QUE NO LE DIGAN, QUE NO LE CUENTEN
El día que (no) se acabó el mundo[1]
Juan José Morales
Dicen que el mundo ya se acabó. Concretamente, el pasado 29 de julio. Pero la noticia me llegó tardíamente, así que no pude disfrutar del espectáculo. Si alguien lo filmó o fotografió, por favor mande una copia a mi correo.
Todo esto viene a cuento con motivo del video que estuvo circulando por la Internet «”visto por más de tres millones de personas»”, en el cual se vaticinaba que ese día la polaridad de la Tierra cambiaría y en consecuencia las estrellas se desplomarían y se desataría un megaterremoto de increíbles proporciones que barrería pueblos y ciudades y no dejaría títere con cabeza. Al mismo tiempo, Jesús bajaría de nuevo a la Tierra montado «”según las imágenes del video»” en un soberbio caballo blanco.
Tan apocalípticas predicciones se basaban en un batidillo de ciencia y religión. Por un lado, el hecho, científicamente comprobado «” expresión favorita de los charlatanes»”, de que el campo magnético de nuestro planeta se invierte de tiempo en tiempo; es decir, el polo norte pasa a ocupar el lugar del polo sur, y viceversa. Y por el otro, en un pasaje de la Biblia, Revelaciones: 6.12, que a la letra dice: «Y miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre. Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento. Y el cielo se apartó como un libro que es envuelto; y todo monte y las islas fueron movidas de sus lugares.»
Este maravilloso espectáculo es una aurora polar. Como su nombre indica, es un fenómeno que ocurre en las cercanías de los polos, cuando torrentes de partículas cargadas eléctricamente que provienen del Sol son desviadas por el campo magnético terrestre y excitan los átomos de la atmósfera, haciéndolos emitir luz de diversos colores.
Quienes vieron el video, lo tomaron en serio, se arrepintieron de sus pecados y se prepararon convenientemente para ese anunciado apocalipsis, quedaron sin embargo frustrados por un par de pequeños detalles: primero, que si bien la polaridad de la Tierra se invierte a intervalos, el fenómeno no es súbito. En segundo lugar, que la inversión no provoca terremotos ni tiene efecto alguno sobre los organismos.
En efecto, los estudios geofísicos demuestran que a lo largo de los últimos tres mil millones de años la polaridad del planeta se ha invertido centenares de veces cada 200 ó 300 mil años por lo general, aunque la última vez que ello ocurrió fue hace 780 mil. Eso se ha comprobado al estudiar la lava que emergió en los fondos oceánicos y al enfriarse y solidificarse conservó su magnetismo original. Pero, como decíamos, el cambio no se da de un día para otro, sino lentamente, a lo largo de miles de años. De hecho, está ocurriendo ahora. Las mediciones indican que desde que a principios del siglo XIX se determinó su ubicación precisa, el polo norte magnético «”que está situado lejos del polo norte geográfico»” se ha desplazado más de mil kilómetros y su movimiento es ahora cuatro veces más rápido que hace cien años.
Ese desplazamiento de los polos magnéticos «”al cual se debe la inversión en la polaridad de la Tierra»” ocurre porque el magnetismo terrestre es resultado de corrientes eléctricas generadas por el flujo del interior líquido del planeta, y tal flujo se modifica al paso del tiempo.
Así pues, que no le digan, que no le cuenten: el mundo no se acabó el 29 de julio por una súbita inversión de la polaridad de la Tierra.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 4 de agosto de 2016