ESCRUTINIO
Juan José Morales
Hace tiempo gozó de efímera popularidad cierta canción cuyo estribillo decía: Que se mueran los feos, que se mueran los feos.
Pues bien, parece que la Organización Mundial de la Salud «”o más bien los países que más influencia tienen en sus decisiones»” ha adoptado como lema una variante de aquel ritornelo: Que se mueran los pobres.
Expliquémonos. En Estados Unidos y las naciones europeas más ricas, las muertes debidas a enfermedades causadas por el tabaco están disminuyendo a un ritmo de 9% anual. Pero en los países pobres ocurre lo contrario y se espera que en menos de 20 años, de aquí a 2030, el número de muertes por esa causa se duplique, pasando de 3.4 a 6.8 millones por año.
Aun cuando no cause la muerte, el hábito de fumar «”o el de masticar tabaco»” provoca una serie de trastornos orgánicos, tanto circulatorios como digestivos, cutáneos y de otro tipo, lo cual lo convierte en un grave problema de salud.
Lo que ocurre es que mientras en los países ricos la presión de la opinión pública ha obligado a los gobiernos a combatir el tabaquismo, las compañías tabacaleras han multiplicado su publicidad y sus esfuerzos para aumentar el consumo de cigarros en los países pobres, a fin de así compensar la pérdida de ingresos. Se requiere, por lo tanto, en estas naciones, que son las más amenazadas por el consumo de tabaco, intensificar las campañas antitabaco y de prevención del cáncer pulmonar.
Sin embargo, estas naciones están siendo marginadas por la OMS de la Convención Marco sobre Control del Tabaco de la propia organización. Ya desde antes su representación en las reuniones y los comités de la convención era menor que la de las naciones más ricas, pero en la última reunión de la misma, celebrada hace poco en Seúl, Corea del Sur, se decidió «”a iniciativa de Estados Unidos, Australia, Canadá y otras naciones del Primer Mundo»” recortar los fondos para costear viajes de los delegados de dichos países a las futuras reuniones. Son 80 naciones del Tercer Mundo las que así se verán prácticamente excluidas de los encuentros en los que se discuten y deciden las acciones que han de tomar las autoridades sanitarias, tanto de la OMS como de cada país, para tratar de reducir el hábito de fumar y el consumo de tabaco en general.
Y aquí hay que subrayar un par de detalles muy importantes: en primer lugar, que el hábito de fumar es la principal causa de cáncer en el mundo y provoca más muertes que todas las enfermedades cardiacas y respiratorias juntas. Se estima que la mitad de los fumadores morirán por esa causa si mantienen su hábito, y que entre el 25 y 40% de ellos no llegarán a la vejez sino que morirán en la edad madura.
En segundo lugar, debe señalarse que el número de muertes debidas al tabaquismo supera holgadamente a las ocasionadas por el sida, la tuberculosis y el paludismo juntos. Sin embargo, los presupuestos para combatir a estas últimas enfermedades son 300 veces mayores que los destinados a combatir el consumo de tabaco.
Ciertamente, no se requiere ser adivino para darse cuenta de que tras los recortes presupuestales y los débiles esfuerzos de las autoridades sanitarias para luchar contra el tabaquismo en los países más pobres está la mano negra de los fabricantes de cigarros, que en el Tercer Mundo están recuperando lo que dejan de ganar en las naciones ricas donde sí se protege la salud de los fumadores.
Total, que se mueran los pobres. Eso no sólo dejará dividendos a las empresas tabacaleras sino que ayudará a combatir la sobrepoblación.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 28 de noviembre de 2012.