EL INSTITUTO DEÃSTA DE INVESTIGACIÓN
El asunto ovni es una cuestión meramente religiosa, pero los ufólogos no se han enterado. Como en todas las religiones, se trata de creer. No importa si no existen pruebas, los creyentes manipulan la realidad y la ajustan a sus creencias. Incluso las fabrican. En el caso de los ovnis tenemos las fotos, los videos, los reportes, etc., manipulados y creados exprofeso para avalar la existencia de los extraterrestres en la Tierra.
Claro, no todo es invención y manipulación. Como en cualquier otra religión también están los errores y las confusiones. Durante años en este blog hemos publicado pareidolias religiosas, imágenes en donde los creyentes ven la manifestación de dios. De la misma forma los fanáticos de los ovnis ven en cada mancha de una fotografía, en un punto en el cielo, en algún fenómeno que no alcanzan a comprender, una manifestación extraterrestre.
La ufología es una religión, con sus ministros y sacerdotes (los ufólogos e «imbecilgadores» de campo) y con sus feligreses (los consumidores de productos ufológicos). Incluso podríamos decir que están sus demonios (sus humildes servidores, nosotros los escépticos).
Pero decíamos que es una religión de la que no se han dado cuenta los miembros que la practican. Por lo menos una gran mayoría.
En efecto, hay muchas religiones (o sectas) ufológicas formales, como los raelianos, la Sociedad Aeterius, la Iglesia Universal y Triunfante, Solar Light Center, la Fundación Unarius, etc. Pero en esta ocasión queremos hablar de una de estas sectas ufológicas muy poco conocidas: El Instituto Deísta de Investigación (The Deist Research Institute, DRI).
Este grupo (creo que ya desapareció) creía que la Nueva Jerusalén, de la que se habla en Apocalipsis 21.2, es en realidad una enorme nave espacial. De ahí provienen los ovnis, que en realidad son unas naves aéreas que ellos llaman «giros», y que utilizan para su recreación personal.
Los seres que conducen estos «giros» (propulsados por un motor de fusión nuclear, silencioso) también controlan el tiempo y, por lo tanto, no están restringidos a las limitaciones del espacio y tiempo. No vienen de otros planetas, como ya se dijo, emanan de esa enorme Nave Nodriza llamada la Nueva Jerusalén, que gira alrededor de la Tierra, pero que nadie ha visto.
Estos seres espaciales se encuentran ocupados en desentrañar el código genético de humanos, plantas y animales. Los miembros del DRI creían que la humanidad había sido creada usando el código genético de varias especies de seres. Según ellos el hombre terminó en la Tierra como resultado de su retroceso espiritual, «la caída». La caída humana en el huerto del Edén fue una prueba, un mal inevitable. La serpiente no tuvo la responsabilidad, pero le echaron la culpa para que Eva pudiera evitar la suya. Es más, el diablo, la serpiente, no era mala, sino un simple chivo expiatorio para la irresponsabilidad humana.
Al igual que los cienciólogos, los Driístas creían que el hombre una vez fue un dios, pero desafortunadamente, retrocedió genéticamente hasta llegar a ser mortal. Como raza híbrida, mitad humana y mitad divina, la humanidad evolucionó hasta su presente estado de mortalidad mediante la ignorancia. Los miembros del DRI creían que la única esperanza de recuperar el Edén yace en los desconocidos seres del espacio que giran con paciencia alrededor de la Tierra. Cuando ellos desentrañen el código genético, entonces volveremos a ser dioses (me pregunto si también se harán dioses las plantas y los animales).