Las piedras de Ica

LA EXTINCIÓN DE LOS DINOSAURIOS DE ICA

«Comencé la colección de mis piedras en 1966 «“declaró el doctor Javier Cabrera Darquea al escritor francés Robert Charroux en 1974-. Las primeras fueron encontradas por huaqueros o buscadores de cerámica.

«Mis piedras provienen de las civilizaciones de los primeros hombres cultos de nuestra tierra. Por razón desconocida, quizá un cataclismo natural, esa civilización desapareció, pero los hombres de la antigua Ica quisieron dejarnos un testimonio indestructible, o al menos susceptible de superar los peligros del tiempo. Esos archivos pertenecen a un pueblo culturalmente próximo a nosotros, pero heredero por línea directa de los conocimientos de nuestros grandes antepasados.

«Se puede pensar lógicamente que esos antepasados son atlántidos, huidos al hundimiento de su continente, y que llegaron a la región de Ica, donde dejaron sus «˜piedras parlantes»™.

«Erróneamente se fecha la aparición del «˜Homo sapiens»™ dos o tres millones de años antes de nuestra era. El hombre es mucho más antiguo de lo que se cree, y sin duda ha conocido a los grandes monstruos que implantaron su dictadura en el reino viviente de la era Secundaria.

«Puedo atestiguar que esos monstruos (plesiosaurios, diplodocos, iguanodontes, etcétera) vivieron a finales de la era Secundaria, sobrevivieron la terciaria, hasta una época en que los hombres lo conocieron y entablaron con ellos la lucha por la supremacía del mundo».

La anterior es una declaración de principios que no tiene desperdicio. En ella vemos las mismas ideas «atlantófilas» de Waldemar Julsrud[1]; y se formula la «hipótesis» de que los dinosaurios convivieron con el ser humano. Esas ideas tal vez no serían extrañas en un jinete dedicado a la ferretería, pero en el director de la sección de Investigaciones de la Universidad de Perú, médico del Hospital Obrero de la ciudad de Ica, miembro del jurado del Concejo Regional y miembro correspondiente del Colegio Internacional de Cirugía, eran poco ortodoxas, por decir lo menos.

En 1966 el doctor Cabrera Darquea, que vivía en la pequeña ciudad de Ica, en la costa Sur del Perú, a unos 350 kilómetros de Lima, recibió como regalo de cumpleaños una pequeña piedra, un canto rodado, con el dibujo grabado de un ser extinto hacía millones de años: un pterosaurio. Fue su amigo Félix Llosa Romero quien le entregó la pieza inicial de su colección.

En 1955 los hermanos Carlos y Pablo Soldi, campesinos de Ocucaje, encontraron unas piedras extrañas un día que paseaban por la ribera del río Ica, que se había desbordado e incluso cambiado un poco de curso. Advirtieron de pronto, en el nuevo lecho del río, varias piedras negras, sobre las cuales aparecían dibujos de animales. Esas piedras fueron vendidas posteriormente a Cabrera poco antes de su muerte: Carlos murió en 1967 y Pablo en 1968 y a partir de ahí toda su colección pasó al Museo de Piedras Grabadas, situado en la planta baja de la casa de Cabrera, en la Plaza de Armas de Ica.

El relato de la forma en que fueron descubiertas las piedras de Ica es una copia fiel de la historia de Waldemar Julsrud y las figurillas de Acámbaro. Desde mi muy particular punto de vista nos estamos enfrentando no sólo a un fraude arqueológico, sino también a un plagio.

Aunque propiamente no es un plagio si es una gran mentira lo que afirma nuestro viejo conocido J. J.. Juan José Benítez dice que él fue quien mostró al mundo este fabuloso «enigma». La verdad es que el primero en darlo a conocer fue Robert Charroux quien, en 1974, en compañía de su editor Robert Laffont y Francis Maziere visitó el lugar y luego publicó L»™Enigme des Andes en ese mismo año[2]. Benítez publicaría su libro al año siguiente[3] y aprovechó que la traducción al español del libro de Charroux se hizo hasta 1976. Ese afán de protagonismo es normal en J. J. y en sus retoños, los ufólogos de tercera (generación) españoles.

Luego, de nuevo siguiendo a Cabrera, en 1962 se encontraron más piedras con dibujos e inscripciones en la Hacienda de Ocucaje, Cayando, Cerro Blanco, Chiquerillo, La Banda y Paraya. Según Cabrera las piedras se encontraban en las tumbas correspondientes a las culturas Ica, Inca, Nazca, Paracas y Tiahuanaco.

Antes de esa fecha no se habían encontrado piedras similares y los arqueólogos desconfiaron. Era muy raro ya que esas zonas habían sido ampliamente investigadas y excavadas. Además, los motivos no correspondían, en su mayoría, a estas culturas, sino que era una mezcolanza de diseños de culturas diferentes. Era evidente que habían sido fabricadas recientemente por personas con escasos conocimientos de las culturas prehispánicas.

Los campesinos vendían las piedras por muy pocos soles. Incluso el Museo Regional de Ica tenía algunas arrumbadas en las bodegas. Los arqueólogos las consideraban artesanías modernas.

En 1963 el comandante Elías, Director del Museo Naval de Callao, puesto que ocupó hasta 1973, compró algunas piedras para el museo. Elías enseñó su colección a Alejandro Pezzia Assereto, Director del Museo Regional de Ica, quien las daría a conocer a los periodistas. Dos años después el arqueólogo peruano Herman Buse de la Guerra les dedicaría algunos párrafos de su libro Introduccion Al Peru[4].

Probablemente uno de los primeros artículos publicados sobre el tema fue el de la revista Dominical del periódico El Comercio, en cuyo número del 11 de diciembre de 1966[5] se dice que el arquitecto Santiago Agurto Calvo, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería Civil, de Lima, y el profesor Pezzia, arqueólogo del Patronato Nacional de Arqueología de Perú, habían conseguido tres piedras supuestamente extraídas de tumbas precolombinas en Max Uhle y Toma Luz. En las piedras se podían ver flores y pájaros estilizados.

Santiago Agurto llevó las piedras con los ingenieros Fernando de las Casas y César Sotillo, de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Ingeniería Civil, en donde fueron analizadas. El reporte de estos ingenieros dice:

«Todas las piedras son andesitas fuertemente carbonatizadas, a pesar de que por su coloración y textura externas parecen ser entre sí de distinta naturaleza.

