IMPACTO AMBIENTAL
Trump, los pajaritos y la ignorancia[1]
Juan José Morales
En una muestra más de su absoluta ignorancia en cuestiones científicas, Donald Trump declaró en una reciente entrevista con su acostumbrado lenguaje «”reflejo de su mentalidad»” vago, disperso, simplista y lleno de afirmaciones sin fundamento pero que presenta como verdades absolutas, que se opone al uso de la energía eólica porque los aerogeneradores «matan todos los pájaros. Miles de pájaros yacen sobre el terreno. Y el águila. ¿Saben? En ciertas partes de California han matado tantas águilas. ¿Saben? Si matas un águila, te meten a la cárcel. Y estos aerogeneradores (las matan) por cientos».
Tales afirmaciones no son nuevas. Las ha venido repitiendo el candidato republicano desde hace algún tiempo en entrevistas y en sus tweets, y las comparten ciertos ecologistas radicales. Los mismos que por un lado hablan de usar fuentes alternativas de energía pero se oponen a la energía solar porque «achicharra» a los pájaros, a la energía nuclear porque «es peligrosa», o a las centrales hidroeléctricas porque «alteran los ecosistemas».
La realidad, empero, es muy diferente. Si Trump y esos ecologistas de fin de semana estuvieran mejor informados, sabrían que «”según diversos estudios»” en todo Estados Unidos mueren anualmente entre 140 mil y 328 mil pájaros en las aspas de las turbinas eólicas. Y aunque a algunos pueda parecer una gran cantidad, es un número insignificante en relación con las poblaciones de aves existentes en el país. Y también poquísimos comparados con los que mueren por otras causas.
La idea de que las aeroturbinas causan una verdadera carnicería de aves con sus aspas dista mucho de ser cierta. En realidad, bandadas de pájaros pueden volar a través de un parque eólico sin que sólo unos pocos o ninguno muera por una colisión con las aspas. Perecen mucho más al estrellarse contra ventanas de vidrio.
En las torres de telefonía celular, por ejemplo, perecen unos 6.8 millones de pájaros cada año. Y electrocutados en las líneas eléctricas de alta tensión, unos 200 millones.
Tales cifras, por lo demás, son inferiores a las estimaciones sobre la cantidad de aves que mueren al estrellarse contra las ventanas de casas y edificios: entre 365 y 988 millones anualmente. A ellas habría que sumar los «pajarazos» contra automóviles y camiones en las carreteras. Y ni qué decir de la mortandad debida a la depredación de gatos domésticos y ferales, a la que nos referimos hace algún tiempo: entre 1 300 y cuatro mil millones de pájaros cada año. Eso sin contar otros animales silvestres, como ratones de campo, ardillas, lagartijas y otros, cuyo total asciende a mucho más que esa cifra.
En cuanto a las águilas que tanto preocupan a Trump, los estudios indican que ha habido sólo seis muertes confirmadas de tales animales en aerogeneradores durante los últimos 20 años. Ciertamente, sin duda la cifra real debe ser mucho mayor, ya que no hay registros sistemáticos y las que se han contabilizado dependen del hallazgo incidental de los cuerpos.
Los datos que hemos estado manejando se refieren sólo a Estados Unidos. No hay estudios similares para México. Desde luego, habría que buscar formas de reducir la mortalidad, no sólo de aves sino también de murciélagos, ocasionada por las turbinas eólicas. Pero el problema no es tan grave como lo pintan algunos bien intencionados pero mal informados ecologistas. Más que oponerse al uso de aerogeneradores, habría que promover, por ejemplo, el uso de figuras adhesivas en las ventanas, como las que se usan en las puertas de vidrio para evitar que la gente choque con ellas. Esa sencilla medida salvaría la vida a muchas decenas y quizá cientos de millones de pájaros cada año.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 4 de noviembre de 2016