MANOS MARAVILLOSAS Y FRAUDE[1]
Mauricio-José Schwarz
Desde fines de los años 60y principios de los 70, los medios informativos llamaron la atención del público a las actividades de ciertos curanderos filipinos que, comandados por un tal Tony Agpaoa, realizaban prodigiosas «operaciones» que curaban prácticamente cualquier afección humana. Pronto, miles de personas de todo el mundo, acudían a Filipinas en busca de alivio y curas milagrosas.
La actividad de los autoproclamados «cirujanos psíquicos» ha originado polémicas y un negocio gracias al cual numerosos individuos, muchos de origen Filipino (lo que funciona como «sello de garantía») viajan ofreciendo sus servicios. Varios han estado activos en México y al parecer en Querétaro han instalado un centro de operaciones. En muchos países son perseguidos como defraudadores, criminales y conspiradores que sólo buscan dinero fácil a costa del sufrimiento ajeno.
PRODIGIOS INTERMINABLES
Las afirmaciones de los cirujanos síquicos son de dos tipos: explícitas e implícitas, pero todas comportan prodigios asombrosos. Veamos algunas:
1. La piel elástica. Los cirujanos psíquicos afirman que por medio de poderes que les han sido dados por instancias superiores (las fuentes varían, pero en general parten de un marco estrictamente católico) pueden realizar acciones singulares, como abrir la piel y los tejidos blandos sin necesidad de bisturí u otra herramienta punzocortante, manipulando la piel con sus dedos. Además, una vez que han terminado la operación, la piel cierra sin dejar cicatriz alguna. Por la forma en que realizan sus acciones, dan la impresión de que la piel, al contacto con sus manos, se vuelve elástica, se abre para dejar pasar las manos del curandero y al retirarlas este cierra perfectamente sin que haya señal alguna de que algo hubiese ocurrido.
2. El control de la infección. Los cirujanos psíquicos per lo general no utilizan controles higiénicos, o algunos muy primitivos. Ni el cirujano ni sus asistentes llevan guantes, gorras ni cubre bocas. Las supuestas intervenciones se llevan a cabo en habitaciones no esterilizadas, en mesas sencillas. En varias camas, dos o tres cirujanos trabajan simultáneamente con pacientes en la misma habitación, y las operaciones se realizan una tras otra sin que medie más que una limpieza superficial entre un paciente y otro. Sin embargo, jamás se ha reportado que nadie sufra una infección, lo que sugiere que los cirujanos psíquicos pueden destruir o incapacitar a los gérmenes patógenos en todo su entorno. Este poder singular que puede identificar a los gérmenes patógenos y eliminarlos o desactivarlos sin afectar a las células sanas indicaría que su poder posee el conocimiento necesario de biología molecular para procesar la información genética de todas las células visas que se encuentran dentro del campo de acción del psíquico y seleccionar específicamente a aquellas capaces de producir infecciones para anularlas.
3. La cirugía como panacea. Pese a tener un control tan maravilloso de las células vivas a su alrededor, los cirujanos psíquicos parten de la base de que toda afección humane es curable per medio de intervenciones quirúrgicas. En todos los casos, el cirujano asegura que extrae cuerpos, tejidos u objetos causantes de las afecciones. En ningún caso los cirujanos psíquicos realizan intervenciones de carácter correctivo o reconstructivo, sino que siempre extraen algo del paciente.
4. Enfermedad igual a tumor. Siguiendo el mismo razonamiento, se deduce que todas las enfermedades que padecemos tienen su origen en crecimientos, tumores, objetos extraños o tejidos que impiden el curso normal de la salud. Ello implica que es completamente falso que haya enfermedades ocasionadas por gérmenes patógenos, disfunciones bioquímicas, fallas anatomofisiológicas (válvulas cardiacas defectuosas, perforaciones del colon) a defectos genéticos.
5. La ignorancia de la medicina. Para que se acepte la validez terapéutica de las manipulaciones de los cirujanos psíquicos, debe admitirse en principio que todo el cuerpo del conocimiento medico acumulado a lo largo de la historia humana es totalmente falso, y que por tanto la totalidad de los procedimientos terapéuticos de la medicina científica (con la excepción de la cirugía utilizada para extraer tejidos y cuerpos extraños) carece de validez. Es decir, la medicina que se enseña en las universidades es incapaz de curar las enfermedades que enfrenta.
6. El diagnóstico mágico. Los cirujanos psíquicos utilizan diversas formas de diagnóstico, que van desde la «lectura de auras» hasta la iluminación, pasando per el diagnostico por medio del pulso o del iris, o logrando «ver a través del paciente» poniendo una sabana delante de él y otra detrás, procedimiento que usa Juan Lavó. Con frecuencia, el cirujano psíquico no diagnostica personalmente al paciente, sino que deja esa labor a otra persona igualmente desprovista de entrenamiento medico. Pese a ello, la aseveración es que absolutamente todos sus diagnósticos son correctos sin necesidad de acudir a los procedimientos desarrollados per la clínica.
LLEGAN LOS ESCÉPTICOS
Por supuesto, tales prodigios llamaron la atención de médicos y científicos en todo el mundo. La posibilidad de que estos cirujanos psíquicos lograran aventajar a la medicine resultaban muy atractivas, en particular, claro, para los pacientes. Sin embargo, al mismo tiempo, diversas circunstancias movían al escepticismo. En primer lugar, jamás se ha podido constatar una instancia en que la piel pueda abrirse y cerrarse instantáneamente sin dejar cicatriz. La elasticidad de la piel es limitada, pero además existe otro fenómeno de ser cierto lo que afirman los cirujanos psíquicos y realizan con las manos ciertas acciones en el interior del cuerpo humano, entonces la sangre presente en tales intervenciones es prueba de que ha habido genuina destrucción de tejidos en el interior del paciente, y ninguna sustancia conocida per mite qua la cicatrización se realice a una velocidad tan milagrosa y sin dejar huella. En segundo lugar, el control de los gérmenes patógenos sólo es equiparable a un milagro. En tercer lugar, existen pruebas claras y definitivas que en una enorme cantidad de casos, la terapéutica medica científica cura, previene y sana una enorme cantidad de enfermedades sin necesidad de acudir a la cirugía. Aunque parece ridículo tener que insistir en la eficacia de la medicine científica, as una característica que con frecuencia suelen olvidar los proponentes de las autoproclamadas «medicines alternativas». Finalmente, ninguno de los cirujanos psíquicos tiene entrenamiento medico.
La única explicación posible, en caso de que las seis afirmaciones básicas de los cirujanos psíquicos fueran ciertas, sería indudablemente la magia, es decir, el poder y el conocimiento que provienen de médicos desconocidos, esotéricos.
En este punto, muchas personas, en particular pacientes desahuciados, se hallan dispuestos a aceptar la explicación. Si, es magia y milagro. Sin embargo, antes de dar este salto debemos aseguramos de que el fenómeno ocurre en realidad, esto es, que efectivamente se abre la piel del paciente, que de la incisión se extraen tejidos que estaban ahí y que después la piel cierra milagrosamente.
Las primeras imágenes que llegaron de la maravilla de los curanderos Filipinos eran películas en super-8, mal iluminadas, con frecuencia desenfocadas y siempre tornadas bajo el control de los curanderos y sus asistentes. El nombre de Tony El Filipino (Antonio Agpaoa) se hizo rápidamente famoso junto con los de otros como Gary Magno, Juan Lavó, José Mercado. Des afortunadamente, como suele ser el caso los cirujanos psíquicos de Filipinas se negaron desde un principio a que sus habilidades fueran ya no estudiadas, sino siquiera observadas de cerca por médicos o científicos. Exigen fe ciega y credibilidad absoluta sin pruebas. Usando un ejemplo de James Randi, es como si alguien se presentara a pedir un puesto de violinista en una orquesta y exigiera que le pagaran sin jamás dar una nota, solo porque quienes lo rodean deben creer a pie juntillas que es un gran virtuoso.
Mas aún; las propias autoridades del gobierno de Ferdinand Marcos as encargaban de alejar a los posibles interesados que podían «causar problemas» a los cirujanos psíquicos, como ocurrió en el caso de Randi a quien se le retuvo el pasaporte y se le acosó hasta lograr que saliera de Manila sin haber visto a los curanderos en acción. Y esto ocurría en los años cincuenta, antes de que el negocio despegara en grande.
NADA POR AQUÃ, NADA POR ALLÃ
Con el tiempo, empero, los cirujanos psíquicos se han vuelto descuidados. Al menos eso parece por las películas y videos que se han podido revisar en fechas recientes. En ellas se hace evidente que el ejecutante utiliza trucos simples de prestidigitación para llevar al cuerpo del paciente, ocultos en su mano, trozos de tejido y bolsitas de plástico llenas de sangre. Las mismas que a veces asoman entre los abundantes trozos de algodón con que ocultan parte de sus maniobras. En un filme que fue mostrada a miembros de la SOMIE en las oficinas de Eco, se aprecia claramente, al pasar el video cuadro por cuadro, que Tony Agpaoa lleva la mano a una bandeja de acero y saca de ella un trozo de material oscuro que hábilmente pasa a la otra mano ocultándolo entre los algodones. El mismo trozo reaparece minutos después como el «tumor» que Agpaoa ha «extraído».
El estudio de las imágenes indica con toda claridad que la piel del paciente jamás.se rompe. Al contrario, la sangre que parece brotar de la herida tiende a acumularse alrededor de los dedos del cirujano psíquico y a caer hacia afuera en vez de fluir al interior de la cavidad abdominal, que supuestamente esta expuesta al aire. Una serie de manipulaciones que fácilmente puede reproducir cualquiera con algo de entrenamiento, da la impresión de que los dedos del curandero se encuentran dentro de la cavidad abdominal cuando en realidad están simplemente doblados hacia atrás y ocultos a la vista del espectador o de la cámara.
