ESCRUTINIO
La misma gata, pero teñida de verde[1]
Juan José Morales
Casi podría apostar «”aunque ello va contra mis principios»” que la reciente renuncia de Laura Fernández, presidenta electa de Puerto Morelos en Quintana Roo, para afiliarse al llamado partido verde ecologista, bajo cuya sigla, y con las bien conocidas marrullerías de este partido logró el triunfo en las elecciones del pasado 5 de junio en ese estado, no será la única. Estoy seguro de que continuará el trasiego de militantes priístas hacia el seudopartido del tucán.
Pero no porque realmente cambien de partido, de ideología ni de principios «”cosas estas últimas de las que el PRI y el Verde carecen»”, sino porque el PRI, tradicionalmente conocido como el partido tricolor por haberse apropiado de los colores nacionales, está transformándose para volverse monocolor. O como quien dice, es la misma gata, pero teñida de verde.
La razón es simple: el PRI es un partido en declive. O, para ser más preciso, en plena crisis, como reconoció después de las elecciones estatales del pasado 5 de junio el propio Enrique Ochoa Reza, presidente nacional de ese organismo, aunque matizó sus palabras agregando que sigue de pie.
César Augusto Santiago, viejo figurón priísta, en cambio, no se anduvo por las ramas y fue contundente al afirmar que «el PRI está en la peor crisis de su historia. No es un asunto menor.» Y ciertamente, hay que tomarlo muy en serio, pues le conoce muy bien las entrañas al PRI.
Como muestra esta vieja caricatura, desde hace muchos años el llamado partido verde ha sido tan solo una maquinaria electoral «”bastante eficiente, hay que reconocerlo«” que sirve al PRI para la compra de votos.
Este personaje «”quien entre otros cargos ocupó el de subsecretario de Gobernación»” fue el artífice de muchas victorias priístas logradas con los métodos tradicionales del partido, a tal punto que se le consideró el mapache electoral por excelencia.
Ciertamente, como dice Santiago, a partir de 1988, cuando a duras penas y con los más burdos procedimientos de fraude electoral pudo arrebatar un triunfo legítimo a Cuauhtémoc Cárdenas, el PRI ha pasado por otras crisis y logró superarlas. Incluso recuperó la presidencia de la República, que había dejado en manos del PAN por dos sexenios. Pero ahora muchos consideran que está en crisis terminal.
Afectado por disensiones internas, con una votación en caída libre, encabezado por Peña Nieto «”el presidente con los índices de popularidad más bajos de la historia»”, el PRI encuentra que ya no le funcionan los viejos métodos de control a través de los sindicatos, las organizaciones campesinas y «”sobre todo»” los miembros del SNTE, que por décadas fueron eficientes operadores electorales pero ahora, o se niegan a seguir siéndolo, o venden sus mañas al mejor postor a través del Panal.
Solución: usar un nuevo partido para mantenerse en el poder. Y ese partido es el PVEM.
Esto ha sido evidente desde la llegada al poder de Peña Nieto, que cada vez más ha venido usando como mascarón de proa del PRI a ese llamado partido «”que de ecologista no tiene más que el nombre»”, para postular a miembros del propio PRI o incondicionales de él, y así engañar a ingenuos que creen estar votando por una opción diferente. Una opción a la que «”además»” juzgan «decente» porque se preocupa por los pobres animalitos de circo y de los toros de lidia y pide que se den clases de inglés en las escuelas públicas.
El PVEM se está convirtiendo así en el nuevo PRI, un PRI pintado de verde, que «”debemos reconocérselo»” ha encontrado un nuevo medio de control de votantes: el reparto de despensas. ¿Quieres comer y dar de comer a tus hijos? Vota por mí. Si no, adiós despensas y a ver cómo le haces.
Lo grave de esta mutación tricolor-monocolor, es que significa perpetuar la pobreza, el hambre y la miseria. Condición indispensable para que el nuevo PRI «”el verde»” siga ganando elecciones, es que la gente siga hundida en la miseria y dependa de esas dádivas para su subsistencia.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles de septiembre de 2016