QUE NO LE DIGAN, QUE NO LE CUENTEN
Warburg y su supuesta cura del cáncer[1]
Juan José Morales
De un buen amigo y ex compañero de trabajo en la revista Contenido, Guillermo C. Aguilera, acabo de recibir uno de esos mensajes que circulan por la Internet en los que se ofrece una fórmula infalible para mantenerse en buen estado de salud y evitar o prevenir el cáncer: tomar regularmente bicarbonato de sodio disuelto en jugo de limón o vinagre de manzana (con la advertencia de que el vinagre debe ser de frutos cultivados orgánicamente) y aderezado con un poquitín de pimienta. Esta especie de fórmula mágica está basada «”se dice»” en las investigaciones del Dr. Otto Heinrich Warburg, Premio Nobel de Medicina o Fisiología.
Desde luego, mi amigo Aguilera no lo tomó en serio, y pide mi opinión al respecto.
Se trata de una más de esas falsedades con una pizca de verdad. Warburg efectivamente recibió el Nobel en 1931, pero no «”como se afirma en revistas naturistas y de «medicina» alternativa»” por un estudio titulado «La causa primaria y la prevención del cáncer», sino por sus investigaciones sobre la enzima respiratoria.
Una de las falsas afirmaciones que, de tanto repetirse en libros y revistas sobre naturismo y «medicinas» alternativas, mucha gente toma por verdades. En realidad Warburg obtuvo el Premio Nobel 1931 por sus trabajos sobre la enzima respiratoria y no sobre la causa del cáncer. Sólo especuló sobre su posible origen, pero sus ideas ya han sido descartadas.
El tal estudio sobre el cáncer jamás existió. Alguien lo inventó después de su muerte y el engaño ha sido hábilmente explotado por charlatanes que ofrecen tratamientos «alcalinizadores» para curar el cáncer y para quienes pregonan las llamadas dietas ortomoleculares y otras patrañas por el estilo. Warburg sólo especuló sobre la posibilidad de que el cáncer se debiera a una deficiencia de oxígeno y a una alteración en las condiciones de acidez del cuerpo. Nunca llegó a conclusiones definitivas, aunque sus ideas tuvieron cierto eco en aquella época. Sin embargo, con el paso del tiempo terminaron siendo descartadas gracias al avance de los conocimientos médicos. Hoy día no tienen validez científica alguna, pero siguen circulando como verdades absolutas, porque ya se sabe que todo aquello atribuido real o fantasiosamente a un ganador del Nobel se toma como artículo de fe.
Por lo demás, Warburg nunca sostuvo haber descubierto la causa primaria del cáncer. Mucho menos la forma de curarlo. Solamente lo prometió. Y sobra decir que no lo cumplió. En 1968, dos años antes de su muerte, en un desplante de presunción afirmó: «Pronto recibiré un segundo premio Nobel, porque de aquí a dos o tres años habré solucionado el problema del cáncer».
En cuanto a la ingesta de bicarbonato y jugo de limón o vinagre, es otra patraña atribuida a él. Lo único que recomendó como medida preventiva contra el cáncer fue tomar en abundancia alimentos ricos en hierro y vitamina B. Pero es igualmente otra idea que a la luz de los progresos médicos ha perdido validez.
Quienes proclaman las bondades del bicarbonato y el limón y de los tratamientos «alcalinizantes» como cura para el cáncer, esgrimen el sobado argumento de que su eficacia «no se da a conocer porque la industria del cáncer y la quimioterapia son uno de los negocios más multimillonarios que existen hoy en día.» Y agregan: ¿Es necesario decir que la industria farmacéutica y la industria alimenticia son una sola macabra entidad?»
Por nuestra parte, podemos preguntar: ¿Alguien es capaz de creer seriamente que durante 85 años todos los médicos, todos los hospitales, todas las universidades, todos los gobiernos, todos los científicos y todos los servicios de salud del mundo han tomado parte en esta inmensa conspiración para negar a la humanidad una cura sencilla, efectiva y barata contra el cáncer?
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 3 de noviembre de 2016