ESCRUTINIO
El holocausto: no solamente judíos[1]
Juan José Morales
Hace poco, el 27 de enero, se conmemoró el aniversario de la liberación por el Ejército Rojo de Auschwitz, el más famoso de los campos de exterminio nazis. Y con ese motivo se habló mucho del holocausto, al cual se presenta sólo como la liquidación sistemática y planificada de los judíos europeos.
Uno de los cientos de campos de concentración y exterminio nazis. En este en particular «”ubicado en la actual Croacia»” se sometía a los gitanos a trabajos forzados en tan inhumanas condiciones que morían como moscas, víctimas además del maltrato de los soldados alemanes y sus aliados croatas fascistas.
Ciertamente, millones de judíos fueron víctimas de la barbarie hitleriana. Pero también perecieron en esos campos «”de los que llegó a haber cientos en Europa»” comunistas, socialdemócratas, testigos de Jehová, gitanos, epilépticos, homosexuales, deficientes mentales y otras muchas personas a las que el régimen nazi consideraba seres inferiores o enemigos del Estado.
No hay que olvidar que los primeros reclusos en un campo de concentración «”el de Dachau»” fueron miles de militantes comunistas alemanes, la mayoría de los cuales murieron durante su cautiverio al igual que otros muchos miles de comunistas de toda Europa
Enormes cantidades de gitanos «”llamados romani y considerados racialmente inferiores»” fueron exterminados sistemáticamente por fusilamiento, en cámaras de gas o simplemente sometiéndolos a extenuantes jornadas de trabajo con un mínimo de alimento y sin ropa de abrigo. Los enanos y mellizos eran utilizados en experimentos médicos, como los que practicaba el tristemente célebre Dr. Josef Mengele.
A los testigos de Jehová se les calificó como enemigos del Estado y se les envió a los campos porque se declaraban apolíticos, se oponían a la guerra y rehusaban participar en las actividades nazis. Pero como eran dóciles y disciplinados, muchos se salvaron de la muerte al ser destinados a la servidumbre de los oficiales de los campos.
La persecución contra los homosexuales se fundaba en que se les consideraba hombres débiles y afeminados que no podrían luchar por la nación alemana y, al no tener hijos, no contribuirían a aumentar su población. Identificados con un triángulo de color rosa, fueron sometidos a un trato especialmente brutal por parte de los guardias de los campos y otros prisioneros.
También fueron enviados a los campos «”y muchos murieron»” clérigos y laicos católicos opositores al régimen, pese a que el Partido Católico apoyó a Hitler por órdenes del Vaticano, a cambio de un concordato que obligaba a los católicos alemanes a pagar un impuesto especial que se entregaba al Papa.
A los epilépticos, débiles mentales y otras personas con discapacidades de diverso tipo se les juzgaba parásitos improductivos que representaban una carga para el Estado y debían ser eliminados en beneficio de los demás alemanes, lo cual se hacía en los llamados «campos de eutanasia».
Y ni qué decir de los prisioneros soviéticos. Se les veía como bárbaros casi equiparables a animales y se les mataba o dejaba morir de hambre, frío y enfermedades. A quienes se identificaba como comunistas o comisarios políticos, se les ejecutaba de inmediato.
No hay cifras sobre cuántos comunistas, homosexuales, gitanos, socialdemócratas y otros prisioneros perecieron en el holocausto. Pero en total fueron millones, quizá más que los judíos. Sería injusto olvidarlos.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 14 de febrero de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales.