IMPACTO AMBIENTAL
Una anciana dama amenazada[1]
Juan José Morales
Hoy, Día Mundial de la Tierra, hablaremos de uno de sus habitantes menos conocidos «”casi desconocido»” del cual en cierto sentido puede decirse que este año, 2016, celebra su octogésimo cumpleaños. Se trata de cierta dama que lleva una vida oculta, envuelta en las tinieblas, alejada del mundanal ruido y moviéndose por escondidas sendas cual diría Fray Luis de León, pero que ha visto su morada invadida por seres extraños que amenazan su existencia.
Descritas así las cosas, parece una truculenta historia de misterio. Pero se refiere a cierto pez único en el mundo, endémico de la península de Yucatán, descubierto ya bien entrado el siglo XX y que ahora se encuentra en peligro de extinción: el sac kay como se le llama en maya, Typhliasina pearsei en la clasificación científica, o dama blanca ciega, como muy apropiadamente lo bautizó el biólogo mexicano Miguel Navarro. Y decimos que el nombre es muy apropiado porque el sac kay es enteramente blanco y enteramente ciego, al grado que carece de ojos.
El sac kay, Typhliasina pearsei. Aunque su piel carece de pigmentos, al recibir la luz presenta un color rosado iridiscente. Se supone que desciende de una especie marina que quedó aislada en las aguas subterráneas de la península de Yucatán cuando ésta emergió del mar. A lo largo de la evolución, por vivir en total oscuridad, los ojos se le atrofiaron hasta desaparecer.
Esta extraña criatura habita el interior de los cenotes. Su existencia fue conocida por los antiguos mayas, que le llamaron como se indica. Pero para la ciencia comenzó a existir oficialmente hace sólo 80 años, en 1936, cuando durante la famosa expedición de la Institución Carnegie de Washington «”la primera en la cual se realizó un estudio amplio y detallado de la fauna de grutas, cenotes y cavernas de Yucatán»”, el científico norteamericano Arthur S. Pearse la identificó como una nueva especie hasta entonces no conocida por la ciencia y se le asignó el nombre de Ogilbia pearsei. Este último término por su apellido, derecho que se concede a los biólogos cuando descubren y describen.
De apenas diez centímetros de longitud, el sac kay, como decíamos, es totalmente blanco «”aunque bajo la luz adquiere un tono rosado iridiscente»” ya que su piel carece de pigmentos. Seguramente los tuvo, pero los perdió por innecesarios a lo largo de los siglos ya que por vivir en la oscuridad de los cenotes le resultan superfluos. Perdió también los ojos, por innecesarios. A cambio de ellos, desarrolló bajo la piel de la cabeza ciertos órganos sensoriales que le permiten detectar a sus presas. Es carnívoro y se alimenta sobre todo con pequeños crustáceos y otros animalillos acuáticos. Es muy escaso. Únicamente se encuentran unos pocos ejemplares en cada cenote o gruta inundada, lo cual resulta lógico dada la escasez de alimento en su medio ambiente.
Puede, pues, decirse que este año se conmemora el octogésimo aniversario del nacimiento científico de doña Ogilbia, la dama blanca ciega de los cenotes de Yucatán. Pero llega a esa edad no tan avanzada bajo serias amenazas. Es un riesgo cierto, en opinión de diversos científicos, debido a las alteraciones causadas a los cenotes para adaptarlos con fines turísticos, la contaminación con aguas negras, productos tóxicos y otras sustancias, las incursiones de buzos que con sus lámparas marcan el camino a bagres, sardinas y otros peces depredadores, y varios otros factores, sumados a la poca capacidad reproductiva de esta especie.
Si no se protege adecuadamente su tenebroso medio ambiente, nuestra dama blanca ciega puede desaparecer de muchos lugares.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 22 de abril de 2016