«Las piedras proceden de capas de flujos volcánicos correspondientes a series del mesozoico, características de la zona.

«La acción del intemperismo ha atacado la superficie de las piedras, cambiando los feldespatos en arcilla, debilitando por tanto su grado de dureza externa y formando una especie de cáscara que rodea la parte interior.

«La dureza exterior corresponde en promedio al grado 3 de la escala de Mohs, llegando a ser hasta 4.5 grados en la parte interna no atacada por el intemperismo.

«Las piedras pueden ser trabajadas prácticamente con cualquier material duro, como huesos, conchas, obsidianas, etc., y, naturalmente, con cualquier instrumento metálico prehispánico».

Estas conclusiones, entre otras cosas, implican que las piedras fueron grabadas recientemente y no hace más de 65 millones de años, antes de la extinción de los dinosaurios. El mismo Cabrera declaró[6]:

«Hay que señalar que las piedras son de andesita, con una edad de 80 millones de años, y son resultado de la desintegración del macizo andino en el Mesozoico, y presentan fuerte pátina de oxidación que, como hemos dicho, recubre las incisiones, asegurando así su autenticidad.

«Yo he podido reunir once mil piedras, pero existen muchas más y deseo enriquecer al máximo la colección. Si se revela el lugar donde se encuentran las demás, curiosos, aficionados y turistas irán y harán de aquello un desastre, arruinando así la posibilidad de completar la biblioteca. Por tanto, antes que nada hay que reunir a los especialistas: luego, el gobierno peruano debería garantizar la conservación de los lugares, implantando una guardia permanente».

Pero esas eran sólo palabras ya que Cabrera nunca permitió que verdaderos especialistas se involucraran en el asunto y nuca dio a conocer los sitios en donde supuestamente se encontraban las piedras.

«En mi colección «“continúa Cabrera-, podemos ver reproducciones de estegosauros y otros animales antediluvianos como el triceratops, tiranosaurio y pterodontes cabalgados por seres humanos».

Lo curioso es que estos saurios «voladores», por lo que se sabe, solamente planeaban lanzándose desde acantilados ayudados por las corrientes de aire, ya que eran incapaces de volar y, por lo tanto, sería prácticamente imposible que pudieran volar con un hombre colgado a sus espaldas.

Otro detalle curioso es que en las piedras sólo aparecen animales conocidos en esa época (1960-1970) y no los dinosaurios encontrados recientemente, como el Albertosaurio, Anatosaurio, Anchiosaurio, Brachiosaurio, Carnotaurus, Chubutisaurio, Dacentrurus, Eoraptor, Fabrosaurio, Gallimimus, Heterodontosaurio, Kentrosaurio, Lambeosaurio, Megalosaurio, Hadrosaurio, Nodosaurus, Oviraptor, Patagosaurus, Saltasaurus, Ultrasaurio, Velociraptor, Xinosaurio, Zaphyrosaurio y otros.

Además, no aparecen representaciones de Anatosaurio, Brontosaurio, Hadrosaurio y Vulcanodon, cuyos restos fosilizados se han encontrado en el Perú; mientras que sí hay piedras con «dibujos» del estegosaurio que es originario de lo que posteriormente formaría Europa; del Triceratops, de Asia y Estados Unidos. Animales que de hecho nunca habitaron lo que hoy es Perú, o al menos no se han encontrado fósiles de los mismos.

SE DESCUBRE EL FRAUDE

Probablemente el primero en manifestar que todo se trataba de un fraude fue el arqueólogo americano John Rowe, quien no dudó en afirmarlo, después de analizar algunas de las piedras.

Roger Ravínez, miembro del Instituto Nacional de Cultura de Perú llegó a la misma conclusión. El 25 de enero de 1975 publicó un artículo sobre el asunto en El Correo de Lima. En él informaba que las piedras no poseían ningún sentido estilístico. Había mezcla de motivos nazca, mochica, tiahuanaco, etc. Tampoco había ninguna asociación con algún estrato, con lo cual era imposible tratar de fecharlas.

«Cabrera nunca ha querido mostrar el depósito o yacimiento de donde proceden estas piedras. Si lo hiciera, quizá pudiéramos averiguar la verdad y, por los posibles restos que hubiera en la zona, fechar la antigüedad de los grabados.

«Sólo conozco una piedra grabada que puede ser auténtica. El resto, todos esos miles y miles, son falsas», afirmó.

«La única vez que estuve en Ocucaje hablé con la mujer que las graba, una tal Irma, quien me confesó que no tardaba ni una hora en trabajarlas».

Ese mismo año la publicación suiza 24 Hebdo publicó otro artículo mencionando el posible fraude.

Así estaban las cosas cuando la revista peruana Mundial, publicada en Lima, decidió hacer una investigación sobre el asunto. Los reporteros descubrieron que habían varios lugareños que se dedicaban a fabricar las piedras, entre ellos, Basilio Uchuya e Irma Gutierrez de Aparcana. Mundial publicó un largo artículo (13 de las 62 páginas de la revista)[7] demostrando que las piedras eran una falsificación.

Basilio declaró la revista:

«Yo he hecho las 11,000 piedras del doctor Javier Cabrera. Mi técnica se basa en grabar las piedras después de haberlas calentado con estiércol de burro o caballo».

Basilio declaró que durante diez años había grabado todas las piedras que componen el museo del doctor Cabrera. Mundial publicó nueve fotos que mostraban al artesano labrando las piedras. Uchuya decía que la inspiración la obtenía de los dibujos de revistas y libros de estampas de niños. La mayoría de estos mostraban dibujos de dinosaurios y dibujos médicos de operaciones. Las piedras quedaban negras porque después de horneadas con bosta de animales se les embarraba ¡betún de zapatos! Basilio era todo un artista. Hacía estas piedras para los turistas y nadie estaba tan enojado como él, porque su trabajo había sido deliberadamente distorsionado. Basilio confirmó que él y su familia proveyeron al museo local de casi todas las piedras que posee. Es más, tenía una carta firmada por el dueño del museo agradeciéndole su labor.

Los autores del reportaje informaron que la esposa de Uchuya les dijo:

«Hace varios días mi esposo y la señora Aparcana fueron llevados por el PIP[8] para que declararan si las piedras eran auténticas o falsas. Si las habían grabado o las habían encontrado. Mi esposo les dijo que todas las piedras que le había vendido al doctor Cabrera las había grabado él mismo. Que él no las había desenterrado. La señora Aparcana dijo lo mismo».

