IMPACTO AMBIENTAL
Los beneficiarios de la Nichupté[1]
Juan José Morales
Hay animales para los cuales la acción humana ha resultado catastrófica, al grado de llevarlos al borde de la extinción o a la desaparición misma. Pero los hay también que se han visto inesperadamente favorecidos por la actividad del hombre. Un ejemplo notable y sorprendente es el de los cocodrilos del sistema lagunar Nichupté en Cancún, sobre los cuales mucho se ha publicado en los últimos días a propósito de dos ataques: uno en el cual un perro fue casi arrebatado de las manos de su ama y devorado por el cocodrilo, y otro en que el animal le arrancó el brazo a un hombre.
Este es el cocodrilo de pantano, Crocodylus moreletii, el más abundante en el sistema lagunar Nichupté de Cancún, donde comparte el hábitat con su congénere el cocodrilo de ría, Crocodylus acutus, de hocico más afilado.
Resulta que las poblaciones de las dos especies de estos reptiles que habitan la laguna «”el cocodrilo de pantano Crocodylus moreletii y el de ría Crocodylus acutus»” han venido aumentando durante los últimos años a pesar de «”e incluso como resultado de»” la presencia humana en sus antiguos territorios y las profundas transformaciones del medio ambiente lagunar.
Si bien las obras de dragado y relleno realizadas en las riberas del sistema lagunar y la construcción de edificios en esos sitios arruinaron algunas zonas de alimentación y anidación de los cocodrilos o los ahuyentaron de ellas, también tuvieron como efecto positivo «”para ellos»” crear una gran cantidad de sitios apropiados como escondite o para el desove, sobre todo canales y zonas de relleno con taludes de material arenoso que se alzan a considerable altura sobre el nivel del agua y resultan ideales para excavar nidos. Los vecinos del lujoso fraccionamiento Isla Dorada, donde ocurrió el ataque al perro, por ejemplo, se sorprenderían al saber cuántos nidos de cocodrilo hay en los bordes de calles, calzadas y avenidas, e inclusive junto a los cimientos de sus residencias; nidos, por lo demás, muy difíciles de descubrir.
Por otro lado, hay muchos sitios en los cuales deliberada e irresponsablemente se alimenta a los cocodrilos con el propósito de atraerlos para que sean fotografiados por los turistas. Esto se hace sobre todo en restaurantes y marinas pero también en residencias particulares.
No es casual que, según estudios del biólogo Marco Lazcano Barrero, las mayores concentraciones de cocodrilos se encuentren en la parte oriental del sistema lagunar, en la porción correspondiente a la zona hotelera, y no «”como podría pensarse»” en la parte occidental, donde aún se conservan los manglares. El hecho de que haya tantos cocodrilos en aquella zona con tanto movimiento de gente y llena de marinas, restaurantes, centros comerciales, campos de golf y otros establecimientos, se explica porque ahí están más protegidos de los vientos dominantes «”que soplan desde el este y sureste»”, tienen más escondites y sitios de anidación gracias a los rellenos y dragados, y reciben generosas dosis de comida. Es más: a veces hasta encuentran construcciones hechas por el hombre que les resultan particularmente atractivas, como los jacuzzis que cierto hotel tiene muy cerca de la laguna y en los cuales a menudo se encuentran cocodrilos retozando.
Ya desde hace años, Lazcano advirtió que pronto comenzaría a haber problemas con los cocodrilos, porque se estaban habituando a la presencia humana. Y ya está ocurriendo. Cada vez hay más avistamientos, incidentes y ataques. Y la solución al problema no es fácil, pues no es cuestión de simplemente matarlos o capturarlos y llevarlos a otro sitio. Más bien lo que debe hacerse «”como en Florida»” es convivir con esos animales, que ya estaban ahí desde varios miles de años antes de que el hombre invadiera sus dominios, pero manteniéndolos a raya para que no constituyan un peligro.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 27 de agosto de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales