El robot de Falkville (Final)

FALKVILLE UNA RETROSPECTIVA

Tratemos de analizar los datos que tenemos disponibles hasta el momento para dar un juicio en este caso. En realidad hay muchos puntos oscuros que nos remiten a un probable fraude, independientemente de los análisis computarizados que dieron resultados negativos, pero que von Keviczky no acepta.

En primer lugar esta el hecho de que Jeffrey Greenshaw no estaba en servicio aquella noche del 17 de octubre de 1973. La llamada fue recibida en su casa (¿?) por una vecina a la que no quiere identificar (para evitarle molestias con los curiosos). Sin embargo, sí da el nombre del dueño del prado en donde, supuestamente, aterrizó el OVNI: Bobby Summerford. Esta actitud incongruente tendría fácil explicación si pensamos que en realidad no existió ninguna llamada telefónica, y por lo tanto tampoco existió ninguna vecina. Además, lo lógico es que la señora se hubiera comunicado a la oficina de la policía (en donde había un guardia) y no a la casa de Greenshaw.

Otro punto sospechoso es la curiosa coincidencia de que la policía llevara una cámara Polaroid. Según von Keviczky, la utilizaba para fotografiar las infracciones cometidas en el sitio. Pero el mismo Jeffrey dice que «como había oído hablar de los OVNIs, llevaba conmigo un aparato Polaroid», es decir, iba con todas las intenciones de fotografiar una nave o un extraterrestre, ¿por qué estaba seguro de que lo iba a lograr?

La actitud de Greenshaw al ver el humanoide es otro interrogante. Normalmente los patrulleros se acercan al sospechoso, pero este policía se paró a más de 15 metros de distancia y desde ahí interrogó al ser. ¿Por qué le preguntó si era extranjero? Lo más lógico hubiera sido que preguntara quién era, su nombre, la razón de que se encontrara en ese sitio a esa hora, etc., pero no si era extranjero.

Greenshaw habla de un minuto, tiempo que utilizó para retirar los negativos. Si consideramos que ese fue el mismo tiempo que utilizó el humanoide para trasladarse de 15 a 3 metros de distancia, eso nos da 12 metros por minuto (0.72 Km/h): una velocidad sumamente lenta. Lo anterior contrasta con su declaración de que el ser «corría de una forma bizarra»¦ parecía tener muelles en los pies para propulsarse, podía cubrir cerca de tres metros en cada paso»¦ iba más deprisa que cualquier otro humano que haya visto correr». Hay que hacer notar que esta última declaración la hizo exactamente 6 meses después de su avistamiento (17 de abril de 1974), en una carta dirigida a von Keviczky. Originalmente no mencionó esa velocidad de vértigo. ¿Qué fue lo que provocó que hiciera esta declaración? Algunos investigadores se preguntaron ¿por qué había dejado escapar a un ser que se desplazaba tan lentamente? Él tenía una patrulla y fácilmente le hubiera dado alcance. Para pasar por alto esta crítica Greenshaw primero descalifica su patrulla: «en mi excitación debo haber pisado brutalmente el acelerador «¦ y fui a parar a un hoyo»: pero esto no es suficiente ya que a esa distancia, aún habiendo perdido algunos segundos en esa maniobra, podía alcanzar fácilmente a la criatura; por eso es necesario que diga que el humanoide corría a una velocidad increíble. Por otra parte, el mismo análisis del ICUFON indica que la anatomía del humanoide «sugiere un equilibrio del cuerpo muy inestable», es decir, que un movimiento a tal velocidad sería prácticamente imposible.

En sus primeras declaraciones el policía dijo que creyó que el ser estaba relacionado con el «platillo volador» en el momento en que se dio cuenta de la extraña forma en que estaba vestido, justo antes de tomar su cámara. Fue precisamente esa la razón que lo indujo a tomar las fotografías. En su reporte a ICUFON (6 meses después) dice que comprendió que el sujeto podía ser miembro de la tripulación del OVNI cuando lo vio huir. Ambas declaraciones son inconsistentes entre sí.

