ESCRUTINIO
Tajamar y el antecedente de Puerto Cancún[1]
Juan José Morales
El viernes pasado comentamos que, dada la irritación generalizada que ha desatado entre la población de Cancún el proyecto del Malecón Tajamar, más valdría cancelarlo y destinar ese espacio a un área de recreación y esparcimiento que tanta falta hace a la ciudad. Y mencionamos dos precedentes de proyectos similares «”el de un conjunto hotelero en las playas de Xcacel-Xcacelito y la faraónica plaza del Ombligo Verde-«” que fueron anulados aunque ya estaban muy avanzados, y los terrenos se destinaron en el primer caso a la protección de las tortugas marinas y en el segundo a un parque urbano.
Ahora hablaremos de un precedente de naturaleza opuesta: un gran proyecto inmobiliario que se llevó adelante a costa de la destrucción de un valioso humedal pero cuyos resultados distan mucho de los previstos: Puerto Cancún.
Puerto Cancún, según se dijo en su momento, atraería a cientos o miles de acaudalados norteamericanos propietarios de yates que comprarían viviendas de lujo a orillas del extenso sistema de canales, para cuya construcción se arrasó un valioso manglar. Este es su aspecto actual, con sólo una que otra embarcación.
Según sus promotores y las autoridades que les dieron todas las facilidades, esa zona residencial de lujo, con campo de golf, altas torres de departamentos, canales para navegación interior y atracaderos para embarcaciones, atraería a miles de norteamericanos jubilados y propietarios de yates. Pero no ocurrió tal cosa. Ni llegaron multitudes de yatistas ni los departamentos fueron ocupados por ricos pensionados. Por los canales circulan sólo unas pocas embarcaciones, y gran parte de los departamentos no han sido vendidos o, si ya lo fueron, permanecen desocupados porque sus propietarios los adquirieron sólo como inversión. Y muchos no son propiedad de extranjeros como se planeó, sino de mexicanos.
En otra ocasión analizaremos las razones de este fracaso. Por ahora, basta decir que Puerto Cancún quedó muy lejos de ser el detonador de dos nuevas áreas de desarrollo económico: el turismo residencial de alto poder adquisitivo y las marinas para yates. En cambio, se devastó un humedal de gran importancia para la protección de la ciudad, se afectó severamente a los habitantes de las colonias aledañas, y con la construcción de las escolleras del canal de acceso a Puerto Cancún se alteraron las corrientes marinas, lo cual se tradujo en una grave erosión de playas al norte de ese lugar.
Con tal antecedente, cabe preguntarse cuál sería el destino de los departamentos de lujo, centros comerciales y demás edificaciones que supuestamente, se levantarán en el Malecón Tajamar. Y decimos supuestamente porque aunque el proyecto se puso en marcha hace ya una década, en esos diez años no se ha construido un solo edificio. Ni siquiera una modesta capilla en el terreno que indebidamente Fonatur entregó a la opulenta congregación de los Legionarios de Cristo. Si ahora se realizaron a toda prisa labores de desmonte, fue sólo porque estaba por vencerse el término legal para iniciar las obras, y era necesario simular que se habían emprendido. Pero durante esos diez años, los terrenos sólo han estado asoleándose, sin que sean de utilidad alguna.
Si Puerto Cancún no logró atraer residentes extranjeros, ¿podrá lograrlo Malecón Tajamar? ¿Se llenarán los departamentos de lujo y los edificios de oficinas cuando por todo Cancún abundan los letreros de «Se renta o se vende»? ¿Tendrá buen éxito una gran plaza comercial en ese lugar cuando a todas luces hay en la ciudad una sobreoferta de locales comerciales y en las plazas existentes hay cientos y cientos de locales cerrados? Quizá la mejor prueba de que las perspectivas no son nada buenas, es el hecho, repetimos, de que en diez años no se haya iniciado una sola obra en ese vasto espacio.
Fuera de la especulación inmobiliaria, no parece que haya otra razón de ser para para Malecón Tajamar.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 26 de enero de 2016