EL HOMBRE DE PILTDOWN ¿UNA BROMA DE CONAN DOYLE?
Por Mario Méndez Acosta
Una de las falsificaciones que más revuelo han causado en el mundo científico fue la perpetrada en 1912 en Piltdown, al sur de Inglaterra, en donde se descuÂbrieron unos restos que presuntamente pertenecen a uno de los ancestros más remotos de la humanidad en Europa. Este hallazgo le acarreó gran prestigio a Charles Dawson, naturalista aficionado quien enconÂtrara los valiosos fósiles.
En 1954 se descubre, sin lugar a duda, que tales restos no eran más que una hábil falsificación y el deshonor cae sobre el pobre de Dawson.
No obstante, en estos momentos el mundo científico se conmueve a causa de una enconada discusión acerÂca de quién fue realmente el culpable del fraude.
Ya hemos reseñado en estas mismas páginas la acusación que en contra del Padre Pierre Teilhard de Chardin ha hecho y documentado el célebre biólogo Stephen Jay Gould, señalándolo como cómplice en el engaño. El conocido paleoantropólogo Louis Leakey, comparte también esta opinión.
Sin embargo, la situación se complica ahora en .forÂma por demás interesante, ya que otros prestigiados científicos, John Winslow, arqueólogo, investigador y museógrafo, junto con Alfred Meyer, editor de la revista Science 84, órgano de la Asociación Americana, para el Avance de la Ciencia (AAAS), han lanzado una espectacular denuncia que, aunque exime de toda culpa a Dawson y a Teilhard, involucra en el engaño nada Âmenos que a sir Arthur Conan Doyle, notable escritor británico creador de las aventuras del genial detective Sherlock Holmes.
EVIDENCIAS ENDEBLES
Las evidencias que presentan Winslow y Meyer son, realmente de tipo circunstancial, aunque abundantes.
Primeramente, el propio descubridor del fraude, J. S. Weiner, afirma en su libro La falsificación de Piltdown que «después de todo Dawson bien pudo haber sido implicado en una broma -quizá no de su invención-, que fue llevada demasiado lejos».
Doyle tenia la preparación científica para realizar el engaño: era médico, experto en enfermedades de la, mandíbula -la parte esencial del falso hallazgo era una mandíbula de orangután, con los molares limados de manera que simularan una dentadura humana además, Doyle tenia una especial preparación en las técnicas criminalísticas y poseía gran interés en la geología, la arqueología y las teorías evolucionistas. Le encantaban las tretas y engaños complicados o las broÂmas pesadas.
Existió un antecedente a la falsificación de PiltÂdown. En 1825, Charles Waterton, otro naturalista inÂglés, aseguró haber encontrado un hombre mono en América del Sur y presentó una broma taxidérmica, conocida ahora como El Indescriptible. La intención de Waterton era totalmente festiva, y así lo anunció públicamente al poco tiempo. Lo curioso es que Conan ÂDoyle asistió a la misma escuela preparatoria de Waterton, y conoció desde luego este engaño.
Doyle vivía a ocho millas del sitio en la excavaÂción de Piltdown, lo visitaba con frecuencia y, al poco del hallazgo, se ofreció feliz a conducir a Dawson a donde quisiera en su nuevo automóvil.
DOYLE Y EL HALLAZGO
Pocas personas se han puesto a pensar en la complejidad de todo lo desenterrado en Piltdown.
La propia mandíbula de orangután tiene una antiÂgüedad de unos 600 años. ¿En dónde podría el falsiÂficador haber obtenido los restos de un orangután que vivió en Java o Sumatra en el siglo 13?
Pero Doyle trabó amistad con la frenóloga Jessie Fowler, poseedora de una enorme colección de restos de cráneos de primates de todo el mundo. Fowler acosÂtumbraba vender o regalar algunos de los cráneos a sus amigos.
Junto con el cráneo falso se plantaron en el sitio de la excavación de Piltdown muchos otros fósiles provenientes de lugares muy lejanos. Gran parte de ellos de la zona del Mediterráneo. Sin embargo, Doyle conocía al arqueólogo Joseph Whitaker, poseedor de una gran colección de fósiles de Túnez y de la isla de Malta, incluyendo los restos de un hipopótamo… ¡En Piltdown yacía un diente de hipopótamo, originario de la misma cantera maltesa de los restos propiedad de Whitaker!
En el hallazgo piltdowniano había varias piedras talladas muy antiguas, cuyo origen se ha detectado en una cantera en Gafsa, Túnez. En 1910, Norman Douglas, coleccionista de restos paleolíticos y amigo tamÂbién de Doyle, visitó Gafsa y le llevó a su amigo ArÂthur un buen cargamento de piezas talladas.
EL MUNDO PERDIDO
En su novela El Mundo Perdido, publicada en 1912, Conan Doyle escribe algunas líneas bastante reveladoras. Uno de sus personajes señala que: «Si uno es listo y sabe su negocio, puede trucar un hueso tanto como una fotografía». Esta broma seria «uno de los actos más elementales del ser humano».
Doyle ubica la acción en Sudamérica, exactamente donde, supuestamente, se descubrió el falso hombre mono conocido como El Indescriptible.
La plataforma en donde se halla el mundo perdido es descrita como «del tamaño del condado de Sussex» y con una geografía similar. Piltdown se encuentra en Sussex, condado sureño de Inglaterra.
Quedan dos preguntas que intentan responder WinÂslow y Meyer: ¿Por qué se hizo el engaño?, y, ¿por qué Doyle nunca aclaró el asunto?
Ya en plena especulación los fiscales de Doyle señalan que el novelista tramó el engaño para demostrar que los científicos y, sobre todo los naturalistas, que tanto habían criticado sus aficiones y creencias espiritistas, eran susceptibles de ser engañados como cualquier hijo de vecino. A la segunda pregunta Winslow intenta responder señalando que Doyle dejó entre los supuestos hallazgos suficientes claves que podían fácilmente demostrar que todo era un timo. Ahí estaba, primeramente, un fémur de elefante tallado como un bate de cricket, el cual fue admitido sin chistar como una herramienta paleolítica, sin uso alguno imaginaÂble. También, aunque la quijada de marras fue enconÂtrada en un cierto depósito llamado Piltdown I, un molar y un trozo de la misma mandíbula fueron hallaÂdos en Piltdown II, a dos millas del primer depósito, lo que sin duda resultaba tan improbable como para considerarlo en verdad imposible.
Los científicos no aprovecharon estas pistas. Doyle ha de haber aullado de risa.
Conan doyle un ídolo engañador le salio muy bien la broma .creo que hay muchas bromas como esas que nosotros creemos en el mundo . El cuento del tío es y sera x siempre
Si esto ubiera sido una broma yla ubiera frenado enseguida pero como cosigui fama ya dejo de pernsar que al final se descubriria cientificos como estos no tienen derecho a yamarse cientificos