ESCRUTINIO
El viejo cuento de las reformas[1]
Juan José Morales
Hace unos días, el Consejo Coordinador Empresarial emplazó a López Obrador a comprometerse a promover las llamadas reformas estructurales preconizadas por el Fondo Monetario Internacional, ya que «”según el CCE»” por no haberse aprobado, la economía nacional pierde 19 mil millones de pesos cada día. Sí. Leyó usted bien: 19 mil millones cada día. O sea, unos siete billones (siete mil millones de millones) de pesos al año.
Como semejante cifra es difícil de concebir «”sobre todo para los mortales comunes y corrientes que apenas ganamos unos miles de pesos mensuales»”, le diremos que esa cantidad equivale a la mitad del producto interno bruto de México durante el último trimestre de 2011. Es decir, a la mitad del valor de todos los bienes y servicios que el país produjo en esos tres meses.
PAN y PRI insisten en que la economía no avanza por falta de reformas estructurales, pero la realidad es que durante los últimos 20 años, sus legisladores «”con el apoyo del PVEM y el Panal»” han hecho infinidad de reformas a la Constitución, las leyes y sus reglamentos y el estancamiento se agudiza.
¿Y cómo calculó el CEE lo que México pierde por falta de reformas estructurales? Muy sencillo: a base de una serie de sumas y multiplicaciones. Tomó, por ejemplo, el número de personas sin trabajo y lo multiplicó por el dinero que ganarían, y luego por lo que producirían si tuvieran empleo. Al resultado, sumado, de esas multiplicaciones, le agregó el valor de lo que se estima producen en Estados Unidos los millones de compatriotas que han debido emigrar en busca de empleo. Calculó también el CEE «”no sabemos cómo sacó la cuenta»” cuánto dinero invertirían en México los empresarios extranjeros pero no lo hacen debido a la tardanza en aprobar las dichosas reformas, y cuánto producirían anualmente tales inversiones en caso de hacerse.
Y así por el estilo. A partir de operaciones como las descritas «”aunque más elaboradas»”, se llega a la conclusión de que la falta de reformas estructurales está costando al país eso montonal de miles de millones de pesos cada 24 horas y esos billones de pesos cada año.
Todo parece muy claro y convincente, excepto por un detalle nada desdeñable: que parte de una base falsa.
En efecto, toda la argumentación se funda en que el desempleo, la contracción económica, la falta de inversiones, la emigración, la baja en la producción agrícola, y en general todos los problemas económicos del país, no son consecuencia de la pésima conducción de la economía nacional durante los últimos sexenios y el abandono en que se ha tenido al campo, sino de que no se han privatizado Pemex, el IMSS y la educación superior, que no se han suprimido derechos sindicales y beneficios sociales y, en fin, que no se han impuesto en México las severas normas exigidas por el FMI y el Banco Mundial.
Pero en realidad, durante los últimos gobiernos priístas y panistas ha habido una interminable serie de reformas de ese tipo impuestas por el FMI: la privatización de los terrenos ejidales, los ferrocarriles, los puertos, los aeropuertos y el sistema de pensiones, la apertura al capital extranjero en la producción de electricidad, en la petroquímica y en muchas áreas de Pemex, la liquidación de empresas paraestatales, las concesiones carreteras, la reprivatización de los bancos, la eliminación de subsidios y otros apoyos al campo, y muchas medidas semejantes, del más puro estilo neoliberal.
Dentro del mismo espíritu, se han recortado las partidas para programas sociales, y se ha tenido manga ancha en la violación a las leyes laborales. Por ejemplo, mediante la actividad de las llamadas «pagadoras», que permiten a las empresas eludir el pago de prestaciones y evitar que los trabajadores creen antigüedad. Y a pesar de tantas y tan profundas reformas estructurales «”que eso y no otra cosa han sido»” la economía sigue por los suelos.
En cambio, aquellos países «”Brasil, Ecuador, Argentina, Uruguay, por ejemplo»” que se negaron a seguir los dictados del FMI e incluso dieron marcha atrás en reformas ya aprobadas, tienen un crecimiento económico envidiable y las condiciones de vida de sus habitantes han mejorado sustancialmente.
Que no nos vengan, pues, con el cuento de esas reformas estructurales. A lo único que nos llevarían sería a gravísimas crisis sociales, como las de Grecia, España o Portugal, donde se aplicaron.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 24 de abril de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales