Las lecciones de un huracán

IMPACTO AMBIENTAL

Las lecciones de un huracán[1]

Juan José Morales

La península de Yucatán «”y en especial su sector oriental»” es tierra de huracanes. Por ello es necesario saber cómo tales fenómenos afectan los recursos naturales. Y ese fue el propósito del estudio realizado por Angélica Navarro Martínez, de El Colegio de la Frontera Sur, y Rafael Durán García y Martha Méndez González, del Centro de Investigación Científica de Yucatán acerca de los efectos del huracán Dean sobre las selvas del centro y sur de Quintana Roo.

clip_image002Edificios y muelles demolidos, viviendas precarias arrasadas y árboles sin follaje y con las ramas quebradas dejó a su paso el huracán Dean. Pero tierra adentro los daños fueron mucho menos severos porque la selva amortiguó la fuerza de los vientos.

Conclusión: los daños no fueron muy severos, pero pudieron haber sido menores de no ser porque la extracción de madera «”aunque realizada correctamente»” creó ciertas condiciones que acentuaron la acción de los fuertes vientos. Por lo tanto, los autores recomiendan introducir ciertos cambios en las técnicas de explotación forestal para evitar tales efectos en caso de otros huracanes.

El Dean azotó la mitad sur de Quintana Roo el 21 de agosto de 2007. Aunque no muy famoso, se le considera uno de los diez más poderosos ocurridos en el Atlántico, tanto por la baja presión en su centro como por la velocidad de sus vientos. Cuando tocó tierra en la zona de Majahual al norte de Chetumal, era de categoría 5 y causó graves daños en la zona costera, incluida la destrucción del muelle de cruceros del lugar.

La selva, sin embargo, amortiguó los efectos del fenómeno. En las 900 mil hectáreas de vegetación forestal que afectó Dean, no causó mayores daños a pesar de su magnitud. La composición y diversidad de la selva no resultaron mayormente afectadas, dicen los autores del estudio. En general, los grandes árboles no fueron muy dañados. En cambio, sí lo fueron los del llamado sotobosque, los de menor porte, que fueron desenraizados, quebrados o perdieron ramas.

Al parecer, la diferencia en los daños entre los altos árboles del dosel y los del sotobosque fue resultado «”señala el documento»” de la existencia de caminos para las actividades forestales y de áreas abiertas donde se concentra la madera después del corte. Tales espacios despejados favorecen la entrada del viento hacia los niveles inferiores de la selva.

El estudio sugiere que para disminuir la susceptibilidad del bosque al impacto de los huracanes se reduzca el número y superficie de las áreas de concentración de madera en los diferentes sectores de corte. Igualmente, dada la cantidad de árboles muertos o dañados y de ramas caídas, después de un huracán se inicie un rápido aprovechamiento de la vegetación afectada y se planifiquen cortas preventivas de saneamiento para disminuir los riesgos de incendios forestales y la proliferación de plagas.

Y, ya en el terreno de la investigación científica, los investigadores proponen que se establezca un programa estatal de monitoreo de las áreas forestales afectadas y no afectadas por un huracán. Con ello se podría conocer mejor la dinámica de recuperación del bosque después de una gran afectación, en particular de las especies ecológica y económicamente importantes. La información así obtenida sería de gran valor para planear alternativas de manejo a largo plazo.

En fin, gracias al trabajo de los científicos, Dean no dejó sólo una estela de destrucción a su paso sino conocimientos y experiencias que pueden y deben ser aprovechadas para proteger y conservar mejor nuestros recursos naturales, siempre amenazados por los huracanes.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 11 de enero de 2013.

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