IMPACTO AMBIENTAL
Cuando las tarantulillas dejan a mamá[1]
Juan José Morales
Alguna vez hemos comentado que criar tarántulas puede ser una actividad productiva en las zonas rurales, pues esos animales «”aunque horrorizan a muchos»” gozan de gran popularidad como mascotas. Entre las especies que tienen más demanda cuenta una que abunda en la península de Yucatán, particularmente en zonas agrícolas y en los pueblos: la Brachypelma vagans, conocida en maya como chiwó y en español como tarántula de abdomen rojo o tarántula de terciopelo negro, nombres estos últimos que derivan de sus llamativos colores. Es de regular tamaño «”comúnmente entre 5 y 7.5 centímetros, aunque los grandes ejemplares puede alcanzar 12″”, pero lo que la hace particularmente atractiva para los coleccionistas son su longevidad «”llega a vivir 15 años»”, la facilidad para alimentarla y mantenerla en terrarios, y su docilidad, que permite manejarla sin mayores problemas e incluso sostenerla en la mano, aunque si se excita suelta sus pelillos irritantes.
Una chiwó, Brachypelma vagans, con su bolsa de huevos. Se distingue por la característica coloración del abdomen, que va desde casi anaranjado hasta rojo carmesí. El resto del cuerpo es negro intenso con detalles blancos en las articulaciones de las patas. Según los coleccionistas, los ejemplares más llamativos por su colorido son los de la península de Yucatán.
Como todas las arañas, esta tarántula produce seda, pero no teje telas sino que habita madrigueras subterráneas recubiertas con ese material. Es principalmente nocturna y caza al acecho o persiguiendo activamente a sus presas, que pueden ser insectos y pequeños vertebrados.
La especie «”y otras del mismo género»” ha sido puesta bajo protección legal para evitar el saqueo de las poblaciones silvestres, y está estrictamente prohibido comerciar con ejemplares capturados. Solamente se permite vender ejemplares nacidos en cautiverio. Por eso decimos que su cría puede ser una actividad económicamente productiva para los campesinos.
Pero para establecer criaderos se requiere, desde luego, conocer la biología y hábitos de la chiwó. Y un paso en esa dirección lo han dado los investigadores Ariane Dor y Yann Hénaut, de la Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur, al estudiar la primera fase de la vida de dichos animales.
Para la reproducción, la hembra elabora un saco de seda en el cual deposita hasta 500 huevecillos, los cuales cuida y protege hasta el avivamiento de las crías, que al nacer miden entre 2 y 3 milímetros. Éstas permanecen durante varias semanas en la madriguera con la madre y finalmente inician su vida independiente, para lo cual «”según señala el estudio de Dor y Hénaut»” se alejan del hogar en columnas de hasta un centenar de individuos. Cada fila de tarantulillas marcha en diferente dirección para alejarse de la guarida, y a intervalos variables, alguna se separa de las demás con distinto rumbo.
Esto ocurre alrededor de una semana después de nacidas y ya era conocido. Pero lo que observaron los investigadores de El Colegio de la Frontera Sur, es que antes de iniciar la marcha, las crías producen un hilo de seda de al menos un metro de largo cuya función todavía no está muy clara. A su juicio, quizá sirve como una guía física para el desplazamiento de las arañas, o tal vez actúa a manera de soporte para alguna sustancia química que les permite orientarse. Sea como sea, ese hilo parece fundamental en esta etapa de la vida de la tarántula, aunque no se sabe con exactitud si en todos los casos lo producen.
Como señalan los autores, este estudio «”publicado en un número reciente de la revista Acta Zoológica Mexicana«”, ofrece nuevos conocimientos acerca de la primera etapa en la vida de las tarántulas y puede servir de base para estudios más detallados orientados a su cría.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 18 de mayo de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales.