ESCRUTINIO
Carta abierta sobre la homeopatía[1]
Juan José Morales
Los asuntos que se acumulan en nuestra mesa de trabajo son tantos y a menudo tan urgentes, que con frecuencia obligan a posponer algunos por más tiempo del deseado. Así ocurrió con el tema que hoy trataremos: la reforma a la Ley General de Salud recientemente aprobada por el Congreso de la Unión, que autoriza a los médicos homeópatas para prescribir medicamentos.
A este respecto, el Colectivo Ateos de México y un grupo de ciudadanos preocupados por la cuestión enviaron a los diputados y senadores una carta abierta en la cual protestan por esa reforma, que pone a la homeopatía al mismo nivel que la medicina. Dice el documento en sus partes medulares:
«Numerosos estudios en todo el mundo han demostrado que la homeopatía carece de efectos terapéuticos significativamente superiores al efecto placebo y que no existe evidencia científica que avale sus postulados; por lo cual la reforma aprobada por ustedes se encuentra en contra de las evidencias que han demostrado en todo el mundo que la homeopatía carece de rigor científico y que por lo tanto no puede ser tomada en serio como una alternativa médica seria para la población mexicana.»
El autor de esta caricatura, publicada en un portal argentino de Internet, hace mofa de uno de los principios básicos de la homeopatía: que una sustancia que provoca los síntomas de una enfermedad puede curarla si se le administra al paciente altamente diluida hasta que ya no quede rastro de ella en la solución.
En apoyo de este punto de vista, se citan las conclusiones a que llegó el Diagnóstico del Sistema de Salud del Gobierno Británico respecto a la homeopatía, en el sentido de que «no hay evidencia de la idea de que las sustancias que pueden inducir ciertos síntomas también pueden ayudar a tratarlos»¦ No hay evidencia para la idea de que la dilución y agitación de sustancias en el agua puede convertir esas sustancias en medicamentos» y «los remedios homeopáticos consisten en nada más que agua.»
Subrayan los firmantes de la carta abierta que los diputados que promovieron y apoyaron la reforma demostraron una gran ignorancia al calificar de «alopática» a la medicina científica, pues «alopatía «”explican»” es el nombre que el creador de la homeopatía acuñó en 1830 para referirse a la medicina de su época». Señalan también que los legisladores demostraron incluso desconocimiento de las propias leyes al hablar de «La farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos para medicamentos alopáticos». Tal farmacopea no existe. Lo que hay es la Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos, así, a secas, sin referencia alguna a la alopatía, los alópatas o imaginarios «medicamentos alopáticos».
Con toda razón los firmantes del documento se oponen a que por ley se ponga a la homeopatía al mismo nivel que la medicina científica, pues entre ambas media un abismo. Los principios de la homeopatía jamás han sido probados científicamente. No hay, por ejemplo, la menor prueba de que una sustancia que provoca los síntomas de una enfermedad pueda servir para curarla si se aplica en dosis infinitesimales. Incluso, las ideas homeopáticas van en contra de principios científicos elementales y ya plenamente demostrados. Cuando surgió la homeopatía, no se conocía la estructura de la materia y por tanto se pensaba que una sustancia podía diluirse hasta el infinito. Hoy, en cambio, a la luz de los conocimientos sobre átomos y moléculas, se sabe muy bien que tras las repetidas diluciones y agitaciones mediante las cuales se preparan los llamados medicamentos homeopáticos, no queda en ellos ni una molécula de la sustancia original. Y en cuanto a la afirmación sacada de la manga con que se ha querido refutar este hecho ineludible, en el sentido de que el agua «tiene memoria» y conserva las propiedades del medicamento aunque ya nada quede de él en la solución, sencillamente no tiene pies ni cabeza y nunca ha podido ser demostrada. Por lo demás, los remedios homeopáticos no se someten a las rigurosas pruebas clínicas y de laboratorio que se exigen a los medicamentos científicos, sino sólo se pide comprobar que contienen las sustancias que dice su fórmula.
En fin, la homeopatía es como un colador sin soporte. Está llena de agujeros por todas partes y no tiene por dónde sostenerse.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 21 de noviembre de 2013