Basilio negó que las hubiera encontrado y afirmó que eran falsificaciones que él y su esposa habían creado. No fue castigado, y siguió vendiendo las piedras a los turistas como baratijas. Basilio e Irma mostraron a los reporteros el lugar en donde sacaban las piedras, «un promontorio situado a unos dos kilómetros de sus casas».

«Al llegar al sitio vimos dos perforaciones. Cada una de unos dos metros de diámetro y un metro de profundidad, más o menos. Después de media hora de escarbar, Irma Gutiérrez de Aparcana logró hacer un hoyo de un metro de diámetro y unos 50 centímetros de profundidad, y en ese punto dijo «˜Aquí hay una»™. Era una piedra de unos 500 gramos, del tamaño de una mandarina. «˜¿Eso es todo? Preguntamos. «˜Ya les dije que son difíciles de encontrar, dijo, limpiándose el sudor de su frente».

Irma informó que producía una 20 a 25 piezas por semana. Basilio dijo que había comenzado a fabricar piedras diez años atrás (en 1965), aunque los dos últimos años no había hecho ni una.

Javier Cabrera dijo que nadie era capaz de hacer 11,000 piedras por si sólo. Pero es cuestión de hacer números. Consideremos el número más bajo: Si Irma puede hacer 20 piedras por semana, trabajando 52 semanas al año, por 10 años, habría fabricado 10,800 piedras (prácticamente la cantidad en la colección de Cabrera). Si Basilio hizo otro tanto, y lo mismo Pedro Huamán y Aparicio Aparcana, entre otros, en tan sólo diez años tendremos más de 40,000 piedras de Ica rodando por todo el mundo en colecciones privadas. Cabrera siempre afirmó poseer 11,000 cantos rodados y decía que podía haber unas 50,000, aunque nadie vio tal cantidad: sólo la colección de Cabrera y unas cuantas más que vendían los artesanos citados a los turistas. En 1975 Marino T. Carcelan dijo a La Prensa haber exportado unas 600 piedras desde 1973[9]. Aún siendo cierto el número de 50,000, trabajando al ritmo de 25 piedras por semana esos cuatro artesanos pudieron haber fabricado más de esa cantidad. ¡Y no eran los únicos!

LA BBC CONFIRMA EL FRAUDE

En 1977 la BBC de Londres envió un equipo de producción de televisión para hacer el documental The Case of the Ancient Astronauts. Entre lo miembros del equipo se encontraban varios científicos: arqueólogos y antropólogos. La recepción que les dio Javier Cabrera fue todo menos calurosa. Parecía tener miedo de ser descubierto. Negó su permiso para que fotografiaran su colección y aún evitó discutir sobre su «extraordinaria evidencia científica». Después de mucho insistir los ingleses consiguieron que Cabrera les proporcionara una piedra, misma que fue enviada al Institute of Geological Sciences en Londres, encontrando que se trataba de un fraude. El instituto reportó, luego de un atento examen al microscopio:

«Los bordes de los grabados son rectos y relativamente limpios, lo que es prácticamente imposible que se presente en piedras que han estado enterradas o expuestas al medio ambiente durante miles de años, como se nos quiere hacer creer».

Nosotros añadimos que no solo son miles sino millones de años los que barajan los astroarqueólogos.

En cuanto a la capa superficial externa de las piedras, que se ha oxidado adoptando un color café oscuro intenso, el reporte de laboratorio dice:

«Se analizó la capa superficial de las piedras encontrando que fueron trabajadas después de que esta capa se formó por intemperismo, es decir, los grabados son modernos».

El programa fue presentado en la televisión inglesa el 25 de noviembre de 1977.

Cabrera se defendió diciendo que, por pura coincidencia, se analizó una piedra trucada, pero que él tiene piedras auténticas. Sin embargo no ha permitido que se analicen estas piedras. Su argumento es que aunque en ninguno de los cantos rodados se ha podido constatar la oxidación de surcos, existen otros, que no han sido analizados, que sí presentan dicha oxidación. Lo único que hubiera podido avalar sus palabras hubiera sido que presentara tales piedras; pero eso nunca lo hizo.

Los productores de la BBC Tony Morrison y Ray Sutcliffe luego publicarían el libro Pathways to the Gods. Mencionan que, por un lado encontraron que Cabrera, otrora una de las figuras prominentes en la sociedad de Ica, en el momento de su visita se encontraba segregado de la sociedad, incluso su esposa lo había abandonado. Por el otro informaron que Basilio poseía «gran sentido del humor y logró hacer una «piedra de Ica» en pocos minutos horneando un canto rodado con estiércol de vaca que luego fue grabado con un taladro de dentista y terminado con betún de zapatos para darle la patina de antigüedad». Basilio grabó las palabras BBC TV.

Más recientemente, en 1996, Neil Steede un arqueólogo que investigó las piedras de Ica para Los Misteriosos Orígenes de Hombre, un programa de corte creacionista, no encontró ninguna capa de corrosión química sobre los grabados, aunque las rocas sí que la tuvieran, sugiriendo que los grabados eran realmente más recientes que las rocas.

Basilio Uchuya, le fabricó una «auténtica» piedra de Ica con el taladro de un dentista y añadió la capa exterior cociendo la piedra en un horno con estiércol de vaca, todo ello en un tiempo récord.

EL TIRO DE GRACIA

Por si fuera poco ver a seres humanos conviviendo con dinosaurios, el extremo de lo ridículo comenzó a gestarse a principios de los noventa. Comenzaron a aparecer piedras con el tema de las relaciones homosexuales y el posible contagio de enfermedades de naturaleza sexual: una clara referencia al SIDA.

También se encontró una serie en donde se mostraba que los dinosaurios provenían de huevos, de los cuales salían larvas, que finalmente se metamorfoseaban para convertirse en tiranosaurios y otros dinosaurios.

Lo que se ha mantenido en el mayor secreto es una serie que muestra la última cena y la crucifixión de Cristo, de un Cristo con enorme cabeza típica de las figuras de Ica. Se dice que esta serie era guardada por Cabrera en una cuarta habitación a la que muy pocos han tenido acceso.

En 1991 Basilio mostró al periodista argentino Alejandro Chionetti algunos dibujos que el doctor Cabrera le había proporcionado como modelos para las piedras

Al comienzo de 1994 el español Vicente Paris comenzó a investigar las piedras de Ica y sus resultados constituyen el tiro de gracia para las piedras de Ica. Escribe Paris[10]:

«En efecto, no faltan en Ica quienes afirman haber visto al doctor entregar en mano a algunos campesinos del lugar los dibujos que éstos le devolverían grabados en los cantos».

