IMPACTO AMBIENTAL
Necesario no; delicioso sí[1]
Juan José Morales
A los científicos siempre les ha intrigado el orgasmo femenino. Por razones puramente biológicas, hay que precisarlo: porque, no siendo necesario para la procreación, resulta difícil explicar su razón de ser. Incluso, no han faltado quienes «”ante el hecho de que un considerable porcentaje de mujeres no lo experimentan»” aventuraron la hipótesis de que el orgasmo femenino es un hecho accidental «”muy afortunado, dicho sea de paso»”, causado por la estimulación casual del clítoris, al que se considera el equivalente del pene masculino.
Pero dos investigadores norteamericanos, Mihaela PavliÄev, del Hospital Infantil de Cincinnati, y Günter Wagner, de la Universidad de Yale, creen haber encontrado la respuesta. El orgasmo femenino, dicen es un vestigio heredado de nuestros ancestros prehumanos. Algo así como las amígdalas y el apéndice, partes del cuerpo que ya han perdido su función original pero todavía se conservan.
A diferencia del hombre, en el que la procreación depende del orgasmo «” que provoca la eyaculación de semen cargado de espermatozoides«” la mujer no requiere del orgasmo para procrear, pues los óvulos se producen espontáneamente.
Para entender esto, explican que en algunas especies de mamíferos, como los gatos y los conejos, es necesaria una estimulación física para que se liberen los óvulos. Es lo que se llama ovulación inducida. Pero en el ser humano la ovulación ocurre espontáneamente, sin necesidad de estimulación.
En una lejana etapa de la evolución, sin embargo, las hembras de los predecesores de los primates «”el grupo de animales al que pertenecen los monos y el hombre»” requerían de esa estimulación para ovular.
Ello se lograba durante el coito, precisamente por el contacto del pene con el clítoris, que en aquellos ancestros era parte de la vagina, con lo cual se garantizaba que hubiera un adecuado contacto con el pene. Pero con el curso de la evolución, comenzó a desarrollarse el proceso de la ovulación espontánea. Al mismo tiempo, el clítoris fue cambiando de posición hasta quedar fuera de la vagina y del alcance del pene durante la penetración. Para entonces, ya había perdido su importancia para la reproducción.
Pero no perdió su sensibilidad, y los orgasmos que provoca son una especie de bono adicional o recompensa. Y aquellas mujeres que sólo ocasionalmente o nunca los experimentan, quizá podrían considerarse seres altamente evolucionados»¦ lo cual no creo que les sirva mucho de consuelo.
En apoyo de su hipótesis, PavliÄev y Wagner señalan que cuando una mujer experimenta el orgasmo, ocurre una descarga de hormonas, como prolactina y oxitocina, similar a la que se observa en ratas y otros animales, que requieren de estos compuestos químicos para ovular y para que el óvulo fecundado se implante en el útero. Tal descarga hormonal sería un vestigio de los tiempos en que la estimulación era necesaria para que los óvulos se liberaran.
Desde luego, y como toda buena hipótesis científica, los puntos de vista de estos investigadores son todavía objeto de discusión. Pero en lo que todos están unánimemente de acuerdo es que, aunque no sea necesario, el orgasmo «”la petite mort, la muerte chiquita, como dicen los franceses»” es delicioso.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 5 de agosto de 2016