ESCRUTINIO
El fin de una discriminación[1]
Juan José Morales
Hace poco hubo una noticia a la cual no se dio mucha atención pero que significa el fin de la discriminación de la que por cerca de 20 años fue objeto un amplio sector de la sociedad: el de los hombres homosexuales y bisexuales, y que consistía en la prohibición de que pudieran donar sangre, ya que por el solo hecho de serlo se les consideraba sujetos de alto riesgo como posibles transmisores del virus de la inmunodeficiencia humana o VIH, que ocasiona el sida.
La prohibición estaba contenida en la norma oficial sanitaria NOM 003-SSA2 para la disposición de sangre humana y sus componentes con fines terapéuticos, establecida en 1993. Esa disposición partía del supuesto de que por tener determinada orientación sexual, una persona tiene mayores probabilidades de contraer esa enfermedad y por tanto no debe permitirse que su sangre se transfunda a otra persona.
Aquella norma fue tachada de discriminatoria, y así la calificó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), pues «”dijo»” «viola explícitamente la prohibición de la discriminación contenida en la Constitución y en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, así como en el artículo 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos», instrumentos legales que establecen la igualdad de todas las personas ante la ley, sin distinción por cualquier condición.
Una de las críticas que se han hecho a la nueva norma sobre transfusiones de sangre es que no contiene disposiciones para estimular la donación altruista. Eso ocasiona una escasez permanente en los hospitales. En otros países, en cambio, hay una conciencia generalizada y fomentada a través de diversas campañas, de que se debe donar sangre regularmente de manera voluntaria y no sólo cuando se tiene a un pariente que la necesite.
En efecto, prácticamente etiquetaba como potenciales portadores de VIH a todo hombre homosexual o bisexual, sin importar su conducta sexual. No importaba que un homosexual sano tuviera una pareja estable, también sana, y que mantuviera relaciones sexuales exclusivamente con ella. Por su sola orientación sexual se consideraba que era promiscuo, que tendría contactos sexuales indiscriminados y sin protección y en consecuencia podría contagiarse del VIH. Por lo tanto, no se le permitía donar sangre. En cambio, a un heterosexual, por el solo hecho de serlo, sí se le permitía hacerlo, sin averiguar con quiénes y cómo tenía contactos sexuales. Bastaba «”como podría también hacerse con los homosexuales»” que se sometiera a un análisis de sangre para establecer si no padecía alguna infección.
Pese a las críticas y protestas, la norma se mantuvo en vigor hasta fines de diciembre del año pasado, cuando fue remplazada por otra, la NOM-253-SSA1-2012, que no menciona a homosexuales o bisexuales. En lugar de ello, especifica de manera general que no podrán donar sangre quienes realicen «prácticas sexuales de riesgo». Tales prácticas se definen en la norma como aquellas «en las que ocurre contacto o traspaso de sangre, secreciones sexuales u otros líquidos corporales de personas que pudieran tener infecciones transmisibles, con sitios del cuerpo de otra persona a través de los cuales el agente infeccioso pudiese penetrar».
Desde luego, la nueva norma incluye medidas de protección para evitar que la sangre pueda ser vehículo transmisor, no sólo del sida, sino de otras enfermedades infecciosas, como la hepatitis o el mal de Chagas.
La norma que acaba de entrar en vigor ha sido criticada, pero por otras razones sobre las cuales no vamos a entrar en detalles. Por ejemplo, porque se considera que no establece suficientes salvaguardias «”que tampoco existían en la norma anterior»” para garantizar plenamente la calidad de la sangre, porque no se ejerce un control más estricto sobre los laboratorios de análisis para que su trabajo sea más confiable, y porque tampoco contiene disposiciones para asegurar la calidad del plasma producido a partir de sangre humana y que se utiliza para tratar la hemofilia. Pero lo importante, como decíamos, es que acaba con esa injustificada discriminación de que se hizo objeto durante casi dos décadas a homosexuales y bisexuales. En lo sucesivo, ellos podrán donar sangre, como cualquier otra persona.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 9 de enero de 2013.