ESCRUTINIO
El Centro Médico Nacional, albergue de charlatanes[1]
Juan José Morales
He tardado un poco en escribir sobre el asunto, pero no por ello deja de tener actualidad ni importancia: en enero pasado, durante un viaje a la ciudad de México, me topé en un vagón del Metro con un anuncio que en su parte medular decía: «Aprende a sanar cuerpo, mente y emociones. Curso de Reiki tibetano en el Centro Médico Nacional» de tal a tal fecha. El curso en cuestión era patrocinado por una cierta Asociación Mexicana de Reiki.
Esta es la mejor y más divertida definición del Reiki que he encontrado. A esta seudomedicina de carácter mágico no hay que tomarla en serio, como lo demostró hace años una niña con un sencillo experimento: un grupo de «sanadores» de Reiki debían, con los ojos vendados, decir si ante ellos se encontraba una persona cuya «energía vital» percibían con las manos. En promedio, todos acertaron el 50% de las veces, o sea igual porcentaje que al azar.
Que haya charlatanes que ofrezcan curar mente, cuerpo, alma y espíritu mediante esta supuesta técnica de sanación o imposición de manos, no tiene nada de especial. Lo que sí resulta desconcertante, es que ello se haga al amparo «”casi podría decirse con la complicidad»” de una institución tan seria y prestigiada como lo es el Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social, lugar donde «”dicho sea de paso»” fui sometido hace ya más de 13 años a una excelente cirugía a corazón abierto que me dejó como nuevo y listo para seguir combatiendo la seudociencia, las seudoterapias y los productos milagro durante buen número de años más.
El Reiki no es más que uno de esos engaños según los cuales mediante una especie de pases mágicos sobre el cuerpo se puede manipular cierta misteriosa e indetectable «energía» por el organismo, para «reencauzarla» y con ello devolver la salud a cualquier enfermo, sea cual sea su padecimiento. Ya en agosto de 2009, en esta misma columna, señalamos que el Reiki fue inventado por un tal Mikao Usui, japonés, quien no era médico sino profesor de religión en una escuela primaria cristiana en Japón, aunque algunos de sus seguidores le cuelgan el título de doctor y dicen que fue decano de «una universidad» de Kioto. Lo inventó como respuesta a la pregunta de un niño que deseaba saber cómo Cristo podía curar con las manos.
Desde luego, decir que inventó el cuento de la sanación por Reiki suena demasiado prosaico, aunque sea cierto, así que para embellecer el cuento se dice que la técnica la aprendió de unos sabios monjes en un remoto monasterio del Tíbet.
Decíamos en aquella ocasión que, según quienes explotan este timo, la eficacia del Reiki o «imposición de manos» está fuera de duda porque «es uno de los métodos de curación alternativa más antiguos, conocidos y populares», y que por si su gran antigüedad no fuera suficiente garantía, la practicó el mismísimo Jesucristo.
Este criminal engaño que pone en riesgo la salud y la vida de los ingenuos enfermos que esperan curarse con ella de graves males, se ofrece hasta en salones de belleza y salas de masaje a ciencia y paciencia de las autoridades, quienes se hacen de la vista gorda con el argumento de que no se trata de una práctica médica regulada y por tanto no pueden intervenir para evitarla. Pero lo que ya resulta intolerable, es que el propio Seguro Social le dé cobijo a los charlatanes reikistas en el Centro Médico Nacional. Con ello, de hecho avalan esta verdadera estafa y le confiere un aula de credibilidad con el buen nombre y el prestigio de la institución. Ciertamente, valdría la pena investigar quién y por qué permitió tal cosa.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 8 de abril de 2015