IMPACTO AMBIENTAL
La cizalladura o cortante vertical y los huracanes[1]
Juan José Morales
A sólo dos semanas de iniciada la temporada de huracanes 2015, ya tuvimos nuestra primera perturbación. No un huracán; ni siquiera una tormenta tropical, sino tan sólo un disturbio caracterizado por copiosas lluvias y fuertes vientos.
Pero lo que por ahora nos interesa de este asunto es la información que proporcionó el Centro Hidrometeorológico Regional de la Comisión Nacional del Agua en la Península de Yucatán sobre el riesgo de que esta depresión tropical se convierta en huracán. Porque no hay que olvidar que el embrión de un huracán es precisamente una depresión, o sea una zona de baja presión donde el aire se eleva y hacia la cual afluyen vientos de los alrededores.
Imagen de satélite, difundida por el Servicio Meteorológico Nacional, de la extensa perturbación causante de los aguaceros y los fuertes vientos que desde el sábado azotaron a Quintana Roo y Yucatán. Aunque en los últimos dos días no hubo condiciones para que se transformara en ciclón, las probabilidades aumentarán a medida que el fenómeno se desplace sobre el Golfo de México, según las estimaciones del SMN.
Las posibilidades de desarrollo ciclónico son bajas por el momento «”dice la información oficial sobre esta perturbación que ha afectado a la península»” ya que se encuentra sobre un área de fuertes vientos en altura, lo que impide su fortalecimiento.
Al respecto, en mi libro Los huracanes en la península de Yucatán, en el capítulo correspondiente a su formación, puede leerse que entre las condiciones necesarias para la génesis de un huracán es muy importante «”además de una considerable reserva de calor en las aguas del océano y una baja temperatura en la alta atmósfera»”, que se dé un factor que los meteorólogos llaman cizalladura o cortante vertical.
Estos términos se refieren a la diferencia en la velocidad y dirección de los vientos que soplan a baja altitud respecto a los de las alturas. La cizalladura debe ser relativamente débil. Es decir, no debe haber un cambio muy acentuado de velocidad del viento con la altura. En ambas zonas «”al nivel del mar y en la alta atmósfera»” los vientos deben ser de velocidad y dirección similares. Si la diferencia es de más de 30 kilómetros por hora entre los de la baja atmósfera y los que soplan a ocho o diez kilómetros de altitud, se trastoca la circulación del aire en torno a la zona de baja presión, un ciclón en formación se desorganiza, y si ya está formado se debilita e incluso puede desintegrarse.
Por otro lado, en las informaciones del Servicio Meteorológico Nacional de la Comisión Nacional del Agua se mencionan tres ondas tropicales que se mueven en dirección a la península. Una relativamente cercana, ya en el Caribe, otra que se aproxima a él y la tercera todavía distante, sobre el Atlántico.
«Las ondas tropicales «”señalo también en mi libro»” son áreas de baja presión de forma alargada, o vaguadas como se dice en meteorología. Se encuentran sobrepuestas a los vientos alisios, por lo cual se desplazan hacia el oeste, más o menos cinco grados por día. En ellas se registra un flujo ondulante de aire, se forman inestabilidades atmosféricas y hay grandes acumulaciones de nubes que usualmente provocan chubascos, copiosas lluvias y tormentas eléctricas. En el Atlántico tropical y el Caribe se desarrollan especialmente entre mayo y noviembre, que es la temporada de huracanes. Una onda tropical es, por así decir, la «semilla» de un huracán. Pero no en todos los casos. La mayoría de ellas simplemente se desvanecen después de ocasionar a su paso lo que comúnmente se denomina mal tiempo, o sea nublados, aguaceros y vientos más.» En los próximos días sabremos cómo evolucionarán las tres que acabamos de mencionar.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 15 de junio de 2015