Thomas E Bullard. The Myth and Mystery of UFOs. University Press of Kansas, 2010.
En esta importante contribución a la literatura ovni, Thomas Eddie Bullard busca el desarrollo de las creencias populares que rodean los ovnis, cómo estas reflejan muchas tradiciones antiguas, y cómo influyen en las percepciones de las experiencias anómalas. Bullard señala que no tenemos acceso directo a ningún fenómeno (o fenómenos) ovni, pero, haciéndose eco de los puntos que hice en Truth Tales and Catalogues, argumenta con mayor detalle que ahí hay un camino desde el evento, a la forma en que se experimenta el evento, recordando, entendiendo, comunicando a los demás, cómo interpreta el público esa comunicación, cómo a continuación pasan esas interpretaciones a un público más amplio, para que el evento se establezca en la tradición popular.
La tradición popular que rodea los informes ovni – en particular, la siempre presente HET- no sólo altera las percepciones e interpretaciones, convirtiendo por ejemplo, luces anómalas y «cosas» vagas en máquinas, pero también ayuda a crear resistencia a estos informes en la corriente cultural.
En el núcleo del libro Bullard examina el crecimiento del folklore ovni a través de varias etapas, desde los primeros informes de luces en el cielo, hasta el aumento de las historias de encuentros cercanos y ocupantes, el crecimiento de los relatos de abducciones, los cuentos de platillos voladores estrellados, la incorporación de las teorías de la conspiración en varios grados de complejidad, y en la época moderna la «uforia sin ufos». Hay que decir que esta línea de tiempo está más bien orientada en EU, por ejemplo los cuentos de platillos voladores estrellados y encuentros con los ocupantes se dieron en Europa y América del Sur al menos 10 años antes de que se establecieran en los EU.
Casi desde el comienzo la naciente comunidad ovni comenzó a construir un pasado para el fenómeno ovni, desde el pasado inmediato de los cohetes fantasma y los Foo Fighters, al pasado remoto de las fuentes antiguas clásicas, bíblicas y otras. Estas fuentes nos pueden mostrar, argumenta Bullard, cómo la cultura interpreta las observaciones (por ejemplo, la aurora percibida como la lucha de ejércitos en el cielo). Él ve los flaps de la great airship tal vez más superficialmente, dada la cantidad de trabajo que una vez puso en su estudio. Una característica que podría haber señalado fue cómo estos relatos ya usaban imágenes folclóricas, e invocaban ambivalencias sobre el auge de la tecnología moderna. Las aeronaves son ya en lo que se convertirán los platillos voladores: la imagen de la máquina trascendente.
De particular interés es el relato de Bullard de cómo se reflejaron, el incremento de las imágenes culturales científicas y populares de la vida extraterrestre, en los primeros relatos de los viajes a otro mundo y encuentros con otros de forma semi-humana. Aunque los habitantes imaginarios de tierras extrañas y extraterrestres se ven como caricaturas grotescas de la persona humana (caras en el pecho, una pierna gigante, etc.) son vistos como humanoides y por lo tanto dentro de la comunidad humana.
El auge de las ideas modernas acerca de los centros extraterrestres en torno a los marcianos, y las visiones de un marte moribundo de Percival Lovell, fue lo que llevó a la visión de H G Wells de los invasores marcianos. La idea de los marcianos se trasladó a la era moderna de los ovnis con especulaciones sobre marcianos preocupados por las explosiones de las bombas atómicas. Mucho después de que Marte nos desencantó, persiste la visión de Lovell de un mundo moribundo en la visión de los secuestrados de mundos destruidos y moribundos.
Las polaridades fijan nuestras imágenes de otros mundos, el cielo y el infierno, el paraíso y el infierno, utópicos y déspotas, dioses y demonios, los hermosos venusinos amantes de la paz y los desagradables marcianos belicosos (obviamente, los habitantes de estos planetas adoptan esas características debido a su homónimo clásico respectivo). Bullard saca estos temas de la salvación, por una parte, y la invasión por otra, de nuevo rastreándolos, más allá de la ufología, en la cultura general.
