ESCRUTINIO
La abortada guerra interplanetaria de la India[1]
Juan José Morales
Hace ya sus buenos nueve años, allá por mayo de 2004, comentamos en esta columna el caso de los ovnis campechanos: ciertas luces que un avión patrullero de la marina armada de México observó sobre la Sonda de Campeche y cuyas imágenes el secretario de la defensa entregó para su examen al inefable charlatán Jaime Maussán, quien de inmediato se apresuró a tejer toda clase de especulaciones sobre su origen extraterrestre. En realidad, como después explicaron sin mayores problemas los científicos de la UNAM y otras instituciones, eran simplemente rayos globulares.
¿Un ovni colosal? No. Tan solo una nube lenticular, o altocumulus lenticularis como le llaman los meteorólogos. Estas nubes se forman a gran altura por movimientos ascendentes de aire.
Pues bien, el asunto me vino a la mente al leer que el ejército de la India estuvo a punto de ordenar un ataque contra objetos extraterrestres, aunque en este caso el conflicto interplanetario pudo evitarse gracias a que «”con más sentido común que el alto mando mexicano»” se consultó a los científicos, que pronto explicaron que de los tales objetos no eran hostiles y resultó innecesario dar la orden de fuego.
Lo que ocurrió fue que en repetidas ocasiones «”más de 150″” los guardias fronterizos del ejército indio observaron dos brillantes objetos que parecían proceder de China e incursionaban en el espacio aéreo de la India. Como aquello ocurría en una zona, la de Cachemira, donde hay tensiones entre ambos países, se supuso que se trataba de aviones de reconocimiento no tripulados «”los famosos drones, como se ha dado en llamarles por su nombre en inglés»”, y se comenzaron a tomar medidas para derribarlos.
Prudentemente, sin embargo, antes de apretar el gatillo, el mando supremo del ejército indio decidió investigar un poco más sobre el asunto y pidió la opinión del Instituto de Astrofísica de su país, desde donde se dieron instrucciones de registrar con la mayor exactitud posible la posición y los desplazamientos de los supuestos artefactos. Ya con los datos en la mano, el enigma quedó aclarado: los objetos brillantes no eran otra cosa que Venus y Júpiter, y sus aparentes movimientos se debían tan sólo a una ilusión óptica.
Así, los científicos salvaron a los militares de hacer un mayúsculo ridículo ordenando un ataque contra otros planetas.
El cibernauta Julio Plaza, a quien debemos haber subido esta noticia a la red, comenta al respecto: «La anécdota nos dice varias cosas. La primera, que la interpretación de avistamientos, depende de quién lo ve. En este caso, siendo una zona de tensión entre China, Pakistán e India, la interpretación se hizo en función de una amenaza militar. Un firme creyente en visitas extraterrestres, hubiera hablado de OVNIs sin dudarlo. Un religioso, quizás hubiera hablado de ángeles y señales divinas…»
En efecto, en el cielo «”el firmamento, no el paraíso de los creyentes»” abundan los cuerpos luminosos, lo mismo debidos a fenómenos atmosféricos como nubes noctilucentes o descargas eléctricas, que a acciones humanas como el lanzamiento de globos meteorológicos o estelas de aviones a gran altura, o simplemente se trata de estrellas o planetas que en ciertas circunstancias resultan excepcionalmente brillantes. Abundantes son también las confusiones al observarlos. Incluso al emplear instrumentos es fácil que se registren señales falsas, como ecos anómalos de radar. Y ni qué decir de equívocos como los que alguna vez ha sufrido un piloto al tomar el reflejo del sol en el ala de su aparato con una misteriosa nave que lo persigue tenazmente.
Por eso no hay que tomar en serio los informes sobre ovnis. El hecho de que no se pueda identificarlos o explicar su naturaleza, no implica en modo alguno que tengan un origen extraterrestre o sobrenatural.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 26 de septiembre de 2013