ESCRUTINIO
Piadosos y devotos pero ladrones[1]
Juan José Morales
Algo que comúnmente se oye decir respecto a los ateos «”entre los cuales me cuento desde mi lejana infancia»” es que por no creer en una religión o en un dios, carecen de principios éticos y de moral. Semejante punto de vista, desde luego, parte del supuesto de que únicamente la religión puede infundir normas de recta conducta a los seres humanos y que sólo el temor a castigos divinos lo refrena de violar los principios básicos de convivencia, como no matar, mentir o robar.
Conforme a tal idea, los individuos piadosos y devotos son intrínsecamente honrados e incapaces de cometer tropelía alguna. Pero, ¿podríamos definir así a los narcotraficantes cabecillas de grandes organizaciones criminales, o a César Duarte Jáquez, ex gobernador de
Chihuahua, y a Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz?
La fastuosa ceremonia en la que el gobernador de Chihuahua, César Duarte, flanqueado por los obispos de la entidad, miembros de su gabinete y autoridades de diversos órdenes de gobierno, consagró su estado y su persona, «al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María».
La pregunta viene a cuento porque tanto los narcos como los citados gobernantes comparten la distinción de ser delincuentes «”los ex gobernadores como responsables del saqueo de las finanzas públicas de sus respectivos estados»” y al mismo tiempo la de hacer gala de devoción y entrega a los más altos ideales de la religión católica, uno de cuyos diez mandamientos es precisamente «no robarás».
En el caso de los narcotraficantes, es bien sabido que financian la construcción de templos y otros establecimientos católicos «”aunque algunos también rinden culto a La Santa Muerte»” y hacen cuantiosas donaciones en forma de limosnas a la Iglesia. Hace años, por ejemplo, se reveló que el flamante seminario de Tijuana había sido construido con dinero de un connotado narco, y algún obispo de un estado central del país, ya fallecido y cuyo nombre he olvidado, dijo muy campechanamente que él no tenía empacho en aceptar limosnas de tales individuos, porque el dinero mal habido se purifica si se destina a buenas obras, entendidas por tales las que así consideran los curas, obispos y arzobispos.
Por lo que toca al par de gobernadores arriba mencionados, tampoco cantan mal las rancheras en cuanto a religiosas. Ambos, en sendas y ostentosas ceremonias, con poco tiempo de diferencia y con participación de los máximos jerarcas católicos de sus estados, e incluso haciéndose acompañar por funcionarios y autoridades de sus gobiernos, consagraron sus respectivas entidades «al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María».
César Duarte no se anduvo por las ramas. En la ceremonia dijo «Yo, César Duarte Jáquez, por este medio me consagro a mí mismo, a mi familia, a mi servicio público a la sociedad: pido al Sagrado Corazón de Jesús que escuche y acepte mi consagración, que me ayude y por intercesión del inmaculado corazón de María, le entrego a Dios y a su divina voluntad, todo lo que somos, todo lo que tenemos en el estado de Chihuahua».
Por supuesto, tales actos constituyen flagrantes violaciones, no sólo a los principios generales del Estado laico sino a la Constitución General de la República y a diversos ordenamientos legales derivados de ella. Concretamente, a los artículos 24, 40, y 130 constitucionales, así como los artículos 1°, 3°, y 29, fracción IX de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. Pero, sobre todo, ponen de manifiesto que ser «”o aparentar ser»” un fervoroso creyente, no es óbice para ser un redomado pillo.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 25 de octubre de 2016