QUE NO LE DIGAN, QUE NO LE CUENTEN
La moringa en su justa dimensión[1]
Juan José Morales
De tiempo en tiempo, se pone de moda una planta maravillosa, de la cual se afirma que cura todas las enfermedades conocidas y desconocidas, y si no las cura, las alivia, y si no las alivia, hace olvidarse de ellas. No hace mucho tiempo fue el noni. Ahora es la moringa o marango. Moringa oleífera si se prefiere el nombre científico de la más conocida de las nueve especies de este género de plantas originarias del norte de la India. De ella se dice que «es auxiliar» en el tratamiento de «”nada más ni nada menos»” que 300 enfermedades, padecimientos o condiciones del más diverso tipo, desde el acné hasta, por supuesto, el cáncer, e incluso se afirma que a quienes padecen alta presión arterial, se las reduce, pero si por el contrario, tienen baja la presión, se las eleva, como si fuera una especie de adivino o prestidigitador.
Una de tantas ilustraciones de los artículos sobre la moringa que pueden encontrarse en revistas populares (no en publicaciones científicas), en las que se le atribuye un sinnúmero de propiedades curativas. De rápido crecimiento, la moringa es un árbol que alcanza hasta diez ó doce metros de altura. Sus hojas y sus vainas, parecidas a los ejotes, son comestibles y pueden servir como alimento humano o forraje para ganado mayor o menor. Su madera es usada como combustible.
Pero, si bien la moringa ha sido ampliamente utilizada en medicina popular en las naciones asiáticas y africanas, y algunos estudios indican que ciertos compuestos contenidos en sus hojas, frutos o raíces tienen, por ejemplo, acción antibiótica, no hay ninguna investigación científica que respalde las maravillosas propiedades que se le atribuyen.
Ciertamente, sus hojas y semillas son muy nutritivas debido a su alto contenido de proteínas, hierro, calcio y vitaminas A, B y C, además de ciertos aminoácidos esenciales que a veces no se encuentran en la dieta de la gente pobre. De hecho, las hojas de moringa se han comparado con la espinaca por su valor nutricional, y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación recomienda su consumo para combatir la malnutrición, especialmente en el caso de mujeres lactantes y niños. También se recomienda como forraje para el ganado. Tiene la ventaja, además, de que es muy adaptable a condiciones de suelos pobres y escasez de lluvia y su cultivo no requiere mayores cuidados.
No se debe, sin embargo, abusar de su consumo, pues en exceso produce ciertos trastornos, como insomnio, acidez estomacal y un aumento anormal en la concentración de glóbulos rojos en la sangre.
A la moringa se le comenzó a presentar como remedio para todos los males porque sus diversas partes «”hojas, raíces, resina, corteza, etc.»” han sido usadas en la medicina ayurvédica tradicional de la India en infusiones, cataplasmas, pomadas, extractos y otras formas. Pero su fama como producto milagro se disparó después de que Fidel Castro habló de ella como un buen alimento. Nunca sin embargo le atribuyó propiedades curativas, ni dijo que a ella se debiera su longevidad. De ahí en adelante adquirió esa injustificada fama de curalotodo, y no faltaron charlatanes que comenzaron a vender tés, cápsulas, jugos y otros productos a base de moringa como remedios para un sinfín de enfermedades y trastornos, aunque nunca los registran como medicamentos sino como «suplementos» o «complementos» alimenticios, con lo cual eluden la obligación legal de comprobar sus efectos curativos.
Como decíamos, nadie duda de que la moringa sea muy nutritiva, como lo son también las espinacas o la chaya. Pero si alguien quiere disfrutar de sus beneficios nutricionales «”proteínas, vitaminas y minerales»” puede muy bien comerla, de igual manera que comería unos huevos con chaya o con nopales. No necesita comprar cápsulas o sobrecitos con unos cuantos miligramos de moringa deshidratada que se venden a precios exorbitantes. Eso es una verdadera estafa.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 7 de abril de 2016