Vicente Paris dice que Irma Gutierrez de Aparcana le declaró lo siguiente:

«Al principio fue el propio Cabrera quien nos daba los dibujos para que se los grabásemos en piedras. Pero después, cuando vio que yo decía la verdad a la gente, dejó de darme trabajo y empezó a decir que yo estaba loca. A partir de entonces sólo encargó trabajos a Basilio».

Paris consiguió llevar algunas piedras a España para que fueran analizadas. No obstante que dichos análisis fueron hechos por un grupo de aficionados a los fenómenos paranormales, los resultados son interesantes y, a la vez, contrarios a las afirmaciones del doctor Cabrera.

«Entre las diversas personas que examinaron las muestras fue José Antonio Lamich, fundador del Grupo Hipergea, el que nos dio la pista más importante. En su informe, este arqueólogo nos hizo notar la presencia de varios gránulos de papel de lija en las grietas de una de las piedras».

No sólo se encontraron rastros de papel de lija, sino huellas del uso de sierras y fresas mecánicas, así como de ácidos. Además se alcanzaban a ver rastros de tinta que delineaban los dibujos. Paris se lamentaba que las rocas que habían sido analizadas hubiesen sido proporcionadas por el propio Basilio y no pertenecieran a la colección de Cabrera. El doctor podría decir simplemente que eran falsas, pero continuaría negándose a proporcionar una piedra de su colección. Por un momento Vicente Paris pensó en sustraer una de las piezas de la colección de Cabrera, pero se abstuvo de hacerlo.

«Pero otras personas si lo han hecho antes. Entre ellas dos geólogos de la universidad de Tucumán (Argentina) quienes, enfrentados a la misma situación, decidieron finalmente «tomar prestada» una de las piedras de Cabrera para analizarla en su facultad. El resultado fue concluyente: los grabados habían sido realizados con instrumentos modernos».

Lo anterior sería suficiente para que cualquier persona medianamente inteligente se diera cuenta de que todo se trata de un fraude. Sin embargo existen personas con una sorprendente incultura científica (saludos J. J. Benítez) que aún incluyen las piedras de Ica como «sus enigmas favoritos». Estas personas se quedan con unas cuantas piedras falsificadas y dejan de lado el impresionante peso de años de investigación en ciencias.

Recientemente se publicó en un sitio de internet[11] una fotografía de una pieza que se supone pertenece a la colección de Cabrera, pero no es una piedra y más bien se trata de una figura al estilo Acámbaro. Nuevamente encontramos esta correlación que apunta a que la posible fuente de inspiración de las piedras de Ica lo fueran las figurillas de Acámbaro.

Javier Cabrera Darquea murió en diciembre de 2001. Su hermana María Isabel Cabrera Darquea, y su hija, Eugenia Cabrera de Claux, continúan a cargo del museo de las piedras.

REFERENCIAS

Agurto Calvo Santiago, Las piedras magicas de Ocucaje, El Comercio, Lima, 11 de diciembre de 1966.

Anónimo, El mensaje de otra gran humanidad, Expreso de Lima, ediciones de diciembre 21 a 26, 1974.

Anónimo, Exportador de gliptolitos dice que son artesanía, La Prensa, Lima, 7 de enero de 1975.

Anónimo, Las hizo Basilio Uchuya, Mundial, No. 6, 17 de enero de 1975.

Anonimo, The Amazing Ica Stones, The Peruvian Times, August, 25, 1972.

Benítez Juan José, Existió otra humanidad, Editorial Plaza & Janés (Col. Otros Mundos), Barcelona, 1975.

Benítez Juan José, Mis enigmas favoritos, Editorial Plaza & Janés (Col. Los Jet, Nº 238-8), Barcelona, 1994.

Buse de la Guerra Herman, ¿Misterio arqueológico o superchería?, El Comercio, Lima, 6 de enero de 1972.

Buse de la Guerra Herman, Introduccion Al Peru, Lima, 1965.

Cabrera Darquea Javier. El Mensaje de las Piedras Grabadas de Ica, Inti Sol editores, Lima, 1976.

Carroll Robert Todd, The Ica Stones, en: The Skeptic’s Dictionary (skepdic.com/icastones.html), 2002.


Charroux Robert, L’énigme des Andes, Editions Robert Laffont, Paris, 1974. Hay traducción al español: El enigma de los Andes, Plaza & Janés S. A., (Col. Otros mundos), Barcelona, 1976.

Däniken Erich von, La respuesta de los dioses, Ediciones Martínez Roca (Col. Fontana Fantástica), Barcelona, 1978.

Drum Ryan, The Cabrera Rocks, Info Journal, No. 17, May, 1976, pág. 10.

Gamez Luis Alfonso, El legado de los picapiedra, Magonia, 7 de octubre del 2003.

Jiménez del Oso Fernando, El hombre del Mesozoico, Más Allá, Nº 9, Madrid, Noviembre de 1989, Págs.18-28.

Jiménez del Oso Fernando, Ica, Producciones Culturales (Col. El Imperio del Sol, Nº 1), Video, 1989.

Paris Vicente, Las piedras de Ica son un fraude, Año Cero, 1998.

Pezzia Asserto Alejandro, Ica y el Peru Precolombino, Volumen I, Ica, 1968, pág. 25.

Piedras blandas de Ocucaje, La Voz de Ica, 19 de noviembre de 1973.


Ruiz Noguez Luis, La verdad sobre el mito von Däniken, Eso me interesa, Vol. I, No. 1, México, 1984, págs. 58-64.

Santiago Agurto Calvo, Las piedras mágicas de Ocucaje, El Comercio (suplemento), 11 de diciembre de 1966.

Sierra Javier, Las piedras grabadas de Ica: un enigma a debate, Más Allá, Madrid, Monográfico Nº 10, Septiembre de 1994, Págs. 102-104.

Story Ronald D., Guardians of the Universe?, St. Martin»™s Press, New York, 1980.


[1] http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-primera.htmlhttp://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-2.html

http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-3.html

http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/10/los-dinosaurios-de-acmbaro-final.html

[2] Charroux Robert, L’énigme des Andes, Editions Robert Laffont, Paris, 1974. Hay traducción al español: El enigma de los Andes, Plaza & Janés S. A., (Col. Otros mundos), Barcelona, 1976.

