ESCRUTINIO
En vez de que se lo coman los gusanos[1]
Juan José Morales
Una vez que uno muere, con su cuerpo pueden ocurrir dos cosas: que «”como reza el dicho popular»” se lo coman los gusanos, o que, tras ser incinerado, sus cenizas terminen en una urna, enterradas o dispersadas.
En mi caso, sin embargo, he optado por una tercera posibilidad: en vez de que termine como festín de gusanos o que su cremación contribuya al calentamiento global, donar mi cadáver. En primer lugar, para que de él se extraigan y utilicen todos los órganos y partes utilizables, desde las córneas hasta el corazón, que «”gracias a las excelentes reparaciones que le han hecho los cirujanos del Seguro Social»” todavía funciona en condiciones bastante aceptables. En segundo lugar, para que sea utilizado en prácticas de disección y estudios científicos en una escuela de medicina.
Tal decisión se vio reforzada recientemente cuando, en un programa de TV UNAM, supe de la grave escasez de cadáveres a que se enfrentan las escuelas de medicina de todo el país. Tan sólo para los alumnos de nuevo ingreso a la carrera de medicina en la propia UNAM, según se comentó en aquel programa, se requieren anualmente cerca de dos mil cadáveres, utilizados en las prácticas de disección fundamentales para conocer la anatomía humana. Y sólo se cuenta con 300. Es decir, menos de la sexta parte. En la Universidad Autónoma de Guadalajara se reciben cada año apenas siete, y en la de Coahuila, se tienen sólo dos, que han estado siendo utilizado durante años.
Este es el famoso cuadro de Rembrandt La lección de anatomía. Como resabio de la época en que la disección de cadáveres humanos estuvo prohibida por imposición de la Iglesia Católica, hoy día todavía existen resistencia y prejuicios para donar los cuerpos con fines médicos y científicos.
Lo anterior, por lo demás, sin contar con los cadáveres requeridos para estudios específicos en los niveles superiores de la carrera o en la investigación médica. Por ejemplo, los cuerpos de personas afectadas por ciertas enfermedades o padecimientos.
Ciertamente, ahora en muchas escuelas de medicina se utilizan simulaciones con maniquíes tan avanzados que presentan una notable semejanza con el cuerpo humano, incluso «”en el caso de los estudios sobre cardiología»” con sonidos y palpitaciones como los de un corazón humano. Pero eso no basta. Los cadáveres reales son indispensables para una adecuada enseñanza, particularmente en los primeros años de la carrera, cuando los estudios están centrados especialmente en la anatomía.
Y no hay nada mejor para estudiarla que las disecciones de cuerpos reales, de carne y hueso. Cualquier médico sabe que una tarde en la mesa de disección, bisturí en mano, equivale a uno o dos meses de estudio en atlas anatómicos o simuladores.
Lamentablemente, sin embargo, hay todavía muchos prejuicios al respecto. En el caso de la donación de órganos, ya se han logrado avances «”aunque muy limitados»”, pero donar el propio cadáver o el de un pariente, es algo a lo que la gran mayoría de la gente se resiste, en parte por la idea de que el cuerpo humano es algo sagrado que no debe ser profanado, aunque realmente a los cadáveres usados en las escuelas de medicina se les trata con cuidado y respeto.
Como leí hace poco en un comentario sobre este tema, así como se es caritativo en tu vida, también se puede serlo en muerte, y en estos días de difuntos, valdría la pena reflexionar sobre donar el propio cuerpo para que sea útil y ayude a salvar vidas.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 2 de noviembre de 2016