ESCRUTINIO
La Legión, maquillada pero intocada[1]
Juan José Morales
Contra lo que algunos «”muy pocos»” pensaban, el papa Francisco no disolvió la congregación de los Legionarios de Cristo sino optó por mantenerla prácticamente intocada y nombró para dirigirla al mexicano Eduardo Robles Gil. Y sería muy ingenuo quien piense que con este cambio de máximo dirigente las cosas cambiarán sustancialmente en la legión.
El nuevo director general de los Legionarios de Cristo, Eduardo Robles Gil es hechura de Maciel, al igual que su predecesor, Ãlvaro Corcuera. En la foto, Maciel a la izquierda, con los entonces jóvenes Robles Gil (1) y Corcuera (2), a quienes guardaba especial deferencia y se les catalogaba entre sus favoritos. Los acompaña Florencio Sánchez, también de la vieja guardia de la Legión.
Por principio de cuentas, Robles Gil era miembro del grupo selecto de altos dirigentes de la congregación, muy afines a Maciel, y por tanto no muy diferente a él en sus ideas y acciones. Por otro lado, prácticamente todos los sacerdotes legionarios han sido formados dentro de un espíritu de secta, con verdaderos métodos de control mental que comienzan con el reclutamiento y selección de posibles seminaristas. Deben ser, como decía el propio Maciel, adolescentes «maleables como la cera caliente», a quienes desde que ingresan al seminario se les separa totalmente de sus familias, a las que no pueden ver durante años. Toda su formación transcurre en un aislamiento absoluto del mundo exterior, y la vida dentro de los seminarios está rígida y minuciosamente programada y reglamentada. También, deben estar en todo momento con sus compañeros, y se les prohíbe leer, ver o escuchar nada que no sea previamente aprobado por sus superiores, y su extremo adoctrinamiento incluye la obligación de espiar y delatar como traidores a sus propios compañeros si expresan alguna crítica o simplemente una duda respecto a tal forma de vida.
Para rematar ese verdadero lavado de cerebro, los legionarios debían rendir un juramento especial, un voto especial de obediencia directa al jefe supremo de la secta, que inicialmente era Maciel pero posteriormente lo fue Ãlvaro Corcuera. Y si bien ese voto especial fue suprimido por el papa Benedicto XVI, estuvo en vigor durante más de medio siglo y fue parte de la mentalidad de casi todos los sacerdotes legionarios.
Una formación ideológica y religiosa de ese tipo, basada en la obediencia y la disciplina ciegas, que no deja el menor resquicio para el pensamiento propio, el análisis y la duda, tiene efectos muy profundos y duraderos. De por vida. Quien es adoctrinado así desde la adolescencia, prácticamente sin contacto con otra gente, otras ideas, otras formas de vida y otras costumbres, termina viviendo en, de, por y para la organización en la cual fue formado. Es a ella y sólo a ella a la que debe obediencia y lealtad. Por eso decimos que la Legión seguirá siendo lo que de ella hizo Maciel: una secta dentro de la propia Iglesia. Es una organización bien disciplinada, cohesionada y unida que se guía por sus propios intereses y responde a ellos. Prueba de ello es la protección que brindó siempre a Maciel, aunque sus fechorías eran ya ampliamente conocidas y comprobadas.
Hay dos posibles explicaciones a la decisión papal de mantener prácticamente incólume la congregación: una es que la Legión tiene todavía influencias muy fuertes en el Vaticano. No debe olvidarse que repartía generosas «mordidas» a cardenales y otros altos jerarcas católicos y gracias a ello siempre logró evitar que se investigaran las repetidas denuncias sobre las tropelías de Maciel y sus allegados. La otra posibilidad es que el papa Francisco haya considerado benéfico para los intereses de la Iglesia conservar ese eficiente y productivo negocio que es la Legión de Cristo. Después de todo, produce mucho «”muchísimo»” dinero a través de sus numerosos negocios y tiene una enorme influencia económica y política en muchos países, México inclusive. Además, durante los últimos años, mientras todas las órdenes y congregaciones sufrían una creciente escasez de seminaristas, la Legión era la única que seguía produciendo sacerdotes en buen número.
Tal vez Francisco sopesó todo esto y concluyó que disolver ese engendro de Maciel significaría perder dinero y poder, y sería mejor conservarlo, aunque convenientemente maquillado mediante una reestructuración superficial.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 11 de febrero de 2014