[3] Benítez Juan José, Existió otra humanidad, Editorial Plaza & Janés (Col. Otros Mundos), Barcelona, 1975.

[4] Buse de la Guerra Herman, Introduccion Al Peru, Lima, 1965.

[5] Agurto Calvo Santiago, Las piedras magicas de Ocucaje, El Comercio, Lima, 11 de diciembre de 1966.

[6] Cabrera Darquea Javier. El Mensaje de las Piedras Grabadas de Ica, Inti Sol editores, Lima, 1976.

[7] Anónimo, Las hizo Basilio Uchuya, Mundial, No. 6, 17 de enero de 1975.

[8] PIP: Policía de Investigaciones del Perú.

[9] Anónimo, Exportador de gliptolitos dice que son artesanía, La Prensa, Lima, 7 de enero de 1975.

[10] Paris Vicente, Las piedras de Ica son un fraude, Año Cero, 1998.

[11] http://www.labyrinthina.com/ica-update.htm

Fueron los espíritus de mayas y aztecas, no los extraterrestres

La «única verdad»

Para José Carmen, la versión del fotógrafo Oscar Arredondo es incorrecta. «Es un mentiroso», aseguró, al explicar que la fórmula se la dieron los espíritus de líderes mayas y aztecas que se le aparecen, «porque yo platico con ellos desde que tenía 16 años».

Asegura que en medio de un trance, él les preguntó la manera de hacer más productiva su parcela y los espíritus le compartieron esta fórmula que ahora se niega a compartir, pues en la era actual, la del quinto Sol, su uso sólo haría más grandes a los poderosos.

«Estas verduras, por su tamaño, no tienen valor comercial. A quién le interesaría comprar una lechuga de estas proporciones si saben que sólo van a consumir una parte y lo demás se echaría a perder pronto», explicó.

Leer la nota completa en:

http://www.univision.com/content/content.jhtml;jsessionid=KOOXKDMUZKYPUCWIAANCFEYKZAABWIWC?chid=3&schid=12199&secid=12203&cid=993226&pagenum=1

Gracias a José Luis Aguilar por la información.

Los dinosaurios de Acámbaro (Final)

ACÁMBARO Y SUS «DINOSAURIOS»

La ciudad de Acámbaro se encuentra situada en el sureste del estado de Guanajuato, a mil 945 metros sobre el nivel del mar y a tan sólo 291 kilómetros de la ciudad de México. A sus pies se extiende un valle que estuvo inundado por un lago hasta hace unos 600 años. En esa época el río Lerma logró abrirse camino, drenó el lago y se formó un valle muy fértil.

En lengua tarasca Acámbaro significa «Lugar de magueyes» o «Lugar en donde crecen los magueyes». La ciudad fue fundada el 19 de septiembre de 1526 por Don Nicolás de San Luis Montañés (un indio purépecha evangelizado), con el nombre de San Francisco de Acámbaro.

La población ha alcanzado notoriedad a nivel nacional a causa del exquisito pan que producen sus habitantes. Este pan es tan sabroso que se le conoce sencillamente como el «pan de Acámbaro», y tiene muchas variedades como son las famosas acambarinas, el pan de huevo y el pan de leche. Parece ser que la tradición del pan surge después que quedaron obsoletos los hornos de las ladrilleras como los de San Miguel. Los artesanos tuvieron que cambiar la aplicación de sus hornos y en lugar de fabricar ladrillos y cerámica comenzaron a hacer pan. Luego, aquello de que en Acámbaro no existen hornos es un mito. Hay una buena cantidad de hornos de todo tipo. El nativo de la región tiene una antigua tradición cultural en la fabricación de figuras de barro cocido, que van de ollas a figuras antropomorfas o de animales. Odilón Tinajero seguramente tenía los conocimientos y las herramientas para hacer las figuras.

¿Que no existe una sola figura repetida y que Tinajero no tenía la capacidad de hacer esos diseños?, tal vez. Pero si vemos los actuales alebrijes[1], de los que se han fabricado no miles sino millones de piezas diferentes, podremos captar la creatividad artística de los artesanos mexicanos. Si bien es cierto que las ideas originales seguramente provinieron de Julsrud, lo demás salió de la mente de estos artistas. Eso explica, también, por qué sólo algunas figuras de dinosaurio representan figuras reales de animales que existieron hace millones de años.

Según Patton[2] y Swift, se han identificado muchos dinosaurios: Braquiosaurio, Dimetrodonte, Diplodocus, Estegosaurio, Gorgosaurio, Ictiornis, Iguanodonte, Leviatán, Maiasaurio, Monoclonius, Ornitolestes, Paleococincus, Plesiosaurio, Podokosaurio, Pteradononte, Rhamphorynchus, Rinocephalia, Strathiomimus, Tiranosaurio Rex, Tiranosaurio, Trachodon, Triceratops, y otros tantos aún sin identificar.

Pero para los escépticos sólo hay un verdadero dinosaurio, el apatosaurus (brontosauros), y todos los demás que quedan sin identificar son criaturas de fantasía, que seguramente nunca existieron. Las culturas antiguas hicieron toda clase de monstruos como el Leviatán de siete cabezas. Los egipcios colocaron toda clase de cabezas de animales sobre cuerpos humanos. Diferentes partes de animales se mezclaron para formar nuevos como la Esfinge.

Los escépticos no están tan equivocados porque la gran mayoría de los «dinosaurios» sólo tienen patas traseras: no existen las extremidades superiores. ¿Acaso son especies aún sin descubrir? Otras figuras muestran animales cuyas bocas son mucho más grandes que todo el cuerpo completo. Darius Plumford[3] ha encontrado una figurita que se parece a Dino, la mascota de Los Picapiedra. ¿Otra especie por descubrir? También tenemos seres demoníacos con cuernos: el diablo, cuyos restos fósiles seguramente se encontraran en los siglos por venir. También está el Bigfoot y otras criaturas acuáticas monstruosas, raras mezclas de animales con humanos, y muchas otras creaciones increíbles.

Una de las obsesiones de Julsrud, de la que nos habló Luis G. Durán en 1989, y de la que por pudor no quisimos mencionar en nuestros artículos, ya ha sido notada por otros autores. Algunas piezas muestran a los dinosaurios comiéndose a los humanos, pero otras muestran relaciones zoofílicas entre estas especies. A las figuritas le llamaban «la colección del loco». Dicen que la familia lo resintió y prefirió no hablar más del asunto y dejar guardadas las figurillas.

Las mismas ideas de Julsrud sobre los continentes desaparecidos como la Atlántida, son fuente de otras figurillas. En la colección hay representaciones de negros, orientales y caucásicos barbados, lo mismo que motivos egipcios, sumerios y otras antiguas civilizaciones, que nunca tuvieron relaciones entre sí.

Decíamos que Julsrud pagaba un peso por las piezas pequeñas y hasta diez pesos por las más grandes. Según Patton, un peso por cada figurilla «resulta un precio irrisorio»[4]. Supongamos un precio promedio de dos pesos por pieza, lo que no es exagerado. Un campesino tendría que hacer unas cinco al mes piezas para ganar el salario mínimo de la época del presidente Ávila Camacho[5]. Hay que considerar que ese salario era para la ciudad, en el campo difícilmente se alcanzaba, aún en la época de cosecha.

Un buen artesano puede hacer unas 20 piezas diarias[6]. Considerando que la familia de Odilón Tinajero estaba constituida por él, su esposa y tres hijos. Esta sola familia podía fabricar casi 31,300 piezas por año. Pero no eran los únicos. Harry Möller, el editor de la revista México Desconocido, comentaba en 1977 que:

«»¦ la gran mayoría le fueron entregadas por los vecinos del lugar, quienes decían encontrarlas en los cerros. Se dice que Julsrud estaba ya obsesionado por aumentar su colección y empezó a pagar uno o dos pesos por cada figura que le consiguieran; es indudable que algunos encontraron allí un modus vivendi».

Es decir, Tinajero no era el único que comerciaba con las figurillas, por lo que podríamos suponer que las 37,000 piezas bien pudieron haber sido fabricadas en el plazo de no más de dos años, aún considerando una cuota de 10 piezas diarias por artesano.

Pero ni siquiera es necesario hacer 10 piezas de cerámica diaria por artesano. Muchas de las piezas de la colección tienen el estilo de la cerámica de Chupícuaro (800 a.C. a 200 d.C.). Varias de ellas, indudablemente pertenecen a esta cultura anterior a los tarascos (1000 d.C.). Otras piezas de la colección son puntas de flecha fabricadas de obsidiana, cuentas, conchas, huesos[7], dientes de caballo de la edad del hielo, fragmentos de cerámica y piedras. Incluso el mismo Patton, sin darse cuenta que eso iba en contra de sus conclusiones, señaló:

«Otra consideración que frecuentemente es ignorada en el debate de la autenticidad de estas piezas es que muchos de ellos están hechos de roca dura y no de cerámica. Estos objetos de piedra muestran todos los efectos de la erosión y los objetos de piedra son del mismo estilo que la cerámica y el factor de la erosión es imposible de falsificar».

Aproximadamente una tercera parte de la colección está formada por este tipo de piezas. Dicho de otra forma, sólo unas 24,500 piezas son verdaderas figuras de barro (no pertenecientes a la cultura Chupícuaro), y de ellas sólo un diez por ciento muestra dinosaurios.

PRUEBAS EN CONTRA DE LAS FIGURILLAS

Los principales argumentos que se pueden exponer en contra de la veracidad de las figurillas de Acámbaro son:

a) La ausencia de pátina y la acumulación de sales de la tierra es inexplicable.

b) No existe un precedente para la casi perfecta preservación de piezas tan delicadas después de haber sido enterradas.

c) Los objetos no parecen pertenecer a ninguna cultura conocida.

d) Nunca antes en la historia de la arqueología se habían encontrado tantas piezas en un área tan pequeña.

e) La presencia de dinosaurios conviviendo con humanos.

El argumento (a) es justo lo contrario a la prueba (1) de los que sostienen la veracidad de las figurillas. Veremos este argumento. Continuaremos analizando las pruebas 1 a 5 de los creacionistas y regresaremos a los argumentos (b) a (c).

En general las piezas parecen nuevas, recién salidas del horno. No hay suciedad incrustada, sólo partículas de la misma arcilla con la que fueron fabricadas. El color del material va de café medio hasta un café oscuro. La manipulación de las mismas las ensucia muy fácilmente oscureciendo la arcilla.

Este punto preocupaba mucho a Patton y Swift, por lo que agradecieron el comentario de Herrerón, quien les dijo que entre él y Julsrud limpiaron los objetos que habían desenterrado en una de sus expediciones. Pero la cosa no es tan simple. Sabemos que Waldemar tenía conocimientos arqueológicos elementales. Es más que posible que supiera que las piezas antiguas necesitan cierto tratamiento y éste no incluye el lavado para eliminar la pátina. Julsrud sabría que eso le restaría puntos a su colección. Para los comerciantes de antigüedades es pecado mortal el eliminar la pátina.

Por otra parte, sin echar mano de los poderes de Superman, el lavar 37,000 piezas le debió consumir todos los días, durante dos años. Julsrud debió desatender todas sus actividades (su ferretería, la convivencia con su familia, el trato con sus vecinos»¦) con el único fin de hacer que unas piezas antiguas se vieran «como nuevas».

Prueba 2 de los creacionistas.

Considero que, aunque no imposible, si sería muy difícil que Tinajero, solo, fabricara todas las piezas. Pero ya he apuntado que su familia (5 individuos) pudo haber fabricado buena parte de la colección. Recordemos que Tinajero era albañil. En particular, era fabricante de ladrillos y tenía un horno. Además, parece que no fue el único. Hay datos que apuntan a la existencia de varias familias dedicadas a la fabricación de este tipo de figurillas.

Los creacionistas señalan la finura artística de las figuras. No niego la creatividad, muy similar a la de los fabricantes de alebrijes, pero si comparo las figuras tipo Julsrud, con la alfarería de la cultura Chupícuaro, la diferencia es más que notable. La factura de las primeras denota un trabajo rápido y, en cierto sentido, burdo. La calidad de las segundas, el colorido, los detalles, la finura del terminado, incluso los materiales de construcción implican manos artesanas mejor calificadas y un trabajo más dedicado.

Con todo y que en teoría (de los creacionistas) las figuras de Julsrud son muchísimo más antiguas que las de la cultura Chupícuaro, éstas últimas se ven con más antigüedad.

Prueba 3 de los creacionistas.

Hemos mencionado que el área era, desde tiempos inmemorables, una zona dedicada a la fabricación de alfarería. Los hornos son abundantes. Actualmente se les utiliza para la fabricación de pan. Incluso gente que dio su testimonio indica que Tinajero fabricaba sus propios ladrillos, por lo que no sería raro deducir que contaba con un horno.