En su libro Flim-Flam!, (¡Pamplinas!), Randi relata como algunos pacientes lograron apoderarse de trozos de los «tumores» y muestras de sangre extraídos por José Mercado y los llevaron al doctor P. J. Lincoln, especialista en serología de grupos sanguíneos y medicina forense. A nadie sorprenderá saber que la sangre era de vaca y el «tumor» un trozo de intestino de pollo. Otras muestras han dado resultados similares, aunque Randi anota que los verdaderos creyentes (aquellos que son impermeables a cualquier forma del pensamiento racional) señalan con adoración que esta es una prueba más del enorme poder de los curanderos, que han «transmutado» sangre humana y tumores en «inocuos» trozos de animal
Randi es un experto en reproducir estas falsas operaciones. Utiliza, como lo hacia José Mercado, un dedal en el pulgar con espacio suficiente para guardar sangre y trozos de tejido. Otros, corno Magno, ocultan sus elementos por toda la habitación. Pedazos de hule o de tejidos animales diversos se usan con frecuencia extendiéndolos sobre la piel del paciente para dar la impresión de que se ha abierto.
PERO»¦ ¿CURAN?
Cualquier procedimiento eficaz, debe ser estudiado por la ciencia, aun cuando todas las evidencias señalan que se trate de trucos de prestidigitación y que jamás existe una herida que se abra ni mucho menos cierre. Como sea, la prueba definitiva de una terapéutica es su eficacia. Y todos los seguimientos que se han hecho de pacientes que visitaron a alguno de los más de treinta cirujanos psíquicos de Filipinas dan como resultado una evolución totalmente predecible de las afecciones tratadas. En algunos casos, existe una curación espontánea, especialmente en afecciones que pueden deberse a factores psicosomáticos, en la mayoría no hay mejora. Debido a que no todos los pacientes son perfectamente crédulos, siguen tratamientos terapéuticos médicos además de ver al cirujano psíquico, por lo que no se sabe a que atribuir la mejoría. Igualmente, hay otro fenómeno que apoya la credibilidad de estos curanderos. Quienes han acudido a ellos y no experimentan alivio, o incluso sufren complicaciones posteriores, no suelen publicitar su onerosa ingenuidad. Entretanto, quienes logran curarse suelen ser excelentes publicistas de los cirujanos psíquicos, muchas veces ocultando o restando importancia al hecho de que simultáneamente estaban bajo el cuidado profesional de un médico.
Quizá la prueba final que puede necesitar una persona cuya ingenuidad no ha asfixiado del todo su capacidad crítica, es el hecho de que los cirujanos psíquicos suelen acudir, cuando enferman (situación esta muy sospechosa, en principio), a médicos de verdad. Tony Agpaoa, cuando ya era famoso y uno de los hombres más ricos de Filipinas, se operó del apéndice en un hospital de San Francisco, California Y cuando su hijo enfermó, lo llevó a un hospital privado. Y, por supuesto, para viajar a Filipinas a ser curado de un resfriado o de un cáncer, era preciso vacunarse antes contra la viruela y el cólera, enfermedades al parecer inmunes a los prodigiosos poderes de los curanderos filipinos.
Pero la gente sigue acudiendo a los cirujanos psíquicos, especialmente cuando la ha desahuciado la ciencia médica. Esta ansia de creer se ha visto atemperada en fechas recientes por la 1ógica más esencial. Mientras los cirujanos psíquicos no puedan probar la verdad de sus asertos, están actuando al margen de la ley, obteniendo jugosas ganancias mediante un fraude. Al menos en Estados Unidos, se están poniendo en práctica las leyes vigentes. Hoy, el famoso Gary Magno es fugitivo de la justicia estadunidense. Fue detenido, junto con su esposa y su primo (quien ha sido ya reapresado) en el momento que practicaba una «operación» a un agente policiaco. Y pese a que la operación fue interrumpida a la mitad, el agente sigue perfectamente sano, aunque Magno hubo de huir luego de pagar su fianza para refugiarse en Filipinas. Lo único que queda por hacer en estos casos es no solo informar a la policía de las actividades de estos sujetos, sino insistir en que se hagan efectivas las penas de fraude que el Código Penal del Distrito Federal establece para quienes obtienen ganancias por medio de supuestas curaciones. Tocias las investigaciones hasta ahora indican que los cirujanos psíquicos no solo son ineficaces, sino que con sus promesas pueden en muchas ocasiones impedir que una persona visite oportunamente al médico, lo cual puede resultar en la muerte o la invalidez permanente. Claro que, si hay un cirujano psíquico dispuesto a trabajar bajo observación profesional y en condiciones que permitan evaluar satisfactoriamente la evolución de sus pacientes, hay cientos, acaso miles de médicos, científicos y escépticos que con gusto aceptaran ser testigos de estos milagros. Entretanto, su magia curativa no es sino un cruel engaño.
[1] Publicado originalmente en El investigador escéptico, Vol. 2, Número 3, México, marzo abril 1990. Págs. 12-16.