Existe un detalle curioso en la serie de fotografías, señalado en el análisis de von Keviczky: en todas ellas el ser mantiene la misma postura, la posición de sus miembros no presenta movimiento y las piernas aparecen constantemente separadas. Tal pareciera que el ser no está en movimiento o caminando. Hasta se podría suponer que fue el fotógrafo quien se movió mientras que el humanoide permanecía estático, como maniquí o como modelo para ser fotografiado. A esa misma conclusión llegó Charles Bowen cuando escribió que el ser volteaba «gentilmente su cara hacia la cámara».

ERRORES Y MÁS ERRORES

En todo este asunto se han cometido diversos errores en ambos bandos. El primero que habría que señalar es el de Antonio Ribera, quien dijo que se trataba de «la única fotografía «¦ de un ser del espacio». Como vemos en este sitio, ésta no es una fotografía de «un ser del espacio» y mucho menos es «la única».

Von Keviczky menciona que Falkville es una población de 200, pero luego dice que es de 1,200 habitantes. ¿Cuál es el dato correcto? También dice que la criatura se paró a 2 pies del policía («Análisis psicológico» inciso C). Afirma que Falkville «es una pequeña comunidad en donde toda la gente se conoce» (en un lugar con 200 habitantes sería posible, pero en uno con 1,200 es un poco más difícil) y que por lo tanto no se mantiene una simulación perpetrada por Greenshaw. En realidad ese argumento no tiene ningún sustento; Greenshaw, o cualquier otro, podría haber hecho la simulación en un lugar en donde todo mundo se conoce o en otro en donde todos son desconocidos. Por otra parte, en cuanto al segundo argumento de von Keviczky («Si fuera una simulación perpetrada por un tercero tampoco se sostiene, pues implicaría muchas más personas incluidas en el golpe») tampoco es válido porque en nada afectaría al caso que estuvieran más personas involucradas.

En cuanto a la negativa de ICUFON de que Marion Web analizara de nueva cuenta las fotos originales sólo indican el miedo de sus miembros de que se demostrara que esas fotos son falsas. Cuando von Keviczky pide que se demuestre que las cartas del Arsenal son falsas, está utilizando la vieja táctica de los ufólogos de desviar la carga de la prueba y con ello la atención. En ese punto nadie está dudando de la veracidad de esas cartas; eso no es lo que está en discusión. Y el pedir que Webb presente un acta notarial del cómplice de Greenshaw implicaría, de poder hacerlo, que ya no sería necesario analizar las fotos.

Un ejemplo más de esa misma táctica lo vemos en el punto 6 de la réplica de von Keviczky a los análisis del GSW. Según von Keviczky, Spaulding da esos datos (altura del ser entre 5 pies 6 pulgadas y 6 pies, a unos 12 metros de la cámara) «para echar abajo la estimación de Greenshaw». Sin embargo la estimación del propio von Keviczky fue de 5 a 5 pies a 10 pies de distancia. Luego entonces ¿en dónde está la contradicción?

En el inciso «a» del punto 6 se sugiere que «las fotos 1 y 2 fueron recortadas de una imagen negativa mayor». Si esto es cierto, entonces el sujeto estaría más allá de donde lo ubicó originalmente Greenshaw, y ahí sí habría una contradicción, pero esta sería en contra del relato del policía y no contra el análisis del GSW.

Cuando el director del ICUFON, en el inciso «b» señala la vieja ecuación para determinar el tamaño real de los objetos que aparecen en una fotografía, tratando de enmendarle la plana a Spaulding, también está cometiendo un error. Si el director del GSW hubiera analizado por métodos convencionales (sin ayuda de la computadora) las fotografías de Greenshaw, la llamada de atención del multicitado von Keviczky tendrían razón de ser (y habría que tomar en cuenta todo lo de las lentes astigmáticas). Sin embargo el análisis se hace digitalmente, por lo que la «distorsión» de los bordes de los píxeles (y no de la imagen, como escribe mañosamente el ICUFON) no proviene del astigmatismo del objetivo, sino del propio píxel.

No obstante no todo son errores de parte del ICUFON, también hay aciertos y encontramos errores de la otra parte. Durante mucho tiempo Spaulding dijo que sus análisis eran válidos si se hacían con el negativo original o con copias de primera, o cuando mucho de segunda generación. Pues bien, los análisis se hicieron sobre copias de una revista. Este es un punto a favor de von Keviczky.

EL FINAL

Llegados a este punto éstas serían nuestras reflexiones finales.