La prueba 4: falta de combustibles

No es necesaria tan enorme cantidad de combustible («toneladas y toneladas»). Las ladrilleras, por ejemplo, generan una producción considerable de piezas sin consumir grandes cantidades de madera.

Las panaderías de Acámbaro, aún antes de consumir gas, abastecían el mercado local e incluso el nacional con sus productos. Lógicamente no necesitaron talar árboles. Existen muchos otros combustibles alternos que fueron utilizados en su momento: carbón, maguey, bostas, cañas»¦ Además, Acámbaro no es un pueblo aislado. El comercio con otras regiones del país le puede suministrar los combustibles.

Testigos de las excavaciones. Prueba 5.

A los doce testigos que mencionan Patton y Swift se les puede sumar otros más: DiPeso, Hapgood, Gardner, Tinajero y Luis Durán. Muchos de ellos estaban relacionados con Waldemar, otros no. Pero el presenciar el desentierro de piezas tipo Julsrud no las valida. Los testigos que sabían, pudieron callar y ocultar el fraude. Los demás pudieron ser víctimas de un engaño.

Por otra parte, exceptuando a DiPeso, ningún arqueólogo profesional vio desenterrar, o lo hizo él mismo, alguna figura del tipo Julsrud. DiPeso estuvo presente en un desentierro, pero declaró que era un fraude. La comisión investigadora de 1954, organizada por el INAH, estaba integrada por arqueólogos experimentados en culturas prehispánicas (Noguera, Orellana, Salazar, Pompa, Perea, Simpson y Barber). No encontraron una sola figura de dinosaurios.

Previo al «descubrimiento» de Julsrud, debido a los trabajos de la Presa Solís, los más famosos arqueólogos mexicanos (Rubín, Piña, Arriaga, Estrada, Porter y Obregón) estuvieron trabajando en la zona. No encontraron piezas tipo Julsrud, a pesar de que las excavaciones no se limitaron a simples pozos: la maquinaria pesada removió grandes cantidades de terreno.

Patton y Swift demostraron su ingenuidad al creer la historia de Ernesto Navarrete, el policía federal. Difícilmente en México los policías son enviados a Scotland Yard a estudiar, mucho menos un policía perteneciente a un pueblo del interior. Navarrete pertenecía al destacamento del Municipio de Celaya, nada tenía que hacer en otro municipio, el de Acámbaro. La historia del contrabando de armas en Laredo, Texas, suena a película de acción. No hay una «Prisión Federal de la Ciudad de México», al menos con ese nombre. Luis Mota difícilmente aceptaría unas piezas del tipo Julsrud, en custodia, por diversas razones: estaba convencido de la falsedad de las mismas y las rechazaba por completo; no era Alcalde de Acámbaro, sino director del Museo Arqueológico; las piezas de Julsrud no se guardaban en el museo, sino en el DIF.

Patton y Swift no saben que en México, desafortunadamente, la palabra de un policía judicial o federal no es muy de fiar.

Argumento (b): No existe un precedente para la casi perfecta preservación de piezas tan delicadas después de haber sido enterradas.

Las piezas de cerámica son muy delicadas. En México hay un refrán que dice: «Pareces jarrito de Tlaquepaque». Y se refiere a que con cualquier movimiento se rompen. La gran mayoría de las piezas de la colección Julsrud son pequeñas de unos 10 a 20 centímetros de altura; pero las hay tan grandes como 2 metros. Considero increíble que piezas de barro pudieran permanecer intactas, enterradas, durante tanto tiempo. Yo tengo una pieza de las más pequeñas (11 centímetros) y a pesar del cuidado con que la trato, la cola ya se rompió.

c) Los objetos no parecen pertenecer a ninguna cultura conocida.

Las piezas de tipo Julsrud (dinosaurios y algunas figuras antropomorfas) no tienen parangón con culturas conocidas. Otras piezas de la colección pertenecen a las culturas Chupícuaro y Tarasco o Purépecha. Pero las cerámicas de dinosaurios son únicas de Acámbaro[8]. Las figuras antropomorfas muestran personajes de diversos tipos de razas y culturas. El artesano hizo un burdo trabajo de imitación de figuras egipcias, asirias y de otras partes del mundo.

d) Nunca antes en la historia de la arqueología se habían encontrado tantas piezas en un área tan pequeña.

En las excavaciones arqueológicas se pueden encontrar diversas herramientas y utensilios enterrados en los complejos arquitectónicos. Los objetos se encuentran diseminados y en ocasiones se pueden hallar varios en un solo punto. En los lugares que se utilizaron como cocinas, por ejemplo, se pueden encontrar platos, jarros, vasos y otros de uso común.

Pero en el caso de las figuras de Acámbaro, los desentierros mostraban cientos de piezas, sin relación alguna (pipas, dinosaurios, conchas, alfarería, cuentas, jarras»¦) en un solo hueco o pozo. Como si se hubiera enterrado a propósito. En este sentido, Julsrud o el que hizo el fraude, no tomó la precaución de diseminar las piezas. ¿Acaso fue flojera de hacer un mayor trabajo de enterrar una pieza aquí y otra allá?

e) La presencia de dinosaurios conviviendo con humanos.

Éste es el principal argumento en contra de las figuritas de Acámbaro. La extinción de los dinosaurios fue hace 65 millones de años y el ser humano apareció hace tan solo 3 millones de años. En el caso particular de Acámbaro, el sitio no existía hasta hace unos 25 millones de años. ¿Cómo pudieron vivir dinosaurios en un lugar que apareció 40 millones de años después de su extinción?

Los fabricantes de las figurillas no se dieron cuenta de otro enorme error de 89 millones de años. Las piezas muestran dinosaurios de la era Mesozoica, que se divide en los periodos Triásico (225 millones de años), Jurásico (190 millones de años) y Cretácico (136 millones de años). En ese tiempo aparecieron y desaparecieron diversas especies. Los dinosaurios no convivieron con los seres humanos, incluso no convivieron con otras especies de dinosaurios. Es una tontería el que en la colección aparezcan dinosaurios del cretácico conviviendo con otros del jurásico o del triásico.

Ya no en Acámbaro, en México en general, no existieron la mayoría de las especies mostradas en las figuritas.

