IMPACTO AMBIENTAL
Cozumel, joya de la biodiversidad[1]
Juan José Morales
En mis archivos encontré hace poco un artículo publicado en la revista Oikos, del Instituto de Ecología de la UNAM, acerca de la gran diversidad biológica de Cozumel y el peligro que esa riqueza natural corre por falta de una adecuada planeación del desarrollo.
El trabajo es obra de Ella Vázquez Domínguez, investigadora del propio instituto y catedrática en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y ciertamente vale la pena reflexionar sobre lo que señala.
Tejón o pisote enano de Cozumel, Nasua narica ssp. Nelsoni. Es una subespecie que únicamente se encuentra en Cozumel. Se le considera amenazada por la destrucción de su hábitat y por la introducción de boas, depredadores que no existían en la isla. En una época se le consideró especie y no subespecie, y estuvo catalogada como Nasua nelsoni.
A Cozumel «”escribe la autora»” se le considera «una joya de la biodiversidad debido al gran número de especies de animales y plantas que posee en general, y de murciélagos en particular, mayor que lo comúnmente encontrado en islas.» Ahí, como hemos comentado en otras ocasiones, existen especies y subespecies únicas que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo «”endémicas dirían los biólogos»”, como el tejón enano de Cozumel y el cuiclacoche cozumeleño.
Por supuesto, como subraya la autora, es necesario conservar aquel «inmenso tesoro de biodiversidad que representa la flora y fauna de Cozumel, tanto a nivel de su riqueza de especies, como su riqueza ecológica y genética.» Hasta hace pocos años, ello se había logrado en buena medida ya que la densidad de población y de construcciones era moderada y permitía mantener una relación equilibrada entre la naturaleza y el ser humano. «Bajo dichas condiciones «”señala el artículo»”, se había logrado mantener entre el 70 y el 90% de la isla con vegetación natural y poca perturbación y, en consecuencia, conservar también su biodiversidad.»
Pero las cosas han cambiado. «Desafortunadamente «”agrega»”, en la última década se ha incrementado de manera alarmante el cambio de uso de suelo y la tala de vegetación para construir infraestructura, inmuebles, carreteras y desarrollar la ganadería. La pérdida de hábitat, aunada a las especies exóticas introducidas en la isla como perros, gatos y boas, está teniendo un efecto grave sobre las poblaciones de flora y fauna naturales.»
Las consecuencias no han tardado en hacerse sentir. «A lo largo de 15 años «”señala la investigadora»”, nuestro grupo ha registrado una disminución de más del 70% de las poblaciones de roedores, mamíferos medianos y de varias especies de aves. Existen además muchas especies de las cuales todavía no tenemos información suficiente que permita hacer una estimación correcta de su estado de conservación», y ello demuestra «la urgencia de que en Cozumel se aplique un ordenamiento ecológico sustentado, para que el crecimiento urbano y turístico se haga de manera ordenada y con límites adecuados. Es indispensable contar con los decretos apropiados para la protección de las zonas terrestres con mayor biodiversidad. Si no logramos conservar la joya que representa la biodiversidad de Cozumel, muy pronto habremos de añadir especies cozumeleñas a la lista de especies que permitimos que se extinguieran en nuestro país»¦ y para el mundo.»
Las anteriores palabras fueron escritas hace cuatro años. De entonces acá las cosas han empeorado. Si bien se ha logrado detener definitiva o temporalmente algunos megaproyectos, como el del parque eólico, no puede decirse que se haya cumplido el ideal de tener un crecimiento ordenado que permita conservar la biodiversidad de la isla.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 24 de octubre de 2016