Esta tierra de huracanes

IMPACTO AMBIENTAL

Esta tierra de huracanes[1]

Juan José Morales

Anteayer, 1° de junio, comenzó la temporada de huracanes en el Atlántico. Los expertos pronostican que es de esperarse una temporada normal, con una cantidad de tormentas y huracanes dentro del rango habitual. No parece que «”como temen algunos»” el calentamiento global se traduzca en mayor número de tales fenómenos.

clip_image001La vulnerabilidad de México ante los huracanes «”que pueden atacarlo desde dos frentes»” queda de manifiesto en esta imagen de satélite, tomada en septiembre de 2013, cuando el Ingrid y el Manuel se abatieron simultáneamente sobre territorio nacional, el primero por el litoral del Golfo de México y el segundo por el del Pacífico, a la vez que sobre la península de Yucatán se cernía una depresión tropical.

Ciertamente, el calentamiento ha hecho que se acumule más calor en las aguas del océano, y por lo tanto haya una mayor reserva de energía térmica que, al transmitirse a la atmósfera, ocasiona o fortalece los huracanes. Pero las cosas no son tan simples, pues «”como apuntan los geofísicos»” ha habido también cambios en la circulación atmosférica, lo cual influye en la acumulación de calor en los sectores ciclogenéticos, o sea aquellos en los que se originan los ciclones tropicales.

Según se comentó en la reunión sobre cambio climático celebrada hace unos meses en la Universidad del Caribe, en Cancún, más bien puede suponerse que «”independientemente de lo que ocurra en la próxima temporada»” en el futuro inmediato habrá más huracanes intensos, no tanto mayor cantidad de ellos.

En pocas palabras: tenemos que estar preparados para soportar fenómenos más violentos, quizá comparables al Gilberto, el Wilma, el Dean y el Isidore, que dejaron profunda huella en la península de Yucatán. Y no sería remoto que se repita una situación como la de septiembre de 2013, cuando ambos litorales del país, el del Atlántico y el del Pacífico, se vieron azotados simultáneamente por dos huracanes: el Ingrid en el Golfo de México y el Manuel en la zona de Guerrero por el lado del Pacífico. Y aunque ambos fueron poco intensos «”apenas de categoría 1 ambos»” causaron estragos en más de dos terceras partes del territorio mexicano con sus fuertes vientos, lluvias torrenciales y violentas marejadas.

Por otro lado «”y esto hay que subrayarlo»” los daños causados por los huracanes en México han estado aumentando a lo largo de las últimas décadas, no porque sean más frecuentes o intensos, sino porque hay cada vez mayor número de construcciones en las costas. El litoral oriental de la península, es buen ejemplo de ello. En 1967, cuando el huracán Beulah de categoría 5 batió la costa norte de Quintana Roo, las pérdidas materiales fueron mínimas porque en aquel entonces no existía Cancún, Isla Mujeres tenía apenas un millar de habitantes, Cozumel tres mil y fuera de esas dos poblaciones no había en la zona más que ranchos copreros habitados por una o dos familias. Pero 21 años después, en 1988, Gilberto, otro huracán de la misma categoría que entró a tierra por esa parte del litoral, pasó a la historia como uno de los más destructores porque para entonces ya existía Cancún y había un considerable número de habitantes y de grandes hoteles, condominios, tiendas y otros edificios en la zona.

Con esto no tratamos de ser alarmistas, sino simplemente de recalcar que la península de Yucatán está ubicada en una zona de generación y paso de tormentas tropicales y huracanes, que muchos de ellos penetran por la costa caribeña, y que a menudo cuando lo hacen llegan ya muy fortalecidos por una larga trayectoria sobre cálidas aguas tropicales desde las lejanas islas del archipiélago de Cabo Verde, en las proximidades de África.

Si vivimos en una zona de huracanes, lo menos que debemos hacer es estar muy bien preparados para resistirlos. Pero, si bien el Gilberto, el Wilma y el Dean hicieron que mucha gente comenzara a tomar en serio esos fenómenos, las autoridades parecen seguir siendo indiferentes. Como señalamos no hace mucho, y por increíble que parezca, ninguna ciudad de Quintana Roo tiene un atlas actualizado de riesgos ni se han hecho las modificaciones necesarias a los reglamentos de construcción y los planes de desarrollo urbano para adecuarlos a la nueva realidad del cambio climático.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 3 de junio de 2016

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.