ENERGÃA SOLAR EL ÚNICO CAMINO[1]
Por Mauricio-José Schwarz
Los medios de información nos bombardean a diario con noticias repetitivas acerca del petróleo. El más mínimo problema en los países productores, que tienden a ser pequeños y subdesarrollados, pone a temblar a las grandes potencias económicas. Nuestra era es la del petróleo y el mundo gira alrededor del apestoso y contaminante líquido.
Pero el petróleo se va a acabar, inevitablemente, hagamos lo que hagamos, se acerca el día en que la última gota de petróleo disponible se habrá quemado y lanzado su postrer suspiro de contaminación ambiental. ¿Qué ocurrirá entonces?
LAS FUENTES ALTERNATIVAS DE ENERGIA
Si alguien está vivo para entonces, lo cual no parece muy seguro gracias a la contaminación y a la amenaza nuclear, deberá buscar otras fuentes de energía. Sin ella, en pocos años estaremos de vuelta en las cavernas.
Durante los años posteriores a la creación de la bomba atómica y los primeros reactores nucleares, el mundo saludó a la energía nuclear como la salvadora. Los escritores ingenuos hablaron de pistolas atómicas y autos nucleares y el hombre de la calle se maravilló ante lo mucho que se puede lograr con la energía atómica.
¿Qué se puede lograr?
En principio, la energía atómica es muy difícil de controlar y los materiales radiactivos que la producen resultan extremadamente peligrosos. Hasta ahora, no ha habido accidentes serios en las centrales nucleares, pero no es difícil que pronto se registre alguna fuga en un reactor, o simplemente estalle… como una bomba atómica. El tratamiento de las afecciones producidas por la radiación es prácticamente imposible y quien se exponga a ellas queda marcado de por vida.
Otro problema serio es el de los llamados desechos atómicos. Cuando un trozo de material radiactivo ha cumplido su función y ya no es útil en un reactor, sigue emitiendo radiaciones letales. En la actualidad, los gobiernos han dispuesto que esta peligrosa basura atómica se entierre en basureros nucleares o se arroje al mar en envases supuestamente indestructibles. Ello no logra conjurar la amenaza que presentan tales desperdicios, y los físicos lo saben.
Todas estas consideraciones han llevado a numerosos científicos a la conclusión de que la fuente de energía del futuro no será la nuclear. Por cara, peligrosa y contaminante.
LA ENERGIA SOLAR
Alguien alzó los ojos al cielo.
El mayor horno que tenemos en un año luz a la redonda es el Sol. Con 1,390,000 kilómetros de diámetro y 5,300 grados centígrados de temperatura en la superficie, el Sol envía a la Tierra suficiente energía para ,evaporar el agua, lograr la fotosíntesis en todas las plantas del planeta… y para provocar dolorosas quemaduras si nos exponemos imprudentemente a sus rayos un día entero en Acapulco.
En pocas palabras, el Sol es la fuente energética más confiable que tenemos (durará seguramente varios millones de años más), la más potente y barata que se puede poner en el mercado. La correcta utilización de la energía solar nos permitiría guardar otras fuentes de energía para utilizarlas en donde no se puede aprovechar aquélla. Los viajes a las estrellas son un ejemplo.
Independientemente de los nublados, que impiden temporalmente la llegada de los rayos solares a la superficie de la Tierra, el Sol está ahí siempre. No hay que ir a buscarlo. En Estados Unidos, algunas personas han iniciado la labor de energetizar su casa con el Sol, utilizando paneles de aluminio para reflejar y concentrar el calor y utilizar éste para mover un simple motor de vapor que genera energía eléctrica.
Este sistema simplísimo, que aprovecha una mínima parte de la energía disponible, ha ahorrado ya varios cientos de miles de dólares a sus «locos» creadores cuyas casas parecen hechas de espejos. Tómese simplemente una lente y concéntrense los rayos del Sol sobre un poco de agua. Esta hervirá y tendremos vapor: la primera fuerza motriz artificial que utilizó el hombre.
LA CIENCIA TRAS EL SOL
Sin embargo, los sistemas de aprovechamiento de la energía solar que la ciencia está desarrollando en la actualidad van mucho más allá de la concentración del calor. Diversos científicos estudian en la actualidad sistemas tan sofisticados como lo son algunos cristales (entre ellos el cuarzo), que vibran al ser expuestos a la luz solar y producen energía eléctrica. La disciplina que estudia las propiedades de producción de electricidad de los cristales ya tiene incluso un nombre propio: la piezoeléctrica.
