El nuevo mal que llegó para quedarse

IMPACTO AMBIENTAL

El nuevo mal que llegó para quedarse[1]

Juan José Morales

Sobre la fiebre chikungunya escribimos en febrero de 2014, a propósito de la advertencia lanzada por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial sobre la posibilidad de que esta nueva enfermedad viral sentara sus reales en América, pues dos meses atrás las autoridades sanitarias de varios países americanos habían comenzado a informar de casos autóctonos del padecimiento. Es decir, de enfermos que no habían salido del país en que residen sino que fueron contagiados localmente.

clip_image001Aedes albopictus, uno de los transmisores del dengue y el chikungunya. También se le conoce como mosquito tigre, por su color negro con franjas blancas. Dicho sea de paso, el nombre del chikungunya proviene del swahili, un idioma africano, y significa «el que se encorva», por alusión a la postura que adoptan los pacientes debido al intenso dolor en las articulaciones.

El temor de los epidemiólogos se materializó. El chikungunya ya se estableció en las zonas tropicales de América, y actualmente lo tenemos al menos en 16 estados de la República «”sobre todo en Chiapas»”, con más de tres mil casos según los últimos registros de la Secretaría de Salud, correspondientes al mes de agosto. Y constantemente se sabe de más.

Esta es una de las enfermedades que los científicos denominan emergentes por ser de reciente aparición o no haber sido identificadas como padecimientos específicos hasta tiempos muy recientes. El virus que la causa fue aislado por primera vez en la sangre de un enfermo en Tanzania, África, en 1953. Durante mucho tiempo estuvo limitada a ese continente, donde era un grave problema de salud pública ya que causaba brotes masivos y sostenidos, que en algunas áreas llegaron a afectar casi al 70% de los habitantes. También se tenían registros del mal en Asia y la India, pero fue sólo hasta 2013 cuando llegó a América, concretamente a naciones insulares caribeñas. Curiosamente, uno de los mosquitos que lo transmiten, el Aedes albopictus, es también un recién llegado al continente americano, donde se le registró por primera vez apenas en 1985.

Impedir que el chikungunya saltara de las islas caribeñas a los países continentales era extremadamente difícil en esta época de intenso comercio, viajes aéreos y otras actividades que facilitan el desplazamiento de un país a otro, en cuestión de horas o días, de personas contagiadas y potencialmente transmisoras de la enfermedad, antes de que ésta se manifieste.

Parecido al dengue, con el cual a veces se le confunde, pero más severo, sus síntomas principales «”que pueden durar de dos a diez o doce días»” son fiebre súbita, malestar general, dolor difuso en todo el cuerpo, fuertes dolores musculares y en las articulaciones, jaqueca, náuseas, fatiga y sarpullido. No hay vacuna, cura ni medicamentos específicos para tratarlo. Para aliviar los síntomas se usan analgésicos y antipiréticos de uso general.

Lo importante, entonces, es tratar de evitar el contacto con los mosquitos que lo transmiten, y que son los mismos que contagian la fiebre amarilla y el dengue: el Aedes aegypti y el Aedes albopictus. Para ello, se debe eliminar los criaderos «”que pueden ser simples macetas, floreros o cacharros abandonados en que se acumule agua»”, y usar mosquiteros para mantener a los insectos fuera de casa, así como ropa que minimice la exposición de la piel a las picaduras. También se puede usar repelente de insectos.

Aunque no es mortal y por lo general los enfermos se recuperan totalmente, el chikungunya puede afectar severamente a niños, adultos mayores y embarazadas. Igualmente, en algunos casos las articulaciones sufren daños permanentes. Pero el principal problema con esta nueva enfermedad es la saturación de los servicios médicos cuando ocurren brotes generalizados.

En fin, el chikungunya, la nueva enfermedad que vino de África, llegó para quedarse, y habrá que acostumbrarse a vivir con ella»¦ y a tratar de evitarla.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 18 de septiembre de 2015

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