Cuando nos acercamos a las narraciones de abducciones y cuentos de niños híbridos, Bullard es capaz de traer varios temas, los cuentos de secuestro por los nativos americanos, de la Norteamérica colonial, los cuentos de secuestro y cambios hechos por las hadas, los paralelismos con las historias de abusos satánicos, las historias tradicionales de la brujería. Bullard admite que las descripciones modernas de secuestro hacen eco de las preocupaciones humanas modernas de ser barridos en un mundo moderno impersonal. Los monótonos grises sin personalidad somos nosotros, o lo que tememos que podamos llegar a ser.
Los temores de los relatos de secuestros también son de nosotros de otra manera. El gobierno, aun si oculta la verdad sobre los ovnis, alguna vez fue visto como que hacía algo por nuestro propio bien, para evitar el pánico. Ahora gran parte de este folclore representa al gobierno como parte de una gran conspiración con las fuerzas cósmicas del mal. Estos cuentos de la conspiración, que involucran a misteriosos gobiernos secretos, tienen un eco oscuro. Lo mismo sucede con los cuentos de los híbridos, la idea de que los otros secretamente caminan por nuestras calles, ELLOS, que son a la vez nosotros y no nosotros, están excavando en el fondo de muchos antiguos temores nativistas.
Una cosa que Bullard no acaba de entender es que una vez que los híbridos ya no son vistos como niños de hadas con toda seguridad pueden recoger sus depósitos en su país de las hadas de otro mundo, pero como adultos caminando por las calles, y la imagen del híbrido que se fusiona con la clásica mitología de la conspiración, el mito del secuestro se ha estrellado a través de la barrera de seguridad en el reino de lo que algunos autores han llamado el antisemitismo sin los Judíos. Estas paranoias oscuras parecen estar en el corazón de la nueva serie de televisión «The Event», que interpreta a «extraterrestres» que se parecen a los humanos, pero de alguna manera son sutilmente diferentes y están entrando en nuestro mundo por algún propósito desconocido, pero presumiblemente nefasto.
Leyendo este libro, podemos ver cuanta acrecencia cultural se ha acumulado alrededor de la imagen del ovni, de hecho muchos de nosotros diríamos que esencialmente se ha construido. Bullard argumenta a favor de algún fenómeno central detrás de esta acumulación, y da ejemplos de una serie de informes de aspecto desconcertante, si bien admite que muchos de estos, tomados por su valor nominal, no tienen mucho sentido.
El problema es que sin la estructura cultural de la HET o de sus parientes más esotéricas no hay razón para exigir la existencia de un único fenómeno ovni. Eso, por supuesto, no implica automáticamente que todos los informes de ovnis son en última instancia generados por un proceso medioambiental o psicológico/neurológico bien catalogado y comprendido, de hecho ese punto de vista implica que sabemos todo lo que hay que saber acerca de nosotros mismos y nuestro entorno. Sin embargo, sí sugiere que los informes ovni realmente desconcertantes podrían ser generados por un montón de cosas diferentes.
Tampoco podemos ver una frontera impermeable a la experiencia ovni que lo diferencie de otras experiencias personales anómalas. Estamos de acuerdo con Bullard que las personas tienen, de hecho toda clase de experiencias, sólo aquellas partes de las que pueden ser más o menos metidas con calzador en una categoría socialmente construida -con su propio cuerpo de estudiantes»“ son reportadas periódicamente.
Podemos ver cómo las experiencias anómalas proteicas pueden ser tan ranuradas mirando la historia de Kary Mullis y su mapache luminoso y granja encantada, al que Bullard le dedica un espacio. Por supuesto, esa historia también podría ser presentada como una de una granja encantada, o debida a las actividades de las hadas o brujas.
A pesar de estas pequeñas diferencias hay mucho más en este libro con lo que estoy de acuerdo, y lo recomiendo de todo corazón a todos los Magonianos.
http://pelicanist.blogspot.com/2010/11/thomas-e-bullard.html