IMPACTO AMBIENTAL
El Homo sapiens abre camino al Canis latrans[1]
Juan José Morales
Hace algún tiempo comentamos que el coyote «”Canis latrans para los zoólogos»”, cuya área de distribución en México se limitaba al centro y norte del país, se estaba extendiendo hacia el sureste y ya había llegado tan lejos como el noreste de la península de Yucatán, donde su presencia fue registrada por cámaras-trampa en el oriente de Yucatán y el norte de Quintana Roo. Esa expansión, decíamos entonces, era consecuencia natural de la deforestación, pues el coyote habita espacios abiertos, y hasta hace pocos años las selvas habían sido una barrera que no podía remontar. Pero al desaparecer las densas arboledas para dar lugar a campos agrícolas y ganaderos, tuvo el campo libre para avanzar.
Este coyote fue fotografiado en 2010 por investigadores de la UNAM y Pronatura Península de Yucatán en la Reserva de El Zapotal, en el noreste de Yucatán. Su expansión hacia la península fue facilitada por la destrucción de las selvas, pero también se debe a méritos propios: su gran habilidad como cazador, su astucia «”que le permite eludir peligros y enemigos»” y su alta tasa de natalidad, con un promedio de siete crías por camada al año. Es muy útil, ya que extermina principalmente roedores nocivos para la agricultura, pero los rancheros lo consideran una plaga porque a veces ataca al ganado y lo cazan ferozmente.
Pero justamente por ello, porque su hábitat natural son los matorrales y pastizales, y porque siendo cazador en la selva encuentra demasiados competidores, tales como pumas, jaguares y ocelotes, no había logrado penetrar en la Selva Lacandona de Chiapas, la más densa y con árboles de mayor altura en el país.
Pero esa situación está cambiando. Un estudio realizado por Juan Luis Peña Mondragón, Alicia Castillo Ãlvarez y Julieta Benítez Malvido, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM, reveló que al menos desde 2013 ya hay coyotes en plena Selva Lacandona.
La investigación se inició cuando pobladores del ejido Adolfo López Mateos, en el municipio chiapaneco de Marqués de Comillas, informaron a los científicos sobre el presunto ataque de un jaguar a un becerro recién nacido. Para confirmarla autoría del ataque, se instalaron tres cámaras-trampa y en varias de las fotografías se observó a un coyote devorando los restos del becerro supuestamente muerto. Se confirmó así que ya hay coyotes en aquella zona y que eran ciertos los informes de sus habitantes en el sentido de que desde varios años atrás habían visto ejemplares de esa especie.
En realidad, la presencia del coyote en la región no fue una sorpresa. De hecho ya había sido prevista por los investigadores, ya que «”señalan en su informe»” «es una especie que se adapta fácilmente a cambios de vegetación y esto se acentúa en zonas con alta actividad pecuaria y zonas cubiertas con pastos», y la Selva Lacandona está experimentando una acentuada modificación en ese sentido.
«Este cambio en la cobertura vegetal en la zona «”prosiguen los autores del estudio»” se ha venido acrecentando en los últimos años. En la región la superficie que se ha transformado hacia alguna actividad agrícola o pecuaria se incrementó del 16% en 1986 a 44% en 2009.» Como consecuencia, el coyote ahora encuentra un hábitat favorable.
La presencia de este nuevo depredador representa un problema para la conservación de otras especies que, a diferencia del coyote, están seriamente amenazadas, como el jaguar, el puma o el ocelote ya mencionados. «El aumento de la deforestación «”añade el estudio»” trae consigo el aumento poblacional del coyote y por tanto, el recrudecimiento del conflicto entre los coyotes y los humanos. El aumento de la distribución geográfica del coyote y su confirmación en áreas como la Selva Lacandona, representa un problema potencial para la conservación de los carnívoros, porque esta especie, al considerarse depredadora de ganado, puede contribuir a la percepción negativa que existe hacia los mismos. Como consecuencia de lo anterior, resulta de especial importancia reforzar los trabajos de conservación de las áreas remanentes de bosque maduro, pues éstos representan una limitante para el avance de las poblaciones de coyote en la Selva Lacandona.»
El Canis latrans, pues, sigue ampliando sus territorios gracias a la actividad del Homo sapiens.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 6 de abril de 2015