En primer lugar, el origen de la oleada del 73 de los Estados Unidos fue la serie de pruebas atmosféricas a gran altitud que realizó la Fuerza Aérea de la Base Aérea de Elgin. Los primeros reportes, simples luces y fenómenos aéreos, se deben a estas pruebas. Posteriormente se generó una psicosis avivada por la prensa, que llevaría a la generación de reportes más sofisticados, como la presencia de humanoides. Los comentarios del ICUFON en cuanto a que esas pruebas no explican la persecución de taxis, camiones agrícolas, la aparición de vacas muertas o la de seres humanoides, nuevamente caen dentro de las tácticas de desviación ufológicas.

El cabo Greenshaw no era el ciudadano ejemplar que nos quisieron presentar los ufólogos. Posteriormente se sabría que tenía una personalidad desequilibrada: era un mentiroso redomado, con problemas pendientes con la justicia. Esa fue la razón y no otra (mucho menos la relacionada con los OVNIs) de que fuera despedido de su puesto. Ni siquiera su propio jefe, el sheriff del condado de Morgan, John C. MacBride dio la cara por él, puesto que ya sabía de qué tipo de persona se trataba.

Por otra parte resulta pueril afirmar que su divorcio fue a causa de unas llamadas telefónicas. Ninguna esposa se comporta de esa manera. En doce días (del 17 de octubre, día del avistamiento, al 29 de octubre) no puede decidir un divorcio debido a un OVNI, por más presionada que se encuentre. Al contrario, eso haría que se unieran más, para presentar un frente común. La realidad es que los problemas del matrimonio venían de más antes. Greenshaw trató de solucionarlos con el dinero que obtendría de las fotos, pero sus planes fracasaron.

Otra fuente dice que, después que Greenshaw reveló las fotos y se las enseñó a su mujer, ésta, «espantada, tuvo una reacción bastante insólita: se fue inmediatamente de casa y el día siguiente acudió donde un abogado pidiendo el divorcio». Todo son simples leyendas que contribuyen a engrosar más la literatura OVNI.

Si verdaderamente existieron esas llamadas anónimas, lo más seguro es que fueran hechas por los clásicos bromistas que en todas partes abundan. Nadie puede demostrar que la NASA, la CIA, la Fuerza Aérea, el Opus Dei, los escépticos, etc., tuvieran nada que ver con el asunto. Pensar de otra manera sólo sería paranoia.

Tampoco existe ninguna prueba de la explosión del motor del automóvil de Greenshaw, y el incendio de su casa rodante en nada contribuiría a cancelar la difusión de sus fotografías, ya que habían sido impresas en infinidad de medios. Por otra parte, sí podría ayudar a la mermada economía del policía (al cobrar el seguro y vender la historia).

Ahora bien, resulta altamente significativo que diversas fuentes independientes: El Arsenal de Redstone, el Centro de Vuelos Espaciales George C. Marshall, el NICAP y el GSW llegaran a la misma conclusión de que se trataba de un hombre vistiendo un traje ignífugo de bombero. También es sorprendente que varias de esas fuentes, incluyendo el propio ICUFON, encontraran la presencia de «fragmentos de hojas de aluminio pegados sobre el traje». El ICUFON las describe en el capítulo III ANALISIS, La criatura, con estas palabras: «»¦ hojas metálicas brillantes, con largas manchas». Esos pedazos de papel aluminio, como dice el GSW, servían para ocultar algunas marcas que pudieran ser reconocidas en las fotografías.

Marion Webb pensó originalmente que el policía Greenhaw había sido víctima de algún bromista, pero sus posteriores investigaciones la llevaron a concluir que fue el propio Greenhaw, ayudado por un amigo, quien montó todo el fraude.

Queda un detalle por contestar ¿por qué se escogió la figura de un bombero para representar al humanoide? Si recordamos, uno de los casos más sonados de aquella oleada ocurrió pocos días antes del avistamiento de Greenshaw, el 11 de octubre, no muy lejos de Falkville, en Pascaguola, Mississipi. Ese día y en ese lugar fueron abducidos dos pescadores (Charles Hikson y Calvin Parker). Su relato, la descripción de los humanoides y los dibujos y pinturas que de ellos se hicieron, aparecieron en infinidad de periódicos y revistas. Si vemos esos dibujos, no nos será difícil comprender cuál es el origen del «Robot de Falkville».

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