SE ME SUBIÓ EL MUERTO…
Psic. Héctor Escobar Sotomayor
Juan llega a su casa bastante cansado, ha sido un día difícil en su trabajo, así que come algo muy ligero y se va a dormir. Pasan algunas horas, de pronto se despierta, intenta moverse pero no puede; trata de abrir los ojos sin conseguirlo. La angustia lo invade, piensa en la muerte: se pregunta ¿Así será…?, de cualquier forma la idea le aterra. Su angustia crece. De pronto siente que está cayendo cada vez más rápido por un profundo túnel; no obstante su terror, hace un esfuerzo desesperado y finalmente logra mover un pequeño músculo de su mano. Las cosas vuelven a la normalidad: ya puede abrir los ojos, se encuentra cubierto de sudor. Enciende la luz del cuarto; pero el susto ha sido tremendo: Juan cree que estuvo a punto de morir. Esa noche no volverá a conciliar el sueño temiendo que la horrible experiencia se repita.
Al día siguiente, en su trabajo, Juan relata su experiencia a algunos amigos, no todos, no vayan a creer que está loco.
– Se te subió el muerto – comenta Ramón.
– ¿Cómo dices… qué es eso? «“ pregunta Juan.
– Lo que pasa es que a veces, cuando uno está dormido, un espíritu maligno quiere apropiarse de tu cuerpo y por eso uno no puede moverse ni despertar. Deberías hacerte una limpia.
– Nada de eso -dice Pedro-, lo que pasa es que Juan tuvo un viaje astral.
– Un viaje astral es cuando tu «doble etérico» se escapa de tu cuerpo, sale a conocer el mundo y viaja mientras tu duermes; lo que sentiste fue el momento en que tu «doble etérico» volvía a tu cuerpo. En realidad eres un hombre afortunado por tener esa capacidad que debes aprovechar.
Se trata de un fenómeno raro sin lugar a dudas; pero lo que a Juan le sucedió no tiene nada que ver con viajes astrales. Tiene una explicación perfectamente científica y razonable, lo que no le quita, por cierto, lo angustiante que pueda resultar.
Juan ha padecido un fenómeno poco común llamado Parálisis de Sueño.
La Parálisis de Sueño es uno de los síntomas propios de cierto tipo de trastornos del sueño que se agrupan bajo e1 nombre genérico de Narcolepsias.
En realidad la Narcolepsia es un trastorno mucho más amplio que comprende otros síntomas, como los ataques de sueño, en los cuales ante alguna emoción fuerte, incluso una carcajada, el paciente cae dormido inmediatamente, no importa el lugar en que se encuentre. Otro de los síntomas que puede presentarse es la cataplejía, en la cual, al despertar, la persona se levanta pero inmediatamente cae desmayada, recuperándose sólo después de algunos minutos. Aunque la narcolepsia en si es un trastorno raro, el tipo de fenómeno que ocurrió a Juan no lo es tanto, se calcula que una de cada 4 personas lo ha padecido o padecerá al menos una vez en el transcurso de su vida.
En la Parálisis del Sueño, la persona se despierta sin poder moverse, ni hablar, ni gritar, pero basta un pequeño movimiento o que alguien lo toque para que el fenómeno desaparezca. Durante el mismo, se producen alucinaciones atemorizantes, generalmente seres monstruosos, personas, animales, ver el propio cuerpo paralizado, oír ruidos o voces extrañas, etc. Todo esto puede ser, en algunos casos, muy vivido, de modo que resulta difícil, y en ocasiones es imposible, distinguirlo de una percepción real.
Pero ¿cómo ocurre esta experiencia tan terrible?
El problema fundamental parece ubicarse en un trastorno del sueño.
El complejo fenómeno del sueño humano aún no nos revela ni siquiera una mínima parte de sus misterios, sin embargo los científicos han logrado mostrarnos algunos de los procesos del mismo, entre ellos el cómo se produce el fenómeno de las parálisis de sueño.
En el soñar debemos distinguir básicamente dos tipos de sueño: el Sueño S y el Sueño D. Estos distintos tipos de sueño se pueden estudiar a través de registros electroencefalográficos de la actividad cerebral mientras dormimos. Durante los periodos de Sueño S las ondas cerebrales son lentas y el electroencefalograma muestra trazos alargados; por el contrario, durante el Sueño D el electroencefalograma nos muestra trazos más desincronizados. Ambos tipos de sueño se presentan varias veces durante la noche, y conforman el sueño normal de cualquier persona.
Si despertamos a una persona durante un periodo de sueño D, y le preguntamos si estaba soñando, contestará que sí y nos podrá contar lo que estaba soñando; en cambio, si lo despertamos durante una etapa de Sueño S no recordará haber estado soñando nada, o si recuerda haber soñado serán sensaciones muy difusas y poco descriptibles. Durante los periodos del Sueño D, además de estas variaciones en las ondas cerebrales ocurren otras cosas en el cuerpo, entre ellas una paralización corporal, es decir perdemos la capacidad de movernos, lo cual es un fenómeno normal de carácter evolutivo ya que mientras dormimos no necesitamos movernos; esto ocurre porque en el cerebro se produce una inhibición general de las neuronas que controlan los procesos motores.
La horrible experiencia por la que pasó Juan se debió a que este fenómeno se presentó en estado despierto, con los atemorizantes efectos que ya hemos descrito. Es decir, si bien Juan estaba despierto, el sistema que controla la capacidad de movimiento «aún no se conectaba». Esta es la esencia de los trastornos del sueño, la aparición mientras estamos despiertos de modos de funcionamiento cerebral correspondientes al estado del dormir.
El fenómeno de la parálisis no tiene aún una explicación totalmente satisfactoria, pero las investigaciones apuntan hacia una falla que ocurre a nivel de la Formación Reticular: una parte del cerebro que se encuentra en el Tallo Cerebral y el Diencéfalo. Si bien no puede explicarse ampliamente qué es lo que ocurre, sí puede ubicarse que partes del cerebro se ven afectadas tanto en los pacientes narcolépticos, como en aquellos casos especiales en donde no existe una enfermedad, como en el caso de Juan.
Evidentemente, el fenómeno no tiene que ver nada con muertos ni con «dobles etéricos», es un fenómeno que encuentra una explicación dentro del área de la fisiología cerebral. Si a fenómenos de este tipo seguimos buscándoles respuestas mágicas o misteriosas, aun seguiríamos pensando que enfermedades como la epilepsia, por ejemplo, son producto de una posesión demoniaca. La ciencia tiene aún mucho que decirnos y que averiguar sobre este tipo de trastornos y enfermedades, pero es necesario acercarnos a ella, sólo así encontraremos algún día las respuestas que nos permitirán explicar estos y otros fenómenos que el día de hoy sólo vemos como grandes misterios.