IMPACTO AMBIENTAL
Microbios, lluvias y huracanes[1]
Juan José Morales
Los huracanes nos han deparado una sorpresa: las copiosas lluvias que caracterizan a estos fenómenos al parecer son provocadas por grandes cantidades de bacterias que prosperan en la alta atmósfera, adaptadas para vivir en esas peculiares condiciones aéreas.
Así lo reveló un estudio de investigadores del Instituto de Tecnología del estado norteamericano de Georgia presentado el pasado mes de diciembre en la reunión anual de la Unión Norteamericana de Geofísica.
Durante la temporada de huracanes 2010, los investigadores volaron en aviones cazahuracanes para colectar muestras del aire a diez mil metros de altitud en el interior de dos grandes huracanes, ambos en el Atlántico: el Earl y el Karl. Como detalle interesante, podemos señalar que este último cruzó la península de Yucatán, todavía en condición de tormenta tropical, el 15 de septiembre de ese año, se fortaleció sobre el Golfo de México y entró a tierra «”ya convertido en huracán categoría 3″” cerca del puerto de Veracruz, donde causó severos daños.
Pues bien, al examinar el material colectado, se encontró que el 20% de las partículas recogidas consistían en bacterias de diverso tipo similares a las que ya habían sido encontradas en estudios previos a gran altitud sobre el territorio norteamericano. De ellas, la más común y abundante es la que los microbiólogos denominan Pseudomonas syringae. Este microbio causa enfermedades en una gran diversidad de plantas y además «”en climas templados y fríos»” las hace más susceptibles a las heladas ya que propicia la formación de hielo sobre ellas.
Bacteria Pseudomonas syringae, presente en las nubes de los huracanes. Su membrana contiene una proteína a la cual se adhiere fácilmente el agua.
En opinión de los autores del estudio, las proteínas de la capa externa de esas bacterias actúan como núcleos de condensación del vapor de agua de las nubes y propician los torrenciales aguaceros típicos de los huracanes.
Ya otros investigadores en diversos países habían encontrado desde hace años fuertes evidencias de que las bacterias de la alta atmósfera podrían tener un efecto similar al de las diminutas partículas de polvo, hollín o cenizas que normalmente provocan lluvia cuando sobre ellas se condensa el vapor de agua de las nubes y «”debido a la baja temperatura que reina en las alturas»” se forman cristales de hielo sobre los cuales a su vez se condensa más vapor, hasta que son lo bastante grandes y pesados para caer, derritiéndose en el trayecto para finalmente llegar al suelo en forma de gotas de agua. En ese fenómeno se basan las técnicas para inducir lluvia esparciendo en las nubes cristales de yoduro de plata.
Pero si bien se sospechaba que las bacterias podrían tener ese efecto, se ignoraba hasta qué grado influían en la cantidad de lluvia. Con la reciente investigación se probó que constituyen una porción considerable «”20%, como decíamos»” de los potenciales núcleos de condensación presentes en las nubes de los huracanes.
El otro aspecto notable de esta investigación, es la forma en que las bacterias han podido adaptarse a las especiales condiciones de una vida aérea, en la alta atmósfera, donde es muy intensa la radiación ultravioleta, que podría matarlas pero a la cual se han vuelto resistentes. Igualmente, a esa altitud, no hay fuentes de alimento como al nivel del suelo o en las aguas marinas. Sin embargo, las bacterias pueden vivir perfectamente con una dieta basada exclusivamente en compuestos de carbono muy simples presentes en el aire.
Estos hallazgos, dicen los investigadores, permiten suponer que las bacterias de la alta atmósfera constituyen un elemento más importante de lo que se creía y pueden tener profundos efectos «”todavía no bien conocidos»” sobre el tiempo y el clima.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 18 de enero de 2013.