El caso extremo de lo ridículo es creer que los dinosaurios no sólo convivieron con los seres humanos, sino que mantuvieron unas relaciones más íntimas (sexuales) con ellos. Ya me imagino a Patton, en el caso de que hubiera vivido en aquella época, tratando de hacerle arrumacos a una hembra de Gigantosauros, un enorme carnívoro de más de 15 metros de alto. El que los creacionistas crean este tipo de historias explica el porqué creen que el mundo fue creado hace poco más de 4,000 años, en tan sólo seis días.

La única pieza que pudiera ser auténtica es la que muestra a Dino: el único dinosaurio que convivió con los seres humanos (de caricatura).

Esta pieza de la colección de Julsrud muestra dos dinosaurios grabados en una piedra. La técnica es similar a la utilizada en algunas piedras de Ica. La fotografía de abajo, adjudicada erróneamente al museo de Ica, muestra otro animal hecho con la misma técnica. ¿Pruebas del plagio de un fraude?

Uno de nuestros artículos[9] ponía en el tapete de discusión la posibilidad de que las figuras de Ica hubiesen tenido un origen en los dinosaurios de Acámbaro. Luis Durán, uno de los principales colaboradores de Julsrud, nos comentó de la presencia de un doctor peruano, un tal Javier Cabrales, que bien podría ser el mismo Javier Cabrera Darquea. Al paso de los años vemos que Cabrera Darquea las menciona en su libro, lo que podría confirmar nuestra hipótesis ya que estas piezas, las de Acámbaro, no son tan conocidas. Sin embargo, en principio la «tecnología» para fabricar los cantos rodados de Ica parece ser diferente a la forma en que se hicieron las piezas de cerámica de Acámbaro. No obstante, con la nueva exhibición de las figuras de Acámbaro aparecieron unas piedras labradas en el más puro estilo Cabrera. Por otra parte, una fotografía adjudicada al museo de Ica, y que muestra un «dinosaurio» de gran pico y cuatro patas, pertenece en realidad a la colección de Julsrud. ¿Cabrera copió el fraude de Acámbaro? Parece que esta opción es la más cercana a la realidad. Pero eso es otra historia, y el inicio de una nueva investigación en ese sentido.

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http://www.acambaro.gob.mx/

http://www.bible.ca/tracks/tracks-acambaro.htm

El creador de los alebrijes http://www.angelfire.com/md/alebrijes/spanish.html

Museo Waldemar Julsrud http://www.waldemar.julsrud.us.tt/

En 1989 un ufólogo argentino y quien esto escribe estuvimos en las bodegas del Palacio Municipal de Acámbaro. Nos pusieron un vigilante: un policía que no tenía AK-47 (no siquiera pistola). ¿Patton y Swift tenían cara de delincuentes, o simplemente exageraron en su relato?

Durante años las figurillas estuvieron guardadas en cajas. Este es el aspecto de las bodegas del DIF de Acámbaro en 1989. (Fotos Noguez).

El ufólogo argentino Alejandro Chionetti. (Fotos Noguez).

Alejandro Chionetti y el autor de estas líneas. (Foto Noguez).

El autor admirando al antepasado del pájaro loco. (Foto Noguez).

Todas estas fotografías fueron tomadas en 1989. Nunca pensamos que no nos dejarían sacar las piezas. No se utilizó flash y el contraluz contribuyó a que salieran muy oscuras. Con las actuales técnicas se ha logrado aclarar, pero a cambio pierden en nitidez.

Muchas de las figuras presentan una forma extraña. Para Chionetti esta parecía al extraterrestre de Hopkinsville ¿?. (Foto Noguez).

Piezas de pretendido arte egipcio y de otras culturas de Europa y África. (Fotos Noguez).

La «Venus de Acámbaro. (Foto Noguez).

En sus páginas de Internet se puede ver a Patton posando con esta pieza. En 1992 informábamos que era la más grande que habíamos visto en la bodega del DIF. Indudablemente es una de las mejores de la colección. (Foto Noguez).

Todo un mundo de nuevas especies de dinosaurios por «descubrir». (Foto Noguez).

Y también «nuevas» razas de indígenas. (Foto Noguez).

Dinosaurio con «espinas dérmicas» y pico de «¦¿?… Nueva especie por descubrir. (Foto Noguez).

¿El antepasado de la jirafa? ¿Saben los zoólogos si quedan restos de esas «espinas dérmicas» en las jirafas actuales? (Foto Noguez).

Un dinosaurio lucha por su vida con un humano. ¿Lograrán los dinosaurios de Acámbaro sobrevivir? (Foto Noguez).

Algunos ejemplos de alebrijes. Una muestra de la creatividad de los artesanos mexicanos.

Foto Mystery in Acambaro.

Estas escenas zoofílicas deberían ser motivo de excomunión para Patton y Swift ¡Cómo se atreven a mostrar estas figuras! Harían más dinero en el mercado pornográfico y no en una sociedad bíblica. (Fotografías de Patton).


[1] Monstruos policromos fabricados de cerámica y de papel mache.[2] Patton hace su comparación utilizando el libro de Robert Bakker, Dinosaur Heresies (1986).

[3] En su página muestra varias figuritas manteniendo relaciones zoofílicas.

[4] Patton dice que se pagaba unos doce centavos de dólar por pieza; pero también en la paridad esta equivocado. En el sexenio de Ávila Camacho la paridad era de 4.85 pesos por dólar. Es decir, el precio real por figurita era de veintiún centavos de dólar.

[5] 10.31 pesos al mes.

[6] De manera organizada la producción de ollas, por ejemplo, es de casi 100 unidades por día.

[7] Harry Möller mostró a los arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) un cráneo deformado, con una amatista incrustada. La pieza fue considerada un fraude porque ninguna cultura prehispánica utilizaba la amatista de esa manera.

[8] Las piedras de Ica, que yo considero tuvieron un origen intelectual en la colección de Julsrud, no son de cerámica. Javier Cabrera Darquea, en su libro El mensaje de las piedras, Capítulo El Misterio de Ocucaje, se refiere a las figuras de Acámbaro. Es decir, hay pruebas de que las conocía. En la colección de Julsrud existen unos cantos rodados que fueron labrados para mostrar figuras de dinosaurios. La misma técnica que se utilizó años después en Ica.

[9] Ruiz Noguez Luis, La extinción de los dinosaurios de Acámbaro. Segunda parte, Duda. Lo increíble es la verdad, Año XXI, No. 1105, México, septiembre 30 de 1992, Págs. 25.