Los procesos que se busca perfeccionar ahora son los de las celdillas solares. Ellas pueden ser de cristales, de concentración de calor, de uso de rayos ultravioleta o infrarrojos. Hasta hace poco, el máximo rendimiento obtenido por una celdilla así era de más o menos un 25 por ciento. En la actualidad, se han producido celdillas que rinden un 80 por ciento de energía, y las posibilidades se multiplican. Pronto tendremos celdillas que podrán aprovechar un máximo del 95 por ciento de la energía de los rayos del Sol que llegan a la Tierra. Celdillas que se podrán producir en serie, con los consiguientes bajos costos, y que podrá comprar cualquier persona para mover su torno, encender su TV o mover un tractor o una trilladora. Lo que viene es más que un adelanto: es una revolución que afectará los sistemas agrícolas e industriales, las actividades domésticas y prácticamente todas las actividades humanas.
ENERGIA SOLAR E INTERESES CREADOS
Muchos han sufrido progresivos ataques cardiacos ante cada avance del aprovechamiento de la energía solar. Centenares de magnates industriales, con la cara morada de furia, han luchado -y están luchando- por evitar que el uso cotidiano de la energía solar se convierta en una realidad. No es broma hablar de los miles de millones de dólares que perderían las compañías petroleras, las proveedoras de electricidad, los industriales y productores de alimentos si esta posibilidad se concreta. Se han tomado medidas que han incluido, en ciertos deplorables casos, la compra de patentes por parte de estos industriales. Después, meten la patente en una caja fuerte y se olvidan de ella, suspirando aliviados.
Sin embargo, la ciencia avanza tan rápidamente y los conocimientos se difunden a tal velocidad en nuestro mundo actual, que será imposible detener la realización de este sueño. A lo mucho podrán retrasarla.
EL ESPACIO ES LA SOLUCION
Sin embargo, las celdillas solares utilizadas en la superficie terrestre son apenas una parte pequeña de lo que se puede hacer con la tremenda energía del Sol. Servirán sin duda para mejorar las condiciones de vida de la gente y para aumentar la producción de bienes, especialmente la de alimentos. Pero un mes de nublados constantes arruinaría cualquier industria, una vez que se le terminara la energía almacenada en baterías.
Pero un satélite en órbita desconoce los nublados y los problemas que pueden darse en la superficie. Además, en el espacio se puede captar la energía del Sol en una forma por así decirlo, bruta. No está filtrada y atenuada por la atmósfera, no está afectada por las condiciones climáticas. Está ahí con toda su colosal fuerza.
Gracias al avance en la conquista del espacio, el hombre puede actualmente poner en órbita satélites de los llamados «estacionarios», esto es, que se mantienen fijos sobre un punto de la Tierra. No dan vueltas alrededor de ella, sino que siguen con total precisión su movimiento de rotación y traslación. Un ejemplo son los satélites de comunicaciones. Además, ya se han realizado experimentos para la utilización de la energía solar en el espacio. Los laboratorios espaciales norteamericanos, los Skylab, se alimentan exclusivamente de energía solar a través de paneles de aluminio.
Ahora, gracias al taxi espacial (el Space Shuttle) es posible poner en órbita estacionaria pequeños satélites con gigantescos paneles de aluminio que capten la energía solar y la manden a la superficie de la Tierra a través de microondas. Esto representa una utilización integral de diversos adelantos tecnológicos. Las microondas se recogerían en enormes «persianas» de aluminio que podrían situarse en lugares tales como los desiertos de la Tierra. Energía barata, constante, no contaminante, sin peligro para la salud del hombre o de su planeta.
Pensemos en el caso ideal. México contrata la puesta en órbita de un satélite con un kilómetro cuadrado de paneles solares sobre el desierto de Sonora y luego construye un sistema de captación en dicho desierto. Gracias al bajo costo del aluminio, esto no es un sueño de ciencia ficción, sino una posibilidad real a corto plazo. No más smog, no más cuentas de luz absurdas, no más problemas en Medio Oriente… un mundo ideal que el hombre puede empezar a construir ahora con la energía del viejo Sol.
[1] Publicado originalmente en Contactos Extraterrestres No. 58, México, 21 de marzo de 1979. Págs. 32-35.