Custodio de Iglesia a juicio en Italia por fraude de estatua lacrimosa
Roma, 23-abr-2008 / 06:36 a.m. (CNA) .- Un ex custodio de iglesia acusado de falsificar un incidente en que una estatua de la Virgen María lloró sangre fue llevado a juicio en el norte de la ciudad italiana de Forli el viernes, informó ANSA.
Se acusa al policía Vincenzo Di Costanzo de gotear su propia sangre en la cara de la estatua en la Iglesia de Santa Lucía, en Forli, en un intento de simular un milagro, en Marzo de 2006.
Los expertos forenses que examinaron la sangre encontraron que el ADN correspondía al de una muestra de saliva tomada de Di Costanzo.
«Este es un caso de alto sacrilegio», dijo el fiscal Alessandro Mancini, según ANSA.
El ex custodio niega los cargos.
Hace dos años, un grupo de fieles mujeres de edad observaron que habían aparecido gotas rojas como lágrimas en el rostro de una estatua de la Virgen de 1.2 metros de altura. Las personas acudían a la iglesia para ver la estatua, cuyo rostro mira hacia arriba al cielo con sus manos unidas en oración.
El obispo local, cuando se informó del presunto milagro, retiró la estatua a sus oficinas y llamó a la policía. La estatua no lloró de nuevo después de haber sido trasladada.
En los últimos años, con un número cada vez mayor de casos denunciados de estatuas de Madonnas en movimiento o llorando, la Iglesia ha llegado a ser muy prudente a la hora de aprobar esos casos.
En 1995, miles acudieron a un jardín familiar en la ciudad de Civitavecchia a ver una estatua de la Virgen que parecía llorar sangre. El obispo local dijo que él mismo la había visto llorar. Más tarde se encontró que la sangre en la estatua era de un varón. El propietario de la estatua , Fabio Gregori, se negó a que le hicieran una prueba de ADN.
Después del caso de Civitavecchia, se informó de decenas de estatuas supuestamente milagrosas. Se demostró que casi todas eran fraudes, en donde sangre, pintura roja, o agua era salpicada en los rostros de las estatuas.
En la década de 1950, se consideró un milagro una Virgen que lloraba en una casa de Sicilia. El papa Juan Pablo II dedicó un santuario a la aparición en 1994.