha dicho que es una especie de murciélago gigante, otros lo describen como un ratón de grandes orejas, el hocico largo y colmillos muy afilados. Pero el profesor Rogelio Sosa Pérez, investigador del Centro de Ciencias de Sinaloa, descarta que el llamado chupacabras sea un murciélago gigante, ya que estos animales habitan Centroamérica y se alimentan de frutas.
El doctor Ramiro Ramírez Necochea, vicepresidente de la Federación Nacional de Médicos Veterinarios Zootecnistas de México, A.C., apoya esa conclusión y explica cuál fue, probablemente el origen de esta hipótesis.
«Existe un video realizado sobre la necropsia de un ataque de un chupacabras a una borrega. El análisis fue realizado por una pediatra poblana[6], que incluso ilustró su video con imágenes de murciélagos y de la película Jurasic Park, lo que inclina más a la gente hacia la magia».
Estos pseudocientíficos (la pediatra poblana) son a los que más acuden los ufólogos para que avalen sus ideas irracionales. Pero los investigadores de lo insólito no se dieron por vencidos y dijeron:
«Tal vez no se trate de un murciélago normal, pero puede ser el resultado de algún experimento de laboratorio, de la metamorfosis de un simple murciélago que tras haberse alimentado con aguas contaminadas, por las diversas sustancias químicas que arrojan a los drenajes que hayan aumentado su tamaño».
La anterior es una versión modificada del mito de los gigantescos lagartos y cocodrilos que, se supone, habitan las cloacas de la ciudad de Nueva York.
La hipótesis de las mutaciones no se limita a murciélagos. Se ha mencionado que posiblemente sea el producto de alguna mutación genética celular o el resultado de algún loco experimento científico que se escapó de un laboratorio de los Estados Unidos. «Probablemente es un pterodáctilo vuelto a la vida por manipulaciones como las que vimos en Jurasic Park» (sic).
Para otros se trata de una mascota de extraterrestres despistados que, por olvido o maldad, la abandonaron en la Tierra. Hay quien asegura que son los mismísimos extraterrestres que tripulan los ovnis. Y, tal vez, la más descabellada de todas las explicaciones: se trata del espíritu del alienígena muerto en Roswell que está penando porque no se le permitió morir en paz ya que fue objeto de una autopsia y sus restos se encuentran congelados en un hangar de la Base Aérea de Wright Patterson.
También se ha mencionado a los seguidores del satanismo. De hecho la Directora del Zoológico de Chapultepec, Maria Elena Hoyos, sugirió esta hipótesis ya que, dijo, se trataba de «una acción humana evidente».
Si bien no podemos descartar que algunos casos se deban a este tipo de rituales, no creemos que en todos hayan intervenido los satanistas. No obstante esto no implica que no sean otros humanos los que están realizando algunas de estas matanzas. Y en este caso podríamos mencionar a bromistas, ufólogos creadores de «evidencias» que apoyan la existencia de extraterrestres, tipos que matan a los animales por venganzas, revanchas o simple maldad o locura, etc.
Lo anterior no es descabellado ya que el mismo doctor David Berron, patólogo del Zoológico de Chapultepec dijo que «las heridas fácilmente podrían ser provocadas por cualquier objeto punzo cortante circular. En este caso picahielos». Es obvio que ningún chupacabras portaría picahielos. Por lo menos deberían traer la pistola láser reglamentaria de todo buen extraterrestre que se precie.
Algunos de los animales han sido atacados por gente que sabía algo de anatomía. Podrían ser desde carniceros hasta médicos veterinarios. Se ha llegado a esta conclusión ya que ciertos animales presentan un orificio que penetra los músculos y tejidos de los maxilares hasta llegar directamente al cerebelo, causando una muerte instantánea. Esto denota un cierto grado de conocimientos.
Los 18 borregos de Cuauhtlinchán, Estado de México fueron enviados a veterinarios de la Universidad Nacional Autónoma de México y a la Universidad de Chapingo, con heridas en el cuello de 7 centímetros de profundidad.
En otros casos se habla de heridas de 4 a 8 centímetros de diámetro en el cuello. Como por ejemplo las 4 ovejas y algunas gallinas que se encontraron en el rancho La Gloria, en Agua Prieta, Sonora.
Pero el que tal vez esté mejor encausado en la pista correcta es el doctor Fernando Gual, jefe de servicios veterinarios del mismo zoológico, quien dijo que «no hay un patrón similar». Efectivamente, no todos los animales han sido mutilados por seres humanos, los hay que han muerto por causas naturales o han sido atacados por animales predadores.
Como ejemplo de causas naturales tenemos el caso de la vaca preñada, de 600 kilos de peso, del rancho de Los Higareda, en Michoacán. Se dijo que fue atacada por el chupacabras. La delegada municipal, Josefina González Carabez, después de ordenar una investigación, dijo que el animal fue víctima de su torpeza por el estado de preñez: la vaca se había desbarrancado y había muerto por los golpes producidos por la caída.
Continuará…
Diferentes dibujos y representaciones del chupacabras. Originalmente no se tenía un patrón de la forma del chupacabras. Las descripciones eran completamente distintas entre sí. Poco a poco se fue conformando un retrato robot a raíz de las interpretaciones de los dibujantes. Esto habla más de un mito que de un ser real.
Varias fotografías de Teodora Ayala Reyes en las que muestra las marcas que le dejó el chupacabras en el cuello.
La señora Concepción Flores postrada en su cama luego de haber tenido un encuentro con el chupacabras.
Benjamín Zamarripa Vázquez se enfrentó al chupacabras y consiguió varios arañazos en la cara.
José Ãngel Pulido mostrando los dos «piquetes» en el antebrazo como único recuerdo de su batalla con el chupacabras.
El «hijo del Chupacabras»: un feto de vaca de ocho meses .
Alejandro Agostinelli buscó en sus archivos y encontró esta canción del chupacabras. Agradecemos su colaboración.
[1] En México se les da este nombre a los amantes.
[2] El Tigre de Santa Julia fue un ratero de finales del siglo XIX y principios del XX, famoso por su habilidad de escabullirse de la policía. Se dice que sólo fue posible atraparlo gracias a una infección intestinal. Mientras atendía a las urgencias del cuerpo, por fin lo atrapó la policía.
[3] Cierto tipo de beso que se da en el cuello y que deja un moretón.
[4] Mote que se utiliza en Sinaloa para nombrar a los niños.
[5] Un pavo.
[6] Se trata de la doctora y ufóloga Soledad de la Peña, de Ocotlán, Puebla, quien luego de publicado este artículo, dijo que me iba a demandar por llamarla pseudocientífica. Maussán sigue mostrando el video de Peña como prueba del chupacabras. Trata de revivir el mito, tal vez con fines comerciales, apostando a la mala memoria del público. En el video Peña se pone unos guantes de látex blancos, trasquila uno de los borregos, y mete las manos entre la zalea y el cuerpo del animal, justo en un lugar en donde no hay sangre. Saca los guantes y muestra que están más o menos limpios. A mí me hubiera gustado que cortara una arteria o una vena y que hubiera metido los guantes. Lo demás es simple manipulación, con efectos especiales de Hollywood (Parque Jurásico).