El cristal color de rosa
La historia según boletines[1]
Por Mario Méndez Acosta
ROMA, año 39, d C. – Profunda satisfacción ha despertado entre todas las fuerzas vivas de esta capital la noticia, dada a conocer por la Dirección de Comunicación del Imperio, acerca del nombramiento concedido por el C. Emperador, licenciado don Cayo César Calígula, a su distinguido corcel, Incitatus, como cónsul general del imperio.
Esta designación, no por inesperada ha dejado de ser recibida con verdadero regocijo por la ciudadanía, ya que por todos son conocidos los amplios merecimientos y la patriótica trayectoria de quien hasta ayer ocupara el puesto de Montura Particular del C. Emperador.
Incitatus vio la primera luz hace un lustro en una prestigiosa cuadra de esta ciudad. Su curriculum muestra una auténtica carrera dedicada al servicio de las instituciones con extensos cursos de capacitación y entrenamiento en reconocidas instituciones de equitación, tanto dentro como fuera de la península itálica.
Así, tras años de constantes esfuerzos, Incitatus ha ido ascendiendo en el escalafón de la administración pública hasta ocupar, el año pasado, ese importante puesto al servicio directo del conductor de los destinos patrios.
El C. Emperador manifestó su total confianza de que Incitatus desempeñará sus nuevas labores con toda la entrega y responsabilidad que un puesto como el de cónsul exige.
Incitatus tomó posesión de su nuevo cargo ante una sesión solemne del senado, rindiendo simbólicamente su protesta al ingerir el tradicional pliego de pergamino en donde la misma se encuentra plasmada.
El nuevo cónsul procedió a ocupar las instalaciones de su dependencia, las cuales han sido acondicionadas con todo el decoro y la austeridad que demanda la actual situación económica.
El flamante funcionario declinó conceder por el momento alguna entrevista a los medios.
P. D. A pesar de todo, y en comparación, no hizo tan mal papel Incitatus.
[1] Publicado originalmente en Revista de Revistas No. 3972, México, 7 de marzo de 1986.